Se sentía inquieto, preocupado, alterado,… algo le atormentaba, la gente le rodeaba por todas partes mientras sonrisas de personas desconocidas le inundaban como si fueran amigos de toda la vida, y ni si quiera una sola vez se habían visto. Había pocas cosas que le preocuparan; en realidad ninguna; tenía más de 1230 año, edad más que suficiente para que absolutamente nada le preocupara.
Brais Marius observaba todas las luces de esa fabulosa galería de arte, sus obras estaban expuestas, era su hobby, le distraía, mientras que a su lado estaba su esposa, o al menos lo era en términos prácticos, se conocieron cuando todavía eran humanos normales y corrientes, pero ahora más de 1000 años después su relación era de pura comodidad, pura costumbre, le tenía cariño, si era el caso de que él pudiera sentir algo más allá de maldad en él, no es que se lamentara, le gustaba lo que era, poderoso, temido y respetado y eso le provocaba una gran satisfacción.
La ansiedad iba en aumento hacía mucho tiempo que esa sensación se había ido pero por alguna extraña razón ahora había vuelto a él. Todos sus sentidos estaban en alerta ¿Qué podría ser? En el fondo solo había algo o más bien alguien que siempre le hacía sentir vulnerable, alguien a quien él había destrozado la vida, alguien, quizás a la única persona por la que él se molestó en sentir algo, la única persona que fue capaz de hacer arder en llamas ese corazón que estaba totalmente dormido para el resto.
Con su mirada felina recorrió las salas mientras con saludos corteses agradecía las felicitaciones de las personas allí congregadas para ver su obra, pero había una pintura, un cuadro único, un cuadro expuesto uno que jamás vendería, era lo único que le quedaba de ella, la única imagen que tenia de ese recuerdo tan doloroso, y esas últimas palabras que llevaban tiempo atormentándolo y desgarrando ese inexistente corazón "-te voy a odiar por el resto de mi existencia; me das asco…"
Cada segundo que pasaba la sala estaba más congregada de gente, gente por todas partes, gente que no le interesaba para nada, gente que no significaban nada; pero esa sensación continuaba, cada movimiento que hacía, cada mirada a ese cuadro, ese desasosiego, ese doloroso recuerdo le inundaba. En una de esas miles de veces que miro el cuadro observo algo, frente a este, con una copa de champan en su mano, había una mujer; observaba atentamente la pintura, como si quisiera memorizar cada uno de los detalles más escondidos de esta, no se movía, apenas sí respiraba, no pudo evitarlo, algo le arrastraba a esa mujer de espaldas, esa mujer… camino hacia ella ignorando las miradas de sorpresa de las personas a las que sin una explicación había ignorado, solo podía pensar en acercarse a ella, necesitaba verla, necesitaba saber quién era.
Cada paso que daba hacia ella sentía que se acercaba más al abismo, un abismo que llevaba esperando tanto tiempo; podría reconocer ese cuerpo en cualquier parte, ese cabello rubio perfecto, esa pose de reina esa seguridad que tanto le había atraído, no podía ser, era imposible, no podía ser ella, ella no…
-La mujer del cuadro me resulta francamente familiar - y allí mismo, en ese instante Brais se congelo. La mujer comenzó a girarse y por fin pudo verle la cara, ese rostro, esa mujer que inundaba sus pesadillas cada segundo de su eterna vida
-Cuanto tiempo sin vernos. Exclamo ella acercándosele- casi dos años ¿verdad?- era ella, estaba seguro pero algo había cambiado, no era la misma; Desde siempre había sido una mujer decidida, fuerte,…pero ahora era arrebatadora, segura de si misma, estaba impresionante, siempre había sabido sacarse partido y estaba increíble
-Pareces sorprendido; ¿creías que no iba a venir a observar mi obra?, no todos los días cuelga un cuadro con tu imagen en una galería, tenía que disfrutarlo ¿no crees?- ella se estaba divirtiendo,
-¿Qué… que estas haciendo aquí?- pregunto él, no se lo podía creer, no se lo creía. Entonces ella se fue acercando hacia él.
-¿ Sabes que es lo mejor de la inmortalidad?- el no contesto- que tengo la eternidad para hacerte pagar por todo lo que me hiciste, te puedo asegurar que lamentaras cada una de las cosas que me has hecho- a pesar de su advertencia ella mostraba una expresión irónica en su rostro, se podría decir que incluso, divertida… y sexy, estaba más sexy que nunca. En ese momento apareció el encargado de la galería y ella con su mejor sonrisa en la cara le miró
- Me llevaré ese cuadro-dijo señalando hacia su propio retrato. El encargado se quedó muy quieto y exclamó- Lo siento mucho señorita pero este cuadro no está a la venta, es el único de toda la exposición que no se vende. Ella miró hacia Brais-¿en serio?- dijo dirigiéndose igualmente al pobre hombre algo intimidado que tenía a su lado- seguro que al artista no le importa que me lo quede ¿verdad?, somos viejos amigos. Ella continúo mirándolo y sonrió, Brais no decía nada
-¿ehm? ¿esto…? ¿yo …no se…?- el encargado cada vez estaba más nervioso. El artista siempre le había dado mala espina, era bueno en lo que hacía pero daba miedo. Brais no se molesto en contestar solo asintió con la cabeza.
- para enviármelo pregúntele al "artista", el conoce mi dirección perfectamente- dijo poniéndole énfasis a la última palabra, el encargado no dijo nada y asintiendo, se alejo de ellos.
Tras un breve silencio que duro apenas unos segundos Katherine se bebió de un sorbo lo que le quedaba del champan
-yo si fuera tu iría al lado de "tu amada esposa" parece que no se ha alegrado demasiado de verme- exclamo riéndose. Siempre le había gustado jugar a este juego con él, era divertido, y ahora mucho más.- Nos veremos pronto y entregándole la copa vacía pasó al lado de él, y se dirigió hacia la puerta de la galería para marcharse. Brais era incapaz de articular palabra, ella había estado allí, verdaderamente había estado allí.
