Ok, me plageé "Clover" de las CLAMP, claro, versi♀n Yu Yu Hakusho; al principio es algo confuso, pero después la trama se va revelando poco a poco y se va entendiendo. Por favor, tengan paciencia, van a ser s♀lo cuatro cap♂tulos, as♂ que disfr♪tenlos n.n


Clover

By Alex-Wind

Tiempo de partida... 1 de junio de 2006, jueves, 8:10 a.m.

"1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1"

Si encuentras un trébol de cuatro hojas... hallarás la felicidad.

Pero¿sabes? Es mejor que lo guardes en secreto.

¿En dónde se encuentra aquella flor blanca que crece de los tréboles?

¿Cuántas hojas tenía?

Un trébol de cuatro hojas.

Lo único que deseo es tu felicidad. Sabiendo que jamás seré tuyo y la compartiremos.

"1".-.-.-."1"

CHAPTER I

ONE LEAF

-Me rehúso.

Declaró un joven demonio en una sala casi vacía. Éste, con su voz grave, ropas negras, mirada profunda cuya iris era más hermosa que el mismo rubí; imponía el tipo de aura que lo caracterizaba: el de un guerrero.

-Yo ya pagué mi deuda con el Reikai hace bastante tiempo, así que nada me obliga a hacerle ningún favor—inquirió irritadamente sin dejar de hacer denotar su hastío por aquella entrevista.

-Te equivocas.

Una anciana de pálidos cabellos y mirada apagada por los años apareció de entre las sombras, vestía con una túnica blanca muy larga y había tomado asiento frente al guerrero solicitado.

-¿Acaso ya no recuerdas todas las veces en que toleramos tus imprudencias?—dijo ésta tranquilamente.

-Yo jamás les pedí que fueran 'tolerantes' conmigo—respondió éste con frialdad.

-Podemos acusarte de nuevo y tendrías que volver a trabajar para nosotros.

-¿Me está amenazando?

-Si piensas que se trata de una amenaza, quiere decir que aún te sientes culpable de algo.

Silencio.

Al joven no le agradaba la idea. Desde que quedó en libertad, había podido hacer todo (o, por lo menos, casi todo) lo que se le venía en gana, no dependía de nadie y nada ni nadie dependía ahora de él. Era libre.

-Señora... quiero decir, maestra Genkai. Usted puede conseguir a cualquier detective o solicitar la ayuda de la línea especial de defensa—sus últimas esperanzas de salvarse del 'encargo'.

-Recuerdo que, no hace demasiado tiempo, me dijiste: "Usted es una persona ya grande de edad y se que puede morir en cualquier momento, así que puede pedirme el favor que necesite, lo aceptaré sin pretextos".

-¿Cuándo fue eso?—irritación.

-¿Quieres que te muestre la grabación?

Resignación.

-Hiei Jaganshi.

-No me llame por mi nombre completo.

-Tú eres el más indicado para este trabajo.

El joven no respondió, sabía que había metido la pata y ahora tendría que pagar las consecuencias. Definitivamente, tenía que aprender a no comprometerse en nada y a cerrar la maldita boca.

-Dame tu mano—indicó la anciana—, grabaré un código en tu palma.

-Debe de ser algo muy importante... ¿Está segura de confiar en alguien como yo?

-Tengo que insistir constantemente para que puedas aceptarlo.

El joven, casi desconfiando, se acercó a la anciana, ésta levanto su mano derecha y el joven puso la suya frente a ésta. La mano de la anciana emitió un par de radiaciones que alcanzaron a la del joven y una imagen comenzó a formarse.

-¿Una hoja verde?—cuestionó el muchacho al mirar su marca—Que símbolo tan extraño...

-Lo necesitarás en tu trabajo, una vez que termines, se borrará.

-Y... ¿Cuál será mi deber?

-Quiero que transportes algo...

"1".-.-.-."1"

Las enormes rejas doradas se abrieron ante él permitiéndole entrar a una fortaleza muy curiosa, era (para ser un lugar que custodiaba 'algo') muy hermoso, con jardines llenos de exóticas y maravillosas plantas, puertas doradas, fresco ambiente... sin embargo, el olor a demonio perduraba, no importaba que éstos estuvieran bien vestidos, bañados, perfumados... la esencia negra del alma... esa no se quitaba con nada, incluso la del mismo joven. Comenzó a caminar por el sendero de arena blanca admirando el paisaje a su alrededor cuando, casi inesperadamente, un demonio de cabello largo, lacio y muy negro, con seis orejas y siete cuernos lo esperaba tranquilamente a la entrada del edificio principal; el demonio hizo una reverencia en cuando el joven llegó a estar frente a él.

-Adelante. La señora Genkai me ha puesto al tanto de su misión.

El alto youkai dio media vuelta y entró al luminoso edificio, el joven, sin cambiar para nada su faz, lo siguió observando cada detalle a su alrededor.

-Debe ser algo muy importante—pensaba el muchacho—. Todos los youkais de aquí son, mínimo, de clase 'A'...

-Su mano—se detuvo de golpe percatándose de que el camino había terminado y una gran puerta se alzaba frente a él. El demonio que lo había guiado le daba la cara y señalaba una esfera amarillenta del tamaño de una cabeza—. Su mano—volvió a repetir inclinando más su brazo hacia la esfera flotante.

El joven se acercó y alargó su mano hasta que la reciente marca estuvo frente a la esfera. De inmediato las puertas comenzaron a abrirse y, poco a poco, el interior de una impresionante jaula perfectamente acondicionada se fue asomando casi con timidez.

Se escuchaba una melodiosa voz que decía:

Quiero encontrar la felicidad...

Quiero encontrar la felicidad...

Quiero hacerte feliz.

Quiero convertirme en tu felicidad.

Él esperaba admirar en ese lugar a un espécimen muy raro y único, cuya protección era de suma importancia para alguno de los tres mundos o incluso para todos, y, para sorpresa suya, no encontró algo muy diferente a ello. Unos ojos dorados lo estudiaban cuidadosamente desde unos de los arbustos cercanos, la criatura, en cuanto se dio cuenta de que el joven lo había localizado, hizo un rápido movimiento y se perdió entre las hojas; después, de un salto, su cuerpo plateado sobresalió de entre el verde. Era un zorro, un zorro plateado. Pero, antes de que sus patas tocaran el suelo nuevamente, una figura de apariencia más humana fue quien se presentó ante el joven.

