Aihana

(Flor de Amor)

Por: Princess Lalaith

Nota Inicial: Yu Yu Hakusho no me pertenece, bla, bla, bla… Me pertenecen Kiseki, Hana, cualquier otro personaje que no conozcan y obviamente la trama de éste fic. Lo dedico a mi querida 'hermana' Mihara, quien adora a Hiei.

Prólogo.

Estaba corriendo a todo lo que daban mis piernas, rogando porque mis perseguidores no me alcanzaran, y es que si lo hacía…estaría casi muerta.

No, no piensen que me estaban persiguiendo unos asesinos ni mucho menos. De hecho se trataba ni más ni menos de mis 'primos' postizos, hijos de unos muy buenos amigos de mis padres, y la verdad sea dicha, una pesadilla para mí.

Está bien que ellos ya eran 'grandes' y todo eso, pero no por eso me tenían que tratar como si fuera una chiquilla. Tenía diecisiete años¡e iba a cumplir los dieciocho en una semana!

Aunque si lo pensamos bien, para algunos a esa edad uno sigue siendo un infante, y tratándose de mis primos…bueno, el mayor de mis primos ya tenía 21 años y seguía portándose como un mocoso de cinco. Y el segundo no estaba mucho mejor, pero pese a ser un año menor que el otro, al menos puede ser un poco maduro cuando se lo propone. (Lo cual no es muy seguido).

La única que más o menos me comprende es Yume, ella tiene 15 años, y es la hermana menor de esos dos 'monstruos' (puede ser en sentido figurado, o literalmente, ambos aplican).

Tengo otros primos, pero la mayoría de ellos viven 'en otro mundo'. De hecho Yume y su familia no viven precisamente en la misma ciudad que nosotros, pero vienen a vernos seguido.

Pero bueno, les he dicho mucho de mis primos y ni siquiera me he presentado. Yo soy Hana, bueno mi verdadero nombre es Hanazakari pero prefiero que me llamen sólo Hana. No soy muy alta, apenas un poco más de metro y medio (otra de las razones para que otros se burlen de mí), de tez moreno clara (principalmente debido a todo el tiempo que paso bajo el sol), mis ojos son verdes (y según todos los que me conocen, bastante expresivos) y mi cabello es de un negro azabache, ondulado, me llega hasta las caderas y me gusta tenerlo en una coleta floja.

No soy precisamente lo que ustedes llamarían normal, tengo ciertas habilidades para manipular algunas plantas, principalmente en lo que a flores se refiere (de ahí mi nombre), y además soy lo que la gente común llama una psíquica, aunque mi 'habilidad' específicamente es conocida como 'visión astral' o 'vista remota', esto es ver lo que sucede en tiempo real en otro lugar, a veces incluso puedo proyectarme en ese lugar, aunque todavía no domino muy bien esa parte.

Soy hija única, y si bien a veces sí me siento un poco sola, no me afecta demasiado el no tener hermanos. Mi padre es Profesor de Ciencias en la misma preparatoria donde asisto (lo cual a veces puede resultar una tortura, créanme), y mi mamá trabaja como Asistente de Servicio Social en la mejor agencia de la ciudad.

-Hana! –sonó un grito desde la cocina de la casa.

Maldición, tal parece que esos 'primos' míos ya le fueron con el chisme a mi madre.

Y respecto a ese asunto, sucede que ellos hace poco se burlaron por mi falta de habilidad con las flores, así que me vengué y quise usar unas plantas del vivero de mi padre (él adora la jardinería), lo malo es que al parecer el polen tiene ciertos efectos secundarios en quienes no están acostumbrados, una horrible comezón y…

-¡Hanazakari!

Ooops, creo que ahora en verdad está enojada, sólo así me llamaría por mi nombre completo.

Habiendo llegado a esa conclusión decidí que lo mejor era salir corriendo, y eso fue precisamente lo que hice…o mejor dicho pretendía hacer hasta que vi mi intento de escape bloqueado por una figura una cabeza más alta que yo, un hombre, envuelto en una capa completamente negra.

