N/A: Los personajes no me pertenecen únicamente la trama. Basado mayormente en las películas animadas donde aparece Damian.

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Tumba.


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Como en cada final de Octubre, el muchacho se les adelantaba. Era el primero en visitar a sus padres, limpiar las tumbas (no que estuvieran descuidadas y sucias) Ni Alfred o él permitirían que sucediera, pero Damian era meticuloso y hasta parecía que las lustraba antes de decorarlas con inciensos y flores. Nada de multicolores, solo rosas y crisantemos blancos. En cuanto al aroma de su elección, era vainilla ó lavanda.

Por tres años consecutivos lo había sorprendido, no solo a él sino a su guardián e hijos, pues el que todos tenían por pequeño Demonio se tomaba la libertad de colocar ofrendas para la familias Pennyworth, Grayson, Todd y Drake.

Contrario de la creencia popular, los asesinos respetaban, honraban y celebraban la muerte. Después de todo, eran ellos quienes hoy día, continuaban enviándole obsequios compuestos de carne, memoria y sangre.

Los rituales que acostumbraban en la orden duraban tres días y es así que su hijo regresaba a la isla, el monasterio o fortaleza de R'as al Ghul.

Nunca le preguntaba por el lugar donde se congregaban, suponía que de querer su compañía se lo diría, aunque quizás, fuera el momento de hacerle una visita.

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Las muertes de su madre y "reemplazo" suscitaron hace pocos meses y aunque tenía una lápida con sus nombres en el mismo cementerio familiar, solo la de R'as fue atendida.

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Él murió en la fecha que lo conoció y su hijo seguía sin superar la "traición". Cerró los ojos al evocar el momento y como se acostumbrara en algunas culturas, tomó su copa de vino y la vertió sobre la lápida a manera de saludo y de presentar sus respetos.

Las palabras que le dedicó Damian aún hacían eco en su memoria.

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"Le debo una muerte a mi abuelo"
"¡Es para honrar su memoria!"
"Aunque tú no lo entiendas. Así fue como me educaron"

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Y aunque esa muerte, seguía sin ser anunciada, estaba claro lo mucho que le importaba.

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Suspiró para sus adentros sin saber, si debía presentar la misma cortesía que ofreció a sus padres, por la mujer que nunca fue de su vida.

Thalía falleció al intentar arrebatarles la vida y fue tal su afán que asesinó al clon que ella misma creó de su hijo.

Hereje, su lápida aparecía sin nombre por petición de Damian y es que aquel calificativo no era precisamente para ser recordado u honrado. Su madre lo llamaba así para humillarlo, de la misma manera en que a él, lo llamaba arma.

Los detalles de su último encuentro, las razones por las cuales se "despidieron" fueron horrendas. Todos sus aliados tenían a Thalía por una maldita, asesina, loca y perdida. No que Damian no lo supiera, pero seguía siendo su madre y aunque dijera que no, él sabía que la quería.

Charlaron brevemente sobre eso. No dijeron nada profundo o sentimental, quizás porque los dos tenían el corazón roto desde hacía tanto que no sabían cómo demostrar empatía o sensibilidad.

Lo único que su hijo quería saber, era si en algún momento de su vida la amó. Y su respuesta fue, si.

Por un breve y cegador momento, él en verdad la amó.

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Limpió la tumba de La hija del Demonio y la decoró con flores violetas y rojas. Alfred hizo lo propio por la del clon "sin nombre" y en ese momento llegaron sus hijos. Venían de ofrecer sus respetos en las respectivas tumbas de sus familias y al igual que él, estaban preocupados por el estado de Robin.

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Este era el primer año en que regresaría a su tierra natal, como el último de los Al Ghul.

Nyssa y Dussan fueron vencidos hacía mucho en batalla, de sus primos, los que aspiraban a heredar el manto sangriento, el anillo de R'as, ser atravesados por el maldito puñal que prometía maldición e inmortalidad, estaban igualmente muertos. Perecieron en aquellos rituales salvajes de selección.

No le gustaba pensar en eso, en todas las cosas funestas que Damian tuvo que hacer para llegar a ser lo que es.