Los ojos dorados se habían ido, la tez era sumamente suave y blanca, el cabello... oh, ese cabello... largo, sedoso, brillando entre ese tesoro de hilos de plata que hacían juego con las orejas blancas al igual que la sencilla y elegante túnica que vestía.

La criatura se acercó al joven dejando ver una cola esponjosa detrás de él y al mismo tiempo tomando su mano entre las suyas para ver la hoja marcada en la palma del muchacho.

-¿Tú eres quien va a llevarme...?—preguntó con un tono de necesidad.

"1".-.-.-."1"

La radio estaba encendida.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad.

Por eso... llévame.

Llévame lejos de aquí.

El joven de cabellos plateados fue reemplazado por un pelirrojo que lucía unos espléndidos ojos verdes, misteriosamente, sus ropas abandonaron el color blanco para ser cambiadas por unas rojizas; un detalle notable era un brazalete de metal grueso que se apreciaba en el brazo derecho descubierto por la camisa de mangas cortas; se había transformado por completo en cuanto salieron de aquel 'hogar' y ahora se encontraba mirando perdidamente aquel extraño aparato de donde se recitaba aquella canción.

-Es muy apuesto—comentó una joven que aparentaba unos veinte años de edad, su cabello era color aqua y estaba sujetado en una coleta con una cinta roja, bueno, casi tan roja como sus ojos color sangre, los cuales, eran sumamente grandes y hermosos; un kimono azul era su vestimenta junto con unas zapatillas del mismo color. Ella servía el té—. ¿Cambió de gustos, señor Jaganshi? Usted me había dicho que odiaba a los niños—le decía al joven de negro mientras le entregaba una taza.

-Te atacaré—éste dio como única respuesta.

-¿Eso piensas hacerle al pobre niño?—articuló una tercera y masculina voz.

-¿De qué hablas? Te lo estaba diciendo a ti, Yusuke.

-Cuando Yusuke me trajo aquí, usted estaba muy molesto porque no le agradaba la gente más joven que usted—agregó la muchacha nuevamente hacia el joven de negro.

-Eso es verdad—admitió éste—, hace dos años eras una niña, Yukina.

-Si, pero, al menos, era más grande que ese niño.

-Y¿quién es?—preguntó Yusuke.

-Su nombre es Kurama—comenzó a decir el joven—, desconozco su apellido. Es un favor a la anciana Genkai.

-¿A la maestra Genkai?—repitió Yusuke tomando una taza de té que le daba Yukina.

-Si, me pidió que enviara a ese niño.

-¿A dónde?

A un lugar distinto.

-No tengo idea, parece que él sabe.

-Es muy peligroso si tomas las rutas acostumbradas para salir del país—opinó el otro con seriedad.

-Por eso quiero que Yukina se encargue.

-Pero-

-Está bien. Acepto la misión—Yukina estaba sentada en un sofá no muy lejos de ellos bebiendo de su taza—, por eso no se preocupen.

-Yusuke es un detective espiritual y ex-gobernante del Makai de alto rango que recibe una buena paga¿qué piensan hacer con tanto dinero?

-Tú sabes—comenzó a decir el detective—que sólo me encargo de cuidar a Yukina, y, pues, quiero usarlo para nuestra vejez.

-¿Quieres escucharla de nuevo?—preguntó Yukina a Kurama cuando había terminado aquella canción.

-Si—respondió éste con suavidad y, después de recibir una taza de té, la canción se volvió a escuchar.

Llévame por favor.

Un lugar donde jamás se termine la magia.

Donde los besos duren una eternidad.

Un sueño del cual jamás despertemos.

Donde la felicidad siempre esté presente.

Llévame, a donde sea feliz.

-Iremos al "Parque de las Hadas"—indicó Kurama sin dejar de ver la radio.

-¿Te refieres a ese parque de diversiones que está en ruinas?—preguntó Yukina.

"1".-.-.-."1"

-Es un dispositivo de transportación, Yukina fue quien lo diseño—explicaba Yusuke mirando como Hiei y Kurama entraban en una especie de jaula negra con la forma de un cubo.

Yukina portaba unos guantes y un visor especiales para manipular la máquina y orientarla para que la tele transportación fuera exitosa. Varios cables de los guantes y el visor estaban enlazados a la jaula y distintas señales luminosas eran enviadas de un lado a otro cargadas con la información necesaria.

-Digas lo que digas—comenzó a decir el encargado—, esto parece un medio de transporte común y corriente.

-Pues, para tu información—siguió el detective—, es más rápida que una máquina de tele transportación inmediata.

-Nunca me había subido en una máquina así—comentó Kurama anonado.

-Vaya, resultaste ser un pueblerino—dijo el joven de negro.

-Hiei—El llamado se giró hacia su interlocutor—. Toma esta espada, esta hecha de una aleación de titanium y diamante negro, además, te ayudará a canalizar ese dragón tuyo de mejor forma, úsala.

-¿Esta bien que se la entregues a alguien como yo?

-Es un favor a la maestra Genkai, no podemos arriesgar algo de suma importancia.

-Espero que con esto sea más que suficiente y... me quedaré con esto—el demonio de negro tomó la espada con su negra y resistente funda y la colocó en su cinturón, algunas chispas comenzaron a rodear la jaula y la transportación comenzó a dar inicio. El joven demonio se colocó bien un aparato comunicados enseguida de su oído, tomó la mano del pelirrojo para asegurarse de no perderlo en el transcurso del camino y observó como poco a poco su cuerpo, y el de su encargo desaparecían desde la parte inferior.

-¿Acaso, esto es...?—comenzó a decir Yukina entre unos murmullos muy leves.

Una explosión ocurrió justo después de que el último rastro de ambos viajeros se fuera, varios cables cayeron, la jaula se abrió de estrépito, las luces iban y venían como locas sin orientación alguna y el caos había comenzado a invadir aquella sala.

-¿Una interferencia...?

-¿A dónde fueron enviados?—preguntó Yusuke rápidamente acercándose.

-Los estoy buscando—por el visor, varios símbolos, luces e imágenes pasaban sin orden ni juicio, varios cables se habían soltado o destruido y eso hacía que el trabajo fuera más difícil.

-¿Quién fue la persona que intervino en esto?

-También lo estoy buscando—todo pasaba tan deprisa por los visores que ya nada tenía sentido, Yukina se levantó de su silla y tomó con fuerza el brazo de Yusuke casi temblando y quitándose el visor—. Yusuke, ese niño es...

"1".-.-.-."1"

Llévame a un lugar distinto.

