Hola! Esta es la primera parte de lo que antes iba a ser un one-shot y que ahora se volvió un two-shot, sólo espero que no se termine volvien three-shot xD. Espero que les guste, creo que la temática es algo simple y común, o sea, no considero que tenga nada original, pero fue divertido de escribir, por eso mismo lo quiero compartir con ustedes.
Disclaimer: Beyblade no me pertenece, es de Takao Aoki.
Advertencias: Lemon, puede haber un poco de discriminación racial –con lo cual no estoy de acuerdo, pero el malvado narrador sí–, menciones de prostitución y promiscuidad, y quizá otros detalles insignificantes. Lean con tranquilidad…
– – –
Dos por uno son… ¿tres?
Parte I: Presentaciones
Me llamo Yuriy Ivanov, tengo 27 años, nací en Rusia, pero hace más de 7 años que vivo aquí en el emporio mundial del capitalismo, o sea, en Estados Unidos. Al principio admito que me fue difícil establecerme, pero como viajé con mi mejor amigo, Bryan Kuznetsov, pudimos establecernos en una zona de Nueva York donde la mayoría son inmigrantes que buscan una salida económica. Tras conseguir varios trabajos pude comprarme un departamento en el mismo barrio, mientras que mi amigo pudo alquilar uno en el mismo edificio, por lo que somos vecinos ahora.
También pude comprarme una moto, sobre la que estoy montado en este momento. Odio usar casco, por que siempre tardo mucho en peinarme y el maldito casco destroza mi cabello pelirrojo, pero después de haber tenido mi último accidente automovilístico, me decidí a replegar un poco mi vanidad. Después de todo, ya de por sí soy irresistible. Con mis ojos celestes como el cielo, mis tez blanca perfecta, porque los rayos del sol nunca me han quemado, un cuerpo normal pero atlético, más este cabello pelirrojo, admito que soy un ser poco común en este mundo tan corriente. ¡Pero qué bah! ¿Para qué mentir? Soy irresistible, ningún hombre se resistiría a acostarse conmigo.
Oh, sí, lean y lloren nenas. Soy homosexual declarado desde que tenía 13 años, no soy heterosexual, ni bisexual, soy homo, soy gay, soy esto, soy aquello. Pero sobre todo soy superior. Muchos me hallan arrogante, vanidoso, egocéntrico, incluso afirman que me amo a mí mismo, pero no es verdad. Todos los que piensan eso no son más que gente envidiosa que no soporta la idea de que estoy por encima de ellos o que ellos son inferiores a mí. Mmm… quizá haya algo en lo que me sienta inferior.
Desde hace dos años que trabajo en industrias BioVolt, una gran compañía a nivel mundial, perteneciente a Voltaire Hiwatari, que administra todo desde su sede central en Japón, y dirigida por el segundo socio fundador que es su nieto Kai Hiwatari, que dirige la segunda sede más importante en el mundo que se encuentra en Estados Unidos. Casualmente éste último no sólo es homosexual, sino que es mi jefe y yo soy su secretario personal. Qué casualidad, ¿no? Ja, no tanta. Sólo fue gracias a mi encanto que, aunque buscando un inocente trabajo para subsistir, pude ser aceptado como el secretario de ese hombre "infartante". Pues desde que lo vi en la audición me pareció misterioso, atractivo e incluso un poco violento y con mal carácter. En pocas palabras, mi tipo de hombre. Pero no me le tiré encima como una burda perra, si es lo que piensan. No, no, no… yo esperé pacientemente hasta que llegara el día en que el sujeto se deshiciera por mí, como han hecho muchos hombres en todo este país.
Así, con entusiasmo, indirectas y mi actitud de "no me tocarías ni un pelo", hace un año que me convertí en el amante de Kai Hiwatari, mi jefe. Si bien confieso que al principio me sentía muy intimidado hacia él, porque tiene una actitud muy avasallante, e incluso ahora me hace estremecer cuando me mira con esa lujuria tan grande que se trasluce en sus ojos. Sin embargo hice mi mejor esfuerzo por ser un chico difícil, aunque él me dominara rápidamente. Pero no importa, logré mi cometido y realmente el tipo es muy bueno como para quejarme, en el fondo me trata bastante bien, tanto en el sexo como en el trabajo, aunque nos peleemos algunas veces…
—Diez minutos tarde, Ivanov —escuché su voz a mi espalda.
Había entrado al estacionamiento subterráneo de la empresa para comenzar mi primer día de trabajo después de mis vacaciones en Rio de Janeiro, pagadas por Kai vale aclarar. Estacioné la moto en el mismo lugar de siempre, y caminaba hacia el ascensor que me llevaría al último piso, es decir, al tercer piso, donde está la oficina donde trabajo, cuando escuché su voz tan varonil y prepotente.
—Sólo son diez minutos… Descuéntelo de mi sueldo, Hiwatari —le contesté mientras me cruzaba de brazos y lo miraba con una sonrisa, muchos dirían que es de arrogancia, pero no es así, así sonrío yo.
—Eres un insolente, se nota que te pago bien —me dijo con su tono altanero mientras pasaba a mi lado y me miraba el trasero como si quisiera partirme al medio en ese momento. Yo sólo regresé mi vista al frente y fingí no haber notado su mirada. Sin embargo cuando estaba a punto de subir al elevador, vi como era mi jefe quien se metía primero y apretaba el botón.
— ¡Hey! ¡Espérame! —le grité olvidándome de tratarlo con el respeto que uno le confiere a un superior, pero la reja se cerró y no me dejó entrar.
—Por llegar tarde, Ivanov —me dijo con una sonrisa de superioridad y pronto las puertas se cerraron definitivamente y vi como el aparato subía acompañado del sonido del motor del mismo.
— ¡Hiwatari! —grité desde abajo, aunque sé bien que no me escucha y sé que sí descontará los diez minutos del suelo. A veces creo que pagué un precio muy alto por la atracción sexual. ¿Ahora ven en qué me siento inferior? Pero bueno… me cae bien de todos modos, y es que así es él.
Oh, sí, así es Kai Hiwatari, el magnate de todo este mundo capitalizado y uno de los seres más ricos de la tierra. Tiene 30 años, es alto, fornido, con músculos bastante marcados sin llegar a ser exuberantes y dando la completa impresión de ser ciento por ciento naturales, tez un poco más banca que la mía, nada más opacada por dos tatuajes en su hermoso rostro. Dos rayas azules cuyo significado olvidé, pero combinan perfectamente con su cabello de dos tonos de azul. Se nota que gasta en tintura lo que yo gasto en gel para el cabello. Nació en Rusia en circunstancias que no recuerdo muy bien, sólo sé que su madre es rusa y falleció al momento de darle a luz; pero vivió en Japón durante veinte años, con su padre y abuelo, el primero murió en un viaje en avión. Hace muchos años viajó por todo el mundo y conoció grandes lugares, y desde hace cinco años que vive aquí en Estados Unidos. En pocas palabras, el sujeto tiene tres nacionalidades: rusa, japonesa y estadounidense. ¿Pueden creer que ni eso le falta a este sujeto? En fin, Kai es un tipo perfecto se lo mire por donde se lo mire.
Inclusive ese carácter espantoso que tiene le hace atractivo. Es altanero, egocéntrico, pedante, bruto físicamente, tan varonil que pocos sospecharían su orientación sexual, salvo los que somos de su misma vereda. Admito que este sujeto me ha dominado en muchos sentidos de la palabra, si bien es mi jefe y debo acatar todas sus órdenes, muchas veces le he negado peticiones y criticado otras decisiones. Si bien hemos discutido tan fuerte que al día siguiente me sorprendía no tener el papel de despido en mi escritorio, siempre hace su voluntad. Pasa por encima de la gente, no le importa mucho perjudicar el negocio de los demás con tal de llevar a cabo sus objetivos. Quizá suene masoquista, pero todo eso me atrae de él. Siempre me han atraído los hombres que me puedan dominar fácilmente, pero es muy difícil encontrarlos, tengo un carácter bastante parecido al de Hiwatari. Sólo que el de él es más fuerte inclusive, me siento un poco inferior a su lado, pero eso es lo que me encanta. Sentir la adrenalina cada vez que estoy a su lado, cada vez que estoy a solas con él.
Pero hoy eso no va a pasar. Bajé anoche del avión y hoy estoy aquí trabajando sólo porque él me lo pidió como una suerte de "orden del jefe". ¿Acaso tanto me extrañó? No lo creo, sólo quiere fastidiarme, como siempre hace. Pues yo también puedo fastidiarlo a él y verá que sí puedo negarme realmente a hacer su voluntad, ya veremos qué piensa de mí después de hoy, porque lo conozco bien y como mi turno es bastante extenso, sé que me querrá llevar a su escritorio o al sillón en cuento pueda, pero no se lo permitiré. Me vengaré por haberme fastidiado.
Mi escritorio es una recepción, prácticamente. Puesto que está ubicado en una especie de gran sala, con dos sillones pequeños y una mesa ratona que se debe bordear para llegar a mi humilde mesa, donde hay nada más que una computadora, un teléfono, un celular corporativo –que pertenece a quien ocupe mi puesto– y muchos cajones con muchos papeles, la mayoría archivos necesarios para la empresa, otros son simples tarjetas o petitorios que mi jefe ignora olímpicamente. A mi derecha, o sea, a la derecha del mueble, hay una puerta de madera muy cara con adornos exquisitos, digna del presidente de la nación, que da al despacho de mi jefe y dueño de la empresa, Kai Hiwatari. Por ende, todos los que deseen verlo deben pasar antes por mí y si el sujeto no está en la lista que Kai me deja todos los días dentro de uno de cajones, debo comunicarme con él y preguntarle si lo dejo pasar o no.
Es un trabajo típico de secretario, archivar, organizar, realizar la agenda correctamente, ubicar las cuentas para pagarlas, recibir los impuestos y comunicarlos a Kai y el contador, en fin no es mucha ciencia. La única diferencia que tengo con los demás administrativos de la empresa, es que trabajo directamente para la cabeza, todo pasa por mí –y no sean malpensados, me refiero a asuntos que conciernen a BioVolt– inclusive algunas propuestas que tiene Voltaire para su nieto, yo recibo las propuestas en su lugar y se las comunico después. Más allá de todo, también admito que soy bastante querido por los demás empleados.