Mis sentidos reaccionaron antes que mi propio cerebro. Un hombre cubierto de negro no era precisamente normal en donde yo vivía, y podía percibir que no era normal así que no dudé y en un instante estaba preparada para pelear.

Y ya sé que mucho estarán diciendo 'Ésta loca apenas llega una visita en su casa y ya se va a poner a pelear', pues bien, déjenme decirles que la mayoría de las 'visitas' que se aparecen por mi casa tienen como único propósito precisamente ese: pelear. Es por eso que yo fui entrenada prácticamente desde los tres años en artes marciales y desde los seis en el uso de cuchillos, navajas, y espadas. Aunque mi arma normalmente son un par de kodachi (dagas) capaces de engancharse del mango para formar una espada doble.

Yo llevaba puesta una blusa de hombros descubiertos y mangas largas de campana blanca así como una falda campesina beige que me llegaba a las rodillas y botines del mismo color. Y como era mi costumbre, amarradas a mis antebrazos estaban mis kodachi, con el mango hacia mi muñeca, para poder acceder a ellas fácilmente.

-¿Quién es usted y qué lo trae aquí? –pregunté con una seriedad de la que sólo hacia uso cuando me disponía a pelear.

Él misterioso recién llegado no me respondió, pero en vez de eso se acercó aún más. Y apenas cruzar el umbral de la propiedad pude sentir mejor su presencia, no era una persona normal.

Eso fue para mi suficiente, desenvainé ambas dagas en un rápido movimiento y me lancé contra él, pero justo antes de que pudiera tocarlo siquiera la primera de mis dagas golpeó contra una katana que él desenvainó, no sé en que momento.

-Buena. –pareció halagarme él. –Pero no lo suficientemente buena.

Me molestó bastante que me dijera eso por lo que con furia blandí mi segunda arma hacia él, pero él era rápido y de un salto se alejó de mí.

Pero cuando él volvió a tocar el suelo, a poco menos de 3 metros de mí noté que mi segundo ataque sí había tenido efecto, aunque mínimo: él tenía un muy ligero rasguño en la parte baja de la mejilla izquierda, y por el brusco movimiento su capucha había caído hacia atrás.

Y entonces le vi el rostro…y toda mi compostura desapareció en el momento en que lo reconocí:

-¡Sensei! –exclamé yo muy emocionada.

Tal era mi emoción que no pude evitar abrazarlo fuertemente, aunque bien sé que a él nunca le han agradado mucho las muestras de afecto (desconozco el por qué).

-Hana… -empecé a escuchar la voz de mi padre en ese momento.

Solté a mi sensei y voltee a ver a mi padre, ya sospechaba lo que quería decirme, después de todo estaba prohibido meterme en su vivero. Pero creo que la presencia de mi sensei lo distrajo lo suficiente para que se olvidara (al menos por el momento) de castigarme y prefiriera ir a saludarlo.

-Vaya, al final decidiste venir. –dijo mi padre con una evidente sonrisa.

-Hn. –fue la simple respuesta de él. –No es que tuviera mucha opción. Esa esposa tuya casi me ahoga con sus dones aún del otro lado del mundo.

Es cierto, mi mamá también es considerada una psíquica, excepto que su especialidad es como una Empática, esto es que ella puede sentir las emociones de los demás y así entenderlos mejor (por algo es Trabajadora Social), pero así mismo puede proyectar sus propias emociones en los demás; algunos dirían que un don muy valioso, pero no tengo ganas de que otros puedan sentir mis emociones, soy una persona muy complicada.

-Pero bueno, vamos adentro, la comida ya está lista. –anunció mi padre en ese momento.

Así pues los tres nos dirigimos al interior de la casa, yo ya casi creía que todo estaba perfecto hasta que la voz de mi padre llamó mi atención:

-Y tú aún estás castigada jovencita.

