Tema 03:Reglas

Kouya es (siempre ha sido) la más obediente de las dos (en la medida en la que Yamato se lo ha permitido). En ese lugar no se puede fumar, ni salir sin permiso (de todos modos, no sería ella quien protestaría por la falta de esos privilegios). Así que recordar es el único entretenimiento, cuando la televisión, los libros y la tarea atrasada, no alcanzan para ofuscar el dolor del presente.

"¿Dolor?", se ha dicho a sí misma. Ella es Zero. No existe el dolor en su piel, en sus nervios.

Tiene un espejo en el techo y su figura, con la mano vendada, le devuelve la mirada, teñidos los ojos en desesperación.

Recordar qué, dirán.

Yamato tendida a su lado, luego de un incremento de piel de Kouya descubierta y más centímetros remarcados (sonrosados) por sus besos, en avances previos a la noche en que hicieron el amor. Parecía un sueño de hace siglos atrás, con una corona de flores blancas que se había hecho para ella misma y Kouya, mientras intercambiaban algún roce furtivo, bajo la mirada vigilante de Nagisa.

Arquea el cuello y presiona su almohadón contra las únicas orejas que posee actualmente.

-¡Te prohibo que andes por ahí con ese par de piezas falsas! Es ridículo, Kouya. Debes aprender a vivir con tus errores.-Su Maestra puede gritar muy fuerte, herir los tímpanos y una sola palabra suya, quizás aletargue su corazón. Si aún lo tiene.

El error fue Yamato. Eso hace que el calor surga de su pecho y recorra todo su cuerpo, desde la espina a la punta de sus dedos cortos y regordetes.

No, para Kouya no fue un error entregar su cuerpo en posesión a Yamato. Le parecía un intercambio justo, ya que en combate era la otra quien salía herida, mientras que Kouya batallaba.

Pensar en Yamato deprimía a Kouya, a pesar de que el calor ayudaba a evaporar las horas en reclusión.

Se lo había planteado a la señorita Shouko, pero ella insistía en que no debía dejarla ir hasta recobrar el punto de fuga del cual se estaba recuperando. Respiró hondo y se acostumbró al dolor que no era corporal.

-Se siente aquí. Toca, Kouya, es calor que comienza a irse y es atravezado por frías estacas. –Yamato le llevó la mano a su pecho, ambas sonrojadas.

-Todo imaginario.-Protestó, pero el roce de su camisón de seda era tan verídico , que el deseo de hundirse contra su corazón, le irritaba en versatilidad.

-Para mí es más real que el dolor en mi piel, anterior a Zero.-Yamato a penas y pronunció lo último, sumida como estaba, en una especie de sopor que la embargaba siempre que estaban solas y la ropa cedía.

Comenzó a hacer reproducir la cinta de su memoria, hacia la última noche que pasaron juntas. Y se dijo que no estaba rompiendo las reglas al invitar a la efigie de su amada al cuarto en el que no se permitían visitas. Irrisoriamente, cumplía con las reglas al obedecer a su terapista.