Bueno, el segundo fic de hetamerica que subo. Aparece Chile (Manuel Gonzáles), Japón, México (Francisco Sánchez) y Argentina (Diego Núñez). Se menciona a Perú y a las hermanas de Chile (Dana o Daniela, el norte; Charito o Rosario, el sur).

Los países latinoamericanos pertenecen al grupo de hetamerica y a su creadora

Japón, y la idea de convertir a los países en personas, a Hidekazu Himaruya

Las hermanas de Chile me pertenecen

Tiene tres capítulos, este cap no tiene muchas "expresiones chilenas" porque lo presenté como trabajo, los otros dos son de ocio y Manu se expresa como un chileno más.

No busco ofender a ningún país con este fic, mi única intención es recrear a los lectores y mostrar la tsunderidad de mi amado país


Esta es la historia de algo a lo que se supone debería estar acostumbrado, sin embargo los viajes "de negocios" –como llamo yo a estos viajes donde la paz de estar en mi casita viendo televisión se ve abruptamente rota- imprevistos aún no son materia superada, y menos si me quedo hasta altas horas de la madrugada leyendo a Neruda, es que tenía ganas de leer a unos de mis premios Nobel, sólo no le cuenten al idiota de Argentina o se burlará de mí.

-Manuel, apúrese que el avión presidencial llegará en una hora.- llamó la atención la secretaria del Presidente de la República de Chile a un joven de cabello castaño corto pero con largas patillas, tez sutilmente morena y ojos pardos con dos profundas ojeras.

-Ya voy, déjate de estarme apurando.- dijo bastante molesto mientras introducía por la fuerza parte de su closet en una maleta.- maldita sea, me carga, juro que me carga que nadie me haya avisado de esto, pucha que me da rabia.

Creo que hasta ahora estoy sonando muy amistosamente imbécil, eso debe ser porque los relajantes musculares que me dio este superior para que el viaje se me hiciera más corto –o para eliminar estas horribles ojeras sin tener que recurrir a algo tan poco masculino cómo el maquillaje y yo jamás me dejaría, no soy afeminado para caer en eso. Ese es el idiota de Argentina que siempre voy a pensar que la naturaleza se equivocó con él, él debería haber sido niña.

-Manu, relájate y disfruta el viaje.- dijo un hombre mayor, de sesenta años de edad, cabello corto canoso y con constantes tics en su rostro y hombros.

-Sorry jefe, pero me carga estos viajes así de la nada. Aparte es súper aburrido estar aquí, lo detesto y más encima vamos a… ¿A dónde se supone que vamos?- su tono de voz y expresión facial expresaban que estaba molesto, aun así trataba de controlar su vocabulario por estar con su superior, el Presidente. Luego de hablar tomó un vaso de agua y comenzó a beber.

-Veo que dormiste muy poco, por lo general no me hablas tan agresivamente a no ser que estés cansado. Vamos a la casa de Japón.- el joven se atoró con el agua, sus ojos se pusieron llorosos pero no escupió. Al tragarse el sorbo de agua preguntó con sorpresa "¿Qué?".-Me oíste, vamos a la casa de Japón. Había olvidado por completo que se va a realizar la reunión de la APEC allí.

-¿M-me está hablando en serio?- la noticia preocupó mucho al joven ya que cuando tenía que ir a los países asiáticos le costaba mucho desenvolverse.

-¿Me estás diciendo que soy un hombre poco serio?

-No, no, por supuesto que no, jefecito, sólo que…- hizo una pausa, estaba nervioso.- bueno, es… Japón, y me cuesta llevarme con él.

-Sólo tienes que comportarte y ya.- el joven miró por la ventana mientras miles de pensamientos azotaban su mente. Recordó varios momentos donde había tenido contacto con Japón y en todos se estresaba.

-Por lo menos no voy a estar solo, Perú y México también tienen que ir.

El viaje duró bastante, ya sé lo que están pensando, soy un país y debo estar acostumbrado a estos odiosos viajes porque siempre estos superiores viajan y viajan y tengo que ir detrás de ellos cómo el perrito. No me gusta ser país, ni vida normal puedo tener. Si hay terremoto, termino lleno de heridas y parezco momia con tanta venda, incluso hasta ahora tengo algunas en las manos, espero que nadie recuerde lo que me pasó hace ocho meses, sería muy penoso. Estoy igual que cuando España por fin me dejó ser independiente, ya estaba harto de ser su hermanito menor.

-¿Manu?... ¿Manuu?... despierta… ¿Manuel?... ¡Chile, despierta!- gritó el hombre canoso, el joven castaño tenía su cabeza apoyada en el vidrio de la ventana durmiendo plácidamente, con el grito despertó sobresaltado, por el susto se le escapó una grosería, lo que disgustó a su superior.

