"Ni Glee, ni sus personajes me pertenece. Solo la historia"
Los Berry, los Fabray.
Absurdamente en ocasiones pensamos que el amor solo es un chico y una chica, "que se complementan y despiden unicornios de colores con arcoíris comestibles" blah, blah, blah… habladurías suyas, el amor no es así. El amor se encuentra de muchas maneras, de diferentes formas, y tamaños.
El amor es amor, de la forma en que venga eso no importa, porque al fin de cuentas uno se enamora del alma de la persona y no de su físico. Así que, me gustaría hablarles de una historia, una que parte de dos personas conocidas, a quienes les llega la amistad y entre miradas cómplices descubren el amor.
Todo comienza un primer día de clases en Lima,Ohio. En un inicio para los hermanos Berry ya que habían llegado hacía poco al lugar y serian nuevos en la escuela. Apenas eran las 5:00 de la mañana y el reloj sonaba por toda la habitación.
─¡Rachel apaga ese despertador por favor!─Hablo molesto un castaño algo desorientado en su cama al intentar taparse los oídos con su almohada.
Como algo matutino en la anterior ciudad donde vivían, los tres hermanos salían a correr, pero había alguien que siempre lloraba cuando iban. ¿Quién desperdicia horas de sueño por ir a correr? Solo Rachel-Pensó Brody
─Brody ya levántate ─Dijo Rachel mientras le quitaba las sabanas de un jalón a su hermano que se retorcía en la cama.
─¡Déjame dormir!.
─Anda levántate.
─Unos minutitos más… o mejor váyanse sin mí.
─¡Brody! Si no te levantas en este momento juro que iré por Kurt y…─Antes de que terminara su amenaza sintió como Brody se levantaba a toda prisa hacia el baño con una toalla en las manos.
─Estaré listo en unos minutos, ahora váyanse a molestar a otro ─Grito Brody ofuscado.
─¡Amargado!─Dijo divertida Rachel mientras salía de la habitación rumbo a la habitación de su hermano menor.
Cuando llego, se detuvo por unos momentos mientras veía como Kurt se miraba en el espejo.
─¿Qué es lo que tengo de malo Rachel?
─No sé de qué hablas─ Le contesto mientras lentamente se acercaba y lo abrazaba por los hombros ─Eres un gran chico y no tienes nada de malo, eso jamás lo dudes.
─Lo dices porque eres mi hermana, pero al parecer para nuestro padre me falta mucho para ser digno de él─ Sus ojos se cristalizaron.
─Claro que no Kurt, todos tenemos defectos y aun así nuestros padres nos aman, somos familia, ¿De dónde sacas de que no eres digno de él?─Pregunto preocupada mientras abrazaba y acariciaba la cabeza del chico.
─¡Rachel! ¡Abre los ojos! Ese hombre al que llamamos padre nos manipula, siempre tenemos que hacer lo que él dice ¿O es qué acaso tú si querías mudarte de nuevo?─Kurt se soltó de sus brazos enojado y dolido.
─Tranquilo Kurt, si, bueno, tienes razón, no quería dejar mi vida en Nueva York, pero aun así es por nuestro bien, papá sabe lo que es mejor para nosotros.
─¡¿Sabes?! Es mejor dejar esto aquí, no quiero terminar discutiendo como la última vez.
Salió de la habitación sin esperarla.
─Lo siento Kurt─ Susurro─ Pero es que aun necesitamos de él.
Los Berry; una familia conservadora, con un padre influyente en la política y una madre reconocida por sus hallazgos paleontólogos;Para el señor Hiram Berry era su segundo matrimonio. Él era un hombre de unos 60 años, abogado autoritario, en ocasiones grosero, mal humorado y prepotente. Pero a pesar de todo un padre, siempre pendiente de sus hijos menores, ya que había cometido errores con su primer familia.
Su esposa, la señora Shelby Berry. Una mujer joven de 40 años, hermosa, amable, sumisa, comprensible e inteligente, siempre pendiente de su familia. Detestaba al hombre con el que vivía, pero sus hijos lo valían, eran lo único que la mantenían unida a él. Porque los amaba y en algún momento de su vida dejaría de ser tan mártir.
Los hermanos Berry. Tres chicos inteligentes, imaginativos, atléticos, amables y educados, siempre pendientes de los demás. Hijos por así decirlo "Perfectos" porque además tenían su atractivo visual. Rachel y Brody de 16 años eran castaños, delgados, altos y con una gran sonrisa que cautivaba a todos. Por el contrario de su hermano menor; Kurt de 12 años, que era güero, ojos azules, delgado y un poco afeminado. Siempre sonrientes, desde pequeños compartiendo ese único lazo de unidad que los ayudaba a enfrentar adversidades.
─Buenos días padre ─Rachel lo saludo con media sonrisa depositándole un beso en la mejilla.
