Ni Glee ni sus personajes me pertenecen. Los tomaré prestado unos minutos.

Esto podría calificarse como un AU, pero muy soft. Es que solo de la historia original varía el final del último medio curso de la anterior temporada, en más y menos.

No tengo intenciones de seguirlo, pero si alguien tiene dudas o desea saber más me avisa y vemos si podemos plantear la perspectiva Quinn, que esta es la de Rachel.

Digamos que me entraron las ganas de escribir y lo hice. Pido perdón por errores o cualquier tipo de incoherencia literaria. Se aceptan criticas!

15 minutos

El gorrito amarillo le estaba dando algo de comezón. Debían ser los mechones de cabello sudado que apretaban contra su frente. Pero ella permanecía inmutable cumpliendo con los deberes que le había impuesto el jefe de turno como cada tarde. Sin perder el tiempo. Sin respirar siquiera. Esto era tan poco diva pero ¿no fue acaso Adam Smith, el padre de la economía, quien decía que es necesario romper con la rutina para que el hombre pueda desarrollar su historia personal y su carácter? Rachel Berry no era solo la capitana del Glee Club condenada al estrellato moderno de Broadway, también era una excelente estudiante de cualquier cosa. Ser simplemente excelente, ese era su objetivo. Hoy, ahora, era una excelente empleada de una cadena de comida rápida que le permitía ahorrar dinero y estar activa, además de engrosar su historial con uno de esos trabajos que se suelen mencionar en las entrevistas con Ellen Degeneres o Jay Leno.

"Rachel ¿es cierto que ha trabajado haciendo hamburguesas y sirviendo batidos?"

"Oh si… hacer batidos de fresa es mi segundo trabajo favorito… después de cantar."

Anecdótico, perfecto. Si. No se arrepentía de haber aceptado la idea de este trabajo. Además, su vida había cambiado desde hacia un tiempo así que le venia bien distraerse de vez en cuando. Un turno de 4 horas que le generaba dinero que iba guardando sistemáticamente para New York. El jefe entro a la cocina y se dirigió a ella con rapidez.

-Berry… hora del descanso…

-Pero…

-No, no, no – el hombre movió negativamente su dedo frente a ella – por muy descansada que aún estés es política de empresa, anda, sal un poco…

-Señor, con el debido respeto a las políticas de empresa sobre los empleados, las cuales encuentro apropiadas para la media de los subalternos, no siento que sea una política completamente conveniente para mi, solamente provoca que corte mi cadena de producción y pierda el ritmo, así que me permitiré saltarlo y continuar con mis labores hasta la hora de mi cierre diario…

Antes de que pudiera seguir con la hamburguesa, el joven encargado de área había arrastrado a Berry hasta la puerta trasera, abriéndola de par en par.

-Nada Berry… hoy no me superaras con tu discurso sobre etapas de producción, quien manda soy yo y te ordenó salir ahora, ve a pasear… tienes 15 minutos, ni 5 ni 10… ¡ah! – le puso una bolsa de cartón en las manos – ya que tienes tantas ganas de trabajar llévale al coche más a la derecha su pedido, te pidieron a ti – Rachel detuvo cualquier intento de silogismo – toma – le paso un café con leche – que aproveché…

Dejando a Rachel algo confusa se alejó. 15 minutos. Era como un siglo en tiempo Berry. 15 minutos de nada y con un café que no se bebería. Miró el pedido y lo que logró percibir eran 2 batidos de fresa y uno de chocolate. "¡No! No. No. ¡NO! No otra vez", se quejó mentalmente. Alguien le cogió el café de las manos y lo cambio por el vegano.

-Mejor así – dijo Sam – anda ve…

-Sam… ¿podrías hacerme un favor?

-Claro preciosa…

Sam era un buen amigo y la había ayudado a conseguir este trabajo, además que incluso algunas veces coincidían en horarios y Rachel lo pasaba mejor mirando su sonrisa cuando decidía sacar los ojos de las cajas de hamburguesas o de las batidoras industriales de fresa y chocolate.

-¿Llevarías este pedido por mí?

