Esta historia participa en el I Fest del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black
PROMPT#90 —En el que Percy y Oliver son una pareja joven.
Disclaimer: La historia es mía, los personajes mencionados pertenecen a J.K Rowling.
N/A: Antes que nada, quisiera agradecerle a MrsDarfoy por ser mi beta en esta historia, eres un amor! también a KristySR por tus consejos de un principio los cuales me ayudaron a desarrollar más este capitulo en especial.
A la personita que ha propuesto este prompt espero y le guste, trate de abarcar cada aspecto del mismo, con todo cariño y gracias por darme el gusto por esta linda pareja ;)
Tú y yo. ¿Quién lo hubiera imaginado?
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Todo había dado comienzo durante los funerales de los caídos. La familia Weasley se despedía de uno de sus miembros, amigos se reunían y daban sus condolencias. Bill estaba a su lado, con la mano sobre su hombro. Fleur, junto a su marido con una pequeña Victorie en brazos.
En algún momento Oliver Wood, uno de sus pocos amigos del colegio, se había acercado a él y le había mostrado su apoyo, quedándose a su lado cuando Bill fue a consolar a su madre. Dejó la mano sobre el mismo hombro donde se había apoyado antes su hermano.
A partir de ahí, Oliver fue haciéndose espacio en su rutina. Cada vez que la pesadez se apoderaba de él y deseaba refugiarse en el trabajo o quedarse encerrado en su departamento hasta que el fin de semana terminara, un pergamino le era entregado por lechuza donde le cómo estaba, si tenía tiempo para tomar una copa en el bar cercano. Otras veces el chico simplemente aparecía con esa expresión de quien no está contento con lo que ve y lo acompañaba ya fuera solo charlando o le arrastraba para ir a visitar a la familia del pelirrojo.
Se vieron relacionándose cada vez más. Desde almuerzos en el Ministerio, hasta invitaciones a los partidos de práctica del equipo donde Wood jugaba, los dos chicos pasaban mucho tiempo juntos. Eso sin contar las invitaciones a comer en la madriguera los domingos y los juegos amistosos, donde Percy observaba junto a Hermione como Oliver y Ron peleaban por ser guardianes.
También pasaba numerosas tardes tranquilas, cuando el trabajo estaba terminado y el entrenamiento suspendido, sentados en el sillón, escuchando a Oliver hablar sobre las nuevas jugadas propuestas mientras Percy negaba ante lo arriesgado de alguna de ellas, a pesar de su disconformidad y preocupación, lo dejaba hablar, pues le encantaba escuchar el sonido de su voz y su pasión al relatar anécdotas de Quidditch.
Los meses fueron pasando y la convivencia tornándose más cercana. Percy había asumido hacía un par de años que le gustaban los chicos más que las chicas (lo cual explicaba que no pudiera ver a Audrey como algo más que una amiga). Oliver había dejado desde la escuela clara su bisexualidad, sin hacer gran espectáculo de ello.
Las bromas e insinuaciones de sus familias se fueron haciendo más frecuentes, así como las reuniones para el almuerzo pasaron a ser citas a cenar. Los abrazos espontáneos que Wood le daba duraban un poco más de lo adecuado para dos amigos; al Aparecerse en vez de tomarle del brazo o el codo ahora era sosteniendo la mano del otro.
Percy Weasley era el orden, la tranquilidad y estabilidad que uno desearía. Oliver comenzó a verlo con otros ojos, a disfrutar esos momentos en que el trabajo quedaba de lado y los hombros del pelirrojo se relajaban al escucharlo hablar del próximo partido. Empezaba a apreciar la visión de cómo una modesta sonrisa adornaba su rostro mientras negaba ante alguna cosa que considerara una hilarante insensatez, o cómo empujaba sus anteojos sobre el puente de la nariz cada vez que estos se resbalaban sin que pudiera evitarlo.
