Aclaraciones:
—Pensamientos.
—Dialogo normal.
Advertencias:
Lenguaje obsceno
Contenido sexual explícito
OoC
Jaque, ¿mate?
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Capítulo 1: Zugzwang
"Cualquier movimiento permitido supone empeorar su situación y, eventualmente, perder la partida."
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— Rechazada, nuevamente. Tengo que dejar de buscarlo, después de todo él es el Hokage y tiene asuntos más importantes que ir a entrenar o cenar en Ichiraku, — pensaba caminando distraída por las calles de Konoha. —Es la última vez que le hostigo en el trabajo. Fue muy gentil al sonreírme y decirme que sentía mucho el no poder salir hoy conmigo por pendientes políticos de la aldea.
Necesitaba alguna distracción, pero ¿qué? La noche estaba reservada para Kakashi, ahora todos tenían planes excepto ella. Vaya lío, incluso se había arreglado un poco para la cena. Qué estupidez, sólo era cena de colegas, amigos. No había remedio, regresaría a su casa a hacer dios sabe qué.
—Sakura, que coincidencia— la llamaron desde atrás. Esa voz, ella la conocía, una voz calma con un toque seductor.
—Shiranui-sempai…— le sonrió por cortesía, se sentía desanimada. — ¿Cómo está?
—No me quejo— alzó los hombros. —Vamos, deja las formalidades, sólo Genma. — le suplicó, con esa endemoniada y atractiva sonrisa de media luna adornada por su senbon en la comisura. —Dime, ¿tienes planes esta noche?
—Si… Bueno, ehm…— suspiró resignada. —En realidad los "tenía". Hubo un inconveniente. —Bajó la mirada y sonrío. —No todo es posible siempre que lo quieres.
El jōnin castaño alzó una ceja, algo sucedía ahí y él lo presentía. Se acercó lento hacia ella y se paró a escasos centímetros de la chica.
—Bueno, tal vez tienes razón, pero siempre hay alternativa. — se cruzó de brazos, y ella alzó la mirada, interrogante, haciendo contacto visual con él jōnin de gran estatura. —Sakura, nunca hay que ser conformistas.
Él estaba demasiado cerca y ella no lo había notado hasta entonces. ¿Acaso lo anterior era algún tipo de invitación o algo por el estilo? Tal vez ella lo mal interpretó.
—Vaya, es algo tarde, y ya que tengo mi noche libre, me gustaría aprovechar en descansar— le sonrió, nuevamente por cortesía.
—Pequeña Sakura, no te vendría mal despejarte, pero no insistiré. — retrocedió un paso y se deshizo de la cálida cercanía de la chica. —Que tengas una linda noche. —terminó sonriéndole amablemente.
Sakura hace una seña de despedida al mayor y sigue su camino dejándolo a sus espaldas. En realidad no tenía los ánimos de salir, ella ajusto su tiempo para el Hatake, y ahora lo estaba desperdiciando en una maldita decepción, que para ella significaba mucho, pero para el Hokage no era más que sólo una cena con su alumna, por compromiso. Los sentimientos de la chica eran confusos para ella misma.
— ¿Por qué seré así de complicada? —se preguntaba interiormente conforme caminaba a pasos desganados por las cálidas y sofocantes calles de Konoha.
Apenas unos cuantos pasos de donde se encontró con Genma, algo le hizo alzar la mirada. Presintió que alguien la observaba, giró a su derecha y lo distinguió; era él, Kakashi. Iba acompañado de esa ninja de la arena que arribó a la aldea esa tarde por asuntos políticos de la alianza de ambas aldeas, pero... ¿Qué hacían ahí? Ese era el hostal donde los forasteros suelen hospedarse durante su estancia en Konoha. Sólo atinó a divisar su conocida espalda y ese distinguido cabello plateado. ¿Fue él quien la estuvo observando?
La furia se acumuló, su temperatura se elevó. — ¡Calor de mierda!— Estaba furiosa, canceló su compromiso por irse a revolcar con esa... Esa... ¿Cómo pudo tener la desfachatez de hacerle eso a quien conocía de años? Ella como estúpida preparando cena, arreglándose para él.
— ¡Maldita sea!— cerró los ojos con fuerza y se dispuso a avanzar lo más rápido posible, no quería correr, parecería una niñata, todos la verían y no se lo podía permitir siendo ya una ninja médico muy reconocido en el mundo shinobi. Pero tenía que irse de ahí, golpear algo, alguien, lo que fuese; pero entonces alguien tomó su brazo.
—Oye...— ahí estaba otra vez, esa envolvente voz. Era Genma, como salvavidas ante esa enorme ola que acababa de sumergirla en un inmenso dolor. — Te acompañaré a tu casa.
¿Por qué dolía? Se preguntaba la Haruno.
Zafó el agarre de su brazo bruscamente, se giró y levantó su mirada para verle a los ojos al jōnin. — ¿Tiene planes esta noche, Shiranui-sempai?— preguntó acercándosele peligrosamente.