Todos me saludaron cálidamente, inclusive Sergei, el director del área de seguridad que cumple la función directa de guardia por las mañanas, e Ivan, el contador. Curiosamente, ellos son con los que mejor me llevo, ¿tendrá algo que ver el hecho de que sean rusos también? Puede ser, puesto que ellos fueron traídos directamente a pedido del nieto de Voltaire, quien estaba acostumbrado a tratar con ellos. Los demás trabajadores me saludaron con efusividad, parece que Kai ha estado de muy mal humor los días que me fui y son los pobres inferiores quienes deben tratar con él. Es que soy el único que sabe tratar a ese tipo, su actitud es poco aceptada por el resto, por ese mismo motivo creo que me hizo su secretario privado y no un secretario común y corriente como las muchas muchachas que tiene. O simplemente vio mi trasero y se sintió tentado. Ya sea por una razón u otra, soy yo quien debe lidiar con ese tipo siempre.
La mañana trascurrió tranquila, no vi a Kai en todo el rato y nadie acudió a su oficina. Por ello me dediqué a ordenar y organizar el desastre que había dejado mi reemplazo, con razón el jefe estaba más que molesto y anhelaba mi regreso. Pero ese no es mi problema, que haya puesto a un incompetente no es mi culpa, es su culpa.
A la hora del almuerzo, me junté con los demás empleados a tomar este receso. Allí ellos confirmaron mi sospecha de que Hiwatari había estado más irritable que de costumbre y que ya nadie lo soportaba, muchos manifestaron su alivio al verme de regreso. Si bien sé que algunos no me soportan, hasta ellos me agradecieron regresar. Finalmente la tarde se me hizo interminable.
No vi a Kai Hiwatari en todo el día, no podía creer que al final el sujeto no me haya ni dirigido la palabra directamente, puesto que sí me había hablado por el teléfono a la hora de almuerzo para decirme que fuera yo solo porque él tenía mucho trabajo. Yo le respondí con cortesía y él me dijo que lo arrogante no se me iba, ¡no entiendo a qué mierda le llama arrogancia! Me crispó los nervios pero me cortó antes de que le contestara algo. Después de ello casi no hablamos de otra cosa que no fuera negocios, pero por el teléfono. Así la noche fue cayendo lentamente sobre Nueva York. La luna se podía ver por el gran ventanal que posee mi espacio laboral. La ciudad está atestada de luces, sonidos y movimientos, incluso la cabeza me duele de tanto barullo, pero me gusta ver cómo las luces de la capital de lo sobrenatural se alzan el doble de fuertes que las luces naturales del cielo.
Dieron las ocho y media de la noche, mi turno debía llegar a su fin y el idiota de Kai sin señales de siquiera preocuparse por su amante. Por ello di un suspiro y coloqué todos los papeles en su lugar, y guardé los últimos archivos en la computadora antes de apagarla. Recién después que tuve todo en orden, en el gran orden que había perdido mi escritorio, y por ende la agenda personal de mi empleador, tomé la carpeta con los reportes que debía entregarle todos los días.
Entré en su oficina sin tocar la puerta, desde hace más de un año que no toco la puerta de esa sala antes de entrar. No vi a Hiwatari en ninguno de los sillones pequeños, tampoco en el gran sillón –todos de terciopelo bordó, en cuyo centro se hallaba una mesa de mármol con un vidrio arriba donde se realizan las reuniones con socios o inversionistas–, tampoco en su vasto escritorio. Por lo que dirigí mi vista a la gran puerta que daba al balcón. Allí lo encontré, apoyado en la baranda, fumando un puro, como hace todos los días antes de que todo el personal se vaya del lugar. Siempre le pregunté porqué esa manía de fumar sólo uno todos los días a la misma hora, a lo que me contestaba que le relajaba, entonces dejé de preguntarle.
Caminé hasta el escritorio, con mesada de vidrio y soportes de metal, donde yacía la computadora portátil de Kai. Iba a dejarle los papeles que vine a dejar y me iría a casa, simplemente no voy a dejarme hoy, estoy en cierta forma cansado por el viaje. En cuanto dejé los papeles sobre la mesa volví mí vista hacia el balcón, Kai estaba a punto de terminar su dichoso cigarrillo, pero no había volteado, por lo que supuse o bien que no me había visto o bien que me había ignorado y no tenía ganas de poseerme hoy. Espero que haya sido lo primero, odio que ser ignorado. Al notar la falta de atención, me dirigí a la puerta lentamente y sin hacer mucho ruido, cuando su voz me hizo detenerme a un metro de la misma.
— ¿No piensas siquiera saludarme, Ivanov? —era la voz ronca y grave de Hiwatari.
Me estremecí un poco, o simplemente me sobresalté, esa voz que tiene este hombre siempre causa que se me ericen los vellos de los brazos y creo que esta vez no será la excepción. A pesar de todas esas sensaciones que me embargaron, no voy a parecer un simple niñato que le encanta morder almohadas, ¿o si? Por esa misma razón me volteé y observé a Kai fijamente. Estaba parado en el umbral de la puerta del balcón, apoyado en la pared, con uno de sus brazos cruzados mientras que con la otra mano sostenía el cenicero.
—Tampoco me saludaste antes, Hiwatari —contesté sin inmutarme siquiera.
Él esbozó una suerte de sonrisa y dejó salir de sus labios un suspiro, si bien no cansado, sí casi nostálgico. Acto seguido, caminó un par de pasos, acercándose a mí y yo me quedé quieto donde estaba, no iba a salir corriendo como un niño asustado, de todos modos es mi jefe, no me da nada de miedo, sí debería de tenerle más respeto, pero admito que el hecho de haberme acostado con él me hace a veces perder la fina línea entre el la relación laborar y sentimental. Sin embargo, para Kai siempre las cosas fueron muy claras, él me trata como siempre y como creo que trata a todos sus empleados, la única diferencia es que me desea a mí y al resto no.
— ¿Te gustaron tus vacaciones? —me preguntó después de dejar el cenicero sobre el escritorio y caminar hacia mí más directamente.
—Sí, Rio no está nada mal —le respondí mientras me cruzaba de brazos y me apoyaba en la pared. Me sentí un poco más relajado, no sé si será porque el japonés suavizó su mirada o porque yo me tranquilicé.
— ¿Te gustó el hotel? —preguntó con arrogancia y se paró delante de mí. Tenía las manos en los bolsillos y parecía relajado, casi tanto como yo ahora.
—Muy buena atención, un hotel de cinco estrellas no está nada mal —comenté con una sonrisa. Era la verdad, él me pagó el hotel, el viaje e incluso me dio el sueldo antes para que pudiera ir con mayor libertad. No sé qué soy para Kai, pero de que me quiere en cierta forma, me quiere en cierta forma. — ¿Tratas así a todos tus amantes? —le pregunté con una sonrisa en el rostro.
— ¿Te consideras mi amante? —me dijo como una suerte de pregunta sin respuesta.
En ese instante lo vi a los ojos, esos orbes carmines que me miran tan fijamente y que esperan que me derrita en sus brazos y abra las piernas sumisamente, pero no lo lograrán. A mí no me tratará como al resto de sus amantes, yo no soy uno más y con Yuriy Ivanov nadie juega. Si bien reconozco que Kai me domina la mayor parte de las veces, no será esta vez. Estoy cansado por el viaje, no quería venir a trabajar hoy y tampoco me interesa tener sexo con él, ya tuve suficiente en Brasil.
Pero Hiwatari tenía otros planes y se le notaba en su mirar. Tan prepotente, tan soberbio, tan egocéntrico, tan masculino, tanto de tantas cosas que parece que es incluso un sexista que me trata como a un objeto. Creo que algo de masoquista tengo, me excita que me mire así, me gusta que sea tan dominante como es él, pero también tengo dignidad y no quiero tener nada con él hoy.
— ¿Me contestarás? ¿O me mirarás toda la noche? —preguntó de repente mientras alzaba su mano y la pasaba por mi cuello. Su tacto trasmitía seguridad, autoridad, incluso inspiraba respeto. No pude contestarle nada e incluso yendo contra mis propios deseos no le dije nada, no me negué a nada y dejé que siguiera bajando su mano por mi cuello, pasara a mi brazo y que me tomara la mano.
— ¿Me extrañaste? —volvió a hablar Hiwatari, ahora acercando sus labios a los míos y juntándolos suavemente, como una suerte de rose que buscaba sacarme de mi turbación. Y eso mismo logró.
Reaccioné y me vi casi aprisionado contra la pared, con Kai Hiwatari muy cerca de mi cuerpo y con sus labios bajando lentamente por mi cuello, chupando con la suavidad suficiente como para que no me quedaran marcas. Hasta en eso el muy idiota es atento, fue atento en mis vacaciones, cada detalle de todo estaba perfecto y siempre ha sido lo más cuidadoso conmigo, nunca me hizo doler, nunca me lastimó, jamás me obligó a nada. En cierta forma, él me obligaba a hacer su voluntad usando esa suerte de magia que me domina.
Me separé de él e intenté dar un paso hacia atrás, aunque la pared me lo impidió. Le miré con desafío, buscando que retrocediera, quería que entendiera que no podía hacer conmigo lo que se le plazca, pero no funcionó. Kai avanzó más y colocó su mano al lado de mi cabeza, como si buscara bloquearme el paso. Su otra mano seguía en el bolsillo de su pantalón y sus ojos se clavaron en los míos.
—Kai estoy cansado —le dije sin quitar mi mirada de la suya. —Hoy no quiero nada… quizá mañana…
Volteé en dirección a la puerta, aunque su brazo estaba de por medio, mas Kai lo quitó de inmediato, dejándome el camino libre. Di un paso hacia la puerta, aunque en mi interior ya se había encendido el deseo, las ansias de que me posea una noche más, pero no debía dejarlo traslucir. Sé que no fue por eso, sé que mi jefe no vio mis ganas directamente, pero igual me tomó de la muñeca y me hizo regresar a mi sitio, esta vez dándole la espalda a él y de cara a la pared. Oh, no… esto no está bien, no creo que… Kai lo haga… ¿o si?