Oliver Wood era efusividad, pasión, sorpresa. Percy se sentía contagiado por la risa del jugador cada vez que reía por el chiste de uno de sus hermanos. Le gustaba observar sus ojos, que no parpadeaban al seguir los movimientos de los jugadores en el campo de quidditch y la emoción que no disimulaba al obtener alguna victoria. La forma en cómo masajeaba su cuello cada vez que algo se le complicaba.
Esos y otros detalles, bajo una nueva luz, fueron tomando otro significado para cada uno de ellos.
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El primero en dar el tentativo avance a eso que comenzaba a surgir entre ellos fue Oliver. Una salida diferente a las que habían tenido últimamente, una experiencia que esperaba fuera nueva para ambos… Y tal vez diera paso a avanzar más en esa relación que, aunque no lo dijera en voz alta, le hacía sonreír como idiota cuando nadie le veía.
Se aparecieron en un callejón al atardecer. Caminaron hacia la calle principal, mezclándose entre los muggles que salían a divertirse, aprovechando la tarde del sábado.
—¿Ya vas a dignarte a decirme a donde vamos, Oliver?
—Qué impaciente. Y no, aún no te voy a decir —Se detuvo un momento tratando de ubicarse, después de asegurarse que iban en la dirección correcta, volvió a caminar haciendo que su acompañante le siguiera—, pero ya estamos cerca.
Percy le miró frunciendo el ceño, no muy seguro de si había sido una buena idea el dejarse arrastrar por el otro, sin saber siquiera a dónde lo estaba llevando. Ese cosquilleo en su estómago no le había permitido pensar con claridad y simplemente había aceptado.
Ahora estaban ahí, en el mundo muggle, Londres, conscientes de que no debían hacer magia, lo cual debía admitir, lo ponía un poco nervioso.
—¡Aquí es! —La voz de Oliver le hizo salir de sus pensamientos y prestar atención a lo que había frente a ellos. Sus ojos se ampliaron ante la cantidad de luces y colores que veía.
—Es una feria, Percy. Dicen que es divertido, anda vamos.
—Pero, ¿tú ya has estado aquí antes? ¿Qué se supone que se hace aquí? —Se dejó arrastrar, siendo consciente de la cantidad de ruido que se escuchaba cada vez más en medida que se acercaban a la entrada, al igual que esos aparatos y puestos por toda la calle.
—¿Tu qué crees? Por supuesto que no, es la primera vez que vengo.
La naturalidad con la que lo decía dejo impactado a Percy, haciéndolo aferrarse más a su mano para no perderse entre tanta gente. Era extraño escuchar tantas risas, ver la alegría de esos muggles, cuando ellos seguían de luto por la guerra y sus víctimas.
—¿Cómo se te ha ocurrido esto? ¿Acaso tienes idea de qué hacer aquí? —preguntó un tanto nervioso mientras caminaban, pero la curiosidad por las cosas que veía comenzaba a llamar más su atención. La alegría que exudaba Oliver no hacía más que contagiarlo.
—Bueno, he querido algo diferente. No me malentiendas, me encanta cenar y eso, pero creo que un cambio de aires es bueno —La mirada que le dirigió expresaba mejor lo que quería decir: necesitaban ver que la vida seguía.
Mirando alrededor, Percy podía ver a todas esas personas riendo, gritando de emoción, enamoradas, vivas. Era una versión sin magia de su mundo, uno que esperaban comenzara a sanar y volver a brillar como este.
—Y… ¿Qué vamos a hacer?
Con esa pregunta se dejó guiar. Se detuvieron en cada puesto, viendo lo que hacían los muggles: tirar un dardo para reventar esas esferas de colores, arrojar fichas tratando de que cayeran sobre algún número, niños haciendo fila para conseguir uno de esos algodones hechos de azúcar…
Después de que le explicara lo que Hermione le había dicho sobre las libras y cómo pagar con ellas, comenzaron a gastarlas. Oliver se obsesionó arrojando pelotas tratando de atinarle al hoyo en la pared «¡Es como quidditch, Percy!» había dicho emocionado mientras el mencionado negaba con la cabeza, observándolo divertido.