Había un brillo diferente en esos ojos esmeralda, el castaño sólo atinó a sentir una corriente eléctrica en su área lumbar que se coló hasta su abdomen bajo. ¿Lo intimidó?
—Sakura lo mejor es que descanses...— le miro serio. Mantuvo la postura e hizo un sobre esfuerzo por no rendirse ante esa envolvente mirada, que lejos de ser tierna, incitaba a sacar sus más bajos instintos.
Era el peor de los colmos, ella sólo atinó a sentirse peor, era el segundo rechazo en la noche. ¿Dónde quedaba su dignidad? Ahora Genma le vería como una cualquiera. Sólo quería desaparecer de ahí, no quería saber nada con respecto a eso tan desagradable, eso a lo que llaman sexo masculino.
—Tienes, razón. Voy a descansar...— retomó el camino que había tomado. No se molestó en despedirse nuevamente, salió corriendo y eso ya no le importó, dejó atrás al castaño. Estaba harta.
Nunca había necesitado tanto de la soledad, como en ese momento. ¿Qué le hizo pensar que alguien se preocuparía por ella? No. ¿Qué le hizo pensar que él se preocuparía por cumplir con una estúpida cena? Estaba claro que él tenía mejores cosas que hacer, como revolcarse con una zorra de otra aldea, por dar un ejemplo.
El sólo imaginarlo tan dedicado a otra piel, rozando con esa alborotada melena gris la frente de esa puta; eso le asfixiaba. Ella quería ser la prisionera debajo de ese trabajado cuerpo, sentir cada vibración, roce y embestida. Ser víctima de alguna tortuosa trayectoria por parte de sus experimentadas manos. Fundirse junto con él ante esa última estocada...
—Que estupidez— rio irónicamente ante sus pensamientos. — Está más que claro que no soy más que una niñata inmadura para él… — sollozó y negó con la cabeza a sí misma. —No perdería el tiempo conmigo. — inhaló hondo. —Eso no debería de importarme... No ahora— susurró para sí misma a los pies de las escaleras del edificio de departamentos donde residía. Gracias a dios el día siguiente era su descanso, no tenía que ir al hospital y tampoco vería al Hokage.
Sus pies apenas podían ascender por las escaleras, vivía en el cuarto piso y no se sentía con la condición de llegar hasta la puerta de su departamento.
— Pero te importa, Sakura— escuchó frente a ella, a unos cuantos escalones arriba.
Alzó la mirada hacia el piso de arriba donde terminaba el segundo conjunto de escaleras. ¿Cuántas veces en esa noche tenía que encontrárselo? Eso ya no era ninguna coincidencia, y mucho menos porque las coincidencias no suceden en el edificio donde vive.
— ¿Qué hace aquí?— interrogó subiendo a duras penas hasta el nivel donde él se encontraba. No quería mostrarse débil, mucho menos ante un superior como Genma.
—Te fuiste sin decir adiós, justo después de que ofrecí acompañarte, eso no está bien— respondió sin inmutarse con actitud despreocupada y con las manos en los bolsillos.
—Lo siento, me comencé a sentir mal…— quería zafarse a como diera lugar de él, necesitaba llorar y no lo haría frente a él. —Le agradezco.
—Sakura, no tienes porqué sufrir así.
La chica peli rosa se sorprendió ante el esporádico tono de preocupación en la voz de Genma. No era él quien le molestaba, ni siquiera su presencia, ya que ni siquiera era un extraño para ella después de múltiples misiones en equipo con él como capitán. Lo que le molestaba era el hecho de que; él siendo tan despreocupado como lo conocía, se estuviera preocupando por ella, y eso le lastimaba aún más. Ella necesitaba la angustia de su platónico Hokage, quien ni siquiera se dignó a pasar desapercibido en ese lugar. Estaba segura de que él sabía que lo había observado, más sin embargo lo único que hizo fue dejar que ella viera su plateada cabellera adentrarse a ese maldito hostal.
— ¿Sufrir?— preguntó la chica Haruno simulando despiste. —Sólo me sentí mal, tal vez es porque no he ingerido alimento, pero no es para decir que sufro— simuló una risa divertida y terminó por subir a la planta alta donde se encontraba Genma.
—Sakura…
—Sempai — se adelantó ella a tomar la palabra interrumpiendo al castaño. —No quiero ser grosera, pero en verdad estoy muy cansada. Le agradezco que viniera hasta acá, ahora le deseo una buena noche… —comenzó a subir el siguiente conjunto de escaleras hasta la planta de su departamento.
—Basta, Sakura— dijo él, con un tono muy serio.
