¡Hola! :D

La verdad hace un tiempo que quería escribir algo sobre este tema, el fic está basado en la guerra civil de 1891 en querido país Chilito y el fin de ésta (suicidio del presidente Balmaceda ;-;) Espero que les guste tanto como a mi me gustó escribirlo :3

Aclaraciones:

I. Ya algo avanzada la guerra el presidente era buscado (vivo o muerto :S) por lo que pidió asilo en la embajada argentina

II. Chile ganó el territorio donde se encuentran las salitreras en la Guerra del Pacífico contra Perú y Bolivia, por eso es que se mencionan nuestros adorados vecinos c:

Advertencias: Muerte de un personaje

Disclaimer: Latin Hetalia no me pertenece, sino a la persona que los creó (y que aún no tengo claro quien fue ._. )


Dieciocho de septiembre, su cumpleaños. Chile miraba la puerta fijamente, apretando las manos en puños a sus costados y deseando que aquel día no terminara, no por las celebraciones, las ramadas y el ambiente alegre que reinaba entre su gente a pesar de estar en semejante conflicto, sino porque sabía que cuando ese día muriera él se iría también.

En cierta forma quería que todo acabara ya, no soportaba ver a su pueblo dividido, todo por la avaricia de los congresistas y ese inglés al que popularmente se le conocía como el Rey del Salitre. Como odiaba que le dijerna así, el salitre era suyo, lo ganó justamente peleando contra Miguel y Julio, y sus estúpidos empresarios no parecían entenderlo.

El único que lo hacía era Balmaceda, su fiel presidente que llegó hasta el punto de tener que iniciar una guerra civil para poder pelear por los derechos de su patria que su propia gente se negaba a darle. Cerró los ojos con fuerza, respiró profundo y apretó aún más los puños si eso era posible, quería detenerlo, pasar por aquella puerta y decirle que no era necesario llegar a esos extremos, que habían otras formas y que todo se solucionaría sin necesidad de aquello.

Pero ni él mismo se lo creía. Manuel, curiosa coincidencia que su presiente se llamara igual que su patria, no le había dicho lo que planeaba hacer, de hecho se enteró gracias a la criada de esa casa en la que ambos tenían asilo por el momento. Cuando fue a reclamarle su jefe no le dijo nada, ni siquiera le miró a los ojos y Chile no podía estar más colérico, mas no le costó mucho tiempo entender que lo hacía por él, y por un momento deseó no ser un país ni estar en esa situación.

Escuchó pasos y luego una mano se posó en su hombro. Martín estaba a su lado mirándolo con una expresión de seriedad que pocas veces le había visto al argentino. Durante los segundos que pasaron no dijeron nada y luego, lentamente, como una tortura para Chile, comenzaron a sonar las campanadas de media noche, una tras otra creando un sonido fúnebre a oídos de esas dos naciones que las oían con atención.

Un par de minutos en silencio y luego un disparo. Chile volvía a cerrar los ojos con fuerza tratando de que las lágrimas no se le escaparan mientras Argentina seguía junto a él con la mano en apoyada en el hombro de su vecino como si intentara decirle que estaba ahí para apoyarlo.

La guerra había llegado a su fin, pero tambíen lo había hecho la vida de aquel hombre que decidió darlo todo por su patria.

"Si nuestra bandera ha caido plegada y ensangrentada en los campos de batalla, será alzada de nuevo en tiempo no lejano y flameará un dia para honra de las instituciones chilenas y para la dicha de mi patria la cual he amado sobre todas las cosas de la vida."

José Manuel Balmaceda