-¿Una hoja verde?—pensaba Hiei al visualizar la imagen de una hoja como la que habían grabado en la palma de su mano.

Llévame, por favor...

Un lugar donde jamás se termine la magia. Donde los besos duren una eternidad. Un sueño del cual jamás despertemos. Donde la felicidad siempre esté presente.

Llévame, por favor.

-¿Esa es la hoja de un trébol?

Quiero encontrar la felicidad...

"1".-.-.-."1"

-¿Llegamos a nuestro destino?—preguntó el demonio de negro incorporándose después de haber caído al suelo, se encontraban en medio de una ciudad desconocida, en medio de un deposito de basura. El joven se sujetó la cabeza un poco y después terminó de levantarse para ayudar a su encargo a hacerlo también.

-No.

De la nada, varios youkais los rodearon; no eran muy poderosos, pero, eran demasiados, el demonio de negro podría encargarse fácilmente de ellos, sólo que, ahora tenía a alguien a quien proteger...

-Quédate quieto—le indicó acercando al pelirrojo hacia sí y sin apartar la mirada de aquellos demonios.

El pelirrojo tomó entre sus brazos el maletín del joven y observó como éste, sin dudar ni un solo instante, desenvainó la espada que recientemente se le había sido otorgada y un brillo magnifico era emanado de ella por el claro reflejo del sol. De un movimiento, bloqueó todas las esferas de energía que les habían lanzado y cortó a varios youkais que se habían acercado a ellos; uno de los demonios había sujetado por un hombro a Kurama y éste se giró con temor, Hiei, de un corte, le amputó la mano al demonio atrevido.

-¿Estás bien?—le preguntó a Kurama.

-Si.

Esa respuesta fue suficiente para el encargado, se volvió y, en un parpadeo, todos los demonios a su alrededor estaban muertos.

-¿Por qué nos habrán atacado sorpresivamente?—pensó el joven agitando su katana y limpiándola de la sangre sucia.

Sin esperar nada más, pasó su mano por la espalda de Kurama y, con la espada en la otra, echó a correr en búsqueda de algún punto de referencia para poder llegar a su destino.

-Perdóname, está muy pesada—comentó echándole un rápido vistazo a la maleta que traía el joven encargo entre sus brazos.

-No, esta bien.

Se detuvieron; el joven trataba de establecer contacto con Yusuke mediante el comunicador en su oído, pero, la interferencia era demasiada y no se podía hablar con nadie.

-La señal no es estable—indicó con irritación.

Sintió algo en su nuca, era un bastón, se dio media vuelta y lo cortó con su arma, sólo que, para cuando se percató de lo que ocurría a su alrededor, ya los tenían completamente rodeados a él y a Kurama; éste último se aferró a al primero sin saber lo que sucedería a continuación. Ya no tenían salida.

"1".-.-.-."1"

-¿Entonces, no vinieron por voluntad propia?—preguntó seriamente un niño con un chupón en la boca.

El niño estaba sentado en una silla ostentosa, una combinación de metal y algodón; a su derecha, una figura femenina de largo cabello azulado ataviada con un kimono rosado se encontraba de pie mirando fijamente a los prisioneros esposados.

-Así es—respondió el joven de negro casi retadoramente.

-Y díganme...—continuó diciendo el niño— ¿A dónde tiene pensado ir?

-No lo sabemos—volvió a responder secamente el demonio.

-¿No quieren responderlo?

-El destino de nuestra cita es aún un secreto.

-¿Cita?—preguntó Kurama con ingenuidad.

-Parece que tu compañerito aún no lo asimila—comentó el niño con indiferencia—. No me dejan otra opción. Se quedarán con nosotros hasta que obtengamos más pistas sobre ustedes.

-¡Pero tenemos prisa!—exclamó el demonio de negro siento retenido por otros más.

-Botan, llévalos.

"1".-.-.-."1"

Ambos estaban en un cuarto con las cuatro paredes blancas, un sillón viejo y roto y una única cama. Pero, aparte, había un antiguo radio que, con un poco de suerte, aún podría funcionar.

-Los muros están sellados, tienen un grosor de unos cinco centímetros; por supuesto que la puerta esta bajo llave; parece ser que el rumor es cierto, el 'Príncipe Koenma', el líder de estos bandidos, resulto ser un niño—le informaba el joven a Kurama—. Si estamos en sus territorios quiere decir que nos encontramos dentro del puerto.

-¿Del puerto?—preguntó Kurama.

-Si, quiere decir que aún no pasamos la frontera. Vaya que no sabes nada.

-¡Ah!—Hiei observó como su encargo se dirigía hacia la radio y la encendía con emoción.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Kurama cantaba junto a la radio la melodiosa canción, éste se había sentado en el suelo junto al instrumento y, con los ojos cerrados, recitaba constantemente la letra. Después de aquellos versos, Hiei comenzó a aplaudir llamando la atención del otro y provocando que ambos se detuvieran y se miraran fijamente.

-Quise aplaudirte porque cantabas muy bien, espero que no te haya molestado—dijo con un tono de indiferencia para tratar de ocultar su arrepentimiento por haber interrumpido aquel canto tan hermoso.

-No, es la primera vez que alguien me aplaude—le brillaron los ojos al chico pelirrojo por aquel detalle, nunca nadie le había aplaudido y, aunque por pocos segundos, alguien lo había hecho.

-En el edificio donde estabas¿no había alguien viviendo contigo?

-No.

-¿Sólo estaban a tu alrededor esos demonios?

-Si.

-¿Estás en ese lugar desde que naciste?

-No.

-¿Alguien te metió en ese lugar?

-No... yo... yo estuve ahí por voluntad propia...

Llévame, a un lugar distinto. Llévame, por favor.

Un lugar donde jamás se termine la magia. Donde los besos duren una eternidad. Un sueño del cual jamás despertemos. Donde la felicidad siempre esté presente.

Conforme la canción iba avanzando, Kurama fue cayendo en un profundo sueño; Hiei, se acercó a él, lo tomó en brazos cuando el otro ya no podía moverse por el cansancio y lo recostó en la cama cubriéndolo descuidadamente. Lo observó por unos instantes y regresó al sillón.

-Yukina no cometió ningún error en su trabajo—meditaba con la mirada perdida hacia el suelo y sus manos entrelazadas—, alguien interfirió en eso porque sabía que obtendría algo de este niño—enfocó su mirada en el ser que dormía no muy lejos de él—, los tipos que nos atacaron primero, utilizaron armas del Makai. Seguramente esa anciana esta planeando algo...—su vista rodó hasta su espada—el ejército del Makai... esos sujetos tienen muy mal carácter y pueden llegar a ser muy agresivos en su ataque...

