Ninguno de los personajes me pertenece. Esto quiere decir que no soy J.K.R.
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Capítulo 1: ¿No recuerda nada?
Hermione se encontraba en la biblioteca de Hogwarts inclinada sobre un libro de Runas antiguas que leía con avidez sin hacer caso a los demás alumnos que se encontraban allí. Pero su concentración fue interrumpida en el momento en que escuchó que unos pasos veloces retumbaban en aquella silenciosa sala. Alzó la vista hacia la entrada y vio al profesor Snape viniendo hacia ella dando grandes zancadas.
-Señorita Granger, acompáñeme. El profesor Dumbledore necesita hablar urgentemente con usted.
Hermione se asustó.
-¿Qué suce…?- comenzó a preguntar pero el profesor la interrumpió.
-Quédese callada al menos una vez y sígame en silencio. Este no es el momento ni el lugar para hablar del tema.
Ella asintió obediente pero cada vez más preocupada por aquello que iba a decirle el director. No se le ocurría ninguna idea de qué podría ser pero tenía el presentimiento de que no se trataba de algo bueno.
Siguió a su profesor hasta el despacho del director. Albus Dumbledore se encontraba parado al lado de la ventana, con la mirada perdida en el exterior y parecía triste.
-Señor director, acá traigo a Granger- dijo Snape.
El director se volteó hacia ellos y les dedicó una pequeña sonrisa.
-Gracias, Severus. Ahora puedes retirarte. Dile a Madame Pomfrey que le agradezco su colaboración.
Severus asintió una vez metódicamente y se marchó dejando a Hermione preguntándose qué rayos estaba sucediendo.
-¿Alguien está herido?- preguntó sin poder contenerse.
Dumbledore suspiró mientras iba a sentarse en la silla que estaba detrás de su inmenso y anticuado escritorio.
-Siéntese, por favor, señorita Granger. Tenemos que hablar de algunas cosas- dijo él.
Hermione hizo lo que le había dicho pero sentía el corazón latiéndole en la boca.
-Esta noche han atacado al señor Malfoy.- dijo Dumbledore viendo como el rostro de su alumna empalidecía y sus ojos se llenaban de lágrimas.
-¿Él… está bien?- preguntó Hermione intentando contener sus lágrimas.
Dumbledore asintió suevamente.
-No tiene ninguna herida grave- le respondió- Hasta hace un momento estaba en la enfermería del colegio ya que no creíamos correspondiente llevarlo a San Mungo.
-¿Por qué no?
-Como le dije, no tiene nada grave. Solamente está inconsciente. Además, temíamos que allí corriera peligro su vida…- hizo una pausa- Señorita Granger, ¿Sabe usted por qué el señor Malfoy no ingresó este año al colegio?
Hermione negó con la cabeza. El nudo que tenía en su garganta le impedía hablar.
-Este año él y su madre han estado recibiendo muchas amenazas de parte de Mortífagos prófugos que aun no han sido capturados y ambos pensaron que ocultarse durante un tiempo sería la mejor manera de mantenerse con vida. El Ministerio y yo nos hemos encargado de encontrarle sitios seguros pero en este último los han encontrado y han intentado matarlos. Draco consiguió salir con vida pero lamentablemente la señora Malfoy no tuvo la misma suerte.
Hermione ahogó un grito tapándose la boca con la mano.
-Verdaderamente lamentable. Ahora el joven Malfoy se encuentra sólo en el mundo ya que hace seis meses atrás hallaron el cuerpo del señor Malfoy sin vida en su celda de Azkaban.- Dumbledore abrió uno de los cajones y sacó algo del interior, un trozo de pergamino- ¿Le dice algo el nombre de Frederick D. Jackson?
Ella negó con la cabeza. Dumbledore suspiró mientras negaba con la cabeza.
-Encontramos este trozo de pergamino en uno de los bolsillos de Draco- se lo tendió- Está escrito su nombre junto a éste.
Hermione extendió la mano para tomar el trozo de pergamino y al mirarlo comprobó que, efectivamente, su nombre estaba escrito al lado del tal Frederick D. Jackson.
-No entiendo- dijo.
-Lamento decir que yo tampoco, señorita Granger- indicó Dumbledore.- Pero, no sólo por esto he decidido llamarla, sino porque en la inconsciencia, el señor Malfoy no ha dejado de decir su nombre repetidas veces. ¿Hay algo que quiera decirme sobre esto?
Hermione bajó la vista al suelo y se mordió el labio inferir mientras negaba con la cabeza.
-Se lo pregunto, señorita Grange, porque en este momento toda persona cercana al señor Malfoy corre peligro.