El chico que tocaba el violín, desaparecía en las mañanas para contemplar el amanecer y que en general, ocultaba su alma noble debajo de capas y capas de hostilidad.

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Lo buscaron por el GPS, un montón de bonitos rastreadores que tanto Alfred como Dick terminaron por poner en todas sus ropas, desde aquellas esplendorosas noches en que el niño se les escapó por la ventana y regresó a casa estando más muerto que vivo.

Según los datos electrónicos, no se había movido del mismo lugar en horas. Eso los alarmó porque los asesinos, puede que quisieran eliminarlo para gobernar en su lugar.

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No sucedió así.

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Su hijo estaba dormido en la parte central de un muy antiguo y abandonado cementerio. Yacía con las ropas de Robin, en posición fetal, frente a una diminuta lápida que les congeló el alma.

Damian Al Ghul
2003-2010

A su alrededor se encontraban multitud de flores de todas las clases y tamaños malditamente secas. Ese lugar, en apariencia, tenía sin ser visitado unos siete o diez años.

Ellos no entendían lo que observaban pero a él le causó verdadero horror que llevara horas recostado ahí. Lo levanto en brazos sintiéndolo sumamente frío, su rostro estaba enrojecido y manchado de llanto. Cuando comenzó a andar el camino de regreso junto con él, decenas de asesinos le salieron al paso.

Sus hijos se pusieron a la defensiva, Red Hood y Red Robin desenfundaron sus armas, Nightwing demandó respuestas.

—¿De quien era esa lápida?

Nadie se atrevió a ofrecer respuesta. Solo se limitaron a decir que había habitaciones especiales para el heredero, su padre y aliados. Lo depositaron en una enorme cama y aguardaron a que despertara.

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¿Esto hacia cada año? Tenderse en Campo Santo ¿Que significaba? ¿¡Qué, maldición, qué!?

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Los ojos de su hijo se abrieron junto a las primeras luces del alba, se sorprendió de verlos, pero más aún de que lo encontraran en el cementerio.

—Me asesinó. —explicó con apenas un hilo de voz. Escondiendo el rostro con la sombra de sus cabellos, sin mirar a ninguno en particular. —Thalía lo hizo porque yo no quería convertirme en su arma. Luego se arrepintió y me arrojó a las aguas del Pozo.

—No…—balbucearon tanto él como los otros. Jason se desprendió de su máscara y lo miró a los ojos.

—¡Todo tiene sentido ahora! —gritó al resurrecto. —Mi irascibilidad, falta de control, sed de sangre, el que mi padre me odie...

—Yo, no...-comenzó a defenderse él, pero Red Robin lo detuvo.

—Esos detalles los recuerdo hasta ahora, porque en nuestro último encuentro. Cuando madre nos secuestró y convirtió nuestros cerebros en una putada, esos eventos bloqueados volvieron. Pensé que eran pesadillas, con las manos al fuego juré que eran pesadillas, pero cada vez recordaba más cosas.

Escapé.

Sé que lo hice.

Recuerdo la luz del sol al amanecer, la sensación del viento contra mi piel, creo que hasta había una sonrisa en mi rostro y luego el dolor. Algo me atravesó el pecho, la punta de una flecha y a esa siguieron varias más. Las cicatrices permanecen en mi piel morena, al igual que Todd tiene la suya. No hablo del color de sus cabellos que se vio alterado, sino de la cicatriz de la palanca. —Su hermano asintió, llevándose la mano libre a donde ocultaba la herida. Se aproximó a él y su pequeño Demonio, no hizo más que retraerse contra la pared y continuar narrando.

—La única forma de abandonar el gremio es estando muerto. Y yo lo sabia, pero aún así quise hacerlo.

Thalía ordenó mi muerte. No debe sorprenderles que lo hiciera ahora, Pero lo triste es que no morí.

Desperté vacío, un lienzo en blanco sobre el cual ella podía escribir la historia que quisiera y el resultado es este.

Una tumba vacía, de un niño olvidado, al que nadie ha llorado, ni acompañado en años.

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