La Fragilidad de la Flor Lunar
Clavel Amarillo: Desdén, decepción, rechazo.
Podía ver el cuerpo caído de Sasuke entre los espejos de hielo, su muerte... dolía en el fondo de su pecho, no sabía cuantas veces ya había soñado esta misma escena, la supuesta muerte de él significaba algo para ella que no podía describir, era la primer muestra de su debilidad, ella era solo una pequeña rama, sin fuerza para combatir los fuertes vientos y sin la flexibilidad para adaptarse. Por eso veía las espaldas de ellos, si tan solo supiera iryo, pero no era su caso, apenas era una genin y todavía no encontraba su paso, su llamada, no sabía que era lo que haría a partir de ahora.
"Un shinobi nunca muestra sus sentimientos sin importar las circunstancias. Los sentimientos son debilidad que nublan el juicio y debilitan el sentido del deber"
Sus propias palabras eran el soporte de todo lo que había aprendido luego, pero ese día, ese día eran solo palabras, el significado lo fueron ganando con el paso del tiempo, con cada batalla librada, con cada muerte, sus sentidos se fueron entumeciendo, el cuerpo inerte de Sasuke-kun era aterrador, pero nada le daría más miedo que sus propias palabras ese día, porque esas palabras eran la muestra de que el camino que le había sido impuesto para seguir era en definitiva el correcto, porque no podría seguir portando emociones de forma tan absurda, exponiéndolas en sus manos, debía manipularlas, borrarlas y seguir adelante, este era su camino ninja al final del día: Proteger la aldea y los seres amados desde las sombras.
Los ojos verdes se abrieron con lentitud solo para encontrarse con piel blanca como la nieve.
No era raro, más raro sería que no viera esa piel de buenas a primera. Ellos eran uno, eran la célula de dos hombres en el Butai de asesinato silencioso. Especialistas en reconocimiento e infiltración, solo igualados por el equipo Yamanaka-Aburame. Él había sido su compañero por tres años, desde el instante en que entró aquí y él logró barrer el suelo con su cuerpo. Habían entrenado, comido, dormido juntos, el sentido de pertenencia solo lo tendría allí entre sus brazos.
Unos brazos de gesto frío, porque este abrazo no era más que un medio para que los dos cupieran dentro de esta cama de una plaza que se encontraba alojada contra una pared de cemento gris. Toda la habitación parecía más una celda que un dormitorio, lo único que daba vida siendo los cientos de dibujos regados por toda ella, incluso en el techo.
"Has vuelto a soñar." No era una pregunta, era una afirmación de quien la conocía mejor que ella misma, por lo que responder sería absurdo. "Has sido convocada por Hokage-sama." Otra afirmación. "Me quedaré entre las sombras, se te espera a las 1700 en el campo de entrenamiento número 3."
"¿Esperan a alguien como yo en un campo de entrenamiento?" La curiosidad era más fuerte de lo que podría describir, lentamente alzando la vista del pecho desnudo del joven que compartía la cama para encontrarse con ojos negros como la tinta que blandía.
"Esperan que no seas tu misma. Vístete acorde a una shinobi de Konoha y deja tu traje aquí."
La reunión había sido rápida de su parte, de hecho ambos hombres la habían mirado curiosos y preocupados al solo haber dicho dos palabras y no más, completamente estoica a la hora de lidiar con ellos. El plan de robar el libro favorito de Kakashi había sido un éxito a su manera, aunque ella seguía sin ser del todo lo que ellos esperaban era evidente que fácilmente podrían adaptarse a ella y su velocidad, la cual era tal que el mismo Kakashi no se dio cuenta cuando ella robó los cascabeles, solo notando la ausencia de estos cuando ya habían sido declarados para terminar por las horas, indicados por Tsunade que se acercaran a ella, los dos hombres obedeciendo mientras la chica quedaba detrás con su máscara apática.
"A partir de ahora serán Equipo Kakashi. De dos hombres hasta que regresen los otros de su última misión." Asintió la Hokage, la sonrisa de su aprendiz que sostenía a Tonton entre sus brazos, la sonrisa emocionada de Naruto valía todo el dolor que sentía en ese segundo, sabiendo que no estaba destinado a ser a pesar de todo el trabajo que había soportado, el dolor para llegar aquí.
Era imposible ignorar la mirada curiosa de Kakashi-sensei, no podría mirarle a los ojos aunque lo intentara, odiaría que supieran lo que había pasado en los últimos años en los que el equipo 7 había tomado rumbos separados. Ella también había querido ser más fuerte, crecer para que no la volvieran a dejar atrás, poder caminar al lado de Naruto y Sasuke-kun. Juró que ellos verían su espalda aunque sea una vez, solo una vez no ser ella la débil...
Y lo había logrado.