Ella dispuesta a no seguir con la conversación prosiguió subiendo las escaleras, pero cuando cayó en cuenta estaba con la espalda contra la pared del pasillo de las escaleras y un par de brazos encarcelándola. Quería hablar, reclamar, salir de ahí; pero ese nudo en la garganta ya era lo suficientemente grande como para dejarla muda y darle el paso libre a derrumbarse ahí. Sus sentimientos reclamaban ser escuchados por alguien.
—Por favor…— consiguió suplicar en un hilo de voz la joven, restregándose más a la pared, quería alejarse a como diera lugar del varonil cuerpo. No era el mejor momento para un contacto de esos, mientras tuviera raciocinio tenía que salir de ahí.
Por su parte el mayor sólo observaba como se iba derrumbando la chica, y no lo soportaría más, no tenía que sufrir así, ahí estaba él. Conocía los sentimientos de esa joven por su camarada, su amigo, el Hokage; pero ese hombre no le merecía, no a una chica como ella, no merecía ninguna de las propiedades de ese tembloroso cuerpo delante de él.
No lo soportaría más.
Sin pensarlo más, le rodeó la cintura con uno de sus brazos y la alzó sin el mayor de los esfuerzos y con su mano libre tomó el mentón de la chica para plantar sus labios sobre los de ella, no dejaría escapar más sollozos. Silenciaría el temblor de su cuerpo, necesitaba esa mirada de hace un momento, afilada y apasionada, incitante.
Él danzar de sus labios sobre los de ella y sin rastro de oposición le llevó a pasar su brazo libre a una de las piernas de la peli rosa, cargándola hasta el nivel de su cintura, y asegurándola con ambos brazos se apega más al delgado cuerpo, dejando un peligroso roce del cual ella se percata y aferra ambas manos a las mangas de la camisa del jōnin.
Un tanto aturdida, hace uso de la escaza cordura que le queda, se separa escasos centímetros del varonil rostro. Sin pensarlo, relame sus labios y busca los ojos de él.
—Esto no está bien— habló pausadamente, intentando convencerse más a ella que a él.
Genma sin inmutarse, haciendo caso omiso de las palabras de la chica, vuelve a acechar los rosados labios de su compañera.
—No veo el problema, pequeña— responde sobre la comisura labial, a lo que ella por inercia vuelve a saborear un lado de su labio inferior.
Ese último acto de la fémina, hace que el hombre se olvide de la prudencia y así se abre camino a la mandíbula y cuello de ella. Obteniendo una respuesta positiva del cuerpo en sus brazos.
—Sempai…— articula en suspiro la Haruno.
—No te dejaré sola— succiona sobre el cuello de la chica. —No esta noche.
Sin más, Sakura se aferra al varón rodeando su cuello con sus brazos. A lo que él interpreta como luz verde. Ya sin más escalas, ni culpas, el delgado cuerpo de ella se deja hacer, lo que menos necesita es estar sola pensando en hacer dios sabe que locuras. Ya no estaba para detenerse a razonar, al carajo lo que quería si justo frente a ella estaba lo que necesitaba. La satisfacción que cubriría ese horrible sentir en ella y disiparía esa plateada cabellera y enmascarado rostro de su mente.
Con Sakura aún en sus brazos, llegan a la puerta del departamento, ella se separa haciendo ademán de soltarse de los brazos del jōnin. Como si fuera a contra reloj, abre la puerta sin contratiempos y se adentran ambas figuras a la envolvente oscuridad de la vivienda. Él cierra la puerta impaciente tras de sí, intenta buscar con la mirada a su amante. Adaptándose a la oscuridad ubica una figura a su derecha.
Ella en su trabajo de palpar el interruptor de la luz en la pared siente inadvertida una mano en su cintura que en seguida se desliza a su abdomen quedando sujeta en un abrazo. Intenta girarse a encarar al responsable de su aprisionamiento, pero otra mano se lo impide, tomándola a la altura de las costillas, posteriormente escurriéndose fácil hasta uno de sus pechos. Inevitablemente víctima de la exquisita sensación se levanta en puntillas y arquea su torso hacia delante pegándolo a la pared, dejando que sus glúteos topen con el fornido cuerpo detrás de ella.
Genma al sentir el cuerpo delante suyo restregarse en la parte inferior de su pelvis acepta glorioso el contacto, desciende su mano del abdomen de la chica topándose con el borde de la falda, que con un ágil movimiento desgarra con un kunai sacado de su bolsa trasera.
— ¡Se-sempai!— exclama sorprendida la peli rosa al sentir las prisas del hombre.
Él por respuesta le empuja hacia delante procurando el contacto lo más posible entre su zona erógena y la de ella, dejándole sentir esa dura necesidad que le hace añicos la cognición. Una tela menos, un grado más a su excitación. Estaba totalmente impaciente. ¿Será sólo la calentura?
—Preciosa…— gruñe al oído de ella con su húmedo y caliente aliento. —Sólo deja que tu cuerpo siga llamándome.
