Zutara: Lo que no fue
Prologo
En las profundidades de Ba Sing Se, en aquella caverna iluminada por los cristales azul marino que se encontraban en las paredes, tales flores nacidas de la tierra. Cuando Azula lo puso a prueba, los sentimientos de odio y desagrado que por tanto tiempo había guardado en si hacia su hermana y el miedo y dolor de verse rechazado por su padre, lo impulsaron a tomar una decisión.
Decidió que apuntaría sus puños de fuego no al Avatar, pero a su hermana. Decidió que ya no le importaba lo que su padre pensara, hiciera o sintiera; no después de todo por lo que había pasado: él mismo le había proporcionado aquella cicatriz sin ningún miramiento y luego lo había desterrado; cuando le creyeron muerto de manos de los piratas, su padre no se molesto en iniciar una investigación para saber como había sucedido; luego envía a su hija a que les capture, obligándolos a convertirse en refugiados en Ba Sing Se, donde habían tenido que crear sus caminos de regreso a la cima y si ahora ignoraba todo eso, entonces de nada hubiese valido todo ese sufrimiento.
Por lo que sí, decidió que ayudaría al Avatar y a Katara a salir de allí, a toda cuesta. Así que se enfrento a su hermana, batallando lo mejor que pudo, mientras la maestra agua y el Avatar se enfrentaban a los agentes Dai Li, pero eran demasiados y muy resistentes, incluso con la ayuda de Ihro, era difícil y por un minuto, cuando Azula golpeo al Avatar, pareció imposible.
-¡Zuko! ¡Tienen que irse!- oyó que gritaba su tío- ¡Yo los detendré lo más que pueda!
-¡No! ¡No te dejare aquí!- le contesto.
-¡Tienes que hacerlo! ¡Yo estaré bien!- volviéndose a Katara, que ya sostenía a Aang en brazos le grito:- ¡Sácalos a los dos de aquí! ¡Antes de que sea muy tarde!
Sin pensarlo dos veces, Katara uso su agua control para traer a Zuko a su lado y sacarlo de allí. Aunque para ser francos, en esos momentos no se preocupo mucho por lo que hizo, pero mucho más por Aang, quien yacía… muerto… en sus brazos.
Aquella noche, luego de tener la satisfacción de ver que Aang había regresado a este mundo con ellos, luego de que entre todos lograron convencer a Katara de dejar a Aang descansar, para que así ella misma pudiese hacerlo. Sentada al lado de Zuko, le dijo:
-Gracias por habernos ayudado allí abajo.
-Sí- contesto en una inexpresiva voz, sin siquiera mirarla.
-Lamento que tu tío no pudiese escapar con nosotros, pero es que en esos momentos yo… -se le quebró la voz y los ojos se le inundaron de lágrimas.
Esto hizo que Zuko se sintiera mal por la forma en que había contestado: Había sido un día largo para todos y especialmente para ellos dos, en lugar de comportarse de forma grosera debería haber sido un poco más comprensivo. Pero no supo que decir, lo único que se le ocurrió fue colocar su mano sobre la de la chica, esto la sorprendió y por una milésima de segundo tubo el instinto de quitar la mano (no es fácil salir de tus viejos hábitos, especialmente si la persona que tienes al lado solía ser tu peor enemigo), pero luego recordó lo que Zuko acababa de hacer por ellos y dejo la mano donde estaba e incluso se dio la libertad de recostarse a dormir en su hombro, era su forma de decir "Gracias, de verdad".
En ese momento, sin embargo, Zuko estuvo muy agradecido que fuese de noche, por que estaba seguro que su cara estaría completamente roja y no seria por la cicatriz.
Capitulo 1: El Despertar
Cuando Sokka y Toph vieron por primera vez a Katara aparecer con Zuko a su lado, solo no lo atacaron porque les preocupaba más Aang, luego sin embargo, tuvieron que preguntar y la respuesta fue increíble.
-¿Así que vas a ayudarnos a derrotar a tu padre?- dijo Sokka en esa forma tan irritante que tenia de hacer preguntas, creyendo ser un detective- ¿Y le enseñaras a Aang fuego control?
-Bueno, eso si pies descalzos se despierta- interrumpió Toph. Nadie ni le reprocho por el comentario, ni le contradijo.
