Hotel Grand Hyatt. Hong Kong. 23:30 p.m.
Habitación 20 C. Habitación de Shaoran y Sakura Li
Sakura se encontraba en la ducha a pesar de llevar ya un par de horas allí. Pero el jabón no lograba el milagro de borrar de ella las asquerosas caricias del asqueroso hombre que la atacó. Aún podía sentir sus rusticas manos tocando sus senos, su cuerpo, su rasposa lengua sobre ella…impidiéndole el hecho de evitar el asco. Ya no lo soportaba más. Sus lágrimas se mezclaban con el agua de la ducha y sus sollozos apenas eran acallados por el sonido del agua al caer. ¿Quién iba a decirle a ella que un viaje de placer incluía una experiencia de lo más horrible? Eso no era algo que evidentemente viniera inscrito en ningún catálogo. Y también era extraño que por aquella zona de Hong Kong, donde se situaban los mejores barrios, bien vigilados y de máxima tranquilidad la delincuencia callejera fuera tan rastrera.
Sin poder evitarlo, los recuerdos le golpeaban la mente una y otra vez.
FLASBACK
Sakura y su amiga Tomoyo, paseaban por una zona comercial, donde se hallaba un número infinito de tiendas de moda. Debido a ello tardaron mucho más tiempo de la cuenta en realizar unas cuantas compras. Siete horas. Todo un récord. Ya empezaba a anochecer. El cansancio y el hastío ya empezaban a pasarle factura a Sakura, todo lo contrario que a Tomoyo. Ésta divisó un hermoso vestido en un escaparate y no aceptaba negativa alguna al hecho de no adentrarse en dicho negocio de moda. Sakura estaba sinceramente mareada de tiendas y le dolían las piernas de tanto caminar, mérito de tacones altos. Necesitaba sentarse unos minutos. Por eso, acordó con Tomoyo que, mientras ella se recorría la tienda, ella la esperaría sentada en un banco que se hallaba cerca de allí. De ese modo, Sakura cometió el peor error de todos: quedarse sola en medio de una ciudad desconocida y rodeada de extraños.
Una sensación de alivio le recorrió las piernas en cuanto se sentó. Pero no pasaron ni cinco minutos desde que posó el trasero en el asiento del banco cuando sintió un fuerte tirón de una de sus manos con la que agarraba una de las miles de bolsas que contenían sus compras. Ella reaccionó inmediatamente y gritó. Pero para su desgracia, las calles estaban ya oscuras y no pasaba apenas gente por ahí. Sin saber lo que estaba haciendo, Sakura empezó a correr tan rápido como sus tacones le permitían y siguió al ladrón. Lo vio doblar una esquina y ella fue en esa dirección. No llegó a alejarse mucho de la tienda en la que había dejado a su amiga, pero eso ella no lo sabía. Tras haber doblado la esquina, Sakura se encontró en un oscuro callejón sin salida.
Movió la cabeza en todas las direcciones, pero se encontraba totalmente sola. O eso al menos, eso pensaba ella. El sonido de una ronca y burlona risa le convenció de todo lo contrario.
_Sabía que ibas a venir hasta aquí, encanto_ oyó decir a una voz masculina.
Sakura sintió un fuerte escalofrío recorrerle toda la longitud de la columna. Inmediatamente empezó a girar la cabeza sin parar buscando al dueño de aquella siniestra y escalofriante voz. De repente, sintió una presencia a su espalda, lo que hizo que se le formara un nudo en la garganta y se quedara parada en seco. Sin lugar a dudas, todo Hong Kong oiría el gran grito que soltó cuando una callosa mano le tocó el hombro. Luego se giró bruscamente y casi se desmaya al contemplar una gran cicatriz que atravesaba todo el ojo del hombre que la miraba con pura lujuria.
Era un hombre muy grande, maloliente y mugriento. De su boca emanaba un asqueroso aliento alcohólico. Sakura temblaba sin cesar y solo podía poner toda su concentración en rezar para salir ilesa de allí o en llamar mentalmente a su marido para que la salvara.
_Para ser tan hermosa, eres muy chillona, encanto_ masculló el desconocido mirándola de arriba abajo_ Pero sabes, me gustan tus gritos, y me propongo a seguir oyéndote gritar. De eso me encargaré yo mismo.
Tras esas palabras, el vagabundo borracho alzó una mano para agarrarla de los cabellos y arrastrarla hasta más adentro del oscuro callejón. Los gritos de Sakura fueron acallados por una callosa mano sobre su boca. Ella hizo el intento de darle una patada al desconocido, pero dicho intento terminó convirtiéndose en un tambaleo y Sakura calló al suelo con ese borracho sobre ella. El tiempo se paró y la mente de Sakura comenzó a entrar en un especie de trance. De lo único que era consiente en esos momentos era de unos ruidos que indicaban que su ropa estaba siendo desgarrada, de una asquerosa boca con una rasposa lengua que le lamía el cuello y los pechos y unas grandes y callosas manos que le acariciaban las piernas, los muslos y también los pechos. Se sentía sin fuerzas, totalmente sometida. Pero justo en el momento en el que sentía que esas asquerosas manos le abrían las piernas, creyó oír un ruido y luego sentir que su cuerpo se quedaba libre de peso y contactos manoseadores.