Sin reservas dirige ambas manos a la curveada cadera de la kunoichi y se aferra aún más, se encuentra tan ansioso que termina por dirigir sus manos hasta el abdomen bajo de la chica topándose con el borde del short negro, el cual sin culpas rompe con sus manos, sin esfuerzo, como si de papel se tratase.
—Verás como lo que menos importa es la ropa. —Murmuró en el cuello de Sakura el jōnin.
Justamente pensó Sakura que aquello no tenía vuelta atrás, y ella no quería retornar. Él le hacía sentirse deseada, despierta. Sentía como estaba más viva que nunca, consciente de su respiración, sus latidos más pronunciados, su temperatura corporal, toda ella se sentía revivir; las vibraciones transmitidas por parte de él le hacían sentir como si ambos cuerpos quisieran compartir una sola homeostasia.
Ella quería girarse, necesitaba encontrarse con los labios de hombre, reclamar justicia y liberarle de sus prendas también. Pero como si éste le leyera la mente, se aventuró a adentrar una de sus manos por debajo de su blusa, limitándole aún más sus movimientos. Sorprendiéndolo al instante; ya que no vestía nada debajo de la prenda recién profanada.
Eso le excitaba aún más.
Llegó al pliegue de uno de los pechos, se detuvo a contornear la circunferencia de este, con delicadeza, y eso fue mucho pedir para esas ansias que le picaban la entrepierna. Vamos, al diablo con la delicadezas, la necesitaba; no podía seguir posponiendo el contacto directo con esa blanca y tibia piel.
La grande y varonil mano tomó de lleno con toda la palma el pecho de ella e hizo presión, sin llegar a lastimar, masajeó un poco, y su dedo pulgar en compañía con el índice, fueron en busca del pequeño botón. Como si de un potenciador se tratase, el femenino cuerpo aplicó el "Principio de Acción y Reacción".
La otra mano del hombre se encontraba en distinta faena, viajando al sur de la delicada anatomía de la joven peli rosa, topándose con otra molesta prenda. Había que agradecer que a Shiranui-sempai le quedaba paciencia, sino ya le hubiese arrancado toda la ropa desde hace rato. Como todo un masoquista, se restringió el contacto total de piel con piel en esa anhelada zona, quería prolongar sólo un poco más el deseo; así que optó por pasear por encima de la delgada y ya húmeda tela. Carajo, ¿así pretendía abstenerse de tirarla ahí en plena sala? Lo soportaría, asegurándose de que terminaría de la manera más exquisita. Ella valía la pena.
Prosiguiendo con el mortal juego, Genma palpaba sobre la prenda, haciendo presión sobre el pubis negándole la distancia a sus cuerpos. Atento con caricias sobre el monte de venus, prosiguiendo en seguida con la comisura de la chica, y hundiendo su dedo en su vestíbulo.
Justo la Haruno intentó reprimir el gemido, pensando que era débil ante tan gentil tacto. Se sentía desvanecer, estaba a la merced del mayor.
—No linda, no lo hagas. No lo reprimas. —Habló sobre la mojada nuca adornada con una maraña rosada de cabello. —Al menos eso merezco, ¿no crees? —Y presionó nuevamente en la entrada de la íntima cavidad.
El gemido de Sakura dibujo una gloriosa sonrisa en él, estaba obteniendo lo que quería. Pero comenzaba a caer en el síndrome de abstinencia, como si el cuerpo de ella se tratase de una nueva droga.
Haciendo uso de su fuerza, la joven Haruno toma la mano de su Sempai y en un rápido movimiento la retira para finalmente girarse a encararlo.
La expresión en el rostro de la joven amante era un espectáculo ante la mirada marrón de Shiranui. El brillo en sus ojos desbordaba deseo, su boca entre abierta y su agitada respiración le pedían más, mucho más. Sólo bastaba interpretar esas reacciones para tomarla en brazos a la altura de su cintura, ella en respuesta continuó por rodearle con sus piernas y abrazarle.
Se mueven del sitio a unos cuantos pasos hasta llegar a la mesa de la cocineta. El shinobi deja a Sakura sobre el mueble, decide zafarse rápidamente de su chaleco y camisa, dejándose completamente desnudo el torso. Ella atenta a la labor de Genma, se dispone a auxiliarle con su pantalón, le desabrocha el botón y baja el cierre impaciente siendo testigo de la erguida excitación del castaño, provocándole morderse el labio inferior. Él se percata y le sonríe. —Estás impaciente. — y prosigue a quitarle a ella la blusa que conservaba aún por alguna extraña razón que el desconocía; ah sí, se estaba absteniendo, y mucho.
— ¿Esta no la romperás?— pregunta burlona.
—Shhh…— la besa sin preámbulo. Apasionado y sin pudor, abriéndose paso con su lengua a la cavidad oral de la chica, deleitándose con el sabor extraído. La tira sobre la mesa, misma que en seguida escala tirando a su paso los utensilios de cocina que se encontraban encima, le importaba un bledo que se quebrara, quería ese delgado cuerpo bajo el suyo.