-No puedo salir Rach… lo siento…

"Mierda". Incapaz de decirlo en voz alta. Aunque su rostro reflejo cierto fastidio.

-¿…Pasa algo Rachel? – interrogó el chico.

-No –bufó – nada, supongo que no tengo más remedio que llevarles su pedido a Quinn, Santana y Brittany…

-Hem… pero – Sam titubeó intentando ver algo que la separación de la cocina y las mesas le impedían sin aparente resultado –…no, nada… olvídalo… ¿sabes qué? Solo ve y déjalo, vuélvete a la puerta lo antes posible ¿vale? Pero sal de una vez o el jefe se cabreará…

Sam tenía razón. Rachel salió rumbo al parking con decisión. Le dio un pequeño trago al café con leche de soja que estaba extremadamente dulce para su gusto, por lo cual lo trago rápidamente. El coche de Quinn estaba aparcado más a la derecha que los demás. El service a coche se solía hacer en la caseta del frente pero algunas veces, cuando las personas conocían a alguien del personal se podían tomar estas libertades. Era como una estrategia para mantener a todos contentos. Lastima que a veces podía ser una enorme desventaja. Como ahora.

Quinn y Rachel habían tenido hasta el último medio curso una relación estupenda. Pero luego del accidente de Quinn las cosas habían cambiado. Se habían distanciado. Lejos quedaba el abrazo consolador que Quinn le había dado al volver al McKinley. Lejos. Como su apoyo, como su preocupación. Había vuelto a caminar y ni siquiera había tenido la consideración de contárselo. Se entero como todos, al mismo tiempo. No es que no se alegrara, es que Quinn significaba mucho para ella y ahora, las últimas semanas, no solo estaba distante sino agresiva. Cuando rompió con Finn al decirle que no se casaría porque era evidente para todo el mundo, y ahora para ella, que sus destinos iban por caminos opuestos pensó que aquello haría sentir agradada a la rubia pero por el contrario, su distancia se acrecentó. Y cuando hacia 3 noches había aparecido secundada de Britt y Santana, para mofarse de su atuendo y su gorrito amarillo, supo que aquello estaba perdido para siempre. No la comprendía. No las comprendía. También creía que Santana y ella eran amigas pero quizás no. Ambas, Quinn y Santana se divirtieron humillándola. No Britt que por el contrario le hizo algunos cumplidos por su atuendo y el batido de fresa que le había llevado. Y aquí estaba de nuevo, camino a la discordia eterna. Maldito status escolar.

El vehículo estaba silencioso y a oscuras. Rachel dudo al acercarse más. Quizás estuvieran por gastarle alguna broma de mal gusto. No sabia si la martirizaba más la broma o que Quinn la oficiara. Su relación con la capitana había transcurrido etapas de amor-odio que la volvieron más vulnerable que cualquier otra de sus relaciones con nadie. Incluso la habían confundido al punto de sentirse, platónicamente, más unida a Quinn que a nadie. En el coche no había movimiento alguno. Quizás no fuera ninguna broma pero estaría prevenida. Una luz se encendió en el sitio del conductor y Quinn Fabray, una solitaria Quinn Fabray, abrió la puerta del acompañante, ocasión que Rachel aprovechó para entregar su pedido. Quinn lo hizo a un lado.

-Entra – dijo seriamente.

-¿Qué…? ¿Para qué?

Quinn meneó la cabeza con frustración.

-Solo entra – su voz rebatió ansiosa y Rachel hizo un mohín de duda – por favor – agregó.

La morena no pudo negarse al tono lastimero de la voz de Quinn cuando le pidió, casi como si estuviera humillándose, como si fuera más bien un ruego, un poco de su parte. Entró preguntándose si no estaba loca. Quinn apagó la luz que había encendido. Ambas permanecieron en silencio por los próximos 10 segundos. Hasta que Rachel no soportó más. Quinn no solo no le hablaba sino que ni siquiera la miraba.

-¿Qué sucede Quinn? ¿Qué es lo que quieres?