Que remedio.

.-.

Un par de días después mi sensei fue llamada casi de emergencia al Makai, él era el Segundo al mando de uno de los grupos, podríamos llamarle 'Reinos' más importantes. Y como mis padres seguramente estaban planeando alguna fiesta 'sorpresa' para mí, se les ocurrió que podría acompañar a mi sensei y ayudarle en cualquier cosa que fuera necesaria. La verdad me pareció un intento no muy bueno por distraerme, pero no había visto a mi sensei en los últimos cinco años y realmente quería estar con él un rato.

Así pues buscamos el portal más cercano y no tardamos en transportarnos al Makai. Lo bueno fue que aparecimos en un punto relativamente cerca de la fortaleza a la que nos dirigíamos nosotros; lo malo fue que apenas pusimos ambos pies en el suelo y ya estábamos rodeados por cerca de una docena de youkai de nivel bajo a medio.

-Grandioso. –dije yo en el tono más sarcástico posible. –Simplemente grandioso.

-Espero que hayas traído tus dagas. –replicó él a la vez que desenfundaba su katana.

-¿Es una broma? –le pregunté a la vez que las tomaba firmemente en mis manos. –Nunca salgo de casa sin ellas.

Muy cierto, y eso es un hecho que a veces saca de quicio a mi madre, no entiende por qué hasta cuando voy a la escuela en el Ningenkai tengo que seguir cargando mis kodachis; aunque en esa situación prefiero ocultarlas debajo de mi blusa o en bolsillos especiales en mi suéter.

Los youkai se lanzaron contra nosotros, prácticamente todos al mismo tiempo. Aunque he de decir que si lo hubieran hecho uno por uno hubiera resultado más bien aburrido.

Durante los siguientes minutos lo único que se escuchó en el claro fue el golpe metálico de nuestras armas, así como los quejidos, casi siempre de parte de nuestros oponentes; sonidos que parecían marcar el ritmo de la pelea.

Finalmente, al cabo de casi diez minutos la batalla llegó a su fin, obviamente con nuestra victoria, he de admitir que yo solamente derroté a cuatro y él se hizo cargo de los otros siete; aunque si lo vemos por experiencia, era de esperarse que él venciera a más que yo, tenía muchísima más experiencia. Hm…no por nada era el segundo al mando de uno de los Líderes más importantes del Makai.

Aquí quizá debería explicar algunas cosas. El Makai era gobernado por un Rey, quien era la máxima autoridad, se mantenía en el mando siempre y cuando probara (cada cierto tiempo) que era el más fuerte; después le seguían los Líderes del Makai, los jefes de los grupos más importantes de youkai; y finalmente el resto de los youkai. Yo en lo personal creo que es una buena organización, tenían sus maneras de hacerse respetar. Lo único con lo que nunca he estado de acuerdo es con la costumbre que tienen ahí de matar a cualquiera con la única excusa de considerarlo inferior, creo que es por eso que mi papá no quiere que nos mudemos al Makai como lo han hecho algunos de sus amigos, teme que mamá y yo no seamos bien aceptadas. Pero algún día yo sé que voy a ser muy fuerte, y podré llegar al Makai con mis padres y voy a proteger a mi mamá de cualquiera que trate de lastimarla sólo porque la consideren inferior.

Pero bueno, eso no era lo importante. Apenas habíamos terminado con los once enemigos cuando vimos otro equipo aproximarse. Yo en un instante ya tenía mis armas listas y permanecía en una pose neutra que me había enseñado mi sensei y desde la cual podía tomar una actitud de ataque o defensa según mi conveniencia.

-Baja tus armas. –me indicó mi sensei en ese momento. –No son enemigos.