— ¡Kai! —le grité demandando una explicación por su comportamiento.
—Yo sí te extrañé, pelirrojo —me susurró antes de lamer el lóbulo de mi oreja. No pude evitar que un suspiro saliera de mis labios. Creo que ignoraré mis principios y me entregaré a él… ¿pero qué estoy pensando? No haré eso, tengo dignidad.
—En serio, Hiwatari… Estoy cansado, no quiero —le dije con firmeza mientras intentaba zafarme del cuerpo del japonés que me arrinconaba contra la pared. Pese a todo esfuerzo, la mano que el hombre colocó alrededor de mi cintura y que se adentró en mi camisa, me hizo perder la fuerza para llevar a cabo tal acción.
— ¿Te cogieron mucho en Rio? —preguntó en un susurro con un tono tan malicioso que parecía veneno. Un sonrojo se dibujó en mis mejillas, pero no contesté. En cambio él dio una risita bastante ronca y siguió tocando mi pecho, levantando mi camisa en ese simple acto. —O cogiste mucho, ¿quizá? —siguió hablando ahora en tono un poco más burlón, pero que no dejaba de ser el mismo tono frío de siempre.
—Kai, déjame —le volví a decir, pero él me pellizcó un pezón con suma suavidad, lo que me hizo dar un suspiro.
No hice más intentos por escapar y negarle lo que yo también deseaba. Seguí dado suspiros conforme me seguía tocando los pezones con sumo cuidado, como si evitara lastimarme. En el fondo me estoy criticando, después de haber tenido a tantos hombres a mis pies el día anterior, ahora me veo sometido por este solo. Pero… ¿cómo negarle algo a mi jefe? ¿Cómo decirle que no cuando sentirlo dentro es el mayor placer del mundo? Simplemente no puedo, él me puede. ¡Al diablo la dignidad!
—Quiero saber qué tanto aprendiste en Rio —dijo de repente y deslizó su mano por mi pantalón. Tocó mi entrepierna por encima de la prenda, notando que ya estaba bastante abultado en esa zona. Presionó suavemente y me hizo dar una suerte de gemido, casi siempre hacía lo mismo: le encantaba escucharme gemir antes de comenzar cualquier cosa y como lo conozco estoy casi predispuesto a gemir un poco antes.
Con su mano libre comenzó a desabrochar mi cinturón negro, después siguió con los botones del pantalón y me bajó el cierre del mismo; todo sin dejar de acariciarme entre las piernas por sobre la ropa. Lo siguiente que sentí fue como su mano se alejaba de mí y cómo mi prenda era bajada hasta las rodillas. Sentí un poco de frío, por la corriente de aire que entraba por la puerta entreabierta del balcón, mas muy pronto esa sensación desapareció. Sentir el frío chocando contra mi cuerpo ya caliente me provocó mucha más excitación que antes.
Las manos de Kai pasaban por encima de mi bóxer, mientras yo sólo cerraba los ojos y apretaba fuerte los puños con tal de no emitir tantos gemidos. Quizá mi mente no tanto, pero mi cuerpo extrañaba a Hiwatari, igualmente no voy a admitirlo jamás. Yo no extraño a mis amantes, yo consigo nuevos si ellos no están disponibles. Muy pronto nada más sentí una mano de mi jefe sobre mí, supuse muy rápidamente lo que pasaba, pero no por ello me sobresalté. Sentí ansiedad y la adrenalina correr por mi cuerpo, la expectativa de no saber en qué momento él lo haría, me excitaba. Realmente es muy malo acostumbrarse a una única persona.
Pronto sentí algo húmedo adentrarse en mi bóxer, su mano con algunos dedos húmedo comenzaron a moverte por mi trasero, tocando donde ni yo mismo llegaba y donde ningún otro hombre me tocó en mis vacaciones. Acto seguido sentí como un dedo se adentraba en mí con una facilidad y una delicadeza realmente envidiable. Di un gemido y arqueé levemente la espalda, mientras me apoyaba más en la pared, como si buscara sentir más ese dedo danzando dentro y fuera de mí.
Pasaron unos pocos segundos y otro dedo se unió a la función del primero. Un gemido más fuerte, acompañado de un jadeo intenso, salieron de mi garganta. Moví levemente la cadera y Kai dio una suave risa, como si se burlara que estuviera disfrutando tanto de actos tan simples. Pero era así, nadie jamás me había profanado como lo había hecho Kai Hiwatari, él le quitó lo virgen a la última parte virgen de mi cuerpo y no puedo acostumbrarme a que otro hombre lo haga.
—Estás muy apretado —me dijo con la respiración entre cortada, al tiempo que introducía un tercer dedo. —No has estado abajo al parecer—comentó con seguridad.
Le entendí y le di la razón completamente, porque era verdad. Incluso después de unas breves vacaciones, mi ano se volvió tan apretado como estaba la primera vez que dejé que Kai me tomara como suyo. Sin decir más palabras, el japonés comenzó a mover sus dedos de diferentes maneras, haciendo que me retorciera de placer. Necesitaba ensancharme de nuevo, el imbécil es un atento de mierda. Se domina por las hormonas, se domina por la calentura, pero se controla con la violencia y la brutalidad. Atento, varonil, caballero en cierta forma, pero a la vez pedante y arrogante, frío como un hielo y ácido como el vinagre, así es Kai Hiwatari.
Mientras mantenía los tres dedos en mi interior, sentí como la otra mano me rodeaba y se colocaba sobre mi miembro, más bien sobre mi ropa interior que todavía no había sido removida. Movió un poco la mano, notando la humedad en mi bóxer, puesto que había comenzado a brotar líquido pre-seminal. No me dijo nada y yo volteé la cabeza un poco, sólo para verle levemente a los ojos. Pero también vi una pequeña sonrisa, casi comprensiva y sentí que retiró sus dedos suavemente mientras su mano se dirigía a sus pantalones.
Se bajó los pantalones de vestir junto con sus bóxers y pude ver su miembro palpitante que estaba en igual de condiciones que yo. Miré hacia abajo y dirigí mis manos a mi propia ropa interior, pronto sentí las manos cálidas de Kai tomarlas también. Juntos terminamos de bajarme la prenda y quedé totalmente expuesto a él, para que hiciera su voluntad una vez más, para entregarme a él con total libertad.
El hombre me masturbó un poco más, sus manos eran rudas, firmes y se movían con cierta agilidad. Acto seguido sus dedos se deslizaron por mi cadera y se clavaron en ésta con cierta fuerza, mientras sentía como era levemente jalado hacia atrás, haciendo que el miembro de Kai se adentrara en mí. Emití un fuerte gemido, ya nada suave como los jadeos que habían estado brotando de mis labios momentos antes, esto era un sonido fuerte, un poco agudo, y con una respiración más que agitada.
Sentí el miembro de Hiwatari entrar lentamente mientras sus labios se centraban en mi cuello y me proporcionaban caricias, tanto con su lengua como con sus labios, que no había recibido en mucho tiempo. Apreté fuerte los puños y arqueé la espalda la espalda de nuevo, por fin estaba todo dentro. Escuché un suspiro en mi oído, se ve que no soy el único que hay tenido poca acción últimamente, después dejé de sentir las manos sobre mi cadera y las vi apoyadas en la pared, justo al lado de las mías. Nos mantuvimos un momento así, unidos sólo por una penetración, respirando agitado, casi jadeantes, y sudando a mares. Kai no se movió, yo tampoco lo hice, por lo que pude disfrutar a gusto y placer la sensación que proporcionaba ese pene en mi entrada, lo podía sentir palpitar, secretar líquido pre-seminal, casi rogar por un poco de movimientos. Pero no fue hasta unos segundos después, cuando un suspiro más bajo salió de mis labios, que el vaivén comenzó.
Fueron embestidas lentas al principio, tan dolorosas como siempre eran y como serían por el resto de mis días, que me hacían emitir gemidos largos y tan fuertes como los del dolor. Con el pasar de los segundos, la molestia se fue disipando, las embestidas se hicieron más fuertes y rápidas, los deseos de tenerlo más adentro, de que fuera más rápido, de sentir más placer se hicieron presentes acompañados de gemidos más entrecortados y un poco más agudos, lo que es bastante vergonzoso, pero sé que estamos solos ahora y que nadie llegará hasta la mañana siguiente. Muy pronto de la garganta del mismísimo jefe, salieron gruñidos, roncos y casi animales, pero son la única muestra de placer que puedo percibir, mas puedo imaginar su rostro, tan serio y frío como siempre, pero sudado y con ese destello de lujuria en sus ojos.
Con sólo imaginar eso último una especie de temblor me recorrió el cuerpo, una corriente eléctrica que me hizo tensarme y que logró que mi interior se contrajera de repente. Cerré fuerte los ojos cuando esto último ocurrió, incluso una miserable lágrima se resbaló por mi mejilla, una lágrima de placer y que Kai no notó por suerte. En cuanto a éste último dejó salir un gemido grave y se vino dentro de mí. No esperaba eso, no esperaba sentir tan pronto su semilla dentro de mi cuerpo, pero la sensación fue tan placentera que no pude hacer otra cosa que gritar su nombre.
Al escucharme y haciendo un vaivén más rápido, Hiwatari dirigió sus manos a mi miembro y me comenzó a masturbar al mismo ritmo de sus embestidas. Apretaba la punta cuando lo metía hasta el fondo, me soltaba al sacarlo y me acariciaba con fuerza casi ruda si era una embestida más lenta. Que hijo de puta, a veces lo odio tanto a este tipo, no puede ser tan bueno, tan perfecto, dichoso aquel que duerme con él todas las noches, ahora le estoy envidiando y me importa un comino que sea un completo patán, este ruso-japonés-yankee es todo un dios. No duré mucho más y me corrí en las manos de mi amante y jefe, mientras que la misma contracción provocada por el orgasmo contraía mi ano y le apretaba más, causando que en pocas embestidas Kai se viniera dentro por segunda vez.