Desde afuera, cierta figura que recién arriba al recinto de departamentos, logra escuchar ruidos estrepitosos en el interior del departamento de la peli rosa, se apresura al nivel indicado, deteniéndose afuera de la puerta del departamento. Se escucha otro sonido estrepitoso de algo que se acababa de quebrar, seguido de… ¿Un quejido?
Con la duda de si irrumpir en el departamento o no, se limita a llamar la puerta con golpes un tanto subidos de tono. Era una tontería, tal vez ella estaba en peligro y él tocando como estúpido. Se dispuso a girar la perilla, —con seguro—, pensó. Retrocedió un poco para derrumbar la puerta, pero entonces percibió ese olor.
Desde adentro, Genma y Sakura escucharon el llamar de la puerta. Por supuesto que él hizo caso omiso, pero por el contrario ella se extrañaba que a esas horas llamaran a la puerta de su casa, le pareció raro. Entonces escuchó el ruido de la perilla queriendo ser girada, el seguro estaba puesto.
A la peli rosa le incomodó la insistencia del misterioso visitante, echó al hombre de encima suyo a un lado y se apresuró a escurrirse por la sala en busca de sus prendas para acudir al llamado de la puerta. — ¡Enseguida voy!— gritó, ¿era esa su voz? Era menos aguda de lo normal, maldita excitación.
Genma sólo atinó a suspirar molesto, jurándose estrangular a aquel que los estuviese interrumpiendo si no se trataba de un asunto de vida o muerte. Dignándose a abrir la maldita puerta se dresigna a buscar su camisa sin mucho éxito, apenas hace unos momentos se la había quitado, ¿dónde quedó? Sin tomarle demasiada importancia a la prenda, se dirige a la puerta, ya que a la peli rosa le llevaría un buen rato buscar que ponerse, su ropa quedo hecha trizas.
Al acercarse Genma a la puerta siente un chakra bastante familiar. —Joder… — Tensa la mandíbula, sabía perfectamente de quien se trataba. Sin más rodeos abre la puerta, previendo lo que sucederá.
Por el lado contrario, fuera del departamento, esa persona se niega a irse de ahí, quiere corroborar que sus sentidos no lo traicionan. Necesita confirmarlo, esa opresión en su pecho le está ahogando, sus manos sudan ansiosas. Sus sentidos se han bloqueado, no escucha más que las palpitaciones en sus sienes.
La puerta se abre.
Creyó estar preparado para la imagen que se presentaría una vez que esa puerta se abriese, pero por supuesto que no lo estaba, ni en lo más mínimo.
Fueron milésimas de segundo lo que requirió el hábil ninja fuera del departamento para percatarse del torso denudo de Genma, y el pantalón descaradamente desabrochado. Eso último, fue lo que le hizo sentir como el detonante había sido activado. En un intento de reprimir la furia que acechaba su razón, atinó a solo clavar su mirada en la del castaño semidesnudo. Fue entonces que Shiranui aseguró que si las miradas mataran, él ya estaría incluso en descomposición cadavérica.
Las miradas hablaron por sí mismas, el silenció sofocaba. El shinobi en el exterior no estaba dispuesto a desviar la mirada a ningún ángulo, ese cabrón iba a saber el error que acababa de cometer. Más valía que Genma se fuese considerando suicida.
—Genma-sempai, ¿quién es?— se escuchó desde adentro del departamento. Sin embargo, la interrogante no recibió respuesta. Lo que impacientó a la kunoichi.
Al asomarse detrás de Genma para comprobar de quién se trataba, igual quedó impactada. Pero poco le duró la sorpresa en cuanto las imágenes de cierta cabellera grisácea adentrándose a un hostal con una zorra de otra aldea.
—Oh, Hokage-sama, —habló con indiferencia Sakura, saliendo detrás de Genma, dejándose ver con la camisa de éste, que le cubría apenas por encima de los muslos, dejándolos expuestos a la luz de las farolas del exterior; adentro del departamento seguía oscuro. — ¿Qué se le ofrece?— Terminó por preguntar cruzándose de brazos, que para la mala suerte del Hokage se pudo distinguir como ambos pechos se juntaban, comunicándole saber que no llevaba sostén.
—Sakura, necesito hablar contigo…— habló Kakashi con voz pesada y seria.
—Mmm… ¿No considera que es un poco tarde para eso?— esa pregunta si que tenía todo el doble sentido del mundo. —Además, ¿qué no estaba en una "reunión"?— hizo énfasis en la última palabra con sorna.
—Es importante. —Insistió Kakashi, impaciente, aparentando no haber notado el sarcasmo de su ex-alumna.