Yo acepté y volví a guardarlas en las fundas en mis antebrazos, aunque no por eso me relaje del todo, de hecho seguí con todos mis sentidos en alerta. Nadie podría culparme¿o sí? Después de todo me encontraba en un sitio totalmente desconocido, y del que había escuchado cosas terribles de boca de mi padre y varios de sus amigos, tenía muy buenos motivos para desconfiar.

-Por fin llegas. –dijo quien parecía ser el líder del grupo que acababa de llegar.

Y cual fue mi sorpresa al notar que éste gran Líder del Makai era en realidad una mujer, una mujer muy extraña sin duda, pero no por ello dejaba de ser una mujer.

-Y no vienes solo. –agregó ella y me volteó a ver.

Noté su mirada clavándose en mí, casi como si estuviera tratando de psicoanalizarme o algo así (me pregunto si los youkai pueden hacer eso…). Y si bien su mirada no me agrada del todo me negué a bajar la vista, si lo que esa mujer-youkai trataba de lograr era intimidarme no lo iba a lograr.

-Vaya, una mirada seria. –comentó ella sin dejar de mirarme. –Es rara en una hanyou.

Yo no pude evitar gruñir por lo bajo y discretamente rozar el mango de una de mis navajas, los pocos que me habían llamado hanyou hasta entonces lo habían hecho en un tono bastante despectivo y por lo general un momento antes de atacarme con la excusa de que yo era una desgracia para los youkai o una abominación para la raza humana (dependiendo de si me atacaban youkai o ningen).

-Tienes exactamente la misma actitud que la primera vez que te vi. –agregó.

Ahora, eso me hizo detenerme en seco, y no alcancé a evitar que la confusión se mostrara en mis ojos, aún cuando la expresión en el resto de mi rostro y cuerpo era indescifrable.

Me pareció notar que la youkai volteaba a ver a mi sensei por un instante, y luego otra vez a mí antes de volver a hablar.

-Ah, lo siento, debo haberte confundido con alguien más. –se explicó ella.

Yo asentí, aunque la verdad es que no le creí del todo.

-Mejor vamos a la Fortaleza. –dijo ella.

Mi sensei asintió, así que ambos subimos en el extraño transporte que parecía un enorme gusano metálico. Admitiré que yo necesité un poco de ayuda de parte de ambos para no caerme pero bueno, no estaba precisamente acostumbrada a viajar en algo como eso.

.-.

Estuvimos tratando asuntos con la Líder ese día. O más bien mi sensei trató asuntos y yo traté de distraerme con cualquier cosa. Para poco después del mediodía acabe en el área de entrenamiento de los soldados de ese grupo. Era un lugar bastante amplio si me lo preguntan, me gustó bastante. Lo que no me gustó fue el hecho de que todos los presentes me miraban casi como si fuera una cosa rara (no que no estuviera ya acostumbrada de todos modos).

Decidí ignorarlos, como hacía siempre que estaba lo suficientemente tranquila como para querer evitar los problemas; escogí un espacio en un límite y empecé a practicar mis rutinas con las artes marciales y después con las dagas.

En algún momento creo que uno de los youkai creyó que sería divertido atacarme cuando estaba de espaldas. Usó una lanza y se fue contra mí, aunque sin problema yo me hice a un lado y lo esquivé. Eso al parecer no le agradó mucho porque de inmediato se fue en mi contra. Así comenzó un duelo entre ambos en cual obviamente todos los presentes lo apoyaban a él.

Al cabo de un rato él logró quitarme ambas dagas, pero yo seguí sin inmutarme, y haciendo gala de mis artes marciales seguí peleando con él.

-Eres dura. –dijo él en un tono extraño. –Creo que tú y yo podríamos llegar a 'entendernos'.

No soy tonta, ya me presentía lo que tenía él en mente para entendernos, y eso es algo que obviamente no le iba a permitir. Di una voltereta en el aire y una patada hacia su rostro.

Pero para mi desgracia él pudo adivinar mi movimiento y detuvo mi pie con sus manos, torciéndome después para hacerme caer al piso duramente.

-Itai! –no pude evitar quejarme.

