Y una vez más... otra historia de Shingeki no kyojin.

Si entraron a verlo, se darán cuenta que es JeanMarco, MaruJean o como quieran llamarle xD.

Todo ocurre dentro del mismo mundo original, pero si las cosas hubieran sido un poco diferentes.

Se mencionarán elementos claves de los capítulos del manga... por cualquier cosa, para evitar spoilers, les aconsejo leer si ya alcanzaron el capítulo 51 del manga.

Esta historia es beteada por la maravillosa Kaith Jackson, quien me acompaña en este nuevo fandom además de Hetalia. ¡Besos para ti! :*

Shingeki no kyojin le pertenece a Hajime Isayama. Si esto siguiera la historia del manga al pie de la letra, no sería un fanfic. Este fic sale del deseo de que esta pareja tenga otro final.


Capítulo 1. Un día normal

La misma rutina diariamente.

Levantarse antes que el sol, correr una distancia que parecía el diámetro de la muralla Sina. Ducharse junto a sus demás compañeros, peleando por el jabón y el agua hasta tener que conformarse al quedar con zonas de su cuerpo espumosas, que las sábanas después limpiarían.

Desayunaba en la mesa con todos, un pan seco y un pedazo de queso, si había sobrado de la noche anterior. Cuando no tenían leche, bebían agua. Era absolutamente necesario para atravesar el pan viejo que les daban, sino se ahogarían con él.

Ésta era su comida de todos los días, ésta era su rutina, y ésta su vida. No era perfecta pero, por lo menos, aún seguía vivo.

Aunque no sabía, exactamente, cuanto tiempo duraría.

Sabía que la peor idea que pudo tener fue unirse a la Legión de Reconocimiento.

'¡El ganador de todos los idiotas: Jean Kirschtein!'

Se repetía eso a sí mismo cada momento.

Pero en fin, por más que se quejara internamente; no cambiaría el hecho que había decidido venir a este lugar. Y seguramente morir en él.

Tenía el espacio de unas tres horas libres cada día. No había actividades programadas mientras no se buscara salir de la muralla Rose. Hacía cosas diferentes en esas horas: pelear con el idiota de Eren, caminar sin rumbo, dormir un rato, ejercitarse aparte del entrenamiento, practicar con el equipo tridimensional, hablar con Connie hasta terminar harto de él, o… esto.

Estaba recogiendo flores.

'No hay nada tan masculino'.

Elegía las que se vieran más bonitas, solo tenía tres horas así que gastaba una hora entera en reunir las que fueran más agradables. Si una estaba marchita o todavía no había florecido completamente, la ignoraba.

Se detenía cuando tenía suficientes para formar un ramo. Generalmente era fácil unirlas con un pedazo de cuerda.

Llevaba el ramo que había hecho, que por cierto, no era tan bonito como los que hacen los profesionales. El problema era que, igual no tenía dinero para eso.

Las llevaba en alto para no dañarlas por accidente, era un poco incómodo caminar por la calle con el arreglo floral; las personas se le quedaban viendo.

Escuchó a una anciana decirle a su nieta.

—Mira querida, ese muchacho probablemente lleva flores a su novia. Los soldados también necesitan un motivo por el cual luchar.

Jean solamente sonrió y saludó con un gesto a la señora.

¿Así se veía? Como un muchacho que "llevaba flores a su novia"

Si, en otro mundo eso hubiera sido cierto.


Se dio cuenta por las miradas que recibía que no se había removido el uniforme. Una buena porción de aldeanos habían visto a un soldado de la Legión de Reconocimiento llevando flores en alto. Francamente era un poco vergonzoso.

Usó el equipo de maniobras para subir a un árbol. Desde ahí miró el lugar al que planeaba dirigirse. No quedaba muy lejos ya.

Caminó un poco más, recibió unas cuantas miradas. También las ignoró.


Estaba frente a un muro. Usó el equipo tridimensional para escalarlo.

Miró donde estaba parado, el borde de una de las murallas menores, medía unos veinte metros. Ubicado siempre dentro de los confines de Rose. Servía para aislar a las personas del lugar que habían utilizado como vertedero de cadáveres, para aguardar mientras los demás eran incinerados.

Era una imagen nada agradable. Montículos de tierra, unos cuerpos apilados, un cementerio improvisado.

Jean bajó al suelo y se sentó frente a las tumbas, cruzando sus piernas entre sí. Colocó el ramo de flores frente a él.

—Ey Marco. Tengo unas cuantas horas libres —comenzó como siempre lo hacía—. Estoy seguro que ya me queda una hora y media, incluso menos. ¿Dónde está tu cuerpo de nuevo? O ¿ya fue quemado con el resto?