Nos quedamos jadeantes y cansados un momento, de a poco las manos de Kai se retiraron de mi miembro y su pene salió de mi interior, casi con la misma lentitud con que había entrado. Me quedé parado y apoyado en la pared unos segundos más, hasta que mis piernas reaccionaran nuevamente. Durante ese breve instante podía sentir el semen de mi jefe escurrir por mis piernas lentamente, como si fuera leche muy espesa. Me sonrojé, a este paso mancharía mis pantalones y debería conducir a casa en este estado. Maldita tentación la que me deja este sujeto, de haberlo sabido me hubiera desvestido completamente o hubiera traído un pantalón de más –sí, he traído pantalones de más al trabajo, sólo por si acaso ocurre un "accidente" con mi jefe, ¡¿algún problema con eso?!–.
—Co-como te odio —le dije con la respiración entrecortada mientras apoyaba la mejilla contra la pared y sentía cómo mis piernas se flexionaban y caía de rodillas en el suelo.
No escuché una respuesta inmediata, simplemente vi apenas cómo el tipo sacaba un pañuelo de su bolsillo y se limpiaba el miembro calmadamente, para después volverse a vestir. Acto seguido caminó un solo paso y se acuchilló a mi lado, yo lo miré como siempre y creo que con los ojos vidriosos. No puedo creer que me esté viendo así ahora, me pregunto cómo mierda me veré con un sonrojo y los ojos vidriosos, como el típico niño al que le acaban de quitar su virginidad, que patético. Bajé levemente la mirada al sentir como otro poco de semen caía por mis piernas.
—Pero bien que te gustó —comentó al tiempo que su mano me recorría la cara, hasta llegar al mentón, y me elevaba levemente la cabeza, para que le mire a la cara.
—Idiota… ¡No puedo manejar así! ¡Mucho menos bajarme y que me vean los vecinos! ¿Qué pensarían al ver las manchas en mi ropa, estúpido? —. Al terminar de hablar sentí un golpe en mi trasero, algo así como una nalgada lo suficientemente fuerte como para sentir mi piel palpitar un buen rato.
—Más respeto que soy tu jefe y si quiero te despido —me dijo con una mirada severa, parecía que realmente me despediría sólo por tratarlo así.
—Di-disculpa, Kai —le dije simplemente y aún con el dolor en mi parte trasera a cuestas.
Kai asintió, como si las aceptara y me ayudó a ponerme de pie. Acto seguido acomodó mis pantalones y mi ropa interior. Pude sentir como ésta se mojaba al instante, al igual que los pantalones, y cómo se pegaban a mi piel como si hubiera estado bajo la lluvia. Volví a mirar con odio a mi superior y con cierta vergüenza con sólo pensar en cómo me vería la gente al regresar.
—Usa la ducha de mi baño privado —comentó de repente y señaló la puerta donde yo bien sabía dónde estaba el sitio que me había ofrecido. —Y yo te llevaré a tu casa en mi auto —ofreció nuevamente y ante mi sorpresa mientras se regresaba a su escritorio, limpiándose las manos con una servilleta antes de tocar los papeles.
— ¿Y mi moto? —pregunté sin poder creer que me ofreciera eso, aunque después de haberme pagado vacaciones a Rio de Janeiro creo que no debería estar tan sorprendido.
—Le diré a Sergei que la lleve hasta tu departamento mañana por la mañana —respondió al tiempo que guardaba las cosas.
—Está bien, ¿qué le dirás para "encubrirnos"? —dije incrédulo mientras me sostenía mejor en mis tambaleantes piernas.
—Nada, él lo sabe —comentó ante su nuevo asombro. Pero antes de que pudiera decir algo, sus ojos carmines me miraron nuevamente. —Te espero abajo, no te demores más de veinte minutos o te dejaré aquí.
—Bueno, bueno, no me des tantas órdenes, que sé qué es lo que tengo que hacer…
Supongo que después de todo mi jefe y amante no es tan malo como siempre pensé, no es tan egoísta… ¡Bah! ¡¿Pero qué estoy diciendo?! El muy bastardo es tan atento conmigo que hasta parece que me cuida más que su pareja, es un sujeto tan pedante y tan malo aparentemente que me excita, es tan demandante que no puedo resistirme a él. ¡Ay, cómo lo odio y cómo lo am… aprecio al muy idiota!
Parte II: pp
—…Entonces ella me dijo que trabajaba demasiado y que no le dedicaba tiempo en un tono tan meloso que se me paró enseguida, después fuimos al cuarto y cuando la desvestí vi que tenía una tanga con encaje rojo y un corpiño tan chiquito que apenas le tapaba, ¡hicimos el amor como gatos en celo! Y entonces sonó el… ¡¿Yuriy me estás prestando atención?!
— ¿Qué?... ¡Ah, sí! Sí, sí, tu novia, se aman, se cogen rico y se casan la semana que viene, antes de que nazca el pendejito…
— ¡No Yuriy! ¡Eso te lo conté ayer! ¡¿Qué mierda te pasa hoy?!
—No lo sé, Bryan… Sinceramente no lo sé…
— ¿Acaso estás pensando en Kai? ¿Acaso se fue por el caño lo que me dijiste hace tiempo "es sólo sexo"? Contéstame, mi puto pelirrojo —me pellizcó la mejilla como si fuera un niñito, como hace siempre que me ve pensativo.
— ¡No molestes, engendro! —le grité mientras de un manotazo le aparté la mano.
—Que sensible, pp —me dijo y empezó a reír casi a carcajadas y yo di un suspiro de resignación, y pensar que este mastodonte es mi mejor amigo, casi hermano, Bryan Kuznetsov.
Bryan es un ruso de 27 años y medio –sólo medio más grande que yo–, juntos viajamos hasta Estados Unidos en busca de una mejor vida. Actualmente trabaja en una compañía de seguridad, es guardia en un museo, y vive con su novia, Mao Chou, que tiene un hermano que también trabaja como guardia del museo, Rai Chou. A mi consideración la chica está loca, es una loquita con la que yo no quisiera convivir, pero a la que Bryan ama con todo su corazón, la loca lo tiene completamente embobado. ¡No me miren así! ¡Yo no juzgo a la pobre chica en vano, es la verdad!
A ver, Mao tiene 25 años, nació en China y su familia se tuvo que mudar gracias a la ley que prohibía su nacimiento, pero eso no es lo que la hace loca. Se tiñó su hermoso cabello negro azabache de rosado fuerte, es fanática de los gatos –inclusive trabaja en una tienda de mascotas y es miembro de GreenPeace– y de los comics japoneses, aunque admito que a veces me juntaba con ella a leer mangas bl, pero eso fue hace seis años. Sin embargo me estoy olvidando lo que la hace realmente una loca: está embarazada de seis meses y espera un niñito de Bryan, lo peor es que se van a casar en un mes, antes de que nazca el pequeño. ¡Está loca! ¡Casarse con el mastodonte neandertal de Bryan! Bueno… igual no está mal que él tenga su familia y su vida, y después de todo también quiero que sea feliz. Mas eso no le quita sus defectos, aunque también tiene sus grandes virtudes. Bien, quizá Mao no está tan loca por casarse con Bryan y formar una familia junto a él, sino por el resto de acciones que toma en su vida.
Creo que me desvié del tema, regresando a Bryan… él es como mi hermano, mi amigo, mi confidente y el único ser al que puedo considerar familia en Estados Unidos. Él y yo hemos estado juntos desde hace años, cuando nuestros padres eran compañeros en el ejército y nuestras madres cuidaban de nosotros mientras ellos iban a la guerra. Bryan siempre ha estado conmigo en las buenas y en las malas, cuando descubrí que era gay él fue el primero en enterarse y no le importó en absoluto. Él me acompañó a decirle a mis padres esa verdad y cuando ellos se enojaron, fue él el que me ayudó a seguir adelante.
Muy pronto, cuando dejé de ser virgen, o sea, a los 14 años, entre los dos descubrimos que si no tengo sexo al menos una vez a la semana, soy más irritable que de costumbre. Siempre me acostaba con chicos distintos, con la debida protección vale aclarar –pero que no llevo a cabo con Kai, porque simplemente nunca había estado con alguien más de una o dos veces y con él formé una cierta confianza–, y como no tenía amigos que fueran gays, le contaba a Bryan. Desde esos días él comenzó a llamarme "puto" como una suerte de apodo de cariño, al principio lo odiaba, pero después me acostumbré a él, y desde que llegamos a Estados Unidos me llama "pelirrojo". Por eso quedó llamándome o "puto pelirrojo" o "pp", como habrán notado en nuestra charla.
Aún así, más allá de todo su carácter irritable, impulsivo y con esa falta de inteligencia casi total, es un buen tipo, con un gran corazón y comprensivo en todos los sentidos. Y físicamente, como homosexual, tengo derecho a catalogarlo de bombón sexy. ¡Sí, así veo a mi mejor amigo casi hermano! ¿Algún problema? Es que es más alto que yo, musculoso, porque pasa un buen tiempo en el gimnasio todos los días, además de esos ojos celestes, si bien no tan fuertes como los míos, sí importantes, finalmente están esos cabellos color lavandas, tan sedosos y suaves. Admito que si él fuera de mi misma vereda, estaría yo en el lugar de Mao, pero en realidad no siento amor hacia él… no siento amor hacia nadie, por más que Kai últimamente ocupe la mayor parte de mi mente.
— ¿Pues si no piensas en Kai, en qué estás pensando? —me preguntó mientras tomaba su vaso de vodka y bebía un poco.
—Yo no te negué que pensara en él —respondí mientras apoyaba un codo en la mesa y con mi otra mano tomaba mi vaso de vodka y le daba un trago.
No es que piense siempre en Kai, pero ayer no fue al trabajo y me mandó un mensaje diciendo que estaba en una reunión importante con su abuelo, Voltaire. Realmente me hizo falta, no estaba acostumbrado a estar solo y se podría decir que lo extrañé un poco, sólo un poco, nada más. Es que el teléfono de su oficina no sonó en toda la mañana, no pude verlo, no pudo mirarme altanero como siempre hace. Sí me dediqué a ordenar todo correctamente y entré en su oficina, vacía porque faltaba su presencia, a ordenar lo que fuera que encontrara allí.
