Notas de la autora: ¡Cuidado! Este fic contiene peligroso material para adultos y yaoi. Todo el mundo queda avisado y no me hago responsable de las locuras que podáis llegar a leer aquí o si no os gustan las parejas o algo. Os animo a que me critiquéis (pero con respeto xD) para que así pueda ir mejorando. Podéis stalkearme por tumblr para ver el progreso si queréis, dejo la dirección en mi perfil. No os cortéis si queréis comunicaros conmigo porque me encanta y me hacéis sentir especial *A*
No me hago responsable de lo que os ocurra si leéis esto.
Levi estaba teniendo el peor día de toda la puta semana. Qué semana; el peor día de todo el puto mes, año, década. Se encontró a si mismo casi corriendo de pura rabia por los pasillo de la universidad. Rasqueta en la mano izquierda, dando zancadas exageradas y sin molestarse en mirar a quién coño se cruzaba por allí, con las palabras "como me habléis os mato" impresas de manera invisible pero perceptible en la frente que, por cierto, no paraba de frotarse con la manga de su maldita camisa blanca de marca.
Y un puto día más se encontró preguntándose a sí mismo qué coño hacía allí, trabajando como niñera de mocosos que tenían dos años mentales y cuerpos jodidamente enormes que no usaban para otra cosa que no fuese tocarle los cojones. Figuradamente, claro está; o a parte de gilipollas perdido más de uno se habría quedado manco también. Porque, claramente: ¿para qué tenían cerebro? Para sacudir los putos borradores de la pizarra encima de Levi y llenarlo, presuntamente sin querer, de todo el maldito polvo de la tiza de la jodida pizarra.
¡En pleno siglo veintiuno, y con pizarras con tiza! ¡¿Pero qué mierda de institución era aquella?! Pero bueno, al menos tenían papeleras decentes. ¡¿Y para qué?! ¡Para que el profesor Levi acabase rascando todos los putos chicles de debajo de las mesas con una puta rasqueta! ¡¿Tanto costaba echarlas en la jodida papelera?! ¡¿Eh?! Levi estaba allí para enseñarles la mierda que aparecía en el programa (toda jodídamente inútil, por cierto) ¡y no higiene personal! ¡Ni salud del medio ambiente o como pollas se llamase! ¡Joder!
Siguió dando zancadas pasillo abajo, asustando a profesores y alumnos por igual, haciendo que se apartasen, asustados, de su camino. Al menos algunos tenían la sensatez de tener miedo; quizás no eran retrasados del todo. Dejó de frotarse la frente y metió la mano en el bolsillo, intentando calmarse un poco. Cosa que no funcionó cuando palpó los bolígrafos asquerosos, rotos y chupeteados que los alumnos habían utilizado para escupir y lanzar por los aires bolitas de papel llenas de saliva hasta que colisionaron con su preciosa frente.
Jodidas bolitas de papel llenas de asquerosa saliva que había estado dentro de sus sucias y repulsivas bocas, llenas de putos microbios y vete a saber si se lavaban los putos dientes siquiera y si...
"¡Me cago en la puta!"
¡¿Dónde estaba Hanji cuando se le necesita para que te pase ácido sulfúrico de contrabando para asesinar a traición a todo el alumnado?!
En un nuevo ataque de rabia paró en seco y sacó lo que quedaba de lo que una vez eran bolígrafos al suelo, para después pisotearlos como si fuera algún tipo de titan gigante que amenazaba con destruir al humanidad... O algo así.
Escuchó como alguien emitía un gritito ahogado y se giró a tiempo para ver a Petra, una de sus compañeras de trabajo, dejar caer todas sus carpetas al suelo del susto. Levi resopló, molesto, y llegó hasta donde su compañera en dos grandes (al menos para él) pasos, recogió todas las carpetas que Petra había dejado caer y se las dio, empujándolas un poco bruscamente contra el pecho de la otra, que atinó a cogerlas de milagro, con al corazón en la garganta del susto.
– Ya lo que me faltaba, más mierda en los pasillos – fue lo que le dijo Levi antes de salir a toda velocidad de nuevo pasillo abajo, dejando a su compañera en mitad del pasillo balbuceando un lo siento que nadie escuchó, ni siquiera ella misma, por culpa de toda la sangre que se le había agolpado en la cara. Levi... ¿Por qué demonios llevaba una rasqueta en la mano?
Pocos segundos después el profesor entró de manera escandalosa al despacho del director, dando un portazo que, si bien pilló a Erwin por sorpresa, no hizo que el serio director dejase todos los papeles y trabajo que tenía a un lado. Aquella no era la primera, y seguramente tampoco la última, vez en la que uno de sus mejores pero más problemáticos profesores entraba de aquella manera escandalosa a su despacho.