—Claro, debe de serlo, —salió al pasillo, descalza. —Para que el mismo Hokage se tome la molestia de venir, debe de ser importante. — giró un poco para dirigirse a su Sempai con la mirada. —Genma-sempai, la reunión entra en descanso. —Le hizo un guiño sonriéndole y siguió su camino, pasando frente a Kakashi sin siquiera voltear a verle.
Kakashi combatía con la rabia en su interior, ¿quién era ella? ¿Qué paso con su dulce Sakura?
—Hijo de puta…— pensó el peli plata echándole una fugaz, pero intimidante mirada a Genma.
El otro sólo atino a adivinar lo jodido que estaba.
El Hokage siguió a Sakura con una distancia considerable, y la vio detenerse al final del corredor que conducía a los únicos dos departamentos de ese nivel. Él terminó por acercarse al lugar donde ella se encontraba.
— ¿Y bien?— preguntó ansiosa, cruzada de brazos.
—Sakura, ¿qué hace él en tu departamento?— Kakashi procuró por todos los medios el no utilizar palabras altisonantes, no quería que se notase lo molesto que se encontraba.
La mirada de Sakura lo descolocó por completo, ¿qué sucedía ahí? No era la mirada dulce que ella siempre le regalaba, no estaba ese brillo que adornaba sus bellos orbes color esmeralda. Esa rosada ceja alzada, evaluada en una escala de enojo femenil, le comunicaba a Kakashi que estaba más que molesta, esa mirada le estaba licuando la paciencia.
¿Acaso le estaba retando con la mirada?
—Sakura…— ahora fue él, quién habló impaciente.
— ¿Ese es el asunto importante?— preguntó seria, dejando en claro que no estaba de humor. —Disculpe, Hokage-sama. No quiero ser grosera, pero allá hay alguien esperándome, y es muy irrespetuoso dejar esperando a ese alguien sin un buen motivo. Mucho peor, dejarle plantado.
¿Estaba molesta porque le canceló la cena por su reunión? El Hatake no terminaba de entender como hace un par de horas esa peli rosa era el ser más amable y gentil, y ahora sólo había resentimiento es sus palabras, rencor… ¿Odio? No, eso no, ella no es capaz de eso.
—Sakura, aléjate de él. —aquello sonó como un ruego salido de los labios de Kakashi. —Dime que él no… — se detuvo, desvió la mirada, a ella no podía mirarle directo a los ojos. Dolía. —Sólo haz tu trabajo, no eres una niñata para que te digan que hacer. — Y ahí estaba su coraza, de nuevo. —Repórtate al hospital y cumple con tu deber, o deja tu renuncia en mi escritorio. Por la mañana la daré de alta. —Sin más se giró, siendo incapaz de verle a los ojos, y desapareció en una nube de humo.
— ¡Cínico!— gritaba para sus adentros la kunoichi, quien quedó hecha una maraña de sentimientos, ¿cómo fue capaz de decirle todo lo anterior? Cada vez se convencía más a si misma que se enamoró de un hombre que no existe, porque su Kakashi no era esa mierda de hombre que acababa de humillarla. No quería llorar, se sentía una estúpida por derramar lágrimas por alguien que no valía la pena. Pero su cuerpo la traicionaba, nuevamente, justo como con Genma, que la hizo sucumbir a esos roces y caricias que ella desde hace tiempo necesitaba.
—Princesa, vayamos adentro, puedes pescar un resfriado. El ser kunoichi no te hace inmune a las enfermedades, ¿sabes?— Era su Sempai, llegando a su lado, rodeándola en un abrazo. Demostrándole que seguía ahí para ella, cuanto quisiera.
Ese hombre nuevamente, como balsa ante un naufragio, rescatándola de un inmenso dolor que se empeña en ahogarla.
—Se-sempai…— susurró correspondiéndole el abrazo.
No estaba segura del interés de Genma en ella, pero si de algo estaba segura es de que le había dejado en claro que él estaba ahí para ella. Si de otro patán se tratase, hubiera huido ante la presencia del Hokage, pero no, él se quedó ahí a su lado. Sin importarle un coño lo que Kakashi pensara o hiciera, su Sempai permaneció ahí apoyándole de una u otra forma. Pero tenía que hacer algo por ella, dejar de depender de alguien ajeno para su felicidad; no dejaría que nadie más le pisoteara el orgullo como el engreído peli gris lo había hecho, de nuevo. Estaba dispuesta a mostrarle que por más Hokage que sea, nadie tiene el derecho de jugar con ella y con su orgullo.
Justo en otro lugar, no lejos de ahí, un colérico Hokage pedía una ronda más, si la Sakura que creyó conocer no existía, entonces diluiría esos recuerdos en alcohol. Quizá todo ese tiempo ella sólo aparentaba, o quizá era él quien no se quería dar cuenta que ya era una mujer, y como siempre, el tiempo todo lo cambia.