—Ay, pp, estás confundido —dijo Bryan en un tono burlón que me hizo mirarle como si quisiera comérmelo con ese solo acto. —Bueno, no te pongas así, Yura, sólo comentaba —se intentó zafar de mi enojo.
Yo simplemente bufé y miré en otra dirección del bar en el que estábamos. Me molesta a veces que este cabeza hueca sea tan cabeza hueca. No pienso siempre en Kai, sólo pienso en él hoy, y a veces me pregunto si tratará igual al resto de sus amantes, porque sé bien que tiene más como yo y que el estúpido de su pareja ni cuenta se da. Aunque claro, me suelo preocupar por él si llega tarde al trabajo y el sujeto me paga viajes e incluso me lleva en su auto si yo no puedo viajar por mi cuenta, también es atento y me gusta todo de él, pero no puedo enamorarme de un tipo como Kai, soy solo su amante, nada más.
—Es que pareces enamorado de ese sujeto, estoy siendo sincero —habló Bryan.
— ¿Quieres que sea sincero? Sí estoy algo confundido —le dije y le miré a los ojos.
—Yo sólo te digo que deberías alejarte un poco de Kai, o sea… dejar de "acostarte" con él —me dijo usando la palabra acostarse en un tono figurativo, pues casi nunca he estado en una cama con Kai, sólo una vez, pero con una seriedad digna de un guardia de seguridad; parece que los tres vasos de vodka no le han hecho efecto. Después de todo Bryan siempre ha sido muy resistente al alcohol, por lo que tomo sus consejos seriamente en estos casos.
Pero la sola idea de dejar de ver a mi jefe no me simpatiza en lo más mínimo. No quiero dejar de estar con Kai, quiero seguir teniendo sexo con él, quiero seguir siendo su secretario privado. Además, por mi trabajo no creo que pueda dejarlo de ver un día o me lo descontará del sueldo. Bajé la cabeza inconscientemente, pues siempre me pongo así cuando pienso. Supongo que Bryan notó esto por lo que colocó su mano sobre mi hombro y lo presionó un poco para que le mirase. Eso hice, aunque me cuidé bien de no mostrar mi confusión en mi rostro.
—No quiero que termines como Brooklyn, amigo.
—Yo no soy como él y no terminaré así —le dije con seguridad, después de todo me ofende que me compare con ese muchacho.
Le aparté la mano con un movimiento de mi hombro y bebí mi segundo vaso de vodka de un solo trago. Sentí un leve mareo, pero no me importó demasiado, siempre me pasa lo mismo con el alcohol, me mareo al principio y después estoy como si nada. Mi cuerpo es hermosamente extraño, pero así soy genial.
—Pero Kai sí puede tratarte como a él —volvió a hablar mi amigo esta vez empujándome y haciendo que lo mire a la cara.
—Kai no haría eso… Porque yo no soy Brooklyn —sentencié sin bajarle la mirada y enfrentándolo. Nos quedamos así unos segundos, seré más bajito, seré más flaco e incluso seré menos musculoso o menos macho que él, pero en cuestión de voluntades soy superior.
—Bien… Sólo no te arrepientas de tus decisiones —me dijo finalmente y se giró en su asiento, acto seguido se paró y caminó en dirección a la puerta del bar. Como siempre, me dejó con la cuenta y siendo yo quien pague los vasos que tomamos. Pero no importa, él siempre hace eso, es un completo aprovechado. Me gustaría saber si cuando sale con Mao le hace lo mismo, pero obviamente no, porque si hace eso ella lo echa del departamento o no tienen sexo por mucho tiempo. Pero claro… como yo soy su mejor amigo casi hermano…
De seguro ustedes se preguntarán: ¿quién carajo es Brooklyn? Pues es Brooklyn Masefield, un muchacho también extranjero, creo que Inglés, de 25 años, que fue durante cinco años el secretario de Hiwatari. Todos en la oficina lo conocían, todos sabían que de esos cinco años tres se los pasó revolcándose con Kai en su oficina. Pero sobre todo, todos coincidían en que era un completo acosador, un sujeto pesado que nada más habla de sí mismo y se preocupa por su físico. ¿Cómo que es como una descripción mía? Yo no acoso a Kai por todos lados ni me cuelgo de su cuello cada vez que lo veo en los pasillos, no lo beso en público ni lo trato con diminutivos. En resumen, era un gay completamente afeminado, no como yo, que soy un muchacho común hasta que me hacen elegir entre dos senos y una vagina o un pene y pectorales bien marcados.
Por otro lado, según las fotos que me han mostrado de él, era un secretario de lo más guapo. Siempre venía presentable, pero con algunos botones desabotonados que le daban un toque bien sexy, o con un cinturón con un candado, hasta a mí se me paró con la sola idea de abrir ese candadito que a veces colgaba en su entrepierna y otras veces en su trasero. Además tenía un cabello rebelde color zanahoria y unos ojos celestes tan tiernos y a la vez tan pícaros que le daban por un lado la inocencia de un adolescente y por el otro la madurez de un adulto, y ese trasero que tenía tan formado, tan parado, tan…
Bueno… mejor no detallamos en el cuerpo de Masefield, pues no viene al caso y no me puedo acostar con él, por lo que mejor no me ilusiono. Lo que realmente importar es que de un día para otro, Kai lo despidió y comenzó a buscar un nuevo secretario, ahí es donde aparezco yo para salvar el lío que era ese escritorio. Se notaba que Brooklyn estaba en el puesto sólo porque se acostaba con el jefe o tenía un extraño sentido del orden. En fin, las malas lenguas, o sea, Tyson, que le contó a Kenny, que le contó a Max, que le contó a MingMing, que le contó a Miguel, que le contó a Dartés, que le contó a Boris, que le contó Ivan, que le contó a todo el mundo, entre ellos a Sergei, que, al ser amigo de Bryan, le contó a Bryan y él me contó a mí, que a Brooklyn lo despidieron porque la pareja de Kai lo encontró infraganti con su novio o en una situación muy comprometedora.
Aunque también puede ser porque el humor de Hiwatari se cansó de que todo fuera un desorden y ser él quien arreglara todo. Pero es mucho más interesante pensar que fueron los celos del novio, en ese momento novio nada más, de Kai quienes causaron su despido. Pero esa fue la mejor parte del asunto, las mismas malas lenguas dicen que no pudo conseguir otro trabajo por la pésima reputación que le crearon los miembros de BioVolt, y que tuvo que irse al extranjero, otra vez. Horrible, ¿no? Pero a mí no me pasará eso, porque yo no acoso a Kai, no soy insoportable con todo el mundo sólo conmigo mismo y no ando haciéndole escenitas incómodas a mi jefe en los pasillos.
Parte III: Llamada
No me pude resistir, ¡no me critiquen! No pude evitarlo, cuando la semana pasada estaba hablando con Bryan y él me decía "no te "acuestes" con él", ahora estoy aquí. Y con "aquí", me refiero a estar sobre el escritorio de Kai, con la espalda apoyada en éste, con las piernas abiertas rodeando la cadera de éste y siendo penetrado casi con salvajismo por el mismo Hiwatari. Estamos completamente solos y no hay otros empleados en el edificio, salvo Sergei que está en la planta baja, por lo que nadie puede escuchar mis gemidos de puro placer mientras me aferro con las manos al borde del escritorio para no moverme de más y sacar ese gran miembro de mi ano.
Simplemente es irresistible, no puedo evitarlo. Él me domina, él me hace hacer cualquier cosa, me hace hacer su voluntad, inclusive cuando se trata de sexo. Me derrito por él, es mi jefe en todo sentido de la palabra. Oh Kai… tú eres lo máximo… eres magnífico, que hijo de puta…
Entonces pasó lo insólito, lo desafortunado, lo peor de toda mi existencia, escuché los acordes de una guitarra, fueron apenas unos segundos, después hubo una batería y la guitarra eléctrica se le unió en una sinfonía conocida, pero que yo no pude identificar. Después de unos segundos de estridencia todo se volvió calmo y entonces una voz resonó, recién en ese momento lo reconocí: era la canción "Smells like teen spirit" de Nirvana. No sabía bien de dónde venía, mi teléfono no era porque el mío tiene de tono a Slipnok, pero si no era mío y no había nadie con nosotros, sólo quería decir que era el de Kai.
Pero Kai no tiene ese tipo de tonos en su teléfono, o al menos yo nunca, de todas las veces que escuchado ese celular sonar, vibrar o vibrar y sonar, jamás había escuchado ese ritmo. Mas grande fue mi sorpresa al sentirlo detener las embestidas que daba dentro de mi ser y agacharse a buscar algo que debe de estar metido en los bolsillos de sus pantalones, ya bajados. Acto seguido, y entre retorciéndome por la acción del cuerpo de Hiwatari, que llevó a su miembro hasta lo más hondo de mi interior y me hizo dar un fuerte grito, pude ver cómo sacaba su teléfono y presionaba la pantalla táctil, haciendo que la música cesara finalmente.
—Hola, mi rey. ¿Qué pasó? —dijo con la mayor naturalidad mientras mi cuerpo se movía debajo de él y sin querer me hacía jadear cada vez más fuerte.
Kai me tapó la boca con su mano para que no gritara y sacó su miembro de mi interior con una violencia involuntaria, porque me pidió disculpas sólo con la mirada, cuando una lágrima se escapó de mi ojo, al sentir el dolor en mi ano. Luego de eso, como todo fue en una fracción de segundo siguió hablando tranquilamente con quien yo supongo es su novio o su esposo dado el caso.
Mientras la mano del bicolor tapaba mi boca, mis ojos se dirigieron al dedo anular de su otra mano, un anillo, la alianza. Ese anillo estaba allí desde hacía seis meses, o sea, desde el año pasado, pero jamás en mis dos años vi a su pareja, ni siquiera recuerdo bien su nombre, por eso para mí es simplemente la pareja o esposo de Kai. Me sentí fuera de lugar, es decir, estoy desnudo y aún caliente, mientras mi amante habla con su compañero de vida a quien de seguro ama, pero que está esperándolo en casa con mucha ansiedad para encamarse toda la noche. Soy algo pasajero, no debería estar aquí.