– ¡Estoy hasta los cojones de todos tus putos alumnos, Erwin! – gritó furioso Levi, dejando entrever toda su ira en aquellos gritos. Cerró la puerta de un portazo e incluso se molestó en echar el pestillo por dentro rápidamente.
Segundos después todos los papeles de Erwin habían volado de sus manos y fuera de su mesa, esparciéndose por el suelo.
Vale, el señor director debía admitir que aquello era bastante nuevo. Levi, ahora de rodillas en mitad de su amplio escritorio, lo agarró de la corbata, obligando a que sus caras se quedasen a escasos centímetros de distancia, amenazando al otro poniéndole la rasqueta en la yugular.
Porque si Levi no iba a conseguir que le hiciesen caso a las malas, lo conseguiría haciéndolo a las MUY malas.
La cara de Erwin se contorsionó en una de pura sorpresa durante un escaso segundo, para después dejar paso a un semblante sereno y una sonrisa profesional.
– ¿Ocurre algo de lo que debería informarme, profesor Rivaille? – utilizó un tono profesional, casi meloso, mientras apoyaba las palmas de las manos en las rodillas del otro y los codos en el escritorio.
Evidentemente, algo ocurría cuando a uno le amenazaban de muerte con una rasqueta en la yugular. Pero aquél no era el primer ataque de furia que su empleado tenía... Y esperase que no fuese el último, ya que las medidas poco ortodoxas que Erwin se había acostumbrado a utilizar para amainar a la fiera eran... Bastante placenteras para los dos, poniéndolo de manera simple.
Dejó que Levi chillase y se quejase a grito pelado a escasos centímetros de su cara, sin perder el semblante sereno ni la sonrisa aunque lo estaba agarrando de la corbata con la mano derecha y amenazándolo con una rasqueta con la izquierda.
Los oídos de Erwin por fin pudieron descansar después de casi cinco minutos completos de quejas y gritos, tirones de corbata y amenazas con una rasqueta (¿De dónde narices había sacado aquella cosa? ¿La habría traído de casa?) cuando el otro se quedó prácticamente satisfecho, recuperando el aliento y aflojando levemente su agarre en el otro, pero sin soltarlo del todo.
– Comprendo perfectamente todas tus inquietudes y quejas, Rivaille, – comenzó Erwin mientras movía su mano derecha lentamente hacia arriba, acariciando el muslo del otro con mucha delicadeza, con tacto – pero creo que comprendes perfectamente que yo mucho no puedo hacer... – acercó un poco más los labios a los de Levi, mientras su mano comenzaba acariciar el interior de los muslos del otro, haciendo pequeños círculos con el pulgar a su paso y evitando zonas más sensibles – … a parte de darte algún tipo de compensación. – acercó la silla un poco más a su escritorio sin dejar de acariciar al otro antes de agarrarle con fuerza los glúteos con las dos manos, sorprendiendo un poco a Levi – Compensación física... – estrujó sin pudor alguno el trasero del otro en sus manos, haciendo que a Levi se le atragantase el aire a medio camino en la garganta y dándole más fuerzas así a sus palabras – Creo que entiendes perfectamente a lo que me refiero.
Erwin era el director del la universidad por diversas razones, pero estaba claro que una de ellas era porque sabía manejar perfectamente a todo su personal, haciéndolos danzar en la palma de su mano al son de cualquier tipo de música que se le antojase. Y, si bien Levi era desde lejos alguien a quien claramente no le gustaba bailar y que no tiene sentido del gusto en cuanto a buena música, Erwin había aprendido a manejarlo de una manera u otra, fallando más veces de las que había acertado.
Siguió masajeando los glúteos del otro con maestría, aprovechando para sacarle la camisa de dentro de los pantalones y recorriendo su espina dorsal con el dedo índice de una mano, dejando la otra en el mismo lugar, sin parar de agarrar todo lo que encontraba a su paso.
Levi no se movió, dejando que el otro le sobase y, para qué mentir, disfrutando del modo en el que el otro lo agarraba y acariciaba. Claro que eso no significaba que iba a mostrarlo en la superficie, já.
Erwin se movió un poco más adelante y mordió suavemente el lóbulo de la oreja de Levi, pasando a lamer después antes de hablar.
– ¿Qué tal si sueltas esa horrible rasqueta que tienes en las manos... Y te dejo agarrar cosas bastante más interesantes?
Maldita sea, Erwin, aquello era jugar sucio... Y aunque la suciedad fuese unas de las cosas que Levi más odiaba, no pasó ni medio segundo pensándoselo antes de tirar la rasqueta al otro lado de la sala y chocar sus labios contra los del director de un fuerte tirón de corbata, la mano que tenía la rasqueta agarrando ahora cosas más interesantes como lo era el sedoso y bien peinado pelo de Erwin.