-Por favor Rach… - "¿Otra vez Rach?" – no hables, necesito decirte algo pero no hables…

Rachel se quedo callada, entre desconcertada por la amabilidad de Quinn a pesar de su distancia, entre curiosa por lo que fuera a decir. Pero Quinn permanecía silenciosa mirando al frente y a veces por el retrovisor. Sin pestañear. Solo observaba y respiraba. No decía nada ni importante ni no. Rachel empezaba a perder la paciencia

-¿Quinn…? ¿Dónde están Britt y Santana? – tanto silencio la hacían sospechar y porqué miraba por tanto hacia afuera, porqué evitaba a toda costa mirarla a ella.

-No vinieron, solo estoy yo…

-¿Y entonces?

-¿Qué?

-¿Cómo que qué? ¿Qué hago aquí? ¿Qué quieres de mi Quinn…? – Quinn hizo una mueca de duda y permaneció en silencio, apenas podía oírsela respirar y tragar saliva, pestañó severamente como si sus ojos recuperaran el tiempo perdido – Quinn… por favor… solo tengo 15 minutos, este es mi único descanso…

-Ya…

-Pues dime algo ¿no?

-Ya…

-¿Entonces?

-Solo quería hablar contigo – pero sé quedaba en silencio y ni siquiera la miraba.

-¿Hablar? Esto es una broma ¿verdad? –Quinn la miró con desconcierto – ahora aparecerá Santana y me lanzará batidos y tú tomaras fotos para subirlas a twitter …

-¿Pero qué rayos estas diciendo? – la rubia trataba de frenar el impulso vocal de Rachel pero una Berry es difícil de callar.

-Es algo muy típico tuyo… -continuó diciendo sin prestarle demasiada atención a la tensión de la porrista – de la Quinn de siempre – la rubia expresó su desencanto con una mueca torcida – ¿me negaras que la Quinn perra está de visita?

-Cállate Berry, no te atrevas…

-Me atrevo, tú ya no me asustas… bromas y humillaciones como la del otro día, y todo por satisfacer tu reciente readquirida necesidad de molestarme para sentir el poder de pisotear al eslabón débil, cual señor feudal…

-Cállate Berry… te pedí que te callaras, ¿no puedes ni siquiera una vez?, nunca entiendes nada…

-¿Qué no entiendo? ¿Que juegas conmigo como si fuera tu marioneta? Rachel te odio, Rachel eres mi amiga… Rachel tú no perteneces aquí… Rachel somos algo así como amigas… Rachel no te cases… Rachel no es tu culpa…

-¡CALLATE BERRY! – Quinn perdía la paciencia, su cara estaba roja y su expresión se desmesuraba por la forma abrupta en que respiraba – o te callas o… - pero Rachel no podía contenerse, se sentía frustrada.

-¿O qué? No me calló nada… Oh Rachel – fingió voz irónica - ¿de donde has sacado ese mono amarillo tan chulo? Así me compró uno igual, jajaja – fingió una risita y Quinn sentía que el corazón y la voluntad estaban por explotarle, no podía respirar a pesar del esfuerzo que hacia, "¡Cállate, no me obligues a callarte!", amenazó sobre el discurso de la otra que no se dio por enterada – y ahora para terminar te atreves a exigirme que entre a tu coche y me quede callada, ¿quién demonios te piensas que eres Quinn Fabray para que yo pierda mi valioso tiempo aquí contig…?

No logro decir nada más. Antes de desperdiciar otro apremiante segundo escuchando a Rachel Berry acusándola y con razón, Quinn había cruzado los apenas 50 centímetros que las distanciaban y estaba besándola con intensidad. Rachel aun permanecía con los ojos abiertos de par en par mientras los labios de Quinn saboreaban los suyos abiertamente. La estaba besando. Quinn la besaba. Sentía una hoguera en el pecho. Segundos más y no se pudo resistir a responder. El cuerpo entero le enviaba señales eléctricas que se extendían por todas partes. La forma en la que Rachel respondía al beso hacia que la rubia se envalentonará y se pusiera más vehemente.

-Solo quería hablar contigo, ser dulce pero eres desesperante… desesperante… tienes que hablar y hablar – Quinn explicaba un incongruente argumento para su reacción aunque Rachel Berry no tenía ahora mismo ninguna queja.