Sin embargo, no puedo creer que hable lo más tranquilo con el otro tipo por teléfono. Hasta yo creería que se le hizo tarde en la oficina si me habla con esa seguridad y esa tranquilidad, incluso viendo mi miembro palpitante reclamándole atención. Por suerte la charla no duró mucho y muy pronto colgó. Ahora me siento un tonto por no haber sabido de quién se trataba desde un principio. ¡Qué hijo de puta, qué tranquilidad, que frialdad que tiene este sujeto!
—También te amo… No vemos en unos minutos —se despidió y cortó. Después me miró y me penetró de nuevo, mientras me destapaba la boca y me hacía gemir de nuevo. Vuelvo a decir, que hijo de puta que es.
Nos mantuvimos así unos minutos más, hasta que los dos llegamos al orgasmo: Kai sacó su miembro para no mancharme y yo le empujé para no mancharlo a él. Por suerte, al menos yo estoy desnudo completamente, mi jefe aún conserva sus pantalones. Me senté en su escritorio, con ardor terrible en mi posterior, pero con una satisfacción más que hermosa, monumental. Aunque eso no quita que todavía esté sorprendido de la reacción que tuvo para con su pareja.
—Pásame mi ropa, Hiwatari —le dije aún sentado sobre el escritorio.
—No me mandes, Ivanov —me respondió mientras se terminaba de acomodar la ropa y se erguía como si nada hubiera pasado.
Hubo un momento de silencio entre que él caminaba y buscaba mi ropa para traérmela y que la colocaba sobre el mueble, justo a mi lado, para que comenzara a vestirme.
—No sé cómo le haces —comenté una vez se hubo alejado y caminado hacia el baño.
— ¿Hacer qué? —me preguntó desde el baño, lo más seguro es que esté peinando su bello cabello bicolor para que no se note la acción.
—Pues… ser tan frío, no inmutarte por nada ni por nadie en cualquier situación, eso —le respondí una vez me hube vestido completamente y arreglado para parecer lo más normal posible.
Después de ello no hubo palabra alguna, sino hasta que también caminé hacia el baño y me paré en la puerta, a esperar que Kai saliera.
—Es cuestión de práctica —respondió cuando lo vi parado delante de mí, en el umbral de la puerta y con el mismo aspecto de siempre, casi tan fresco como una lechuga.
—Je, se nota —contesté mordiéndome la lengua para no mencionar a Brooklyn. Luego me adentré en el baño y comencé a acomodar mi cabello, que estaba algo alborotado y casi parecía la cabellera rebelde del peli-zanahoria. Palabra nueva, ¿genial no?
— ¿Insinúas que tengo muchos amantes? —preguntó cuando me vio salir del baño, ahora sí bien arreglado, pero aún con una agitación considerable. —Hoy manejas a casa… —dijo en tono de amenaza, como si se atajara para que no le pidiera que me lleve.
—Claro que manejaré yo —contesté con arrogancia, sólo un poco arrogante, y pasé a su lado. —Ah, por cierto… —le dije mientras me volteaba y le miraba, —no insinúo, lo sé…
—Te corrijo —habló de repente, parándose delante de mí y tomándome de las mejillas; —sabes de Brooklyn, nadie más —. Y me besó con fuerza en los labios, violando mi boca con su lengua y lamiéndome como si me marcara como suyo.
—Todos saben de él —me defendí cuando él me soltó.
—Sí, todos saben del puto de Brooklyn, pero no saben de mis amantes —comentó, dejándome sin palabras y caminando hacia la puerta de salida de su oficina.
¿Acaso Brooklyn no era un amante? ¿Se equivocaron todos? ¿Fue un teléfono descompuesto? No, no lo creo… ¿entonces por qué me dijo eso? No lo entiendo, quizá estoy equivocado y Kai Hiwatari es mucho más de lo que todos pensamos que es, no puedo pensar siquiera en la posibilidad de que ese sujeto sea tan misterioso que ni con ser su amante lo conozca bien. Pero siempre hay una primera vez…
— ¿Te vas a quedar ahí parado o vas a ir a tu departamento? —me preguntó y simplemente lo seguí sin hablar.
Esa noche no pude dormir por el ardor que tenía en mi entrada. Con razón Kai es tan cuidadoso siempre, su miembro es grande incluso para mí, ¿cómo le aguanta su pareja? Pobre alma que debe aguantar su mal humor y su sexo desenfrenado, claro que si es que es desenfrenado con él. Volviendo al punto, al otro día llegué con un humor de perros a la oficina y muchos ni siquiera me hablaron y Bryan se burló de mí todo el día porque el muy malvado adivinó lo que me pasaba. Fue el peor día de mi vida, el peor de todos los peores días pos-sex de todos.
Parte IV: Esposo
Estaba ocupado, con la mente puesta en mi trabajo. Hacía ya una semana que no tenía sexo con Kai y me estaba felicitando por mi abstinencia casi autoimpuesta. Casi por el hecho de que Hiwatari ha estado muy ocupado con juntas y reuniones y aparentemente no ha tenido ánimos para dos rondas en la misma noche. Por mí mejor, porque la última vez que estuve con él me sentí muy desplazado por su pareja, o esposo dado el caso. No es que sea celoso, pero parece que estoy comenzando a desarrollar emociones hacia mi jefe y no quiero eso, por ello mejor me mantengo soltero hasta cuando pueda y sigo teniendo relaciones con varios hombres, como hacía antes. Salir de noche, bailar, beber, coger, todas esas cosas que dejé de hacer, no sólo por mi trabajo que demanda mucho tiempo, sino porque estaba Kai y ser su amante exclusivo, o casi exclusivo, me hacía sentir especial.
En fin, aunque todo valla bien con mis relaciones personales, no va nada bien mi trabajo. Con las actualizaciones constantes de la agenda de mi jefe, con las reuniones y el hecho de que la fecha de realizar el balance general de la empresa se acerca, no puedo evitar que todo sea un caos. Estoy hablando con todo el personal porque Kai debe ocuparse de los negocios, las inversiones y los pagos, por ello debo admitir que he conocido personal que antes no conocía. No tenía idea de que a Tyson lo habían promovido o que a Max se le había reducido el sueldo por una metida de pata monumental, tampoco sabía que Kenny, el nerd más feo de todo el lugar, había comenzado a ir al gimnasio y ahora está hecho todo un sex simbol el muy maldito.
Pero obviando todas mis peripecias, ahora estoy ordenando mi maldito escritorio que reboza de papeles que debo fotocopiar, para archivas las originales, y repartir esas copias en las diversas áreas antes de que sea viernes y estoy a jueves, tengo sólo un día para terminar todo. Tan sumido en mi tarea estaba que no escuché la puerta de la habitación abrirse, ni los pasos de una persona que se me acercaba lentamente. Recién noté su presencia cuando habló.
—Disculpe… —resonó una voz si bien no tan tímida, sí algo cohibida y con un toque de angelical o inocente, no sabría describirlo bien. Sí les diré que no me percaté de estos detalles sino unos segundos después.
— ¡¿Qué quieres?! —casi grité mientras elevaba la cabeza y mis ojos se encontraban con una figura masculina que me miraba desconcertado y daba un paso cortito hacia atrás.
Oh, maldito de mí que le he gritado a tan bella criatura. No aparentaba ser mayor que yo, es más, parecía mucho menor. Sus ojos dorados trasmitían una sinceridad inmensa, parecía un ser inocente entrando a un mundo completamente desconocido. Su cabello negro oscuro, que si bien me recordó al de Mao, parecía más sedoso y desprendía un olor a jazmín poco común para ser colonia de hombre, pero muy común si de un gay pasivo se tratase. Bingo, creo que estoy conociendo al premio gordo de la empresa. Pero no puedo gritarle así, por ello suavicé mi mirada y froté mi sien, en señal de cansancio.
—Perdóname… no quería gritarte, estoy algo estresado —me disculpé aparentando lo mejor posible mis ganas de tirármele encima y abrazarlo, dominarlo, y hacerlo mío en ese mismo instante. ¿Qué? Es un niño realmente hermoso, y tan afortunado el muy agraciado.
—Está bien, no se disculpe —dijo con una tranquilidad innata, como si estuviera acostumbrado a tratar con gente así, eso confirma más mis sospechas. Acto seguido, sonrió mostrando unos colmillos suavemente marcados, sentir esos dientes en las partes más sensibles de tu piel debe ser la mejor sensación del mundo. —Yo sólo venía…—comenzó a hablar de nuevo y se ruborizó levemente, en ese momento pude ver cómo sostenía una cajita entre sus manos, parecía una vianda de comida, pero de todos modos no le interrumpí y le seguí mirando, —a traerle el almuerzo a mi marido… o sea, a Kai…
Efectivamente estaba en lo correcto. Este chico tan hermoso, tan angelical, tan niño a pesar de que sé que debe tener más de veinticinco, es la pareja, o esposo dado el caso, de Kai Hiwatari. No puedo creer que en mis dos años de trabajar en BioVolt esta sea la primera vez que lo veo, me arrepiento de no haber visto las fotos de él en el teléfono del jefe cuando tuve la oportunidad, es un bombón. Su piel morena es como el chocolate, al igual que su oscuro cabello, mientras que esos orbes dorados son como la miel del postre, comible definitivamente. Como a una presa, quisiera cazarlo para mí.
— ¡Ah! Tú debes ser Reymond, ¿o me equivoco? —dije sólo para charlar con él un momento.
—De hecho sí, está equivocado… Me llamo Rei Kon, Rei no es un diminutivo, es mi nombre —comunicó y sonrió nuevamente, creo que se relajó un poco.
—Perdona la equivocación entonces —contesté con naturalidad y con un toque de altanería. No es mi obligación conocer su nombre, es la primera vez que lo veo. —Le comunicaré a Kai que estás aquí —le comenté antes de tomar el teléfono directo a su oficina.
— ¿Usted es Yuriy Ivanov? —preguntó de repente, impidiéndome completar la acción. Pero no me negaré a contestarle su pregunta.
—Sí, y puedes tutearme, sólo soy el secretario de Kai —comenté y con esa sola frase le estoy llamando a entrar en confianza.