"1".-.-.-."1"

-No ha cambiado en nada, sigue teniendo los mismos ánimos de siempre.

Una mujer de cabello anaranjado, observaba con mucho interés un monitor que se encontraba frente a ella. Curiosamente, las imágenes de la batalla recién librada entre el joven Hiei y unos miembros del ejército del Makai eran mostradas en aquella pantalla. La sonrisa de la mujer se amplió mientras que la imagen se enfocaba únicamente en el demonio de negro y se congelaba para sólo ver la expresión de guerra que éste mostraba.

-Mira Niño Prohibido, estos son los nuevos armamentos que nuestro ejército ha creado; la interferencia que tuvieron al ser transferidos en el módem, los está siguiendo.

Se escucha un disparo, la mujer se pone de pie y camina hasta colocarse entre sus guerreros, todos ellos portaban armas y diversos tipos de armaduras. Se estaban preparando para atacar.

-Enseguida estaremos contigo, querido.

"1".-.-.-."1"

Habían pasado varias horas, Kurama abría sus ojos lentamente encontrándose cómodamente acomodado entre las sabanas y la enorme almohada. Inmediatamente comenzó a buscar a su protector y no tardó mucho tiempo en encontrarlo en la misma posición en la que había permanecido durante toda su estancia ahí.

-Hola—saludó sin recibir respuesta y se sentó sobre la cama—. ¿No has dormido?—su tono de vos denotaba preocupación.

-No porque estoy trabajando—respondió éste sin darle importancia.

-La anciana me dijo que tenías habilidades para muchas cosas.

-Así es, pero es la primera vez que me encargo de llevar a alguien.

-¿Y esa chica? Me refiero a la chica que nos envió a este lugar.

-¿Yukina? Ella vive con Yusuke desde hace dos años.

-Que envidia...

La puerta de la habitación se abrió de golpe dejando ver al príncipe Koenma flotando y a botan enseguida de él.

-Ya sé quienes son ustedes—declaró el niño.

-Eres muy hábil—comentó el demonio poniéndose de pie.

-Hiei Jaganshi, después de todo, usted es una gran personalidad por estos rumbos—una explosión bastante fuerte se escuchó en el piso inferior e inmediatamente después una nube de humo inundo todo el lugar.

-¿Tienes visitas?—exclamó burlonamente el demonio de negro.

-Parece que los vienen siguiendo—respondió el niño.

-Yo me encargaré de ellos—comenzó a decir Hiei dándole el maletín a Kurama—, ustedes huyan por la puerta de atrás.

-¿Por qué no nos entregan?—cuestionó el niño—. ¿Por qué cuando mis hombres los atraparon, no se atrevió a lastimarlos con el arma que lleva consigo?

-Porque ellos no tenían malas intenciones contra nosotros, lo único que hicimos al entrar en sus dominios, fue dejarnos atrapar por esos sujetos. No vale la pena matar en vano y menos a seres tan débiles cono ellos.

-Veo que los rumores son ciertos—dijo el niño—; le devolveré ese favor.

Una segunda explosión se escuchó más cerca que la anterior.

-Bueno, terminemos con nuestra despedida. Botan se encargará de guiarlos.

Los tres corrieron sin detenerse hasta que, en un piso subterráneo, abrieron una compuerta superior que daba hacia la calle y tanto Kurama como Hiei salieron para poder cruzar la frontera. Hiei, en cuanto iba a echar a correr, se detuvo, botan se había colocado enfrente suyo y le mostraba una pequeña rama con flores silvestres rosadas muy hermosas.

-Continúen con su cita—dijo antes de dejar las flores en manos de Kurama y regresar al lado de Koenma.

-Andando—indicó el joven demonio.

Mientras ambos corrían, sin que se dieran cuenta, un monitor de una vieja y rota televisión se encendió mostrando la figura de una ave negra muy hermosa, la canción de nuevo fue recitada por el antiguo instrumento.

Llévame a un lugar distinto.

Llévame, por favor.

Las aves cantan, en un lenguaje desconocido, y aunque posean alas, jamás alcanzaran el cielo.

A un lugar donde jamás estaré solo.

Por eso llévame, a un lugar lejano y distinto.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Quiero convertirme en tu felicidad.

"1".-.-.-."1"

-El ejército del Makai ha comenzado a actuar.

Cinco ancianos se encontraban reunidos, entre ellos, la maestra Genkai, la sala era amplia, sólo se encontraban ellos, sus rostros arrugados denotaban preocupación y, a la vez, una seriedad infinita.

-Por más que intenten guardarlo como secreto—comenzó a decir uno que tenía una larga barba blanca—, tarde o temprano saldrá a la luz.

-Me pregunto si podemos confiar en ese hombre—comentó otro que estaba rasurado, tenía el cabello corto y la nariz ganchuda.

-Ese hombre era un gran elemento en la milicia, pero también ocasionaba muchos problemas—dijo uno que tenía el cabello blanco y largo.

-De no ser por tus recomendaciones, ese hombre hubiera sido preso—agregó otro de cabello rizado a la maestra Genkai.

-Hiei Jaganshi. Ex-detective espiritual altamente reconocido por sus grandes colaboraciones y asombroso poder. Parece que estuvo realizando investigaciones secretas en el distrito de Gandara—articuló nuevamente el anciano de barba blanca y larga.

-Era compañero del detective Urameshi¿no es así¿Por qué no le pediste al detective que hiciera este trabajo?—preguntó el de nariz aguileña.

-No porque ese hombre es el único que puede llevar a ese niño—respondió cortante la maestra Genkai.

"1".-.-.-."1"

-Hiei—sólo había interferencia y ninguna respuesta—. Hiei—nada.

Yukina se retiró los audífonos comunicadotes de los oídos, había intentado contactar a Hiei toda la tarde sin éxito alguno. Miró fijamente el suelo durante un instante y después, lentamente, posó su mano derecha sobre su hombro izquierdo palpando la piel cubierta con su kimono.

-Un trébol de cuatro hojas...—se detuvo— ¿Realmente existen?

"1".-.-.-."1"

Hiei aún intentaba entablar comunicación con Yukina, se encontraba frente a un teléfono, el aparato intercomunicador que la chica le había dado estaba conectado con el instrumento frente a él, pero, sólo había interferencia y un molesto ruido que no expresaba nada coherente.