Quinn desabrochó su cinturón y quedó a horcajadas de Rachel. Las manos de ésta se aferraron con naturalidad al trasero de Quinn, ese precioso trasero que ella en su carácter de admiradora de la belleza humana había más que admirado alguna vez. Gimió cuando la lengua de Quinn invadió su boca y acarició la suya sin piedad.

-Eres desesperante Berry, desesperante – murmuró contra su boca – no puedo contigo, me vuelves loca – Rachel la apretó más contra ella y la rubia acarició sus pechos por sobre la camiseta – eres frustrante, desesperante – siguió – no puedo oírte hablar sin querer comerte la boca…

-Oh – Rachel no acertaba a decir nada más elocuente, estaba totalmente rendida.

Solo había hecho el amor una vez con Finn y no se había parecido nada a esto. Hoy estaba realmente necesitada, desde el primer toque de los labios de Quinn sentía que su intimidad ardía y se mojaba vigorosamente. La deseaba, deseaba a Quinn de infinitas maneras. Se sentía incluso sexual, como si se hubiera despertado de un letargo y de repente recordará todo el Kamasutra de memoria, y todo eso quisiera hacerlo con la rubia que colaba las manos debajo de su camiseta y le pellizcaba los pezones erectos. Quinn le quitó el gorro y la camiseta y besó su cuello mientras seguía atacando sus pechos con ambas manos. Si no fuera porque Rachel estaba totalmente de acuerdo con lo que estaba sucediendo podía verse casi como un abuso de poder. Pero no, Rachel moriría si Quinn dejaba de tocarla.

-Dios… hueles tan bien… me gusta el sabor a sal de tu sudor – susurró en su oído.

Rachel consiguió hilar una débil frase en respuesta, una reveladora frase.

-También suelo sudar cada mañana en mi elíptica… - "¿la que habla soy yo?".

Quinn se estremeció y comenzó a mover su pelvis contra la morena que no acertaba ahora más que a gemir. Las manos de la rubia encontraron el botón y el cierre de su pantalón y ella la ayudó a llegar donde quería levantándose levemente para que pudiera deslizarse bajo sus bragas. ¿Cómo fue que Quinn pasó de ser Quinn a ser Quinn enredada a ella tan íntimamente? Todo pasaba demasiado rápido. Tanto que cada vez que las caricias de Quinn la hacían cerrar los ojos tenia miedo de abrirlos y descubrir que había sufrido algún tipo de contusión y estaba delirando. Pero el peso, el perfume, la piel, el roce y la voz de Quinn eran demasiado realistas.

-Oh Rach… - a Rachel oír la versión más dulce de la voz de Quinn, esa que solo parecía oír cuando cantaba, le pareció entre dulce y excitante – estás tan mojada…

Acarició su clítoris con fuerza y Rachel sentía que todas las estrellas se reproducían en la oscuridad si cerraba los ojos. Su cuerpo la abandonaba y se entregaba al desenfreno de Quinn.

-¿Me quieres dentro verdad? – Quinn susurraba en su oído con superioridad- ¿quieres que te tome? Dímelo, por favor – suplicó.

La bipolaridad del discurso de la rubia la destrozaba placenteramente. Rachel reunió aire y fuerzas para no gritarlo.

-Si… oh siiiiiii – fue lo único que acertó a decir antes de que Quinn Fabray, la espectacular capitana de las porristas, su némesis, su amiga, su atormentadora compañera, le introdujera dos dedos y luego al ver que podía más, un tercero, comenzando una danza de empujones que la hacían desfallecer. Quinn Fabray, la Quinn Fabray de lo más alto de la escala social estaba haciéndola su mujer y murmurando gemidos contra su oreja. Podía sentir como Quinn se aferraba al movimiento con su cadera mientras temblaba. No dudo ni un segundo en introducir su mano por debajo de la falda de la rubia la cual dio un respingo.