Se sentó al mismo tiempo que sus hermanos y madre en el comedor.
─Buenos días hija ¿Irán acorrer?
─Si, intentaremos adaptarnos a una rutina en este lugar padre─ Se adelantó a responderle Brody
─¡Me parece perfecto! Bueno creo que es hora de agradecer por nuestros alimentos─ Dijo alegre para que al instante todos cerraron sus ojos y agacharan la cabeza mientras Hiram se disponía a tomar la oración. Cristianos al parecer.
Al terminar todos se dispusieron a desayunar en silencio, ninguno tenia ánimos de charlar.
─¿Entonces hijos, seguirán tomando sus clases extra?─ Preguntaba Hiram intentando despejar el incómodo silencio que se había generado en la habitación.
─Así es padre, pero necesitamos pedirte que nos dejes empezar las clases dentro de unas semanas─ Contesto Kurt sin mirarlo
─¿Eso por qué?
─Necesitamos adaptarnos a la nueva escuela, y debemos primero revisar nuestros horarios para que no nos afecte─ Le respondió Rachel.
─Me parece que tienen razón cariño, dale un par de semanas para que se adapten─ Los ayudo Shelby interrumpiendo el enfado que como siempre tenía su esposo ─No los presiones.
─Está bien, tienen toda la razón, pero dentro de un mes iniciaran sus clases extras y no planeo cambiar de opinión.
Cuando era pequeña recordaba con fastidio como su padre llegaba cada mes a visitarlos. Normal no verlo durante un largo tiempo y entendían que era por su trabajo, pero desde que ella y Brody cumplieron los 12 años fue tan común y normal ver a su padre casi todos los días en casa, que llegaron al momento de ir a vivir con él a Nueva York. Donde aprendieron a convivir con él, a tener que hacer lo que era "Mejor para ellos", como estudiar idiomas, ir a clases de dibujo, pintura, canto, defensa personal, aprender a tocar el piano, la guitarra, el violín, y hasta tener que practicar diversos deportes como, el basquetbol, futbol, voleibol, beisbol y todo deporte que le pareciera interesante a su padre.
Él quería lo mejor para ellos, pero jamás les pregunto si lo deseaban, nunca les había dado lo que en verdad querían; cariño, amor, comprensión, estaba demasiado ocupado creando a los hijos "perfectos" que no se dio cuenta del error que cometió.
Los hermanos terminaron su desayuno. Se levantaron de la mesa con sus platos en la mano directo a la cocina.
─Esperen un momento─ Los alcanzo Shelby repitiendo su acción ─Quisiera hablar con ustedes un momento
Apenas lo menciono, las empleadas de la cocina abandonaron el lugar.
─Claro madre, ¿Qué deseabas?─ Pregunto tiernamente Kurt adelantándose a la respuesta de sus hermanos.
─Hace unos días que nos mudamos y siento que pasa algo extraño con ustedes. Me preocupan, los amo hijos y enserio necesito saber lo que les pasa, saben que yo siempre estoy para escucharlos y apoyarlos en todo.
Los tres hermanos se miraron. Se sonrieron y abrazaron tiernamente a su madre.
─No te preocupes mamá, estamos bien, solo que necesitamos adaptarnos a esta nueva vida, a este cambio─ Le dijo tranquilo Brody mientras salía del abrazo.
─Esta bien, pero recuerden que para cualquier cosa aquí estoy yo.
─Claro que si mamá.
Y así los hermanos Berry salieron a correr despejando su mente de cualquier situación actual, era reconfortante sudar sus dudas e inseguridades... Al cabo de unos minutos regresaron a "casa" más bien, a la mansión Berry, aún más grande y espaciosa que su anterior casa, pero sin el calor hogareño de su anterior ciudad.
Tomaron una ducha y bajaron las escaleras para ir a la escuela.
─¿Ya se van hijos?─ Pregunto tiernamente Shelby saliendo de la cocina.
─Si madre, nos vemos en la tarde, te quiero ─Contesto Rachel mientras tomaba las llaves de su auto, y se dirigía a la salida
—Te quiero, nos vemos ─Se despidió Brody.
—Te quiero mucho madre, cuídate ─Dijo Kurt que se acercó a Shelby y por el contrario de sus hermanos le dio un beso en la mejilla antes de salir.
—¡Igual cuídense!—Grito Shelby desde la puerta.
La familia Fabray: Una familia "perfecta" (Para los demás) conformada por Russel el padre, maestro de la preparatoria Mckinley y uno de los mejores en su rama, hombre fuerte y formal de 45 años. Rubio, prepotente y sobreprotector con sus hijas, porque las amaba, a ellas y a su esposa. Aunque eso no le impedía tener amantes;
Por el contrario la señora Judy Fabray. La dueña de una línea de hoteles cinco estrellas junto a su hermano Edward era la que mandaba en casa, como una mujer joven, fuerte, amable, inteligente de 40 años, rubia de hermosos ojos y sonrisa.