Retiró el aparato comunicador de su oído y lo dejó junto al teléfono.

-¿A quién intenta hablarle?—preguntó Kurama inocentemente.

-A Yukina—frustración—. Aunque intente comunicarme, no recibo ninguna respuesta.

Por un momento, el aparato pareció reaccionar nuevamente después de haber perdido por completo al señal, sin embargo, Kurama lo miró fijamente y éste comenzó a emitir un chillido, como si estuviera sobrecargado de información, o como si un virus muy potente lo hubiera atacado.

-¿Qué está pasando?—la pregunta del demonio de negro quedó en el aire mientras éste presionaba varios botones en espera de que el ruido se detuviera, Kurama parpadeó una sola vez y, como si el instrumento careciera de una fuente de energía, todo se detuvo. El cuidador respiró de alivio.

Comenzó a caminar, Kurama le siguió.

-Ya había olvidado que tenemos prisa—comentó éste sin tomarle importancia a nada—, lo mejor será tomar el camino que conocemos—dijo deteniéndose frente a un edificio, más bien, la entrada a una plataforma de aterrizaje en donde varias naves circulaban diariamente hacia distintos puntos.

-Si—Kurama lo siguió después de que su cuidador entrara.

Ambos consiguieron boletos y abordaron un globo de helio que se elevaba rápidamente por los cielos, no era un medio de transporte muy común que digamos, pero, tampoco era como para extrañarse de él.

Al parecer, eran los únicos presentes en aquél vuelo, ambos se sentaron en una de las orillas y Kurama, apoyando sus jóvenes rodillas en el asiento, se asomó por la ventana admirando las nubes y observando el movimiento que éstas hacían al pasar cerca del globo.

-¿Es la primera vez que subes a uno de éstos?—preguntó Hiei después de haber observado a Kurama por un rato.

-Si—respondió el joven sin apartar su vista de la ventana.

Hiei encendió una radio cercana, la melodía comenzó a sonar nuevamente...

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Apenas si escuchó las primeras palabras, Kurama se dio vuelta para mirar al instrumento que emitía la tonada.

-Te gusta esa melodía¿cierto?—sonrisa.

-¿Que si me gusta?

-¿Me equivoqué?

-No lo sé.

Llévame a un lugar distinto.

Llévame, por favor.

Las aves cantan, en un lenguaje desconocido, y aunque posean alas, jamás alcanzarán el cielo.

Por eso, llévame,

A un lugar lejano y distinto.

-Tus ojos tienen un bonito color verde—indicó el youkai de negro sosteniéndole la mirada al joven con un tono indiferente muy asombroso.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

-¿No vas a preguntarme?—inquirió casi con hastío el demonio guardián.

-¿Qué?—Kurama simplemente ladeó un poco su cabeza, su mirada denotaba más inocencia.

-Pues, muchas cosas—Hiei se recostó mejor en el asiento, no estaba para situaciones de esas.

-Ya veo, quieres que yo te pregunte... No. Aún no.

Llévame.

-¿Puedo preguntarle sobre usted?—dijo el joven casi con timidez.

-¿Y qué ganarás con eso?—respondió el guardián de negro casi irritado.

-Sólo quiero saber.

-Si, pero con una condición—señaló después de mirar al de ojos verdes y dar un leve suspiro—, no me hables de 'usted'. Parece como si hubiera regresado a la milicia. No sabes cuánto detesto eso.

-Entonces¿puedo llamarte por tu nombre?

-Como quieras—de nuevo, indiferencia...

Quiero encontrar la felicidad.

-Te llamaré... Hiei—sonrió, Kurama, el chico de ojos verdes, sonrió.

No hablaron el resto del camino, llegaron sin ningún contratiempo al destino que se habían fijado. Bajaron de su medio de transporte sin prisa alguna, calmados, sin distracciones.

Sin embargo, al salir a las luces de la ciudad sumergida en la oscuridad de la noche y encontrarse con las calles abarrotadas de seres...

-Cuánto tiempo sin verte, Niño Prohibido.

El demonio de negro viró bruscamente su mirada en dirección a aquellas palabras y abrió sus ojos muy grandes al darse cuenta de quién era; aquella mujer poderosa de cabellos naranjas, ropas exóticas y rostro medio cubierto por tela gastada y vieja.

-No voy a permitir que sigas llamándome así—su mirada se afiló tremendamente y su pose, anteriormente relajada, se tensó colocándose en guardia—, basura—la mujer, simplemente, sonrió.

-Niño Prohibido. ¿Pero qué dices? Si ese nombre te queda muy bien... tú siempre tan lindo y lleno de energía para matar solamente—una leve pausa e hizo un ademán con su mano derecha, el cual, adoptó una forma hermosa al ser ejecutado—. Koenma nos ocasionó muchos problemas. La mayor parte de mi ejército se quedó allá.

-Fuiste muy hábil al saber donde aterrizábamos.

-Busqué en todos los medios de transporte. Pero tanto el Niño Prohibido como el Príncipe, llaman mucho la atención. Créeme, fue más fácil de lo que pensaba. Jamás esperé que tú representarías al Escuadrón Especial de Espionaje.

-Ellos no necesitan a un hombre retirado como yo—respondió fríamente, esto no le estaba agradando y menos si se trataba de aquella mujer.

-Tú sabes por qué estamos aquí. Mi ejército quiere quedarse con ese niño. La verdad es que yo extraño divertirme contigo, Niño Prohibido. Pienso que hicieron la elección correcta.

-No, este niño, me lo dieron a mí—al decir esto, el demonio de negro se acercó un poco al joven pelirrojo y se colocó un poco delante suyo, denotando su decisión de protegerlo a toda costa.

-Supongo que ellos te encargaron esto¿no?—expresión relajada, sonrisa burlona— ¿Ese parlamento formado por ancianos que se hacen llamar sabios? Vaya que si son astutos. Después de todo, ellos son los que manejan los asuntos de esa nación por encima de nuestro cielo.

-Si quieres, podemos pelear como en los viejos tiempos—exclamó Hiei colocando una de sus manos sobre la katana que traía consigo.

-¿Aquí mismo?—su sonrisa se amplió.

-No seas idiota. Esto lo decidiremos en el callejón trasero.

-A mí, no me importa que sea aquí.

-A mí, si. No quiero que los demás se alboroten y me estorben.

-Se que ve no has cambiado en nada, Niño Prohibido.

Caminaron los tres silenciosamente hasta que llegaron al callejón mencionado, estaba sucio y un ambiente de humedad se percibía por los alrededores; no había tiempo que perder, la misión estaba en peligro.