—Una mujer hermosa, Sakura. — pensó amargamente sorbiendo el siguiente trago. Ella no sería su mujer, la esperanza que poco a poco se construyó al cabo de unos cuantos meses, se derrumbó en un instante; con una mirada gélida, con esos deslumbrantes muslos… Maldita sea, ¿ahora cómo conseguiría quitarse esa hermosa imagen de tan perfecta anatomía? Estaba totalmente perdido, entre esas piernas.
Esas piernas que fueron adueñadas por un miserable como aquel que creyó su amigo, una escoria que le dio en donde más duele. Se sentía en jaque, su reina estaba en peligro a manos de ese bastardo.
—Aquí está…— se escuchó una voz, a lo lejos, ¿o cerca? —Sempai, ¿qué hace aquí?
No hubo respuesta.
—Shizune me envió un mensaje urgente cuando no lo encontró para notificarle acerca del escuadrón herido que recién llego a la aldea… —hizo una pausa el subordinado, esperando algún tipo de respuesta por su mayor. —Estaba preocupada porque el Hokage no aparecía a estas horas de la noche.
—Tenzo… D-déjame solo…— volteó por fin Kakashi para encarar al ninja ANBU.
—Sempai, vamos. Lo escoltaré a su residencia.
—De-ja-me…
— ¡Oh, Kakashi! —Se escuchó a lo lejos, exactamente a la entrada de aquel lugar con el ambiente curtido en alcohol. —Aquí estás. ¡Buen trabajo, Yamato!
—Gai, creo que no es el mejor momento…— aclaró Yamato serio.
—Vamos, si se trata de una competencia de tragos, ¡acepto el reto! —exclamó eufórica la Bestia Verde de Konoha.
—Gai…— le llamó impaciente Tenzo.
—Entiendo, se trata de bellas damas, ¡seguro conquisto alguna en este preciso instante! —Prosiguió el del traje verde.
—Váyanse de una puta vez…— elevó la voz el peli plata, sin llegar a gritarles. Si eso no les dejaba en claro que nada estaba bien, entonces un par de sellos lo harían.
— ¡Oh! Mi eterno rival anda de mala copa, ¿eh? —Insistía el hombre.
— ¡Lárguense de una puta vez, si no quieren que les parta el culo como lo haré con aquel traidor de mierda! —Gritó, perdiendo finalmente los estribos.
—Sempai, calma. Salgamos de aquí, esto no es bueno para… La imagen de la aldea y de usted… — hablaba nervioso el ANBU, asegurándose de que no había llamado mucho la atención.
—Alto ahí... ¿Habrá un encuentro y yo ni enterado? —Definitivamente Maito no quería entender la situación.
— ¡Gai! Ayúdame a sacarlo de aquí. —Pidió Yamato al borde de la desesperación.
Ambos ninjas ayudaron a su amigo el Hokage a salir de ese tugurio, y camino a la residencia del Hatake, éste murmuraba incoherencias hasta que les elevó la voz nuevamente a sus colegas.
— ¡Ese hijo de la gran puta! — Gritó cual esquizofrénico. —Se aprovechó de ella… Ella es… Es u-una niña…— murmuraba casi dislálico.
—Sakura…— adivinó el Tenzo a la izquierda de su ebrio amigo.
—No la nombres…— pidió, rabioso Kakashi. —Es una… Una… Se revolcó con ese imbécil.
— ¿A qué viene esa linda florecilla a la conversación? —Preguntaba un confundido Gai al escuchar el nombre de la exalumna de Kakashi.
—No le d-digas fluorrecilla… —Ahí estaba de nuevo el hombre etílico. — ¡Ella es mía!
—Oh, oh. Espera, espera… — Se detuvo Gai, haciendo gesto de estar analizando algo. — ¡¿Estás enamorado de Sakura?! —Escandalizo sin un pelo de discreción. — ¡Por el chakra más sagrado, Kakashi!
—Gai, guarda silencio, —pidió Yamato.
— Tú… Ella… ¿Quién tuvo la insensatez de meterse con el amor de mi eterno rival?
—Genma, fue Genma. —comunicó el otro ninja sobrio.
—Ese hijo de perra… —continuaba Kakashi con los insultos.
—Es una chica hermosa y sola, por lo que veo nunca te animaste a declararle esos profundos sentimientos avivadores de la llama de la juventud, —seguía hablando el de las enormes cejas. —Era seguro que el pillo de Genma se le acercara, tengo amigas que dicen que es muy bueno haciendo ese movimiento que… Mmm, así… — informaba, haciendo referencia de sus palabras con movimientos de cadera, para nada agradables.
—Gai, basta…— rogó el castaño por enésima vez.
—Mi eterno rival, en este estado por que un desamor está extinguiendo su llama de la juventud— lloriqueaba Gai a un lado de Kakashi, sujetándole por debajo del brazo, supuestamente ayudando a Yamato.
—Sempai bebió demasiado, creo que ha tenido demasiado estrés en la torre Hokage con esto de la renovación de alianzas con la aldea de la Arena, y… Bueno, ella— lamentaba Yamato del otro lado de Kakashi arrastrándolo hasta su casa en compañía de Gai.