En aquella postura y con el fuego del clímax en las entrañas, Rachel Berry, la perdedora, la incomprendida, la inexperta Rachel Berry hizo suya a la capitana de las porristas, a la mujer de los sueños de muchos (incluso a veces de los suyos cuando se lo permitía admitir, es decir, a partir de esta noche). Ambas se movían intempestivamente y Rachel resolvió deshacer los dos primeros botones de la camisa de Quinn con su mano libre y dar besos húmedos en su escote. Todo lo hacia porque lo necesitaba. Por instinto. Iba a llegar, por fin comprendía exactamente lo que eso significaba. Llegaba inevitablemente a lo más alto. Y Quinn, su Quinn por estos minutos, no estaba lejos de terminar tampoco.

-Me desesperas Berry – dijo mordiéndole los labios mientras apretaba sus dedos con fuerza encerrándola dentro y provocando que el espasmo de Rachel creciera y quemara como lava ardiente haciéndola gritar el nombre de la rubia, la cual gimió y antes de morder su cuello agregó – me desespera que me gustes tanto… me gustas – repitió tímidamente confirmando que Rachel no había oído mal. Tímida por 2 segundos nada más.

El cuerpo de ambas se tensó al mismo momento y para Rachel fue como si un millón de esas estrellas que vagaban en estos precisos momentos por la oscuridad de sus ojos cerrados cayeran inertes sobre su cuerpo. Un millar de estallidos de luz. Un millar de indecisiones pasadas olvidadas, un millar de cosas por resolver pendientes. Pero un millar de sensaciones que su cuerpo no podía reprimir y anulaban cualquier otro intento de ser racional. Un leve segundo de perdida de consciencia literal, todo se puso oscuro y cuando logró respirar de nuevo, Quinn estaba frente a ella con los ojos cerrados y el cuerpo aun tenso. Un instinto nuevo y protector le despertó aquel sentido primer orgasmo. La tomó con su brazo libre mientras parecía derretirse y le besó suavemente las mejillas y los labios. Como si fuera una muñeca preciosa y frágil. Con una devoción infinita que ni siquiera sabia que le tenia.

Quinn reposó su frente en el hombro de Rachel y sollozó suavemente mientras su cuerpo temblaba. A Rachel Berry le hervía la sangre y le latía el corazón pensando en que ella provocaba eso en Quinn, ella era la dueña de esas sacudidas. Un pequeño ósculo en su hombro fueron el epilogo del orgasmo de Quinn, un jadeo y un suspiro lo coronaron. Rachel volvió los ojos al cabo de unos segundos y encontró la mirada aturdida de Quinn contra la de ella.

Gesticuló para decirle algo pero las palabras la habían abandonado. Así en esta pose, aun una dentro de la otra luego de haberse regalado tanto placer y revelado tanta verdad discretamente oculta. Se miraron profundamente como nunca antes se habían visto, como desde siempre se habían mirado. Conscientes. Lentamente, la rubia retiró su actitud posesiva saliendo de Rachel, y ésta la imito. Quinn liberada de esa posesión parecía empezar a tomar conciencia de lo que acababa de suceder, su rostro se fue angustiando.

Tragó saliva antes de poder decir algo.

-Lo siento… Rachel, perdóname… yo… me deje llevar… no debí abordarte así… estaba… lo siento – bajo la mirada apenada, preocupada, temerosa quizás de que Rachel quizás la acusara de haberla besado sin su consentimiento. Entre otras cosas.

-Quinn – la morena la llamó suavemente – Quinn… - finalmente la chica levantó sus ojos - ¿me has visto incomoda con esta situación?

-No pero…

-Shhh – Rachel puso sus dedos en los labios de la rubia – no, lo deseaba igual que tú… yo – se sonrojó – yo suelo ser desesperante pero nunca creí que pudiera deparar algo tan… intenso…

Quinn se sonrojó y escondió el rostro en el cuello de Rachel.

-Lo siento…

-No te arrepientas – Rachel la miro con pena – por favor…

-No lo hago – le sostuvo la mirada todo lo que pudo y luego se dejo caer en su asiento con lentitud – hicimos el amor Rach, ¿cómo podría?