Un par de suaves manos la tomaron por los hombros y sintió un cálido abrazo. ¿Aquello que oía eran sollozos?
_Sakura, Sakura…_era la voz de Tomoyo_ Sakura por favor, háblame. Dime algo. Dios mío, Sakura…
Sakura alzó el rostro y observó a Tomoyo llorando y mirándola con miedo. Su amiga estaba ahí. Pero, ¿Y el vagabundo?
_¡Shaoran!_gritó Tomoyo_ ¡Shaoran! ¡Eriol! ¡Aquí! ¡Rápido! ¡Auxilio!
Tomoyo no dejó de gritar y llamar a su marido y al de ella hasta que ambos aparecieron corriendo hacia ellas.
_ ¿Que pasa Tomoyo? ¿Por qué gritas así, mi amor?_ gritaba Eriol entre jadeos mientras corría_ ¿Qué denomios…?
Se calló cuando miró a su mujer llorando con su mejor amiga desnuda en sus brazos.
_ ¿Qué es esto? ¿Qué diablos…?_ mascullaba otra voz masculina tras Eriol.
Shaoran se quedó petrificado cuando contempló a su esposa desnuda en brazos de su amiga. Luego giró la cabeza hacia algo tirado en el suelo cerca de ellas. ¿Era eso de ahí un hombre? ¿Un sucio y condenado hombre? Shaoran no necesitó palabras para comprender lo que había sucedido. Siguiendo sus impulsos, caminó a grandes zancadas hacia el mugriento individuo que empezaba a incorporarse con una mano posada en la cabeza y se abalanzó sobre él.
_¡Bastardo!_ gruñó Shaoran propinándole un puñetazo en la mandíbula al callejero._ ¿Qué le has hecho a mi mujer? Esto lo vas a pagar con tu vida, maldito.
Eriol se apresuró y trató de separar a Shaoran del otro hombre.
_¡Shaoran, para! Basta, no lo hagas. No vale la pena, sólo es un vagabundo…
_Será sólo un vagabundo, ¡pero este bastardo ha abusado de mi mujer…!_ lo interrumpió Shaoran loco de furia.
_No, Shaoran. Te equivocas._ terció Tomoyo horrorizada por la expresión y actitud de Shaoran_ No ha pasado nada. Sólo la ha manoseado. No ha abusado de ella. Yo se lo impedí.
Las palabras de Tomoyo hicieron efecto porque Shaoran dejó de pegar al callejero y tras soltarlo bruscamente corrió hacia ellas y tomó a Sakura de los brazos de Tomoyo.
_Sakura_ la llamó_ Sakura, mi amor ¿me oyes? Dime algo, por el amor de Dios…
Sakura oyó la voz de su marido y por lo visto eso logró que volviera en sí. Fijó la vista y se encontró con el rostro de Shaoran, que la miraba con una preocupación bien reflejada en su cara.
_Shaoran…_fue todo lo que pudo decir antes de que el mundo se volviera negro.
Cuando Sakura despertó, estaba tumbada sobre la cama de su habitación tapada con una sábana y vestida unas ropas que, si mal no recordaba, pertenecía a las muchas prendas que había comprado esa tarde. Tomoyo estaba sentada en la cama a un lado suyo; Shaoran al otro, mirándola fijamente y tras él, estaba Eriol hablándole. La había revisado y le estaba diagnosticando su estado. La suerte de tener un médico al mayor alcance, pensó.
_Todo está bien, Shaoran. Mi mujer tenía razón, no la han violado. Solo la ha manoseado. Quédate tranquilo, sólo tiene que descansar y reponerse.
Tras esa declaración, lo único que recordaba Sakura era la voz de Tomoyo diciéndole unas dulces palabras, un beso de ella en la mejilla y los mejores deseos de recuperación por parte de Eriol.
En cuanto ella pudo decir algo, le pidió a Shaoran que le contara que le había pasado. Él la tomó en sus brazos y la meció con ternura mientras le contaba todo. Le habló de cómo él y Eriol habían ido en busca de las dos y sólo se habían encontrado con Tomoyo y sus bolsas de la compra abandonadas en un banco; de cómo Tomoyo acudió a ella siguiendo el gran grito que pegó y cómo impidió que ese individuo abusara de ella golpeándolo en la cabeza con una pequeña tabla de madera que encontró al lado de un cubo de basura. Más tarde, entre él y Tomoyo la vistieron con lo que tomaron de las bolsas. Eriol había llamado a la policía, que no tardó en llegar, y tras una rápida explicación de los hechos, dos guardias se llevaron preso al callejero. Finalmente tomaron un taxi al hotel.
Una vez puesta al corriente, Sakura asintió y, al percatarse de sus estado, se le llenaron los ojos de lágrimas. Sin decir nada, se deshizo de los brazos de Shaoran y se encerró en el baño. Quería morirse.
FIN DEL FLASHBACK
