—Tu cabello es negro— musitó, mirándome detenidamente. Mientras yo le ponía su camisón, ya el joven amo había cumplido sus 17 años pero debido a su "despedida" de soltero, estaba algo borracho, así que tuve que desvestirlo y ponerle su camisón. Como en los viejos tiempos.
—El negro es lindo—susurró, tocando mis cabellos con sus delicadas manos blancas. Me limite a observarlo a los ojos, terminando de abotonarle el camisón, pensé que eran los efectos del alcohol. Mi amo se había pasado de copas esa noche.
—Gracias, a mí también me gusta— le respondí, iba a retirarme pero Ciel bajo sus manos hasta mis mejillas, haciendo pequeños círculos con sus pulgares, dejándome más confundido. Malditos efectos del alcohol que hacen que los humanos se volvieran más complicados.
Ciel se acercó lentamente hacia mi rostro, todavía con sus manos en mis mejillas.
—También me gustan tus labios, Sebastián— se acercaba más, y más. Estampando sus labios contra los míos, fue un pequeño beso, un roce, típico de un primer beso. No quise continuar, pero por Dios, esos labios sabían deliciosamente bien con el sabor del vino todavía impregnado en su boca.
Otro beso, esta vez iniciado por mí. Atacando esos rojos labios con pequeños mordiscos, haciendo que abriese su boca invadiendo con mi lengua la cavidad bucal de mi joven amo. Ciel con cierta torpeza, trató de seguirme el ritmo, invitándolo a que nuestras lenguas bailaran al ritmo de nuestros labios mientras la temperatura subía en nuestros cuerpos. Lo tire a la cama suavemente, sentándome a horcajadas sobre él, y continuar con el beso, pero esta vez, baje hacia el apetitoso cuello de mi amo. Dándole varias lamidas y besos a esa suave piel, mientras mi joven amo gemía exquisitamente y enterraba sus uñas en mi cabello.
Le quite la camisa y empecé a morderle esos pequeños botones rosas, lamerlos y hacer pequeños círculos con mi lengua alrededor de ellos, haciendo que Ciel gimiera más fuerte. Excitándome más de lo que ya estaba.
Esto iba a terminar mal. Pero Ciel es una tentación que ni yo mismo puedo negarme.
Así que continúe, continúe hasta que nos volvimos uno. Hasta llegar al orgasmo y terminar acostados en su cama, jadeando por el reciente acto. Ciel me abrazó y oculto su rostro entre mi hombro y cuello.
Y susurró en mi oreja:
—Siempre estuve consiente, te amo, Sebastián Michaelis—
Abrí los ojos como platos, no esperaba eso. Suspire triste, yo también correspondería a sus sentimientos si el matrimonio con Lady Elizabeth no fuera inminente.
Pero no quería dejar a Ciel, yo también lo amaba, pero no iba a decírselo, eso iba a empeorar las cosas. Y me limite a rodear su cintura con mis brazos y darle un pequeño beso en su cabello.
Sabía que todo en esa noche iba a acabar mal, ahora yo soy el que sufre.
—Sebastián, ¿en que piensas? — me pregunto un pequeño niño que estaba sentado al borde de la cama mientras lo vestía.
Levante mi vista y aprecié el lindo rostro del pequeño que sonreía, se parece mucho a su padre ahora que me doy cuenta.
—Nada importante, Joven Amo—conteste.
Ahora mi pequeño Ciel solo es un recuerdo.
—Te veo triste—dijo el niño con una mirada preocupada.
Ya ni se inmuta en mi existencia.
—No debes preocuparte, estoy bien— le dedique una falsa sonrisa para tranquilizarlo y terminar de vestirlo.
Te odio Ciel Phantomhive.
N/A: Me presento, soy nueva aquí y espero que les haya gustado mi fanfic, lo hice corriendo así que cualquier error o OOC es aceptado U.U.
No me costó escribirlo, lo hice de un punto de vista de Sebastían para que... nose... para joder...
Ojala que las haya gustado. Espero sus reviews ;D.
Bye!
