Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephanie Meyer
Salvación
Sangre… Sangre… Sangre… Sangre…
Jasper no puede pensar en otra cosa. Siente como nadie el dolor de Bella mientras la pobre se revuelca, sus manos sobre el vientre que carga con la nueva vida que la está matando. El bebé está luchando por salir mientras su madre agoniza, pero lo único que sale de ella es sangre y más sangre. Y aunque Jasper puede sentir en carne propia el sufrimiento de su cuñada, hay algo aún más fuerte, que nubla su mente y hace que nada más importe ya, ni siquiera el tormento de sentir tanto dolor.
Sangre… Sangre… Sangre… Sangre…
El aroma se cuela por su nariz y le envía oleadas de placer a su cerebro, pero a Jasper el olor no le alcanza. Sus ojos se vuelven negros como el carbón, y su boca se convierte en un lago de veneno. Tiene sed, demasiada sed. Necesita sentir esa sangre caliente deslizándose por su lengua y bajando por su garganta, saciando el instinto animal que tanto se esfuerza por mantener bajo control, día tras día.
Sangre… Sangre… Sangre… Sangre…
De pronto, con la velocidad de una flecha, Alice está frente a él para evitar que haga una locura.
—Jazz, Jazz… —el sureño oye la voz de su esposa y siente sus pequeñas manos sobre sus hombros. Sabe que está ahí, junto a él. Quisiera mirarla, pero sus ojos están imantados por el rojo carmesí que escurre del cuerpo de Bella.
Entonces Alice alza sus manos hasta posarlas sobre las mejillas de su marido, y lentamente le hace voltear el rostro, obligándolo a clavar sus ojos ahora negros sobre los de ella, que también se han oscurecido pero no al mismo extremo.
—Jazz, cariño, mírame, mírame —le pide, le ruega.
La menuda mujer lee los ojos del rubio vampiro y cree saber exactamente lo que le está diciendo en silencio, sólo con una mirada angustiada.
Sangre, Alice… Sangre… Sangre... No lo puedo controlar… Sangre, Alice…
Ella asiente rápidamente, aún cuando él no le ha dicho nada en voz alta, y se apresura a hablarle con voz dulce y calma.
—Tranquilo, Jazz. No respires —le dice, y poniéndose en puntas de pié llega hasta sus labios y lo besa, dejándolo sin aliento. Es la mejor manera de interponerse entre el olor de la sangre y la sed de su marido—. No respires, cariño, ven conmigo, todo está bien, ven conmigo… —repite, y poco a poco logra que Jasper la siga hasta la puerta, su vista clavada en ella.
Sangre, Alice… Alice… Alice…
La voz de su pequeña esposa lo hipnotiza como el canto de una sirena, y su mirada lo aprisiona y lo salva de sí mismo. Siempre lo ha sabido, Alice fue, es, y será siempre su salvación. Muere de sed, realmente muere de sed, pero más muere de amor por ella. El instinto de su corazón siempre será más fuerte que su instinto animal, y su deseo de estar con Alice siempre le ganará a su deseo de sangre. Ella le ruega que la mire y vaya con ella, y él la mira, y con ella va. Porque si ella se lo pide, él la seguirá fuera de esa habitación bañada en sangre. Si ella se lo pide, la seguirá hasta los confines del mundo.
Alice… Alice… Alice… Alice…
Bien cortito, pero es lo que me surgió del alma escribir. Si les surge del alma a ustedes también dejar un comentario, me voy a poner muy contenta :) Gracias desde ya por leer!