Ella alzó los ojos y vio que él la contemplaba por sobre sus anteojos de medialuna con expresión tranquila y amable. Tal vez podría confiar en él y confesarle su mayor vergüenza.
-Él… Yo… lo amo- musitó tan bajito que el anciano tuvo que hacer un gran esfuerzo por oírla- Pero él no siente nada por mi así que no tiene que preocuparse.
Dumbledore se quedó calmado porque ya había supuesto esta posibilidad aunque no estaba completamente de acuerdo con la última cuestión. ¿Si él no la amara por qué otra razón diría su nombre tan efusivamente? Pero permaneció en silencio puesto que sabía que esta situación se resolvería por sí sola más adelante.
-Siempre tengo que preocuparme por mis alumnos- le dijo- Y usted ahora mismo se encuentra en peligro.
-Señor, no lo creo- insistió ella- Nadie más que usted, Draco y yo sabe lo que siento y dudo seriamente que él fuese a contarle a alguien que una sangre sucia como yo lo ama. Sentiría vergüenza.
-No debe juzgar tan rápidamente al señor Malfoy- le dijo Dumbledore.
-¿Y cómo debería hacerlo?- le preguntó con fiereza mientras apartaba una lágrima que caía por su mejilla- Él y yo tuvimos la oportunidad de hablar y me dejó en claro lo que pensaba.
-Señorita Granger, necesito pedirle un inmenso favor. Sé que se sentirá herida ante mi pedido ahora que sé sobre sus sentimientos pero le ruego que lo considere y luego me de una respuesta.
-Lo escucho, señor.
-Quiero que cuide al señor Malfoy en una de las guaridas.
Hermione abrió inmensamente los ojos.
-¿Por qué yo?- preguntó asombrada.
-Porque es una bruja excepcional, porque creo que su vida corre peligro y en ese sitio estará segura, porque el señor Malfoy perdió la memoria y sólo repite su nombre una y otra vez. Yo no creo que le sea tan indiferente como usted dice, señorita Granger.
Hermione negó con la cabeza mientras sentía una terrible presión en el pecho e intentaba respirar con normalidad. Ella recordaba muy bien lo que había sucedido en su último encuentro así que no creía que Draco la creyera importante en su vida.
-¿No recuerda nada?- preguntó con la voz entrecortada.
-Sólo dice: Hermione Granger.
Hubo una pausa con un profundo silencio.
-Lo haré.- dijo finalmente- Pero hay algo más que tengo que pedirle antes de eso.
Hermione entró a la sala común de Griffyndor. Se notaba que había estado llorando ya que tenía los ojos rojos y en sus mejillas había rastros de lágrimas secas. Harry alzó la vista hacia dónde el cuadro de la dama gorda al ver que se habría y corrió hacia su amiga cuando la vio en aquel estado.
-¡Hermione! ¿Qué sucedió?- le preguntó mientras la abrazaba.
Hermione se dejó abrazar y nuevamente comenzó a llorar. Sufría por todo lo que estaba sucediendo, por Draco, por la muerte de Narcisa, por el amor imposible que sentía, por el desprecio de él, por tener que permanecer separada de una de las personas que más amaba en su vida. Había intentado no derramar ni una sola lágrima después de aquella noche pero ahora ya era imposible.
Ginny entró en ese momento y cuando vio a su amiga tan destrozada no tardó en ir hacia ella y abrazarla también. De sus amigos, ella y Luna eran las únicas que se habían enterado de lo que había sucedido entre ella y Draco. No deseaba que ni Harry ni Ron supieran porque sabía que ellos jamás entenderían y no tardarían en juzgarla.
-Déjame, Harry-le dijo Ginny a su novio- Yo me encargo de ella.
-¿Estás segura?- preguntó dudoso al ver que Hermione se encontraba verdaderamente mal.
-Sí, estoy segura- le dijo- Vamos, Hermione. Vamos al cuarto.
Justas se encaminaron hacia la habitación. Ginny llevó a su amiga hacia arriba y la ayudó a tenderse en su cama. Conocía a su Hermione y sabía que siempre había sido fuerte así que debía ser algo verdaderamente malo lo que le estuviera sucediendo.
-Hermy, ¿Qué sucede?- le preguntó mientras le apartaba cariñosamente el cabello del rostro.
-Draco… Draco… intentaron matarlo- dijo entrecortadamente a causa del llanto.
-¡Por Merlín! ¿Pero está bien?
-Perdió la memoria- le respondió y luego comenzó a contarle todo lo que le había dicho Dumbledore.
Ginny la escuchó con paciencia hasta que terminó. La dejó llorar un rato más hasta que finalmente se calmó por completo. La pelirroja se había acostado a su lado y la abrazaba dándole fuerzas.
