PROLOGÓ

LA COSECHA.

Distrito dos, Una semana antes.

Avance entre la multitud mientras me dirigía a la fila de chicas de mi distrito, a la lejos pude ver a James en la de los chicos, lucia confiado y seguro (como siempre), este era su último año para aplicar y contaba con que la suerte estuviera de su parte.

Yo sin embargo, nada más tengo dieciséis por lo que me quedan este y dos años más para participar y aunque estoy nerviosa mi mente y mi cuerpo están relajados, si me tocaba ir, al menos podría ganar.

Soy del distrito dos, y fui entrenada toda mi vida para ganar, aquí era considerado un honor ser escogido en la cosecha, aunque para mi seguía resultando aterrador el hecho de tener que matar gente.

El presentador camino hasta la rueda donde estaban girando nuestros nombres, mi corazón comenzó a latir aceleradamente.

Mire a James quien me guiño el ojo y me ofreció una de sus mejores sonrisas torcidas, recordé lo que me había dicho esta mañana: si voy ganaré, ni me importa a quien tenga que matar.

Y yo sabía que era cierto, la idea de matar no le fascinaba, pero James había sido entrenado mejor que cualquiera de nosotros, era una máquina de combate, invencible e imparable.

Como era costumbre empezaron por los chicos.

Lentamente sacaron un papel y dijeron.

-James Gray.

Sentí como las sangre en las venas se me congelaba, apenas fui consciente de las exclamaciones y el llanto de las personas que lloraban porque el chico más agradable (Y guapo por cierto) de todo el distrito iba a un juego donde tenía posibilidades de morir.

No hubo ningún voluntario, lo que no me sorprendió.

James camino hasta la tarima lentamente y cuando llego allá enfoco sus ojos en mí y me regalo otra sonrisa, no estaba asustado en absoluto.

Empecé a sentir pena por los pobres que se cruzarían en su camino.

Los nombres de las chicas comenzaron a girar en la vasija de cristal, a mi lado, una chica de ojos grises y pequeña comenzó a llorar mientras veía como se iba deteniendo la rueda.

Harriet Johnson metió la mano y saco un papel.

-Gwendolyn Anderson.

Los ojos de James se abrieron como platos y ahora sí que tenía miedo.

Gwendolyn Anderson.

Mi nombre nunca había sonado peor.

Camine lentamente hasta la tarima mientras todos nos observaban a mí y a James.

-¿Voluntarios?-pregunto Harriet por protocola más que porque realmente se esperaba que hubiese alguno.

No hubo ninguno por supuesto.

-Felices juegos del hambre-dijo Harriet-Y que la suerte este siempre de su parte.

La multitud comenzó a aplaudir y aclamar nuestros nombres, pero yo ya no podía oírlos lo único que podía hacer era mirar fijamente los ojos verdes de James.

Para sobrevivir tendré que matarlo.

Mire el miedo en sus ojos, y no tenía miedo de mi por supuesto que no, tenía miedo de lo que él tenía que hacer para sobrevivir.

Soy Gwendolyn Anderson y tendré que matar a mi mejor amigo.