Más que compañeros y colegas, eran amigos del Hatake, y él sí que necesitaba de su ayuda, después de todo nunca le habían visto así por el sexo opuesto, mucho menos si involucraban sentimientos.
—Ustedes… Tú y tú… Y tú también… Son mis amigos, ¿verdad?— hablaba con la cabeza baja sin hacer esfuerzo en ponerse de pie por su cuenta. — ¿Algún día pu-pudre estar con ella?— si bien su estado podía dar pena, por el contrario su vocablo les parecía divertido a los otros dos shinobis, el simple hecho de arrastrar más las palabras era gracioso para ambos hombres. —Y… ¿Y si se casa?— continuaba en su pesar. — No… No…— comenzó a sacudirse inquieto— Y sí… ¡No! Ah… ¿Y si la embaraza?
—Vamos, Kakashi, no te pongas así…— hizo más fuerte el agarre de su amigo para que este no se les cayera.
Pero sin esperarlo, ambos shinobis reciben un codazo y un puño respectivamente, acciones que no veían venir de alguien en ese estado de conciencia y motricidad.
El ebrio Hatake intenta echarse a correr y tropieza con alguien y cae de espaldas al suelo, soltando un ligero quejido. —Ough—.
—Sempai…— murmuró Tenzo, pero en seguida se dio cuenta de la otra presencia, que estaba ahí frente a Kakashi. —Genma…— susurro lo suficientemente bajo.
—Joder…— tragó saliva el shinobi con el senbon al ver a Kakashi frente a él.
— ¡Carajo! — bramó el peli plata en el suelo. — ¡Atacan por la espalda! Eso no es d-de hombres…
Yamato y Gai se quedaron estáticos al identificar a la otra persona en ese lugar, al parecer esa otra persona se encontraba descolocada.
— ¡Déjenme en paz!— reclamó, rodando en el suelo intentando ponerse en pie, a lo que sus amigos se apresuraron a ayudarle, pero en seguida el manifestó con movimientos que "podía solo". Con ayuda de la pared de ese callejón se puso en pie, sorprendentemente, y comenzó a andar, o eso intentaba.
—Pero… ¿Qué carajos?— pensó Genma al ver que su superior no se encontraba del todo bien.
Kakashi en su andar se puso de pie justo a unos cuantos centímetros de Genma, y tambaleándose levantó la vista del suelo.
Los dos shinobis que anteriormente le estuviesen auxiliando se encontraban estáticos, a la expectativa de que pasaría, estaban descolocados sin saber exactamente qué hacer.
— ¡Hip!— hipó Hatake seguido de un eructo para nada agradable, mucho menos por el olor a alcohol que se cargaba. —Tú…— habló por fin.
Los tres hombres estaban a la expectativa, ¿y ahora qué?
—Tú… ¿Crees que si hubiera sido más gentil…tod-todo hubiera sido diferente?— preguntó casi inentendible el hombre etílico girando y tambaleándose— Gai… Yo… Yam… Mmm… ¿Cómo te llamas?
Tal pareciera que Shiranui pasó desapercibido por Kakashi en su estado etílico. Pues ni señas se vieron de que lo enfocara siquiera.
—Este… ¡Vamos Kakashi!— intervino rápidamente Maito. —El ser Hokage implica muchos deberes y tienes que descansar.
—Mis hijos serían más hermosos— seguía hablando el Hokage al ser arrastrado por sus dos amigos. —Y… Y m-más intelingentes.
—Inten… ¿Qué?
—Calla Gai.
No cabía duda que la mañana siguiente no sería para nada acogedora para el Hatake, pero seguro la resaca no se comparaba en nada con ese dolor que le había estado acechando toda la noche, para ponerlo en ese estado. Sus amigos sólo conocían dos ocasiones dónde Kakashi estuviese totalmente perdido por el alcohol. El día que alcanzó la mayoría de edad y esta última. Pero como en la última ocasión, estarían ahí, para él, como los amigos que son. De alguna manera él haría lo mismo, a su manera por supuesto.
Antes de comenzar a andar de nuevo a la residencia del Hokage, los dos shinobis a cada lado de Kakashi, dirigieron una mirada acusadora al Shiranui, una que decía una muy clara oración:
"La cagaste…"
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(Editado)
¡Por fin! Ansiaba subir este fic :') siento que me llego bien la inspiración, no sé, ustedes critiquen.
La idea surgió de una idea en el grupo KakaSaku en Facebook, la idea planteaba a un Kakashi celoso de Sakura. Pero verán, la idea floreció y florecío.
Agradezco a aquella lindas chicas que en su desvelo me llenaron de ideas e inspiración. Gracias Nella, Ximena y Jessica.
Gracias por leer y darle oportunidad. Nos leemos en el próximo capitulo.
