Disclaimer: Avatar: La Leyenda de Aang es propiedad de Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko. La imagen de portada tampoco me pertenece.
Este fic participa en el Reto Drabble: "¡Dame mi palabra!" del foro ¡El Cometa de Sozin!
Mi palabra sorteada fue Fuego. No sabía qué escribir, así que sólo le metí un dragón a la historia xD.
Cantidad de palabras del Drabble: 424.
Aclaraciones: Ubicado en el episodio "El Avatar y el Señor del Fuego", desde la perspectiva del avatar Roku.
Los gases tóxicos invaden su organismo. Su visión se torna borrosa, le fallan las piernas, y comienza a toser desesperadamente.
Sozin, su viejo "amigo" se larga sin mirar atrás. Tal traición le cala en el alma a Roku. No sabe cuál sensación es peor: La infernal temperatura, los abrumadores gases venenosos, o la insidia del Señor del Fuego.
Y cuando cree que tendrá como final una muerte lamentable, en medio de un volcán que amenaza con destruir su hogar; llega, majestuoso como siempre, su querido Fang. Y aún con la vista nebulosa, logra distinguir su piel rojiza. Nunca le había parecido que brillara tanto. Esa noche relucía como un rubí en medio de la tierra.
Aunque hubiera preferido que se fuera, que se salvara él; sabe, en el fondo de su corazón, que la fidelidad del dragón es tanta que jamás lo dejaría solo.
Trata de sonreír como puede. Quiere regalarle una última sonrisa a él, su único amigo de toda la vida.
Le es inevitable recordar cuando lo encontró apenas siendo un huevo. Sus padres dragones lo habían abandonado y en ese momento juró que siempre lo protegería. Evidentemente, se criaron juntos, y su amistad, como la pequeña llama que se convierte en un enorme incendio, creció, aumentando con el tiempo su intensidad, hasta hacerse imposible de debilitar.
Más que un dragón o un animal guía, Fang fue su amigo, y el más leal, cabe aclarar. Porque cuando no quería hablar con nadie, salían juntos a dar un paseo por el cielo. Cuando sintió que había fallado en su deber como Avatar, fue Fang quien, con su mirada color oro, le inspiraba a volver a intentarlo. Más que un compañero, él es el fuego de su ser, esa chispa que lo motiva día con día. Unidos por un lazo incomprensible para aquellos quienes nunca han amado a un animal, ambos son inseparables.
Ahora sabe que no les queda mucho tiempo. Y en medio del caos, se permite un exiguo momento de paz. Había tenido una buena vida, a pesar de todo. Y aunque le duele dejar a su amada, se podría decir que, con su dragón a lado suyo, se irá tranquilo.
Siente el calor. Pero no ese calor sofocante al estar rodeado de lava, sino esa agradable sensación de reconfortante calidez que no quema ni hace daño, cuando Fang lo envuelve entre sus alas. Las llamas de sus corazones poco a poco se apagan. Sin embargo, la flama de su amistad jamás se extingue. Arde eterna en el mundo de los espíritus.
¡Saludos!