— ¡Ah, sí! Como usted… digo, como quieras Yuriy —respondió y sonrió ahora con más naturalidad, no parece realmente un esposo, parece más bien un sobrino. Pero la alianza de su mano me confirma lo contrario, lástima… pero no tanto.
Le sonreí levemente, como una respuesta afirmativa a que tenga confianza conmigo. Nuevamente tomé el teléfono y llamé a la oficina de al lado, Hiwatari iba a tardar un tiempo en contestar, por lo que decidí hablar un poco más con Rei entre que esperaba a que me contestara.
—Kai me ha comentado un poco de ti —comenté.
— ¿En serio? —dijo titubeando y con una chispa casi infantil en su mirada, parecía muy emocionado de que su pareja hablara de él.
—Sí… no me ha dicho mucho, sólo cosas buenas —dije buscando no parecer muy falso en mi contestación, puesto que he escuchado algunas charlas con él por teléfono y me ha mencionado su nombre un par de ocasiones. —Además… Ah, Kai —exclamé al escuchar que me contestaba de la otra línea, por lo que me interrumpí. —Rei Kon está aquí, necesita verte… claro, claro… sí… yo le digo —y corté. —Dice que pases ahora.
—Gracias —comentó y caminó hacia la puerta, pero antes de entrar se dio vuelta y me miró, a lo que yo también lo miré. —Fue un placer conocerte, Yuriy.
—Igualmente Rei —respondí, él entró y yo seguí con lo mío.
A partir de ese día vi más seguido a Rei por la oficina y el edificio en sí. Por suerte pude terminar mi trabajo a tiempo y estaba un poco más relajado, por ello me percataba de su presencia más seguido. Siempre venía con una excusa distinta, que Kai se olvidó esto, que le trae aquello, que venía a saludar. Pero como hablábamos muy poco antes de que él se marchara con Kai, yo no sospechaba de ninguna intención conmigo. Durante todo ese tiempo, admito que no me resistí, y en cuanto las cosas del trabajo se calmaron, volví a tener sexo con mi jefe.
Esas semanas fueron las más divertidas en la empresa. Tenía relaciones con el bicolor de noche y comenzaba a conocer un poco a su pareja, la cual me cayó muy bien de hecho. No puedo creer que un ser tan dulce como él esté casado con el monstruo malhumorado que es el nieto de Voltaire. Pero dicen que el amor es ciego y yo creo que están muy enamorados. Mas eso no importa, mientras Hiwatari me siga prestando atención y Kon vaya por el mismo camino de su marido, todo estará bien para mí. Los quiero a los dos, uno como amante y al otro como amigo, no sé si es muy necesario que me acueste con Rei, pero si se da la oportunidad, lo haré sin dudarlo. No creo que pase nada malo si hago eso, sólo será una vez, no será como con el japonés, de eso estoy seguro.
Parte V: Cita
Conforme pasaban los días, mi relación con Rei se fue haciendo más íntima, como de amigos o algo por el estilo. A veces nos quedábamos conversando sobre la vida y los acontecimientos que pasaban por las noticias, que los terremotos en Chile, que los tsunamis en Japón, que una erupción volcánica, que un ataque terrorista y esas cosas. Pocas veces tocábamos los temas de la vida cotidiana, pero en ese poco tiempo pude averiguar varias cosas del muchacho que me llamaron la atención. Tanto por la cierta similitud que existía entre él y yo, como por las características que los dos compartimos con Brooklyn. ¿Será que a Kai le gustan los hombres con determinado perfil? A ver… se los explicaré para puedan comprender mejor…
Rei Kon es un joven de 25 años, proveniente de China, extranjero como yo y Brooklyn –sí, me pongo yo primero por ser más guapo que el tipo ese–, huérfano desde hace diez años, sin hermanos, por lo que está solo en el mundo, como yo desde hace ocho años, y que de no ser por Bryan estaría completamente solo en todo el mundo. Si bien físicamente no nos parecemos mucho, al saber sus gustos por el frío, las montañas nevadas, los deportes extremos y las motos me parece que tenemos mucho en común. Su vehículo es una moto muy parecida a la mía, sólo que de porte más pequeño y de color azul marino, la mía en negra completamente.
Me contó que perdió a sus padres cuando tenía quince años, dijo que los mataron en un asalto a la tienda familiar que habían abierto recientemente en Hong Kong. Aunque no me contó los detalles, tengo razones para suponer que la mafia china tuvo algo que ver en esas muertes. Por ejemplo, me dijo sin darse cuenta de que no robaron dinero ni mercaderías, también me comentó que ellos vivían en China y que sus padres se trasladaban a Hong Kong para atender el negocio, mientras él iba al colegio. Su escuela era privada, pero su padre no tenía mucho dinero, aún así de un día para otro abrieron esa sucursal en dicha zona. Me comentó que su madre solía salir de noche varios días a la semana y que conocía a mucha gente "importante", pero no quiso mencionarme ningún nombre. En resumen, pareció un chico muy misterioso y a la vez encantador.
Otro detalle que pude averiguar es que trabaja en un gimnasio especial, que fue adaptado con un dojo, donde es profesor de karate. Me pareció aún más interesante que un muchacho casado con quien es uno de los hombres con más dinero del mundo trabaje y mucho menos de algo como eso. Está bien, es chino y por ello es de suponer que sepa artes marciales, pero es un prejuicio social pensar que todos los asiáticos saben artes marciales. Por ejemplo, yo soy asiático, porque nací en la parte asiática de Rusia, y no sé ese tipo de cosas, apenas sí he estado en peleas callejeras cuando era un adolescente. De todos modos, saber que es cinta negra y que sus estudiantes irán al campeonato nacional de karate lo hizo incluso más atractivo a mis ojos.
Sin embargo, hoy es sábado y no voy a trabajar porque Kai me dijo que iría a Japón para una charla directa con su abuelo. Sí, el muy bastardo me hace trabajar en sábado, un sacrilegio lo sé, pero ser su secretario personal es así. Por ello, ayer aproveché la promoción que me ofreció Ivan y decidí tomar los dos boletos de promoción al cine para el sábado, me los vendió a mitad de precio porque el sobrino de su padre trabaja allí y le regala boletos promocionales. Como le pedí dos, llamé a Bryan para que fuera conmigo al cine. Pero el muy maldito me dijo que no podía, porque iba a salir con Mao a no sé dónde, por lo que la idea de que ella fuera conmigo también se desvaneció. Comencé a llamar a Jonnhy y a Robert, el primero no me atendió y el segundo dijo que estaría ocupado ese día. Así fui llamando a todos mis conocidos y ninguno estaba dispuesto.
Después de una hora de llamar y llamar, me vi solo y tirado en mi cama, con el celular en la mano pasando mi lista de contactos. Me mantuve así hasta que llegué al número de quien ni recordaba tener agendado: Rei Kon. Hice memoria un rato y recordé que me había pasado su número hacía dos días, cuando me dijo que si encontraba a alguien que quisiera aprender karate que lo llamara, como una forma de promocionar su negocio. Pensé unos momentos y al final me decidí a llamarle, después de todo sería sólo ver una película y si me decía que no, listo y no lo llamo más. Además, con Rei no tengo una relación laboral, es el esposo de mi jefe, quizá seamos amigos o algo más, pero… ¡Es sólo ver un película por todos los cielos!; y estaría solo porque a su pareja viajó por supuestos negocios y no lo puede llevar a él de acá para allá.
Marqué el número y esperé un poco, hasta que me atendió.
—Hola, ¿Rei?
—Sí, ¿quién habla?
—Soy Yuriy Ivanov, ¿me recuerdas?
— ¡Oh, Yuriy! Lo siento, no te había conocido la voz… ¿qué pasa?
—Estás en Estados Unidos, ¿verdad?
—Sí, ¿por? —. ¿Ven? Conozco a Kai como si fuera mi novio… digo, mi mejor amigo.
—Tengo dos entradas para el cine y no tengo con quien ir, ¿te gustaría acompañarme? —pregunté mientras miraba mi reflejo en el espejo y me sonreía con galantería, hasta hablando por celular me veo bien.
—Claro, ¿en qué cine? —dijo rápidamente y sonreí para mis adentros, odio ir solo a algún lado. Por ello le pasé la dirección de dónde quedaba el cine al que iríamos y parecía que él la anotaba en algún lado por como repetía mis palabras. —Iré en la moto y nos vemos allá… ¿a qué hora?
—Como a eso de las ocho de la noche, ¿te parece bien? —dije con seguridad y casi podía imaginar su sonrisa, con esos colmillos sexys sobresaliendo de sus labios y asintiendo con la cabeza.
—Sí, nos vemos allá a esa hora.
—Genial, nos vemos —comenté y corté la llamada.
Justo como lo pactamos, nos encontramos en el cine y saludándonos apenas, pagamos las entradas a mitad de precio, en realidad cada uno pagó la suya porque tanto él como yo no dejamos que el otro pagara. Así compramos palomitas y bebidas y entramos a la sala de cine. Vimos la nueva película de Superman, los dos nos quedamos impactados por los efectos en 3D, todo era tan real que inclusive nos sorprendimos tomados de la mano y nos echamos a reír en medio de toda la gente. Por supuesto que hice callar al primero que emitiera un "shh" para que dejáramos de disfrutar el momento. La gente es muy aguafiestas.
Entre que vimos el film, vimos los créditos para terminar las palomitas y beber las colas y salimos de la sala se nos hicieron las diez de la noche. A causa del hambre que nos atacaba, decidimos conducir, cada uno en su respectivo vehículo, hasta un restaurante cercano. No era muy caro, es más, era de comida rápida y bastante barato, pero Rei no pareció descontento por esto. Después de todo, él debía de estar acostumbrado al lujo que le brindaba Kai, pero creo que en el fondo es un muchacho bastante humilde y centrado.
Pedimos una pizza grande y le ofrecí una cerveza, porque admito que no me gustan mucho las gaseosas, a lo que él aceptó. Los dos comenzamos a comer y charlar, así entre mordisco y mordisco y trago y trago, sólo quedaban dos pedazos de pizza sobre la bandeja y ya nos habíamos tomado toda la cerveza, únicamente quedaba un poco en nuestros vasos. El chico tiene bastante resistencia al alcohol, no es que hayamos tomado mucho, pero parece tan inocente que hasta me sorprende que se haya tomado un litro de cerveza.