-Ejem, que fino de vocabulario estás.

-¡Ay! Sorry jefe, se me salió.- dijo apenado mientras se estiraba.- ¿Qué pasó?

-Ya llegamos.

-¿Qué? ¿Tan rápido?

-Dormiste casi todo el viaje.

Nos aproximamos a la salida, estaba nervioso. Esperábamos ver al país anfitrión y a sus superiores esperándonos. Sin embargo…

No había nadie.

-¿Ehh? ¿Jefe? ¿No debería estar Japón y sus superiores?- preguntó confuso el joven país.

-Se supone que sí, esto es muy extraño. Los japoneses son excesivamente puntuales.

-Ni tanto debe ser jefe.

-Ellos, por respeto, llegan exactamente a la hora.

-¿Sí? Valla que son cuaticos.

-Chile, te recomiendo que empieces a leer más, amplía tu vocabulario.

-Ay, no me moleste.- minutos después, aparecieron los anfitriones.

-Mil disculpas, por favor, perdonen nuestro mal comportamiento.- dijo apresuradamente en un inglés con acento un hombre bajo de cabello negro corto y ojos oscuros. Vestía un uniforme militar blanco. Estaba acompañado de unos pocos hombres vestidos con terno negro y todos hacían cortas reverencias, poniendo incómodo al joven castaño.

-¿Qué se supone que hacen?- preguntó en su mente muy extrañado.

-Aceptamos sus disculpas.- dijo el superior de Chile inclinando levemente su cabeza. El joven no entendía nada y miró extrañado a su superior.

-¿Qué se supone que hace? ¿Qué onda? Por eso odio viajar a oriente. Los chinos son raros.

De pronto sentí algo en mi nuca, pero antes de descubrir que era empujaron esta zona hacia abajo fuertemente, lo que provocó que inclinara la cabeza bruscamente. Me comencé a quejar en un volumen entendible para el responsable –mi superior- pero no para los anfitriones.

-Idiota, así saludan los japoneses.

-Me dolió.- seguía quejándose.- ¿Por qué diablos no puede ser con un apretón de manos y ya?

-Lamentamos profundamente esta situación.- comenzó a decir un hombre que vestía terno negro que acompañaba al que vestía uniforme militar blanco.- no esperábamos visitantes antes de la reunión.

-¿Qué?- pensaron los dos chilenos.

-¿No era hoy?

-Si no fuera mi superior lo habría matado.

-Por favor, acompáñenos.- solicitó el hombre vestido de blanco.

-¿O sea que no hay otro país?

-No, ustedes son los primeros. La reunión comienza en dos días más.

Maldita sea, maldita, maldita sea. Había dos vehículos esperando, uno de los hombres que vestían terno negro indicó a mi superior que el de la derecha era para nosotros. Me acerqué al auto y quise abrir la puerta de atrás, pero ésta no se abría. Vamos, ahora tengo problemas con esta maldita puerta ¿Qué más?

-¿Qué onda? La puerta no se abre.- pensó mientras hacía intentos por abrirla.

-Disculpe.- dijo un señor, al parecer el chofer.- pero las puertas se abren solas, no tiene que abrirlas usted.

¡Qué vergüenza! Trágame tierra ¿Para qué hablé? Maldición, yo debería estar en mi camita durmiendo y no aquí. Esperamos que la puerta se abriera y nos sentamos en los asientos de atrás. Ya allí, exigí respuestas a mis preguntas en susurros.

-¿Cómo que no era hoy? ¿Me hizo salir de la casa por las puras? No había dormido nada de nada en la noche y más encima me lleva al otro lado del mundo ¿Y para qué? Para nada.- estaba muy molesto pero debía mantener el respeto, era su jefe.

-Tranquilo Manu, se me tuvo que haber confundido la fecha y ya. Piensa positivo, conocerás la casa de Japón.

-Que lindo.- dijo con falsa emoción.- me carga esto y más encima no hay nadie más, por lo menos con México y Perú hablo.

El chofer nos llevó a un centro de reunión. Era de mañana y había mucho tráfico. Los edificios, el paisaje, la raza de la gente, entre otras cosas llamaron mi atención, todo era tan diferente a lo mío, miraba a todos lados para no perderme ningún detalle.

-Disculpe, Japón llegará lo antes posible. Ha pedido salir con usted para conocerlo más.- dijo el chofer a Manuel, aunque éste no lo escuchó del todo por observar detenidamente a una escolar, no por su belleza sino por el extraño uniforme escolar.- ¿Ehh? ¿Chile-san?- disimuladamente el hombre canoso golpeó las costillas del joven castaño para que le prestara atención al chofer.