-En cuanto te dé la señal, correrás hacia el este—indicaba Hiei a Kurama dándole el maletín que traía consigo con seguridad.

-Si—respondió casi sin tono.

-No importa lo que suceda conmigo, debes huir corriendo—miró nuevamente los ojos del ser que habían puesto a su encargo, estos lo miraban preocupadamente y con rastros de temor.

Dejó de prestarle atención al pelirrojo, un error y seguramente moriría en el acto; tomó la espada con la funda y lentamente comenzó a desenvainarla observando el agradable resplandor que ésta emitía; su contraria, aquella mujer, sacó dos armas, dos espadas cortas y gemelas mejor conocidas como kodachis.

-Hiei, no sabes el gusto que me da pelear contigo de nuevo—decía mientras se colocaba en posición.

-¿Acaso no hay alguien que juegue contigo, Mukuro?—también se colocó en su propia pose ofensiva—. Apuesto que todo el mundo debe odiarte.

Sin articular más palabras, la batalla entre ambos contrincantes comenzó. Atacaban con golpes secos y directos, ofensiva y defensivamente al mismo tiempo, un descuido y podrían terminar sin cabeza sin que se dieran cuenta. La velocidad de los ataques comenzó a aumentar según el tiempo iba pasando, cada vez era más y más difícil diferenciar la procedencia del sonido que se producía por el choque de las armas.

-¿Sabes? Tu collar... lo tengo oculto en mi estómago—un movimiento y ambos terminaron completamente tensos entre sus armas a corta distancia el uno del otro—. Lo cuido como si fuera mi linda mascota¿acaso no puedes sentirlo tú también?

Se escuchó el salpicar de la sangre en el duro suelo, Hiei logró hacerle un corte en la mejilla izquierda a la mujer que constantemente lo había acosado tanto tiempo atrás; aquél collar al que se refería era el único recuerdo que conservaba de su lugar de origen, de su madre y del castigo al que había sido sometido por ser prohibido; se separaron, ésta observó unos segundos el liquido rojizo y con una sonrisa malévola en los labios dijo:

-En verdad eres muy lindo, Niño Prohibido.

-¡Hiei!—el mencionado giró rápidamente su mirada hacia Kurama quien lo llamaba. Un demonio soldado, parte del ejército de Mukuro, había sujetado un brazo del joven de ojos verdes.

Aquella distracción fue bien aprovechada por la mujer, ella, sin dudar ni un solo instante, se abalanzó en contra del demonio contra quien estaba peleando y lo derribó al suelo quedándose ella sobre él; ambas de sus kodachis se encontraban en una posición peligrosa para el youkai de negro, éste a penas si había conseguido bloquear el ataque completo antes de que finalizara cortándolo a él.

-Sabía que me harías una jugada sucia—decía el demonio de fuego forcejeando por liberarse y poder ayudar a su protegido.

-Te dije que tú y yo tendríamos una pelea—acercó una de sus espadas el cuello de Hiei—. Pero no te prometí que no tocaría al niño.

No tuvo que pensar demasiado, la misión era lo suficientemente importante como para que poco le importara el estado físico de su cuerpo (eso no significaba que siempre lo tomara en cuenta); soltó su arma recibiendo una de las kodachis en su hombro izquierdo y una expresión de asombro por parte de Mukuro, estiró el brazo y unas llamas aparecieron en la palma de su mano, apuntó hacia el soldado que tenía sujetado a Kurama y disparó una llamarada incinerando al condenado en cuestión de segundos. Un segundo soldado apareció y corrió con la misma suerte que el tercero; Kurama sólo miraba fijamente a Hiei.

-¡Vamos!—decía el joven mientras intentaba incorporarse con la espada incrustada—. ¡Corre!—un tercer soldado apareció detrás de Kurama. Fue atravesado por una espada ajena a la batalla.

Hiei volteó y su faz se mostró visiblemente aliviada al reconocer el rostro de quien había salvado a su protegido.

-Yusuke—logró pronunciar apenas.

"1".-.-.-."1"

El demonio de fuego, ahora desnudo de la cintura hacia arriba y con un parche especial en donde se encontraba el corte provocado por la reciente pelea, abrió lentamente sus ojos parpadeando varias veces antes de poder recobrar la visibilidad completamente. Miró en su entorno, a su derecha se encontraba Kurama sentado sobre una silla abrazando el maletín que él le había dado mientras que lo miraba preocupadamente y a su izquierda se encontraba Yusuke de pie.

-Oye... ¿qué hago dormido?—preguntó el demonio que manipulaba el fuego al mismo tiempo en que se llevaba una mano a la cabeza.

-Quedaste inconsciente después de recibir una descarga con las espadas de Mukuro—Yusuke fue por un botiquín que se encontraba cerca de él.

-¡Esa loca depravada!—exclamó el herido al mismo tiempo en que se sentaba bruscamente en la cama que le habían improvisado en aquel cuarto amplio y desolado—. ¿Y Mukuro?—volteó a mirar a Yusuke.

-Se retiró—él estaba sacando algo del botiquín.

-¿Y cómo supiste que estábamos aquí?

-Yukina los encontró—se regresó hacia Hiei y le dio un pequeño frasco que contenía algunas cápsulas de color marrón.

-Lo que no soporto es el sabor de la medicina—dijo aceptando el frasquito.

-Entonces, no la tomes—dicho esto, se retiró de la habitación dejando a Hiei solo con Kurama.

-¿Por qué no huiste?—intentó aparentar enfado, mirándolo con un enojo imaginario.

-No quería irme. Mira... ni yo mismo sé. Pero... no quería apartarme de ti.

-Esas palabras mejor deberías guardarlas para la persona de quien te enamores—respondió con un acento un tanto irónico, sin embargo, sonriendo.

-¿Es algo que no se puede decir?—inquirió con inocencia.

-No... no es eso—cerró sus ojos y respiró profundamente—. No... Tomé una medicina, aunque no me gusta mucho su sabor.

-¿Te duele?—abrió los ojos, Kurama estaba señalando su hombro izquierdo—. Tienes una cicatriz.

-Si, ésa la tengo desde hace mucho tiempo—el dedo de Kurama se posó sobre la herida sanada del demonio de fuego, después y lentamente, se deslizó hacia abajo, llegando al corazón.

-¿Y aquí?—preguntó mirándolo a los ojos.