Las semanas que siguieron fueron como un torbellino: encontrar aliados, capturar el barco, vivir escondidos y llenos de temor. Temor a lo que pudiese pasar si los descubrían, temor a que Aang nunca despertara, temor a confiar en los otros.
Lo último se aplicaba a casi todos cuando de Zuko se trataba, excepto claro, Katara. En el transcurso de esas mismas semanas, una amistad había crecido entre ellos, especialmente ahora que ambos se daban cuenta que no eran tan diferentes como creía: perdieron a sus madres y en cierto modo a sus padres también, sus hermanos eran unos idiotas y ambos cargaban con una cicatriz, tanto física como psicológica.
Las palabras habían empezado a fluir de manera que casi parecía que fuesen amigos de la infancia, que se conocían tan bien como la palma de su mano. Y ambos agradecían que así fuese, porque al menos alguien en este mundo sabía como se sentían. Se había vuelto rutina que al final del día, cuando solo el turno de noche quedaba despierto, ambos salían a cubierta y acompañados por el viento, las estrellas y el suave vaivén del mar, se acompañaban. A veces solo miraban el paisaje, otras, comentaban un poco de su día, pero la mayor parte del tiempo hablaban, de cosas importantes, de cosas mundanas, de cosas.
Todo había empezado cuando una noche, Katara, que había pasado la tarde haciéndole curación a Aang, no podía dormir de preocupación, así que había salido por algo de aire fresco. Era de noche y la luna era creciente. Necesitaba despegarse, así que decidió practicar agua control. Todo iba bien hasta que por falta de concentración, dejo que se escapara algo de agua.
-¡Hey!- oyó que se quejaba alguien: Sentado contra la pared estaba Zuko. Medio escondido entre las sombras, solo la mitad izquierda de su cuerpo podía vérsele. Hubiese resultado terrorífico para cualquiera ver a un chico tan pálido sentado allí, con una cicatriz tan marcada y una expresión de enojo; pero empapado como estaba, era más bien gracioso y Katara no pudo evitar soltar una carcajada.
-No es gracioso- le lanzo el ex-príncipe.
-Lo siento, pero no pude evitarlo- Katara tomo una gran bocanada de aire para calmarse-. Ven, te ayudare a secarte.
El chico hizo como le dijeron y pronto ambos estuvieron en el almacén, con un par de toallas en mano, emprendieron la tarea de secar a Zuko, sin embargo se volvió clara que para que funcionara seria mejor que él se quitara la ropa y la pusiera a secar. Así que al final Zuko se había quedado en ropa interior. Era curioso como a ninguno de los dos parecía importarles que así fuera, lo único remarcable que sucedió en ese momento, fue que Katara pensó: "¡Valla! Zuko si que tiene un buen cuerpo.
-¿Qué hacías allí afuera a estas horas?- pregunto la chica, mientras le secaba el pelo.
-Lo mismo que tú supongo- contesto él-: despejar mi mente.
-Así que tampoco podías dormir- Zuko asintió con la cabeza.
La noche siguiente, cuando Katara finalizo sus tareas, tubo el sentimiento que Zuko estaría afuera otra vez, así que decidió salir y sí allí estaba el chico. Antes de que se diera cuenta, se había vuelto una costumbre.
Cuando Aang por fin se despertó, el chico estaba conmocionado de ver tantas caras familiares: compañeros, amigos, aliados… ¡y enemigos! En cuanto divisó a Zuko, que se mantenía algo apartado de los demás creyó que se le pararía el corazón. Sin siquiera pensarlo, se abalanzo contra él, estaba listo para lanzarlo fuera del barco con una potente ráfaga de viento cuando la voz de Katara lo alcanzo:
-¡Aang detente!- más que la consigna en si misma fue la el hecho que Katara la diera lo que le sorprendió, pero aún más sorprendido estuvo cuando vio que ella se entre puso en su camino para protegerlo a él. Aang no pudo evitar pero pararse en seco, la incredulidad reflejada en toda su cara.
-Aang- la vos de Katara era suave, como si le explicara algo muy complicado a un niño-, Zuko ahora esta con nosotros, él nos ayudo a pelear contra Azula y a salir de las cuevas, ¿lo recuerdas?