Había tanto que hablar detrás de esa frase y tan poco tiempo. A Rachel el reloj le indicaba que los 15 minutos habían acabado hacia 3 y debía volver cuanto antes al trabajo. Pero no quería irse, quería tomarse todos los 15 minutos que no había descansado en los últimos 4 días y quedarse aquí, con Quinn. No quería desprenderse de esa acción impulsiva, quizás por miedo a que terminara tan abruptamente que ella no pudiera conciliar si fue real o solo un sueño. Pasada la primera ola de timidez y vergüenza, Quinn la observaba desde de su asiento sin reparos, como si deseara tragársela con la mirada pero con la ligera distancia propia de la capitana. El cuento estaba terminando. Y ahora Rachel, esa Rachel que había salido desdeñando tener que acercarse a este coche no quería salir de él por no romper el hechizo que las había consumido cuando los besos de Quinn le impidieron seguir hablando.

Quinn debió notar su ligera inquietud porque le pasó un dedo por la mejilla derecha y la acarició luego, lentamente, como amparándola.

-¿A qué hora sales de aquí hoy?

-En una hora – contestó rápidamente la morena.

-Pasaré a recogerte… si te parece bien…

Rachel sonrió.

-Por supuesto… pero… ¿no deberías ir con Santana y Britt? – agregó señalando con la cabeza el pedido que descansaba en el asiento del acompañante.

Quinn suspiró. Se acomodó un poco el cabello con la mano derecha.

-Si… pero volveré a tiempo, estaré aquí… quisiera… llevarte a casa…

-Claro – Rachel sonrió con suavidad y sus manos actuaron en soledad, lejos de sus pensamientos cuando aprovechando los botones aun desabrochados de Quinn delineó la curvatura de ambos pechos. Se sorprendió a si misma con este gesto tan impropio de Rachel Berry. Nunca había sentido tanta necesidad sobre un cuerpo como ahora, y esos dos preciosos pechos estaban tentándola continuamente. Se mordió el labio y cuando Quinn jadeó fue consciente de que sus manos estaban acariciándolos más agresivamente, para disimular abrochó los botones – hem… mejor así – dijo provocando que la rubia riera encantada.

-Vuelve al trabajo y vuelve aquí en una hora – le dijo Quinn dándole un pequeño beso en los labios que Rachel tuvo que resistirse para no profundizar. Se puso su camiseta y tomó el gorrito característico de la empresa antes de salir.

Dejo el coche sin mirar atrás. No puedo ver como una Quinn Fabray olía sus dedos con el pulso acelerado durante unos segundos y la mirada perdida en su interior. Luego salía sonriente rumbo a casa de sus amigas. Rachel caminaba y lanzaba el café ya tibio en una papelera. No miraba atrás para no volver corriendo y montarse en el coche, sobre Quinn Fabray en lo posible. Su primer orgasmo, su primera vez con una chica, su primera vez en un coche en un estacionamiento casi vacío, su primera vez con una chica y no cualquier chica, su primera vez con Quinn. Su primer descanso en una semana. No dudaría en tomar ninguno más en los próximos días. La promesa de caricias pagaba demasiado bien.

La puerta ya estaba cerca cuando la asaltaron los últimos pensamientos antes de la rutina de la última hora, rutina que sabía sería mucho menos fácil ahora con el perfume de Quinn invadiéndole los sentidos. Ahora entendía muchas cosas, entendía por qué el interés de Quinn por ella, porqué su indiferencia anterior, incluso porqué su distancia estos días. Se entendía a ella misma, entendía por qué le costaba tanto estar con Finn, porqué había roto con él con alivio, porqué en todos estos años no paraba de buscar y pensar en Quinn. Su corazón en medio del orgasmo le había expresado que hacia demasiado le pertenecía a la rubia que ahora se apostaba dentro de ella como la vencedora. Su vencedora, su Quinn.

Abrió la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y el jefe apareció encantado frente a ella.

-20 minutos Berry… un record personal… así me gusta y parece que lo has disfrutado por tu cara de alegría, anda, higienízate y ponte a trabajar, hoy te iras a la misma hora, no tienes que recuperar nada del tiempo extra – dijo yéndose a cumplir con otras de sus tareas.