-Auu ¿Ahora qué?

-Te están hablando.- dijo molesto su superior.

-¿Ah?

El chofer me miró algo molesto, no sé porque, lo japoneses son tan raros. Sólo me quede viendo a esa niña que tenía un uniforme tan raro, parecía de marinero. En mi casa las niñas usan el Jumper y una blusa blanca, no esa ropa tan rara. Me dijo que Japón almorzaría conmigo y eso me cayó bastante pesado. No conozco mucho a Japón, por lo que he visto en las conferencias donde nos topamos es bastante reservado, casi nunca habla. Aparte, las costumbres raras de ellos me chocan ¡y más encima tendré que comer con él! Tendré que comer sushi, que asco. Sería feliz con un buen asado y unas empanadas.

Unos minutos más tarde llegó Japón y, con todo mi pesar me tuve que subir al auto –luego de esperar a que la puerta se abriera-. Me subí por la izquierda y al extremo derecho estaba el anfitrión. Lo único que sabía de los asiáticos era que tenían comidas raras y que no les gusta que los toquen.

-Hola.- saludó tratando de sonar amistoso el joven castaño. Le extendió la mano para saludarlo.

-Buenas tardes, Chile-kun.

-¿Chile-kun?- pregunté, no sé japonés. Apenas sé inglés.

-Así llamamos a los jóvenes como usted.

Me quedé callado porque no le entendí. Hablaba muy formal y me estresaba. No respondió mi saludo así que retiré mi mano. Por un momento llegó el maldito silencio y me estaba poniendo muy incómodo.

-¿Qué le ha parecido mi casa?- entendí sólo "casa" así que supuse que me preguntaba por el país.

-Muy bonito.

-¿Muy bonito?

-Sí.- maldición, no sé inglés.

De pronto me di cuenta que tenía algo en el cuello de su chaqueta, comencé a mirarlo fijamente para saber que era. Después de un rato sentí que me miraban y levanté la mirada, Japón me miraba asustado y no entendía porqué.

-¿Pasa algo?- pero no le contestó, molestando al joven.

Llegamos a un restaurante bastante tradicional por lo que pude ver por los adornos raros que tenía. Tenía la esperanza de que fuéramos a uno internacional para poder comer mi comida típica. Me pasaron la carta y no entendía nada de nada ¿Acaso no me ven la cara de occidental?

-Disculpe que le diga, pero está abriendo de manera incorrecta la carta.- no le entendí mucho, sólo que algo estaba mal, pero ¿Qué? Ahh, sí, estaba mal que yo estuviera en este lugar raro en vez de estar en mi querido país viendo las copuchas de la farándula. Hablando de eso ¿Cómo habrá sido para Angie el cambio cultural?

Japón me miraba molesto, creo que estaba haciendo algo mal pero no sé que diablos hacía mal. Necesito un maldito traductor.

-¿Qué pasa?- preguntó el joven algo estresado por no entender al oriental.

-De derecha a izquierda.- le dijo lentamente en inglés ya que en Oriente los textos se leen de derecha a izquierda, lo que era del final para adelante en Occidente. Manuel siguió las instrucciones algo confuso y se dio cuenta que ahí tenía sentido, ya que debajo de cada comida salía una descripción en inglés.

Al final pedí Katsu… algo. Ah, Katsudon –volví a leer la carta-. No había nada occidental y fue lo primero que vi. Espero que no tenga mal sabor y/o apariencia. Japón pidió la comida y me estresa ver tanta formalidad. Necesito algo de humor, risas, gritos, quiero gritarle a alguien que se calle, quiero poner los codos sobre la mesa pero con alguien tan formal como Japón no puedo. Me siento un cubito, un cuadradito de lo formal. Sin darme cuenta comienzo a jugar con la franja que atraviesa todo mi uniforme militar –tuve que venir con esto porque se suponía que era una reunión, una conferencia, un algo y no un almuerzo con un japonés que evita mirarme por alguna razón y que está tan rígido que creo que voy a explotar- del estrés.

-He oído.- comenzó a decir Japón.- que Chile-kun tiene hermosas tierras.

-¿Ah? ¿Qué?- preguntó el chileno ya que se había perdido en su soliloquio.

-Sus paisajes son muy hermosos, por lo que me han contado, tierras de gran misterio y llenas de leyendas. Me gustaría saber más de este misterioso lugar y… bueno yo… me preguntaba si…- al final Japón comenzó a perder el hilo por la emoción que lo empezó a embriagar, provocando que temblara ligeramente.

-¿Ahora que le pasó a éste?- Chile no había entendido del todo el discurso del oriental. De pronto Japón comenzó a susurrar "contar, contar, costumbres, costumbres, sur, sur, contar, contar".