Silencio absoluto. Las memorias volvieron con rapidez, suerte que Sokka estaba suficientemente cerca para atajar a un Aang que, de la sorpresa, parecía a punto de desmallarse. Sokka ayudo a Aang a pararse y empezó a conducirle hacia su habitación. Sin embargo, al avatar no se le escapo el intercambio entre Zuko y Katara:
-¿Estas bien?- pregunto la chica volviéndose.
-Sí, ¿Y tú?- ella asintió como respuesta-. Bien, ahora ve. Aang te necesita.
Katara dudo por un momento, pero entendiendo que Zuko tenia razón, se apresuró a ayudar a su hermano, que ya había entrado bajo cubierta.
-¿Por qué esta Zuko aquí?- pregunto Aang.
-Como dijo Katara, él les ayudo a escapar de la cueva en Ba Sing Se- contestó Sokka-. Su tío fue capturado cuando ustedes huían, desde entonces ha estado con nosotros.- silencio- Tienes que darle algo de crédito, le dio la espalda a su nación y su familia, incluso si son los malos y todo porque espera poder enseñarte fuego control, para que así derrotes al señor del fuego y termines la guerra.
Aang no respondió, no sabía como, era demasiada información que procesar.
-¿Qué sucede entre Zuko y Katara?- pregunto al fin.
-¿A qué te refieres?
-Katara tomo la defensiva de Zuko, se interpuso en mi camino sabiendo que pude haberla herido y se ha quedado atrás con él. ¡Él que es nuestro enemigo!
-Creo que exageras, Katara solo te detuvo porque aprecia la ayuda de Zuko.
-¡Sokka, Aang!- la chica venia corriendo detrás de ellos-. Ya está bien, Sokka, a partir de aquí me encargo yo.- El chico hesito por un segundo, no estaba seguro de que Aang quisiera estar con Katara en ese preciso momento. Pero, era mala idea discutir con su hermana, él mejor que nadie lo sabía. Así que espero a que su hermana hubiese agarrado a Aang correctamente antes de retirarse.
Cuando regresaron a su cuarto, Katara le explico todo a Aang, le hizo una sesión de sanación y escucho con horror como se le ocurría que era su deber como avatar terminar esta guerra solo. Esa noche le lo comento todo a Zuko, quien no dijo nada, pero oyó todo.
Los días pasaron. Aang estaba cada vez más irritado ¿Y cómo no? El mundo creía que él, el Avatar, estaba muerto, que había fallado con su deber. Luego vino el encontronazo entre los dos barcos, batalla en la que no se le permitió participar, lo cual solo empeoro su humor.
Por ahora, había tenido la precaución de no cruzarse con Zuko, por lo menos no a solas, ni le había dirigido la palabra, pero sabía que no podía seguir así por mucho tiempo: Tarde o temprano tendría que hablar con él, después de todo, tenía que admitir, él realmente era su mejor opción de maestro fuego, por no decir la única.
Cuando por fin encontraron a Aang en la isla, mientras se juraban los unos a los otros que juntos terminarían esta guerra, Zuko se quedo apartado de los demás. Él no pertenecía a ese grupo, no después de todo lo que había sucedido. Sin embargo, Katara se dio cuenta de la forma en que el chico se comportaba y de un galón le hizo unirse al abrazo grupal.
Él creyó que los demás le rechazarían, pero si querían hacerlo ninguno lo demostró y no pudo evitar su sorpresa.
-Si vas a enseñarle a Aang fuego control- le contesto Katara a la pregunta que nunca formulo-, entonces tendrás que ser parte de esta familia. ¿No chicos?
-¡Katara esta en lo cierto!- canturreo felizmente Toph.
-Sí- contribuyo Aang, en una no tan feliz vos, que más que desconfianza, estaba impregnada de tristeza. "Nota para mi mismo: 'Averiguar porque Aang esta actuando así.'" Se dijo Zuko.
-¡Pero aun así te vamos a vigilar de cerca!- Sokka como siempre tenia que arruinar el momento.
A pesar de que quizás no era la imagen viviente de la familia perfecta, era muchísimo mejor a lo que Zuko jamás tubo y en ese momento, se sintió feliz como no se había sentido desde hacía mucho tiempo, no desde aquella noche.