Los besos de Levi eran intensos, fieros, dominantes; y Erwin no tenía ningún problema en dejarse dominar un poco si de esa manera hacia feliz al otro... o al menos dar la impresión de que se estaba siendo dominado, aunque en realidad tenía estudiados todos y cada uno de los movimientos que hacía el otro.
Levi seguía chocando sus labios con brusquedad, inclinando la cabeza primero a un lado y después al otro, tirando con pasión del pelo de Erwin y su ahora bastante maltrecha corbata.
– Más vale que te esfuerces un poco más, capullo, porque por mucho que sepas cómo agarrar el culo de otro bastante bien, así no vas a hacer que me corra ni pasado mañana – siseó peligrosamente Levi en el oído del otro antes de dar un bastante fuerte mordisco en el lóbulo del otro, para dar énfasis a sus palabras.
Erwin gruñó por lo bajo, algo ofendido pero bastante contento con la queja, ya que eso significaba que tenía luz verde para trajinarse al otro allí mismo. ¿Quién era él para denegar las peticiones a sus empleados? Un Levi contento significaba... Bueno, nada demasiado bueno, pero al menos significaba un Levi no enfadado con el mundo, ni dando gritos en los pasillos ni amenazando a alguien de muerte con una rasqueta.
Poniéndose manos a la obra, Erwin dejó que la escurridiza lengua del otro se colase a traición dentro de su boca antes de sorprenderlo agarrándolo fuertemente de las nalgas y haciendo que se sentase en el borde de la mesa, con las piernas completamente abiertas y los pies apoyados ahora en los reposabrazos de la silla, con el rubio cómodamente sentado en la silla entre ellas. Erwin no se molestó en levantarse siquiera antes de soltar al otro y dejar que dominase el beso casi completamente, escurridiza lengua paseándose por su lengua, paladar y dientes sin restricción alguna.
Al fin y al cabo, sabía perfectamente que, si algo odiaba Levi en el mundo a parte de la suciedad, la estupidez y otras cientos de cosas era que los demás lo mirasen desde arriba. Pequeño pero matón sería, seguramente, una frase utilizado frecuentemente entre los alumnos para describirlo, y Erwin debía admitir mentalmente que era bastante acertado... Aunque decirlo en alto le costaría un brazo como mínimo.
Pero, bueno, aquel no era precisamente el momento para admirar la gran capacidad de descripción de sus alumnos. Sin dejar de besar y atacar al otro apasionadamente, comenzó a desabrochar los botones de la camisa de Rivaille, utilizando las dos manos habilidosamente. Segundos después Levi gemía ahogadamente en el beso a causa de las calientes manos de Erwin acariciando su abdomen y subiendo lenta y tortuosamente hacia arriba, rozando ahora sus pectorales y haciendo círculos con la yema de los dedos en sus pezones antes de retorcerlos suavemente, haciendo que Levi casi se tragase su propia lengua y se separase un poco para tomar aire, aflojando así un poco el agarre que tenía en la corbata del director.
– Maldito seas, Erwin – gruñó más complacido que otra cosa, pero no dispuesto a admitir que la creciente erección que chocaba ahora contra sus pantalones se había retorcido de placer cuando el otro le puso las manos encima nuevamente, sin hacer caso al comentario y usando la lengua para lamer el pecho de Rivaille, tomándose su tiempo en deleitar el manjar que tenía delante.
Levi alzó los brazos para rodear los hombros del otro, clavándole las uñas en la espalda sin piedad antes de agarrar fuertemente del pelo a Erwin y tirar de él, separándolo de sus ahora chupeteados pezones y abdomen con brusquedad.
– ¿No se supone que tienes que tener a tus empleados contentos, señor director? – preguntó retoricamente Levi, y el señor director supo en aquel instante que le costaría calmar al niño un poco más que otros días, pero que acabaría disfrutándolo el doble; así que no dudó demasiado en sonreír de medio lado y asentir mientras levantaba un hombro – Pues si de verdad quiere que este empleado tuyo – Levi se señaló a si mismo con el dedo índice – esté contento...
Sonrisa maliciosa, las manos recorriéndose el ahora despeinado pelo para echarlo atrás y que no le molestase en los ojos antes de terminar la frase que había dejado colgando.
– ...más vale que empieces a darle buen uso a esa lengua tuya. Que no se diga que nuestro querido director ladra mucho pero muerde poco...
"Por supuesto que el señor director no se anda con chiquitas, por quién me tomas" fue lo que pensó Erwin mientras reía por lo bajo y acariciaba la erección de Levi a través de aquellos pantalones que siempre llegaban perfectamente planchados a la oficina y salían hechos un harapo de ella, y la agarró fuerte, sin piedad, tal y como le gustaba al otro.
Sin perder el tiempo, el rubio se echó para atrás en la silla y se levantó un momento antes de ponerse de rodillas, poniendo su vista así a la altura de la de...
¡¿Eren?!