-No lo sé—tomó la mano del pelirrojo y la apartó de sí—. Voy a cambiarme—tomó el maletín y se disponía a abrirlo cuando su mirar se detuvo en Kurama—. ¿Vas a verme?

-¿No está bien?

-...me da un poco de pena—dijo volteando hacia otro lado mientras que Kurama salía de la habitación y al mismo tiempo era Yusuke quien entraba. Tomó una camisa de manga larga y se dispuso a ponérsela—. Ya veo, estás cumpliendo una misión.

-¿Por qué piensas eso?

-Tienes tanto trabajo que ni siquiera duermes en casa de Yukina... y dudo mucho que estés lo suficientemente aburrido para seguirnos—sacó la cabeza de aquella prenda y comenzó a arreglársela—. Las palabras que dije cuando éramos compañeros, aún son validas, Yusuke.

Terminó de arreglarse y tomó el maletín mientras que Kurama se reunía con él; el chico pelirrojo caminaba a sus espaldas, siguiéndolo en silencio, pero Yusuke lo detuvo justo en la salida.

-Mukuro se esta reteniendo los transportes públicos—le dijo entregándole una llave. No cruzaron más palabras y se separaron, Hiei fue en busca del auto que se les había conseguido.

Ya dentro del vehículo, la radio decía:

-Hace unos minutos, hubo una explosión en el distrito del Príncipe Koenma. Todas sus rutas han sido cerradas.

-El Príncipe Koenma...—susurró Hiei, atento a la calle que recorría y ambas manos sobre el volante, Kurama miraba las flores que recién le habían obsequiado.

Quiero encontrar la felicidad.

Por eso, llévame, a un lugar lejano y distinto.

Llévame.

Quiero encontrar la felicidad.

Llévame, por favor.

Llévame, por favor.

Donde las alas se mojan, donde los dedos se entrelacen, donde nuestros cuerpos se derritan, fusionando nuestras mentes.

Llévame, por favor.

Quiero ser feliz.

-¿Acaso no eres feliz?—preguntó de repente el niño de ojos verdes al que tenía la iris roja.

-¿Por qué lo dices?

-Porque al ser que le gustaba esa canción... no era feliz del todo.

-¿Quién...?

-El cantante.

Quiero encontrar la felicidad a tu lado.

Quiero convertirme en tu felicidad.

-¿Fue tu amante?—siguió preguntando el niño a su cuidador.

-Algo así—su mirada se entristeció levemente.

-¿Y también ahora?

Quiero encontrar la felicidad.

-No. Él murió.

-¿Puedes decirme cómo se llama?—miró a Hiei, necesitaba saber...

-Kuronue...

-Lo conozco. Me gustan sus canciones—rastros de alegría en su voz.

-Pero el nunca debutó oficialmente como artista, ni lanzó ningún disco. Definitivamente no puedes conocerlo.

No busco tu pasado, lo que me interesa es saber tu presente.

-Si, lo conozco.

-Pero si siempre has estado en ese edificio...

Tejiendo juntos aquel futuro frágil.

Llévame, por favor.

-No, aún no soy feliz. Porque aún no me has llevado.

-¿Y si te llevo, serás feliz?

-Aún no estoy seguro, pero...—clavó su mirada en las flores nuevamente—. Ojalá que así sea.

Quiero encontrar la felicidad.

"1".-.-.-."1"

-Ambos se dirigen a su destino en el auto que les tenía preparado—Yusuke se encontraba solo en la habitación en donde anteriormente Hiei se había recuperado, portaba un visor que le mostraba la imagen de la maestra Genkai en el cristal oscuro, junto con unos audífonos que le permitían escucharla.

-Ese niño sólo es perseguido por el ejército del Makai. Por favor, quiero que sigas protegiéndolos.

-Hiei ya se dio cuenta.

-¿Te refieres a tu misión?—Yusuke asintió—. Aunque esto no hubiera sido una misión, estoy segura de que habrías hecho lo mismo. Aunque este hombre tenga una maravillosa suerte, no significa que esta misión terminará de la misma manera que las demás ya que él lleva un secreto confidencial del Reikai. Kurama posee una hoja más que la niña que tú estás cuidando—ante aquellas palabras, el detective abrió sus ojos muy grandes por la sorpresa—. Me refiero a que él es un trébol de cuatro hojas, algo que jamás puede existir en ninguno de los tres mundos.

"1".-.-.-."1"

-¿Qué estás haciendo?—preguntó Kurama a Hiei mientras lo observaba con curiosidad.

-Estoy poniendo una trampa a los sujetos que quieran atacarnos—decía éste mientras colocaba varios hilos de resistencia poderosa por la ventana de la hermosa habitación que había conseguido.

-Qué bonito lugar es este—sonriendo, Kurama echó una ojeada a su alrededor.

-Si nos quedamos en un hotel barato, existe la posibilidad de que nos encuentren más rápido y los hoteles de mejor calidad, poseen una mayor seguridad. Así que nos servirá de algo. Supongo que a Mukuro tampoco le gustará armar un alboroto en lugares tan llamativos como éstos.

-¿Siempre duermes así?—preguntó mientras se acomodaba en la cama.

-No... lo hago porque eres un niño muy solicitado.

-Pero ellos no me quieren porque les agrado—bajó la mirada, Hiei volteó a verlo—. ¿Él es tu amigo?

-¿Quién...?

-El hombre que nos rescató.

-Cómo puedo explicártelo... es un sujeto que conocí desde que... bueno... intenté robar unos tesoros y... terminamos como compañeros de trabajo.

-Aquí dentro...—el pelirrojo señaló su cabeza—. Ese hombre...

-No entiendo—se acercó al chico—¿qué tiene Yusuke aquí?—también señaló su cabeza.

-Aquí dentro...—aún, también, con su dedo índice señalando su cabeza.

-¿Quieres decir que no está bien aquí dentro? No me sorprendería...

-¿No lo sabes?

-¿Qué?

-Está bien que no lo sepas—el joven de ojos verdes bajó su mano junto con la mirada.

-No sabemos qué podrá ocurrir antes de que lleguemos a nuestro destino, así que, lo mejor será que duermas ahora que tienes oportunidad—tomó asiento en la cama consecutiva a la de Kurama mientras observaba como éste se recostaba.

-¿Y tú...?—sobre su lecho, se sentó casi de golpe y se inclino más hacia donde su guardián se encontraba—. ¿No vas a dormir?

-No, pueden venir visitas.

-¿Vas a quedarte despierto todo el tiempo?

-Utilizo medicina para no dormirme mientras trabajo, descuida, todo está bien.