Era difícil hablarle al aire. Si tuviera el cadáver de Marco enfrente, tal vez sería más fácil; o quizás todo lo contrario, no podría articular ni una sola palabra. Y no había forma que su discurso se convirtiera en una charla de doble vía.

—En fin… te traje flores. Son las más bonitas, no te vayas a enojar porque no las compré. Oye… ¿eras capaz de enojarte?

Habló sin rumbo, diciendo lo que pensaba. Era experto en hablar sin callarse.

—¿Puedes creer que pensaron que eran para mi novia? ¡Te imaginas! Una novia… ¡Ja! —rio fuertemente, y a pesar de eso, no era una risa de alegría— No podrían estar más equivocados. No les dije nada, ¿qué podría decir? Oh no, esto es para mi mejor amigo muerto, si así es… No hay novias para Jean, solo muerte a su alrededor. ¿Cómo es que sigo vivo?

'¿A quién le estoy hablando?'

Llevó una mano a sus ojos, limpiando cualquier atisbo de lágrima que se acercara.

Probablemente no le quedaba mucho tiempo, ya terminarían las tres horas libres. Llevaba un buen rato hablando. Lo bueno era que como nadie le contestaba, sus palabras morían después de decirlas. No era una conversación, era un patético monólogo.

—Bueno, fue un gusto hablar contigo… o bueno, no… hablarte. O hablar al aire. Creo que estoy perdiendo la cordura —divagaba como un idiota.

Tras un adiós nunca definitivo pero siempre empapado de agua, se dio la vuelta, riéndose un poco de sí mismo.

'¡Si alguien me viera haciendo esto! ¡Qué vergüenza!'

Estaba dispuesto a irse, dio una última mirada a las flores que había dejado en el suelo.

Por arriba de las flores vio una silueta, no eso no era una simple silueta… era un titán.

'¿Qué diablos hace un titán aquí?'

Esto no tenía sentido, este lugar estaba resguardado por todas partes, no había ninguna brecha por la que un titán podía entrar. ¿Acaso Rose había caído?

Pero…

El titán caminaba a grandes pasos hacia él, ¿de dónde había salido?

Jean usó su equipo de maniobras, listo para escalar la muralla. Antes de que llegara a su objetivo, el cable fue tomado por el titán, impidiéndole mayor movimiento.

'¡Mierda, no!'

Sintió su cuerpo caer con la gravedad, pero su descenso fue frenado por las manos del titán.

No se golpeó mucho, las gigantescas manos amortiguaron la caída. El titán lo observaba; comenzó a acercarlo hacia su cara.

'¡No maldito! ¡No me comerás!'

Jean usó sus cuchillas para cortar dos dedos de cada mano al titán, asegurando su escape.

Subió a la muralla, y miró hacia abajo.

El titán parecía de la clase de quince metros. Se había quedado mirando a su mano con los dígitos faltantes. Parecía que le dolía, pero claro no había forma de saberlo por seguro.

'Tiene que ser un excéntrico'

Era un alivio que había logrado zafarse de su agarre. ¿De nuevo a punto de morir? ¡Definitivamente no! ¡Titanes más feos habían intentado tenerlo para la cena y habían fallado!

—¿Te hacen falta tus dedos, estúpido? —gritó Jean al titán, señalándolo con la hoja de la espada.

El monstruo solo lo miró.

No podía creer que el cementerio había sido infestado por titanes.

Miró hacia abajo, buscando un agujero en algún punto del muro. No miraba nada, tal vez sería mejor rodearlo.

Comenzó a caminar por el borde del muro, fijándose como el titán lo seguía con la mirada.

No lograba divisar ninguna brecha, tal vez necesitaría más personas.

¿Cómo había entrado esta cosa de todas formas? ¡No podía haberse formado de la nada!

Vio algo que se acercaba a él de nuevo: era la mano del titán, esta vez con sus cinco dedos regenerados, intentado agarrarlo otra vez.

'¡Dame un respiro, infeliz!'

Se alejó usando las maniobras tridimensionales, se estaba cansando un poco del juego del "gato y el ratón".

Miró a todos lados, en verdad el lugar se veía desierto, los titanes generalmente solían andar en grupos.

—¿Eres tú el único aquí, maldito? —preguntó con sarcasmo al ser que no le respondería.

Él solo lo miraba, obviamente no podía entender nada de lo que Jean decía.

Suspiró. Se debía ver patético aquí hablándole. Las tres horas se habían cumplido, y era hora de regresar a lo que ahora llamaba "casa". Además, debía reportar la presencia de cierto titán de quince metros en este lado de la muralla, aparentemente solo.


