Sus delicados labios volvieron a tocar la delicada porcelana china, en realidad ese delicado té de menta era lo que necesitaba para olvidar su nerviosismo

- Ruego me disculpes, mi inapropiada demora – exclamo una delicada voz detrás del joven que esperaba pacientemente la llegada de su acompañante

- Te disculpo – sonrió el chico de ojos verde esmeralda – a un que me sorprende que llegaras retrasado – repuso el chico

- No fue mi intención llegar demorado, solo que tuve algunos inconvenientes con Gilbert antes de venir – exclamo algo irritado el austriaco, al instante de sentarse en la silla ofrecida

- Es obvio – sonrió el ingles mientras le hacia una delicada seña – sería mejor que te arreglaras tus magas –

Ese bárbaro – gruño el austriaco mientras se arreglaba su camisa de seda, como podía comportarse una nación de esa forma tan poco civilizada

La hora del té, era uno de sus momentos preferidos para ambos aristócratas, los cuales parecían no impórtales nada mas, aparte del estricto protocolo de la citada ceremonia, y en realidad de que debían preocuparse, nada de lo que comentaran se sabría mas allá de los oídos de sus criados, los cuales habían hecho voto de silencio

- ¿Entonces nuestro plan sigue en pie? – pregunto el ingles con una ligera sonrisa

- Por su puesto – repuso el austriaco al instante de dejar su tasa sobre un porta tazas

- Magnifico - exclamo el ingles poniéndose de pie, mientras le tendía la mano a su acompañante, el cual delicadamente tomo la mano ofrecida, en realidad el plan era simplemente eficiente y pulcro además de tener una hermosa planeacion, de cada uno de los mas mínimos detalles

La noche caía sobre la ciudad de Bruselas en Bélgica, mientras un par de jóvenes se besaban dulcemente frente al castillo real belga

Ese par de labios, sabían tan diferentes, cada vez que los probaba, como si con cada contacto descubriera una parte diferente del alma de su amante

- Será mejor que me retire – susurro el austriaco algo sonrojado

- ¿Quieres que te lleve? – pregunto el ingles también ligeramente sonrojado

- No quiero causarte ninguna molestia – exclamo Roderich con una delicada sonrisa en sus labios

- Por supuesto que no sería molestia, más bien sería un placer – repuso Arthur rápidamente

El transcurso hacia la casa del austriaco fue breve en realidad, los dos habían aprovechado la junta de la unión europea en Bruselas, para poderse ver nuevamente sin levantar demasiadas sospechas

- Llegamos – susurro el rubio, a lo que el castaño simplemente asintió, en realidad la situación era tan nueva para ambos en que había momentos, en los cuales no sabían muy bien cómo reaccionar uno con el otro

Gracias – fue lo único que logro susurrar el austriaco completamente sonrojado, ante la pequeña sonrisa que en esos

- De nada – exclamo el ingles al besarlo delicadamente en sus labios, cosa que ocasiono que su sonrojo se intensificara – que sueñes con los ángeles, porque yo soñaré contigo – susurro el ingles mientras descendía por las escalinatas

- Arthur – reclamo el austriaco ligeramente, aun que sin dejar de sonreír, despidiéndose levemente con su mano derecha, de su acompañante

Todo era tan perfecto, bueno todo a excepción de ese par de ojos color carmesí que miraba toda la escena con una irritación creciente