-Lo extraño- dijo Hermione ya sin llorar pero con la mirada triste.
-Lo sé- indicó Ginny- Sabes que yo también.
-Fui una tonta al ponerme a llorar de esta forma.
-No, Hermy, tenías que descargarte de algún modo. Hace bien llorar un poco de vez en cuando.
-Sí, pero no volverá a ocurrir. Tengo que ser fuerte de ahora en más. Tengo que serlo por él que es mi vida.
Ginny asintió.
-¿Cuándo te marchas?
-Mañana a la madrugada. Cerca de las cuatro. Pasaré a saludarlo y luego me llevarán a la casa donde viviré por un tiempo con Malfoy y otros dos magos que nos cuidarán. Mi único trabajo es intentar cuidar a Malfoy, algo así como su enfermera.
-¿Quieres hacerlo?
Hermione pensó antes de responder.
-Si, quiero- dijo finalmente- Ya que a pesar de todo lo que siento por él no cambió y no podría dejarlo en esta situación tan complicada solo cuando sé que puedo ayudarlo.
Ginny sonrió.
-Eres demasiado buena, ¿Lo sabías?
-No lo soy- la contradijo Hermione mientras se levantaba- Ahora mismo tengo que ir a mentirles a mis amigos y despedirme de ellos.
-Primero toma una ducha-le aconsejó Ginny.
Ella asintió y se encaminó hacia el baño.
Media hora después se encontraba en el Gran Comedor a la hora de la cena actuando con tranquilidad como si toda su vida fuera perfecta cuando en realidad era el mismo Caos.
-¿Ya estás bien, Hermione?- le preguntó Ron con suma preocupación.
-Sí, ya estoy bien- mintió.
-¿Por qué llorabas?- preguntó mirándola con aquellos ojos que le recordaban a ella amor que no podía corresponder.
-Recibí una noticia inquietante de mi familia- dijo sin apartar los ojos- Me piden que vuelva a casa por un tiempo.
-¡¿Qué?- inquirió Ron
-¿Vas a irte?- preguntó Harry- ¡Pero si incluso empezaste tarde las clases!
-Lo sé, chicos, pero tengo que hacerlo. Mi familia me necesita y no los voy a abandonar en este momento.
-¿Quieres que vayamos contigo?- le dijo Ron.
-Es muy amable de tu parte, Ron- le indicó tomándolo de la mano mientras le sonreía para agradecerle- Pero no pueden ir conmigo. Esto es algo que tengo que hacer yo sola.
-Como lo fue ir a buscar a tus padres- indicó Harry con cierta molestia.
-Sí. Gracias por comprender- les dijo haciendo caso omiso al tono de su amigo- Estoy realmente hambrienta, ¿y ustedes?
Todos aceptaron el cambio de tema pero Harry y Ron intercambiaron miradas cómplices porque desde hace tiempo atrás sospechaban de que Hermione les ocultaba algo y que Ginny sabia de lo que se trataba. Ellos iban a averiguarlo, no pensaban dejar a su amiga sola si estaba en problemas.
Esa noche, Hermione no durmió. El profesor Snape le mandó con un alumno de tercero una poción para que pudiera hacerlo pero ella prefería mantener su mente despierta. La había guardado en el interior de su baúl que ya tenía listo para cuando la viniesen a buscar. Ginny había insistido en que la despertara cuando se marchase pero no iba a hacerlo, le había escrito una pequeña nota agradeciéndole por todo y asegurándole que le escribiría lo más pronto posible.
La profesora McGonagall fue la que entró a la habitación silenciosamente pero no tuvo que acercarse demasiado a la cama de Hermione porque ella se levantó inmediatamente al sentirla.
-Señorita Granger- dijo con tono represor la mujer pero sin levantar la voz para no despertar a las demás chicas- ¿Acaso no durmió?
-No pude- confesó ella.
-Eso no es bueno para su salud. Vaya a cambiarse y baje al despacho del director. Yo me haré cargo de su equipaje.
Hermione asintió y se fue al baño para lavarse la cara con agua bien fría y así intentar despejarse. Se vistió rápidamente y se encaminó al despacho del director.
Cuando llegó, éste le sonrió cariñosamente.
-Buenos días, señorita Granger- le dijo el anciano.
-Buenos días, profesor- le devolvió el saludo ella intentando sonreír.
-¿Está lista?
Ella asintió.
-Pero primero iré a verlo, ¿Verdad?
-Claro que sí- dijo el anciano- Debo confesar que siento curiosidad por conocerlo.
Esta vez, Hermione sonrió con verdadera alegría.
-Es maravilloso-le dijo ella.
-No tengo duda alguna. ¿Nos vamos?