—Un titán solo, dentro del muro… —repitió Armin sorprendido, se había colocado una mano debajo del mentón, pensativo—… eso no es muy común.

—Eso pensé yo —admitió Jean, llevando la cuchara con sopa a su boca, hoy también estaba diluida, hizo una cara de asco ante el sabor.

—¿Estás seguro de lo que viste? —preguntó el más bajo.

—Que pregunta más tonta, por supuesto que estoy seguro —contestó Jean, un tanto irritado.

Armin levantó una ceja.

—De acuerdo… ¿y… donde viste a este titán?

—En el vertedero —respondió el más alto.

—¿Qué hacías en el basurero?

—No era ahí, era el… ya sabes, donde botan todos los cadáveres.

El más pequeño hizo una expresión extraña, notó que Armin no le preguntó la razón por la que él había estado en ese lugar. El pequeño era un chico listo, seguramente lo sabía.

—Yo también lo extraño, sabes —dijo de forma empática—. Me gustaría acompañarte a ese lugar, la próxima vez.

Sabía que Armin tenía buenas intenciones, era un tipo atento; pero guardar luto no era algo que Jean hiciera en grupo. No se le daban las cosas sentimentales, y tenía una aversión a permitir que alguien estuviera presente cuando él le hablaba a la imaginaria tumba.

—Gracias, pero no es necesario. —no iba a mentir que lo quería ahí, cuando no era así.

El chico hizo una expresión de preocupación, ladeó sus labios. Jean llevó otra cucharada de la insípida sopa, a su boca.

—Siguiendo con el tema de antes —continuó Armin, aún preocupado pero intentando disimularlo—, pienso que lo más conveniente es decirle a nuestros superiores… ¿tal vez la líder de escuadrón Hanji?

—¿Decirle el qué a Hanji? —preguntó cierta persona, como si hubiera sido invitado a la conversación.

Eren y Mikasa habían llegado a la mesa donde estaban sentados Armin y Jean, cada uno llevaba su tazón lleno de la sopa barata.

—H-hola chicos —saludó el rubio.

—No es contigo Jaeger —contestó cortante Jean—. Ya terminé de cenar.

Acto seguido, se levantó de su asiento para llevar a lavar su plato. No quería mencionar la palabra "titán" frente a ese idiota, siempre hacía un gran alboroto por las cosas más simples.

Pudo ver atrás como Eren agitaba al más pequeño por los hombros, era como si un sexto sentido le había alertado que su peor enemigo, los titanes, acechaban desde las sombras. Y quería averiguar lo que Armin y Jean ocultaban.


—¿Jean, estás del lado de la humanidad? No me digas que también te has hecho un traidor—preguntó la voz más irritante de todas, mientras él cepillaba sus dientes.

—Armin… —regañó Jean, palabras apenas entendibles con la boca llena de espuma.

—¡No dije nada! Lo juro, Eren tiene un don para ver a través de estas cosas —se excusó Armin rápidamente.

Jean escupió la espuma en el lavabo, y se enjuagó con agua; hizo gárgaras y volvió a escupir.

—Estaba pensando en hablar del titán con la capitana Zoe, ¿de acuerdo?

Por la expresión que Eren hizo, parecía que no sabía exactamente lo que Jean ocultaba hasta el momento en que lo dijo. De repente, sintió como lo empujó a la pared, su mirada clavada en él, su voz grave y peligrosa.

—No me jodas, Kirschtein. Hay un titán, tú sabes dónde está y te lo tomas tan a la ligera. ¿Qué pasa si ataca a alguien? ¡Debiste matarlo al solo verlo!

Sintió el dolor en su espalda por el impacto.

—Diablos, Eren —se quejó—. Iba a ir después de cepillarme, entiendes eso ¿verdad? Suéltame, demonios —se zafó del agarre del otro.

—Si es muy difícil para ti, dime dónde está y yo mismo lo mataré —declaró el enojado tipo.

Jean levantó una ceja ante eso, se dirigió a Armin.

—Siempre fue así de idiota, ¿o comenzó con la pubertad?

No había notado que Mikasa estaba con ellos, hasta que dio unos pasos adelante, se colocó frente a él y contestó.

—Mires como lo mires, Jean. Ocultar información sobre un titán es considerado un delito grave —contestó de forma calmada.

Eran tres contra uno. Había perdido.


No era que deseaba "traicionar a la humanidad", pero no quería salir corriendo y hacer un gran alboroto por un titán solitario que encontró en el cementerio. No tenía toda la prisa del mundo, y sin embargo aquí estaba.

—Mmm… —hizo ella un sonido mientras se cruzaba de brazos, pensativa— …¿y dices que era el único?

