In memorian

Por Nochedeinvierno13


Disclaimer: Todo el universo de Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling.

Este fic participa del Reto Especial: "Toujours pur" del Foro "First Generation: The story before books".


I

Belvina Burke

Resignación

Despierta con la sangre corriéndole por entre los muslos, cálida e implacable, arrastrando consigo cualquier atisbo de vida concebido en su vientre. Sus manos se aferran a las sábanas blancas que, corrompidas por la tonalidad carmín que emana su cuerpo, prueban la infame realidad. La desesperación inunda su mirada, junto a las lágrimas que no pueden quedar retenidas, y comienza a gritar. De su garganta emanan alaridos desconsolados por esa niña que jamás podrá sostener en brazos.

«Antares. Su nombre iba a ser Antares —Belvina lo recuerda con un nudo en la garganta. Ella misma fue quien escogió el nombre, teniendo en cuenta la tradición familiar de nombrar a los vástagos en honor a una estrella o una constelación—. La quise desde el instante que la sentí moverse dentro de mi vientre.» No importa cuántos abortos naturales tenga que pasar, el sufrimiento siempre es el mismo. Belvina siempre lo siente igual; la esperanza desprendiéndose de su pecho como pétalos marchito, una mano de acero cerrando sus vías respiratorias y la sensación imbatible de que su cuerpo está maldito.

Tan maldito que no es capaz de concebir ni siquiera un átomo de vida.

Lo peor no es percibir a su hija alejándose poco a poco de su alcance. Lo peor es enfrentarse a la tempestad que viene después de la trágica pérdida: gritos, reproches y más lágrimas.

—El medimago vendrá tan pronto como le sea posible, pero no hay nada para remediar tu descuido —dice Herbert con voz fría como un témpano de hielo—. Abandona la idea de librarte de mí. Seguirás compartiendo mi lecho y cumplirás tus deberes como mi esposa.

Ella oculta su rostro en la almohada, y trata de no dejar ver la repugnancia que le producen las palabras de su esposo. No le gusta ser tratada como un objeto cuyo única función es proveer un heredero para la familia. «Los sangre puras no nos casamos por estar enamorados o con el fin de conocer el amor —fueron las palabras de Herbert cuando Belvina manifestó querer recibir un poco de cariño, un poco de atención—. Lo único que quiero de ti es un hijo que continúe con el apellido Burke, a quien pueda dejarle mis propiedades. Te dejaré en paz cuando vea a ese heredero nacer, no antes.»

—¿Algún día podrás sentir un poco de compasión, Herbert? ¿Tienes una piedra en el pecho en vez de un corazón?

—Quizás lo puedas saber algún día.

Herbert abandona la habitación. Una vez más demuestra lo poco que le importa ella, no hace el menor esfuerzo por ocultarlo, y Belvina no tiene otra alternativa que resignarse. Resignarse al círculo infinito que no parece tener fin. Las lágrimas siguen bajando por sus mejillas mientras observa el macabro espectáculo que la naturaleza orquesta para ella.

Un mar de sangre y sufrimiento.