Habían perdido los nervios en ese juego ruso. Bueno, Percy los había perdido; Oliver había gritado como si hubiera ganado el mundial. Comieron salchichas en pan y verduras: «perrito caliente» había dicho el vendedor, mirándolos como si fuera un delito que no los hubieran probado.
—¿Estás loco? Es demasiado alto, no me voy a subir en eso —Oliver había tenido que rogarle para que subieran a ese aparato, alegando que era tranquilo (o eso le habían dicho) y que era mucho más seguro que una escoba. El ojo de Londres fue su última parada.
—¿Esto es lo que ves cuando vuelas?
Las luces de todo Londres estaban a sus pies. Sin el molesto aire chocando contra su rostro, el frío colándose en sus huesos, el peligro de equilibrarse sostenido de un palo (prácticamente todo lo que implicaba estar en una escoba), eso era… increíble.
—Sí, Percy. Es difícil de explicar: cuando estoy en el aire soy libre. No hay límites —Y le miró de tal manera que parecía como si el mundo se hubiera detenido en ese instante. El resto del recorrido lo pasaron hombro con hombro, observando desde ahí las calles llenas luces y vida.
Ese día cruzaron una línea que daría un nuevo rumbo a sus vidas, sus planes, su todo.
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Fue algo que ya muchos veían venir desde hace tiempo, menos ellos mismos. No fue planeado, simplemente pasó. Una de esas tardes que parecen interminables entre pláticas sobre el sofá, durante un cómodo silencio quedando de frente. Se miraron a los ojos y fueron conscientes de la presencia del otro en su vida. No importaba quién fue el que dio el primer paso. Tal vez fue a causa de la impaciencia de Oliver o quizás el impulso de Percy, pero sus labios se unieron. Lo sintieron tan natural que debía de ser lo correcto. Los labios del otro parecían el lugar en el que debían estar en ese momento.
Oliver no dejaba de sorprenderse de lo que descubría cada vez en su compañero. No se habría imaginado que bajo todo ese control había un alma apasionada y entregada, que le hizo sentir toda esa adrenalina que solo durante los partidos de quidditch invadía su cuerpo, como si pudiera volar dentro de esas cuatro paredes y perder el aliento en cualquier momento.
En algún momento de la velada, Percy se vio maravillado por las suaves caricias y besos robados, por ese sentimiento de protección que su ahora amante desprendía por cada poro de su piel. El susurrar de palabras al oído que le hacían estremecer ante las pausas en el vaivén de sus cuerpos, robándole el aliento, estremeciéndolo ante esa muestra de sosegada pasión que no hubiera imaginado venir del impulsivo jugador.
Cada uno sabía que no sería fácil. Con tantas diferencias entre ellos, sus trabajos y responsabilidades de por medio. Sería complicado dar el paso de una amistad a algo más sólido como era un noviazgo; pero al ver la mirada del otro, sentir ese calor en el pecho y la sensación de bienestar al solo tenerle cerca fueron suficientes para admitir que valía la pena pasar al siguiente nivel.
Tal vez tardaron un poco en hacerlo de conocimiento de sus familias, pero había sido un acuerdo mutuo de querer disfrutar un poco mas de esa nueva relación. Tiempo de calma antes de la tormenta familiar.
Quien los tratara diría que no tenían nada en común, que eran tan diferentes en gustos y actitudes, tan contrarios, que no podía haber alguna clase de armonía entre ellos. Pero para ellos era precisamente eso, sus diferencias con el otro lo que les atraía más y más. Se complementaban a la perfección: estando juntos, Oliver era un poco más sensato y Percy un poco menos estricto.
N/A: Quisiera aclarar que los capítulos no tienen una linea de tiempo definida. Puede ser una semana, un mes o como mejor se los imaginen pero siempre hacia delante. Ojalá y sea de su agrado. Un abrazo!
Publicaré un capitulo por semana así estará listo para la fecha que nos han dado :D
Nos vemos!