Jean afirmó, y agregó que no había observado ninguna brecha.

—Bueno, ¿puedes decirme la hora a la que ocurrió este episodio?

—Fue cerca de las cuatro de la tarde —recordó.

A ella parecían brillarle los ojos.

—Excelente, ahora es de noche y de seguro no puede moverse —asentía con la cabeza—. Sin embargo, el lugar que mencionas es grande y a pesar de ser un titán, su piel no refleja la luz de la luna, sería casi imposible divisarlo. Las antorchas lo harían un poco más fácil, pero…

—No tiene forma de escapar de ese lugar —opinó Jean, deseando que la decisión de la mujer del cabello alborotado, fuera esperar a confirmar la presencia del titán hasta el día siguiente.

—Señorita Hanji, me temo que estoy de acuerdo con Jean —apoyó Armin. Jean le dedicó una mirada agradecida, sí que era un buen chico—. En todo caso, será más fácil encontrarlo y lidiar con él bajo la luz del sol.

Ella exhaló, parecía estar decepcionada.

—No soy muy fanática de la espera, pero están en lo correcto —su voz se escuchaba triste—. Prepararé un equipo mañana para ir a verlo, ¿era un gigante masculino, verdad?

—Así es —afirmó Jean.

—Seis de la mañana, o desde que pueda verse el camino sin antorchas. Los quiero listos a esa hora —ordenó la mayor.


Jean fue a su cama en la noche. Estaba acostado mirando el techo de la habitación, escuchaba a los demás dormir, y a algunos roncar. Le estaba costando trabajo conciliar el sueño.

Qué manera de terminar el día, ¿no? Había ido a dejar flores, aprovechando su tiempo libre para rendir honores a su viejo amigo, y se había encontrado con una desagradable sorpresa.

Que poético, la especie encargada de eliminar de la faz de la tierra a una persona tan importante para él, se le había aparecido en el lugar donde lo velaba.

Por lo menos todo acabaría mañana, iría a ese lugar de nuevo. Matarían al gigante y regresarían, y todo sería como si nada hubiera pasado.

'Malditos titanes, nunca nos dejan en paz'.


Se fue, se fue. Figura familiar se fue. Poner un pie frente al otro, a esto se le llama caminar.

Caminó hasta que ya no hubo suelo por delante. Objeto más grande obstaculizaba el paso, este objeto se llama muro. No podía avanzar si el muro estaba enfrente.

Extendió su mano y tocó el muro. Mano, que está al final de lo que se llama brazo, es una parte de él. Al inicio de la mano hay otros brazos, pero mucho más pequeños, se llaman dedos. Hay uno, dos, tres, cuatro y cinco. Dedos uno y dos volvieron a formarse, figura familiar los cortó. Humo salió y después de un rato, los dedos volvieron a aparecer. No dolió tanto. Dolor es algo que hace que sufras; sufrir es lo contrario a disfrutar. Figura familiar se relacionaba con la palabra "disfrutar".

Quería volver a agarrar a figura familiar, pero no puede caminar más allá del muro.

Sensación extraña, no agradable. La reconoció como tristeza.

Quería volver a ver a figura familiar. Quería saber su nombre.

Nombre es como llamas a una figura familiar. Creyó que esa figura era llamada "humano". Pero humano no era su nombre, sino que era otro. No pudo recordar cuál era.

¿Cuál era su propio nombre? ¿Él era un humano también? No, no lo era. Figura familiar era más pequeña, él era más grande. ¿Qué era él sino era un humano?

Quería ver a humano otra vez, pero moverse era difícil.

Costaba mucho moverse cuando no había luz. Esa luz la daba el sol. Sol es ese círculo amarillo en medio de eso azul que se mira arriba, dolía verlo pero le gustaba sentirlo sobre él.

Piernas son las que sostienen el peso, pero ahora no hacían un buen trabajo. Se doblaron y él estuvo más cerca del suelo. Cara está en la cabeza, y ahora estaba tocando la tierra.

Arriba ya no es amarillo y azul, ahora es todo negro. Noche es cuando no hay luz, y ahí es cuando dejas de estar despierto. Cuando estás acostado duermes, pero él no pudo hacer eso.

Estaba seguro que humano tenía otro nombre. De nuevo quiso recordar cuál era, otra vez falló. Humano también tenía cara, una cara que quería ver más de cerca.

Tal vez la cara de humano le ayudaría a entender que estaba pasando.


La retroalimentación es muy importante para mí.

Me encantaría saber que opinan hasta ahora :)

Prometo responder en privado a los que no sean de anónimos (esos no se puede, y no quiero spamearlos)