Tuvimos unos segundos de silencio en que mi vista se fijó en la alianza de la mano de Rei, me pregunto cómo habrá sido su casamiento, o cómo se habrán conocido. Después centré mi mirada en los ojos oros del joven, quizá pueda preguntarle ahora, después de todo… estamos en confianza y no le voy a mencionar nada de esto a Kai, por lo que no hay nada que temer.
— ¿Pasa algo, Yuriy? —preguntó Kon de repente.
—No, nada… —respondí con naturalidad y bebí un poco de mi vaso. —Pero dime Rei… ¿cómo se conocieron tu y Kai?
Noté como sus ojos bajaron un poco y observaron nerviosos el vaso de cerveza que tenía en las manos. Pero cuando estaba a punto de comentarle que si no quería que no me contara, él habló primero.
—Te cuento sólo si prometes… no juzgarme… —dijo con un hilo de voz.
—Claro, ten confianza —respondí y sonreí mientras terminaba mi vaso y comía el último pedazo de pizza, él hizo lo mismo y comenzó a hablar. Yo no le interrumpí en ningún momento su narración.
—Kai y yo nos conocimos hace ocho años, cuando yo tenía 17 y él 22 —. Al principio pensé que sus edades eran irrelevantes, pero no le mencioné nada y lo dejé seguir. —Él estaba de viaje de negocios en China, o eso supongo. Yo… No, cuando mis padres murieron… creo que eso te lo conté antes —. Yo asentí y le dejé seguir, le miré calmado y él parecía algo nervioso. —Bueno, pues cuando ellos fallecen yo quedé en la calle y no pude terminar mis estudios, por ello comencé a trabajar con tan solo quince años. No pude hacer mucho con mis pocas capacidades, hasta que una noche pasé frente a un local bailable, no había comido en dos días y cuando un hombre me dijo "te pago si pasas una noche conmigo, niño", yo acepté sin pensarlo. Así fue como comencé a… prostituirme, necesitaba dinero y haciendo eso lo ganaba fácilmente. Viví así durante varios años, incluso siendo menor de edad. Hasta que una suerte de agencia clandestina me captó y me usó de modelo publicitario para una página de pornografía y "citas" por internet.
—"Pasé por muchos hombres antes de que la "agencia" me comunicara un pedido bastante extraño, al principio me negué porque no me gustaba la idea, pero cuando ellos me dijeron la suma de dinero que me ofrecían, acepté rápidamente —una risita casi nostálgica se hizo presente en sus labios y yo le sonreí, invitándolo a seguir—. Eran millones y no iba a dudar en aceptar, por lo que seguí sus condiciones. Esa misma noche, a las diez y media, fui a la esquina que me habían indicado, vestido como me habían pedido, o sea, iba aparentemente normal… a simple vista nadie notaría ni mi edad ni mi profesión. Esperé por treinta minutos hasta que un auto negro, parecía bastante caro, se paró delante de mí. Un hombre bajó la ventanilla y me preguntó el nombre, yo le respondí, entonces él se bajó del auto, abrió la puerta del copiloto y me hizo sentarme allí. Le pregunté si él era mi cliente y me dijo que no, que "mi cliente" me esperaba en su residencia. No hice más preguntas hasta que llegamos al lugar, era una de las casas más grandes que yo hubiera visto, ubicada en uno de los barrios más ricos de China. Me quedé muy sorprendido, pero no me atreví a replicar nada.
—"En cuando entré a esa casa me sentí fuera de lugar. Yo estaba viviendo en la miseria y casi en la calle, viviendo de mi cuerpo y nada más, y ese lugar era puro lujo, lujo por donde lo mires… —hizo una paisa y se terminó de un trago la cerveza de su vaso. —Bueno… seguí al tipo que me trajo hasta una gran sala, allí, sentado en la punta de una gran mesa, estaba Kai. Me vio unos segundos y asintió, después el hombre se fue y nos dejó solos. Admito que mi primera impresión de él me produjo una mezcla de deseo y temor, se veía tan imponente y a la vez tan atractivo que me asustaba, pero no podía echarme atrás ahora, me pagarían al final de todo.
—"Kai me invitó a sentarme y platicamos un rato, inclusive cenamos los dos juntos. No lo podía creer. Nunca en todos esos años, un cliente me había tratado así, jamás habían sido tan amables conmigo, siempre era ir directo al grano, en cambio Kai fue pura cortesía conmigo. Me preguntó por mi vida y yo le contesté con la verdad, charlamos sobre nuestros gustos y él se interesó mucho por conocerme. Inclusive me invitó a tomar del vino fino que estaba tomando en ese momento. Fue como haber tenido una cita, por un momento me olvidé de que ese hombre me iba pagar por pasar una noche en su cama. Cuando terminamos de comer, Kai llamó a un sirviente y éste recogió los platos y comenzó a acomodar la mesa… Recién en ese momento me dijo que fuéramos a la habitación, e inclusive en esa instancia era tan atento que parecía mi amante y no mi cliente. Pasé la mejor noche de mi vida con él, fue muy bueno la verdad… tan amable, tan considerado, tan correcto… hubiera deseado que todos mis clientes fueran como él.
—"Durante dos meses fui exclusivo de Kai, él me había casi comprado para que yo fuera únicamente de él todos los fines de semana. A veces me llamaba entre semana, pero fueron algunos días casi al azar. Yo también esperaba esos días para estar con él, disfrutaba su compañía y me hacía feliz que él prefiriera la mía a la de otro. Hasta que un día dijo… que se marcharía de China y que quería que yo fuera con él, no como un amigo, ni como un ayudante, sino como su pareja. Al principio dudé, porque era dejar toda mi vida, pero finalmente acepté, él me prometía una vida mejor, un trabajo digno, pero sobre todo me prometía amor, mucho amor. Y eso pasó… —hizo una pausa, casi parecía emocionado por contar todo eso y la verdad no lo culpo, parece un cuento de hadas trasladado a la cruda realidad.
—Y tú lo amas, ¿verdad? —le pregunté levemente sonriendo mientras limpiaba mi boca y observaba que la mesa estaba completamente libre de alimentos.
—Lo amo mucho y no me arrepiento de haber dejado China para seguirlo a él —sonrió con nostalgia y me volvió a mirar con esa sonrisa soñadora que sólo ponen los que están enamorados — ¿Sabes? Fue Kai quien me hizo terminar el secundario… También me ayudó a capacitarme en el karate, yo ya lo practicaba de pequeño pero lo había dejado de lado por las circunstancias...
La emoción en su rostro me enterneció. No puedo creer que este sujeto cause tales conmociones en mi interior, es como si yo también deseara protegerle, como si sus encantos fueran incluso más poderosos que mi cordura. Eran encantos opuestos a los de Kai, con mi jefe yo me sentí intimidado y la lujuria y el deseo de ser dominado me llevaron a donde estoy ahora; pero con Rei me siento muy tranquilo, como si yo pudiera protegerlo de todo y a la vez él fuera capaz de seguirme el paso. Quizá por ese conjunto de emociones fue que mi mano viajó por la mesa y se entrelazó con la de él, le apreté suavemente, como buscando transmitirle fortaleza.
—Parece que él es muy importante en tu vida… —comenté apenas, buscando que Kon completara la idea.
—Él es toda mi vida, le debo todo. Sé que lo amo y él me ama, por eso… por eso creo que somos tan felices los dos.
—No lo dudo…
Esa noche no pasó nada, después de todo lo que me había contado me sentía incapaz de siquiera tocarle un pelo. Tal vez desaproveché la oportunidad de mi vida, es decir, Kai no está, está de viaje y él debe de estar solo, nadie debe de controlarle, pero no puedo aprovecharme de todo. Por eso nos despedimos en la puerta del lugar y cada uno se fue en su moto por su lado.
¡Qué bah! ¡Soy un completo estúpido! ¡Debería habérmelo cogido antes de que fuera demasiado tarde! Pero no… tuvo que haberme conmovido con su maldita historia de vida, ahora no podré sacarme de la cabeza la imagen de esos dos con una sonrisa en su casamiento. Deben de ser tan felices juntos… Y yo acá solo en mi cama, dando vueltas con ganas de tener sexo y sin alguien con quién hacer la magia.
—Al diablo —me dije a mí mismo en voz alta. Acto seguido me puse de pie, me vestí como para ir a una disco, me acomodé el cabello, me coloqué perfume y me miré al espejo. Estaba tan irresistible como siempre y así me decidí a salir.
Esa noche la pasé de lo mejor, aunque estuviera solo jamás me costó conseguir compañía. Me metí a un club nocturno para gays ubicado en la zona de los extranjeros, por lo que me encontré con algunos conocidos pero no amigos. Bailé toda la noche con diferentes tipos, un mexicano ilegal, un colombiano que no tenía siquiera documento que vendía marihuana –supongo que también la consumía, por el olor que tenía–, un portugués que no hablaba muy bien el inglés, un argentino que se creía el ser más atractivo de la noche y con el que me peleé al principio pero que terminé llevándomelo a la cama.
Admito que no era tan malo, pero fue muy fácil dominarlo. Fuimos salvajes, casi rompimos mi reloj despertador, la cama rechinó como nunca y los gemidos inundaron la alcoba como si fuera música de rock. Pero a la mañana siguiente nos despedimos sin siquiera intercambiar datos. Es un truco para volvernos a ver en un futuro, mas la verdad no me interesa. Cuando se fue me quedé solo de nuevo… yo y mi soledad, mi soledad y yo… De todos modos no estoy tan feliz como cuando lo hago con Kai, no me siento satisfecho como si lo hiciera con él. Tampoco pude hablar con el sujeto, no me sentí tan cómodo ni con la plena confianza que me brindaba Rei…
No fue lo mismo…
– – –
Nota final: Con eso termina esta primera parte, espero les haya gustado y muchas gracias por leer ^^. Mil y un gracias si comentan. Sus críticas serán bien recibidas para la próxima parte jeje.
PD: creo que Yuriy me quedó bastante OC o Ooc o como se le diga xD. Ustedes dirán qué tan diferente es del original del anime/manga…