Sam se acercó y le preguntó ¿Qué tal? Pero Rachel tenia demasiado entusiasmo para contestar así que lo abrazó riendo y se fue al sector de higiene y directa al trabajo. Sam vio el chupetón en su cuello y no necesitó más respuestas. Recordó como él mismo le había advertido a Quinn que se animará. La había encontrado vigilando a Rachel en muchas ocasiones y aunque la rubia había intentado confundirlo, él la conocía demasiado. Ayer la había visto en un rincón perdido del local con un refresco mirando fijamente el movimiento en la cocina. Con la excusa de otro refresco, se había acercado.

-Deberías dejar de mirar y actuar… si no quieres que un día termine saliendo de la mano con un tío con un gorrito amarillo igual que el mío – le dijo señalando su visera – no querrás eso para Rachel ¿verdad?

Quinn lo miró alejarse y dejo pasar toda una noche para hacerle caso. Hoy la vio también sentada, controlando. El pedido era un farol para acercarse a la morena. "Bien hecho rubia".

-Rachel – se acercó a la chica - ¿necesitas que te lleve hoy?

La morena titubeó pero con la naturalidad propia de una actriz salió del paso rápidamente.

-¿Hoy? No, no, gracias, me buscaran… - se giró y siguió con su tarea de montar hamburguesas.

"Bien hecho". Sacó su móvil y envió un mensaje a su novia. "Paso por allí luego del trabajo, amor. Te quiero". La respuesta le llegó en forma de carita feliz y una frase. "Yo también te quiero". No miro atrás para seguir a Rachel con la mirada cuando salieron por no ponerla incomoda pero había visto el coche de Quinn estacionado en una de las calles laterales.

Rachel encontró en la penumbra el manillar de la puerta pero antes de que pudiera abrirla una mano cálida y suave tomó la suya y abrió la puerta. Lejos de asustarse conocía perfectamente ese toque y le sonrió a una Quinn Fabray que aprovechó la oscuridad para besarla dulcemente antes de dejarla entrar y cerrar la puerta. Encendió el motor y puso rumbo a casa de la morena.

-Hoy mis padres no están, se han ido de viaje unos días – Rachel lo dijo con tanta indiferencia que resulto demasiado fingido.

Quinn pilló la indirecta de inmediato y sonrió con sorna al retrovisor. Afuera el cielo anunciaba el comienzo de una tormenta eléctrica.

-¿No tendrás miedo de los truenos verdad?

Rachel le siguió el juego.

-Quizás…

-En ese caso debería acompañarte, no sería propio de una chica de buena educación dejar sola a una mujer tan preciosa en medio de una tormenta…

La había llamado mujer y preciosa, y se quedaría con ella esa noche. Rachel estaba exultante. Quinn aprovechó el semáforo para llamar a casa y en 4 frases le aviso a su madre que como era viernes dormiría en casa de su amiga Rachel que estaba sola y así podrían ponerse al día. Por supuesto que Judy Fabray no contradijo a su hija porque adoraba a Rachel Berry desde el día que se había quedado con ella en el hospital cuando el accidente de Quinn.

El camino siguió en silencio. Eran otros 15 minutos como los primeros, solo que las caricias y los besos se reproducían mentalmente esperando la llegada a casa. Una cosa era segura para Rachel, si que se pondrían al día. Quinn solamente contaba millas atrás para cerrar la puerta de la casa de Berry y desnudarla. Un silencio cómodo y apenas roto por los sonidos del coche, las respiraciones y la tormenta que se acercaba. Rachel aprovechó el movimiento en la palanca de cambio de Quinn para apoyar su mano sobre la ella. Un semáforo interrumpió la caricia y el silencio se hizo demasiado pesado para Quinn, evidentemente.

-Rach…

-¿Si?

-¿Usas la elíptica también los sábados?

Quinn puso el coche en marcha otra vez. Rachel sonrió picara.

-Tú también me gustas… - contestó.


y ya esta! que rápido! XD descuarticen lo que quieran! XD