Debo admitir que cuando escuché eso de Japón me dio miedo, parecía poseído. Le pregunté si quería conocer mis costumbres y me dijo que sí de una manera que a mis ojos fue con un poco de emoción, pero yo creo que para él fue la máxima emoción que alguien puede manifestar, porque luego de hacérmelo saber se sonrojó y me pidió disculpas por su comportamiento. Creo que nuestras culturas son demasiado diferentes.

-Bueno, es normal saludar a los amigos de abrazos y a las amigas de besos.- Japón abrió los ojos de la impresión pero no interrumpió.- cuando hay partidos de fútbol nos reunimos entre amigos, colegas y familiares a verlos mientras hacemos un asado, que es asar carne en una parrilla.- Japón volvió a abrir los ojos mostrando asombro.

-¿E-en serio?

-Sí. Es bastante común. Los jóvenes solemos beber algunas bebidas alcohólicas en estos momentos, especialmente en las fiestas patrias, la fiesta nacional. Ahí bailamos nuestro baile nacional varios días y nos vestimos como la gente del campo.

-¿Si?

-Sí, a la gente del campo se le dice "huaso". Somos bastante campestres.- Japón escuchaba todo atentamente pero no le entendía muchos términos.- pero lo pasamos muy bien.

-He escuchado que su país es cuna de grandes poetas.

-Es verdad, tenemos dos Premios Nobel de Literatura, varios escritores reconocidos, uno de ellos, Vicente Huidobro creó el creacionismo.

-¿Si?- eso lo sorprendió bastante.- siempre había creído que Francia e Italia eran los lugares donde nacían los movimientos artísticos.

-No, también pasan cosas en Latinoamérica.

-¿Y sobre el trabajo?

-Bueno, no somos tan formales como aquí. Por lo general somos bastante informales.

-¿Qué? ¿Y no es malo?- preguntó atónito.

-No, es nuestra manera de ser. Además, somos un país bastante solidario y luchador. Nuestras casas comparten el problema de los terremotos y cada vez que hay uno y mi casa se viene abajo todos nosotros volvemos a reconstruirla.

-Hablando de eso ¿Está mejor la situación?

-Diablos, no debí tocar ese tema.- pensó el chileno, odiaba que otros le tuvieran lástima.- sí, ya es tema superado.- pero era una mentira, sólo que era muy orgulloso para negarlo.

-Me alegro.

Así comencé a contarle mis costumbres a Japón en mi inglés con poco vocabulario, me alegro que la gran mayoría de los gestos sean universales porque así nos pudimos entender. Él me empezó a decir que éramos bastante diferentes y que le gustaría conocer mi casa en "periodos de fiesta", usando sus palabras. Pobre, se va a traumar cuando vea a varios chilenos –y quizás yo también- el próximo año en las fiestas patrias. Lo que más le llamó la atención fue nuestro contexto y cómo llevamos a cabo las relaciones asimétricas, como el llamar por apodos a gente "superior" por decirle de alguna manera, como a los doctores "doc", los profesores "profes", a los padres "viejos" y que eran aceptados.

A lo mejor no fue tan malo viajar al otro lado del mundo para conocer a Japón, y creo que eso traerá beneficios a mi casa.

-Aquí está la comida.

Diablos, no sé usar los palitos chinos. La comida no se ve tan rara, tiene carne y arroz.

-¿Prefiere los palitos chinos o le traigo servicio occidental?- me preguntó el mozo.

-Occidental por favor.

Cuando el mozo se fue se le cayó una moneda. Era bastante extraña y me la quedé mirando, tenía un agujero en el medio. De pronto sonó un ruido bastante extraño y me di cuenta que Japón se movió.

-¿Qué pasó?- preguntó el latino antes de ver que de un bolsillo de su uniforme sacaba un celular que el joven nunca había visto.

-Una llamada.- contestó al momento de cortar.

-Puede ser importante, será mejor contestar.

-¿Qué? Eso es de mala educación.

-En mi casa si se pide permiso y se sale no es mala educación.

-Bu-bueno… ¿P-pued…?

-Por supuesto.

Me miró vacilante aun con el permiso pero lo hizo, cuando a Japón le cambio el esquema se pierde completamente. En ese momento me agaché y tomé la moneda que el mesero había perdido. Sería mi recuerdo de la vez que me vi directamente enfrentado a un choque cultural y sin el apoyo de mi superior. Y hablando de él ¿Dónde estará? Estoy sobreviviendo en Oriente sin él.

Me pregunto ¿Cómo sobreviviré al resto de los días antes de que de lleguen Perú y México?


Ojalá les haya gustado y me harían muy feliz con un pequeño coment ^^

to be continue~