Tenían dos hijas igual de hermosas que su madre; La mayor, Lucy Quinn de 15 años y Frannie de 11. Niñas mimadas y criadas por su abuelita Lucy debido al tiempo que pasaban fuera sus padres. Quinn era una chica de hermosos ojos avellana, gran sonrisa de inigualable belleza, alta, rubia, delgada, inteligente e imaginativa. Mientras su hermana menor aunque parecida a ella, tenia los ojos azules. Era pálida, atlética y vanidosa. Por ser la menor todos sus caprichos eran cumplidos, siempre discutiendo con su hermana mayor, pero se querían y protegían mutuamente.
Ya eran las 7:30 de la mañana. Tarde para el primer día de clases y dos rubias de la familia Fabray corrían mientras bajaban las escaleras.
─¡Rápido chicas que no han desayunado y ya es hora de irnos!—Grito su padre dejando el periódico en la mesa.
─Siempre es lo mismo con estas niñas. —Negó Judy con la cabeza mientras desayunaba.
─Ya vamos papi —Grito Frannie
─Ya estamos listas ¿Nos vamos?—Dijo Quinn tomando una manzana al llegar a la mesa.
─¿No van a desayunar?
─No mami, se nos haría tarde—Contesto Frannie mientras le depositaba un sonoro beso en la mejilla.
─Nos vemos en la tarde mamá, te quiero—Se despidió Quinn antes de repetir la acción de su hermana menor.
─Cuídense mucho Quinn.
─Si mami, no te preocupes —Hablo sonriente Quinn saliendo a toda prisa de la mansión junto con su hermana menor
─Nos vemos en la tarde cariño.
Al llegar al Mckinley, colegio que ahora sería su escuela, Rachel y Brody dejaron sus autos en el estacionamiento. La castaña se mantuvo unos segundos dentro sin decir nada junto con Kurt. Y es que los incomodaba la mirada de todos los que pasaban por allí, pero, no todos los días vez dos audi r8 spyder estacionados frente a ti.
─¿Listo Kurt? —Pregunto Rachel nerviosa mientras tomaba su mochila.
─Si, que más da─Contesto despreocupado alzando los hombros mientras habría la puerta del auto —¿Y tú?
─Am…igual─Bajo del auto y camino junto a su hermano
─Tranquila Rachel, no es nada del otro mundo.
─¿Nerviosos?─Pregunto Brody al unírseles.
─No, bueno algo, es que me siento como bicho raro─Respondió Rachel alzando los hombros mientras metía sus manos en la sudadera roja que llevaba.
─Nos vemos a la salida─Dijo Kurt caminando hacia la entrada de la secundaria que quedaba a un lado de la preparatoria.
─¿Y a esté qué le pasa?─Pregunto Brody señalando a Kurt con la cabeza.
─Nada, ya sabes, lo de siempre.
─Ah ya veo, bueno… caminemos que se nos hará tarde.
Al otro lado del estacionamiento, en el área de maestros, llegaban en una camioneta de lujo roja dos rubias de hermosos ojos y figura inigualable. Por supuesto junto a su padre, que no dejaba de ver con enfado a los que las miraban.
─Caminen cariño, no quiero que lleguen tarde.─Dijo Russel con una sonrisa enorme mientras daba un beso en la mejilla de cada una de sus hijas.
─Esta bien papi, cuídate mucho─Se despidió alegre Frannie para salir corriendo.
─Nos vemos a la salida papá─Dijo Quinn
Camino hacia la entrada de la preparatoria. La conocía a la perfección, por algo era hija del mejor profesor de Mckinley, así que no tardó mucho en encontrar el salón de literatura para comenzar con su día.
Después de recibir sus primeras clases, que por cierto, tenían juntos. A los Berry se les entrego por completo su horario y la dirección de sus lockers. Así que, en el primer receso, decidieron salir a conocer las instalaciones por separado, tal vez ellos nunca lo hacían, pero ambos querían estar solos.
Cuando Rachel termino de dejar sus cosas en el casillero y sacar un libro para leer, camino por los pasillos desolados de Mckinley ya que la gran mayoría se encontraba en el comedor.
Caminaba mientras leía el pesado libro, pero al momento de pasar página, sintió el pesor del libro golpear parte de su cara antes de caer al suelo junto a unos papeles que se regaban por doquier.
─Pero que mierd… ¡Fíjate!─Grito una rubia enojada que de inmediato comenzó a recoger sus cosas.
─Yo lo…lo siento mucho ─Se disculpó una tímida y avergonzada Rachel que se agachaba para intentar ayudarla