-No... yo no dormiré, estaré al pendiente por si alguien viene. Por eso, duérmete—voz dulce y suave.

-Espera un minuto—él estaba cruzado de brazos—. Eres un niño muy insistente¿tanto te gusta dormir?

-Si, porque cuando duermo se me olvida...—giró su mirada hacia la ventana con todos los cables tratando de mirar más allá—. Que estoy solo.

-...está bien—el demonio de negro se levantó, aproximó a Kurama y, colocando ambas manos sobre sus hombros, empujó con cuidado al joven a la cama—. Si tengo sueño, te despertaré para que me reemplaces.

-¿Te sentiste triste cuando murió Kuronue?—soltó mientras era arropado, Hiei abrió ligeramente sus ojos y la melancolía regresó.

-Si...

-¿Lloraste por él?

-Ya ni lo recuerdo...

-Si yo muero, de seguro, nadie llorará por mí—cerró sus ojos y, sin darse cuenta, el demonio de fuego tomó su mano.

-¿Por qué?

-Porque estoy solo—abrió sus ojos como si de repente hubiera recordado algo, la mano que tenía a la de su cuidador se elevó un poco junto a la suya—Kuronue tenía una voz muy hermosa, solía cantar esa hermosa melodía en sus conciertos—poco a poco, fue cerrando sus ojos nuevamente y cayó presa del cansancio.

Donde las alas se mojan, donde los dedos se entrelacen, donde nuestros cuerpos se derritan, fusionando nuestras mentes.

Llévame para encontrar la felicidad.

Quiero encontrar la felicidad.

-Hiei...

-Descansa—dicho esto, Kurama cerró sus ojos y se quedó profundamente dormido.

Su vista rodó por la habitación hasta que se encontró con el maletín, lo tomó y lo llevó a su cama, al abrirlo tomó una jeringa y se inyectó a sí mismo el líquido que ésta contenía, después tiró a la basura el instrumento recién utilizado.

-Necesitamos llegar antes de que se me termine la medicina...—tomó asiento en un cómodo sofá que se encontraba frente a la cama de su protegido—. Al parque de las hadas—su vista se posó en el pelirrojo que dormía placidamente, después miró su mano derecha y aquel extraño símbolo con forma de hoja que le habían grabado—. Con que se siente solo...

"1".-.-.-."1"

Varios vehículos con demonios armados a sus costados se movilizaban constantemente, en uno de los vehículos se encontraba esa mujer.

-El coronel ha comenzado a moverse con sus tropas—informaba un soldado a la dama cuya herida en el rostro aún sangraba y varios vendajes cubrían su cuerpo.

-Pensé que Hiei era el señuelo, mientras que el verdadero tomaría otras rutas. Pero ahora que las tropas de Yusuke comenzaron a salir, quiere decir... que somos sus favoritos—sonrió ante sus palabras—. Utilizó todas sus fuerzas para cortarme con la espada—tocó los vendajes de su cuerpo—, precisamente por eso detesto a ese sujeto...—un hilillo de sangre emanó del corte en su mejilla, ella pasó su pulgar por él y se limpió la sangre—. No es nada lindo en comparación a Hiei, él es tan lindo y tierno que por eso me encanta atacarlo sorpresivamente—lamió la sangre que se encontraba en su dedo y miró a sus hombres—. El Niño Prohibido nos esta esperando. Andando.

"1".-.-.-."1"

¡CRASH!

Kurama se colocó detrás de Hiei, varios hombres habían irrumpido bruscamente en la habitación que ellos estaban ocupando por la ventana; por supuesto, tuvieron problemas en seguir avanzando, los hilos que Hiei había colocado estratégicamente habían dado buen resultado y ahora tenían más tiempo para escapar, pero, para desgracia, los hilos duraron mucho menos tiempo del previsto.

-Estos tipos no son del ejército del Makai—dijo Hiei retrocediendo—¿no les parece inapropiado armar un gran alboroto en el hotel donde suele quedarse la gente del gobierno?

Ninguno respondió, al contrario, simplemente todos sacaron sus espadas y uno se aventuró a atacar a Hiei, éste se lanzó hacia atrás junto a Kurama, tomó una almohada y la utilizó como escudo, después no titubeó en sacar su propia arma y defenderse, al instante comenzó a pelear a diestra y siniestra; sin embargo, su espada mostró señales de haber comenzado a romperse, esto lo distrajo y por poco es atravesado de lado a lato por su contrincante, tomó algunos hilos y, al jalarlos, éstos rodearon el cuello de su atacante cortándole la cabeza. Se recuperó de inmediato y se colocó junto a Kurama.

-Ustedes son mis colegas...—los miró a todos, no sólo se encontraban demonios entre el reducido ejército que los atacaba—. Ahora entiendo, si utilizan soldados de la misma organización, pueden cubrir cualquier clase de escándalo—ahora cambiaron de lugar, Hiei y Kurama se encontraban junto a la ventana rota aún con los hilos.

-Hiei—llamó Kurama al mismo tiempo en que tomaba la mano de su guardián, se lanzó por la ventana junto al demonio de negro y mientras caían, como si fuera de lo más normal, su cabello se transformó de nuevo en aquellas hebras plateadas, sus ropas cambiaron a las blancas y la cola junto con las orejas aparecieron nuevamente.

"1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1".-.-.-."1"

Tiempo de llegada... 7 de julio de 2006, viernes, 8:38 p.m.

Quiero encontrar la felicidad...

Quiero encontrar la felicidad...

Quiero ser feliz a tu lado,

quiero convertirme en tu felicidad.

Por eso, llévame... llévame lejos de aquí.

Quiero estar en un lugar distinto,

tómame y llévame lejos de aquí.

Un lugar donde jamás se termine la magia.

Donde los besos duren una eternidad.

Un sueño del cual jamás despertaremos.

Donde la felicidad siempre este presente.

Llévame,

a esa gran felicidad.

Las aves cantan,

en un lenguaje desconocido

y aunque posean alas,

jamás alcanzarán el cielo.

Llévame a un lugar donde jamás estaré solo.

Por eso llévame,

a un lugar lejano y distinto.

Donde las alas se mojan,

donde los dedos se entrelazan,

donde nuestros cuerpos se derritan

fusionando nuestras mentes.

Así que, llévame.

Quiero ser feliz.

No busco tu pasado,

lo que me interesa es saber tu presente.

Tejiendo juntos aquél futuro frágil.

Llévame...

A una eterna felicidad...