Apenas me iba a levantar cuando él se fue sobre mí, reteniéndome con el peso de su propio cuerpo, dirigió una de sus manos a querer tocarme el busto, pero en el último momento se detuvo.

Todo pasó muy rápido, cuando lo noté él ya se había desplomado a un lado mío con una herida seria en su hombro que sangraba profusamente. Y aún antes de poder registrarlo noté que ya me hallaba yo de pie, y alguien estaba frente a mí en un ademán que si no fuera él yo hubiera catalogado como protector. Era mi sensei.

Varios de los ahí presentes quedaron bastante sorprendidos cuando lo vieron cubriéndome, como si no creyeran que un youkai con su poder y 'categoría' se rebajaría a proteger a una hanyou como yo.

-¿Por qué hizo eso? –preguntó el youkai herido.

-No es de tu incumbencia. –replicó mi sensei con una frialdad a la que yo no estaba acostumbrada en él. –Pero si quieren evitar tener dificultades conmigo, tú y todos los presentes la van a dejar a ella en paz.

-Es una hany… -comenzó uno en el mismo tono despectivo.

Pero ni siquiera pudo terminar la frase cuando ya sus ropas estaban en llamas, y él tuvo que rodar frenéticamente en el suelo para poder apagarlos, aunque aún así pasó un largo rato antes que esto sucediera.

Y entonces oí una frase de labios de mi sensei que me dejó profundamente intrigada, palabras que nunca imaginé oír salir de su boca, y menos haciendo referencia a mí o en una situación como aquella:

-Ella es mía…

.-.

Y todavía por la noche, cuando ya yo me encontraba de vuelta en mi recámara, en mi casa, en el Ningenkai, y recostaba en mi cama tratando de dormir, no lograba conciliar el sueño; y es que las palabras pronunciadas por mi sensei unas horas antes seguían haciendo eco en mi cabeza, pero por más que yo intentara encontrarles un significado lógico me resultaba sencillamente imposible.

Pasaron las horas una tras otra, y yo dando vueltas en mi cama no lograba despejar mi mente, no lograba sacar esas palabras de mi cabeza.

Ya olvídalo, me repetía a mí misma una y otra vez, seguramente fueron simplemente palabras dichas al aire, no tenía ninguna intención en especial al pronunciarlas, después de todo¿Qué razón podría tener él para decir que yo era suya?


Y aquí estoy! Con una nueva historia (como si no tuviera ya suficientes empezadas). Ésta vez de Yu Yu Hakusho (nuevo trauma). Les diré que no es el primer fic que hago de ésta serie, pero sí al que le estoy avanzando más rápido (y es que el otro que estoy haciendo va a estar algo largo y más bien complicado).

Ahora, es culpa de mi hermana del alma Mihara, que yo esté escribiendo esto, ella me presentó la serie y me hizo traumarme con ella; además de que como ella adora a Hiei…

Así que Mihara-nee-chan, ya lo sabes, esta historia es para ti, espero que te guste.

Pasando a algo un poco más técnico, como ya habrán notado la historia está escrita en primera persona, así va a ir todo el fic, esto es para mayor impacto. Todo el fic va a ser desde el punto de vista de Hana, excepto probablemente un capi que deberá narrar alguien más (la razón no se las voy a decir aún). En fin, precisamente por la manera en que se está haciendo este fic es probable que para aumentar el impacto van a haber capis donde no se van a incluir notas mías al final, de hecho es probable que sólo las incluye si las considero necesarias.

Como ya les dije este fic se está escribiendo rápido, todo está ya planeado y llevo escrito hasta la mitad; las actualizaciones dependerán enteramente de la cantidad de reviews que reciba. Si son muchos y rápido podría hacerlo en dos semanas, si no puedo llegar a tardarme hasta dos meses así que…depende de ustedes.

Habiendo dicho lo cual agradezco a los que están leyendo el fic y espero les guste.