Lo orgullosa que se había sentido ese día en que descubrió que el perfecto control del chakra servía para más que trepar árboles y caminar sobre agua, que había montones a desarrollar en el genjutsu para el que no necesitaba de tener un dojutsu a disposición, un mundo de venenos, un universo de sellos. La fuerza es buena, tener una fuente interminable de chakra, una ayuda genética, gente dispuesta a entrenarte... todo era bueno, pero de nada sirve todo si no sabes como y cuando golpear y esa era su especialidad.
Inclinó la cabeza levemente, sintiendo la presencia que se había mantenido al margen de la pelea acercarse a paso bajo por tierra mientras ella retrocedía para acercarse a la persona, ciertamente no querría quedarse para ver como se desarrollaba esta escena entre Naruto y Hokage-sama, por mucho que la mujer no fuera alguien demasiado conocida personalmente salvo por su enseñanza en sellos, su temperamento era famoso y temía lo que haría con Naruto si este la irritaba lo suficiente.
"¡O-bāchan! ¡¿Como que de dos hombres?! ¡Yo también quiero participar!"
Casi estalla en carcajada ante el grito impulsivo y presuntuoso. ¡Naruto! Siempre tan rápido y distraído.
"¡Idiota!" Se escuchó de fondo con un golpe seco en la cabeza de su amigo. "¡Te dije que no me llames así!" Podía sentir la mirada de la Hokage en su cuello, probablemente señal suficiente como para que Naruto entendiera quien de los tres no estaba incluido en el nuevo equipo al mando de Hatake Kakashi. "Uzumaki Naruto y Hatake Kakashi son miembros del equipo, si hay dudas hablaremos mañana cuando reúna el resto en mi oficina temprano, ¡Eso va para ti, Hatake!" Gritó la rubia mujer al girarse con un gesto ofendido.
Y ahora, los ojos estaban nuevamente sobre ella que sentía el chakra de su compañero traspasar el borde de los árboles de su costado camino a ella.
"Niña, vamos, ya terminaste de jugar." Llegó a sus oídos para su propio alivio la voz juvenil aunque fría de su compañero, que no esperó respuesta o reacción al tomar su muñeca y comenzar a jalar de ella para que caminara rápido.
"Lo siento... nos vemos." Saludó levantando una mano, aun algo torcida al no querer perder de vista a su viejo equipo, los hombres que se acercaron mutuamente demasiado sorprendidos para hacer nada, apenas notando el susurro de su nombre entre los labios del rubio que miraba como un joven apenas más grande que ellos de cabello negro se la llevaba sin darles tiempo a intervenir.
El antiguo equipo 7 maldito, ese número que traía malos presagios a tantas personas y que se evidenciaba era cierto una y otra vez, especialmente al revisar los archivos del pasado, todos los equipos con esa numeración estaban destinados al fracaso. Pero lo que los otros equipos tenían que este no era la testarudez de todos seguir el mismo sendero, repetir la historia. Cualquiera vería natural que ella eligiera ser médica, después de todo, Sasuke-kun se había ido con Orochimaru para hacerse más fuerte, Naruto con Jiraiya, lo natural hubiera sido buscar a Tsunade-sama para convertirse en una ninja médico. Eso implicaría ser parte del famoso three-way deadlock.
No, las cosas debían ser diferentes, eso implicaba ser más astuta. Siempre fueron dos compañeros tratando de rescatar a un tercero, para quebrar la constante debía cambiar y no ir tras Sasuke. No hay que confundir, no se había rendido con él, pero ya no podría ver las cosas como solía verlas antes, menos luego de todo lo que pasó en los últimos tres años en los que se quedó sola en la aldea, Sasuke la había dejado inconsciente antes de marcharse, Naruto se fue con Jiraiya a entrenar, Kakashi le abandonó a su suerte y regresó a ANBU, no iba a desperdiciar su tiempo sobre analizando las cosas luego de este día.
"Te ves fea con esa ropa." Comentó su acompañante que aun no soltaba su muñeca, aun marcando el paso y tirando de su brazo de forma nada sutil, comandando su obediencia, algo que se le había ordenado que hiciera sin contenerse. Era parte de su entrenamiento la obediencia ciega, incluso aunque considerara contra voluntad o cosas mínimas. Estuvo años soportando las torturas para quebrar su voluntad, un poco de forcejeo no cambiaba su estilo. "Cuando lleguemos al cuartel te cambiarás, tenemos misión en unas horas."
"Sai, Danzo-sama nos estaba esperando en media hora." Le recordó, solo recibiendo un asentimiento. Fuera de caprichos, los miembros de Raíz no eran precisamente los más expresivos. Solo había que ver a Torune para saber que una charla amena no era habitual en ese lugar, con el tiempo ella misma se había vuelto bastante reservada, el único que era una presencia constante era precisamente Sai, aunque sabía que esta relación había sido planificada desde el principio, mientras los otros miembros la torturaban física y psicológicamente, Sai era enviado a curarle y darle el confort físico, quemando sus relaciones personales hasta dejarlas inexistentes, en este mundo oscuro que había elegido solo podía confiar en una persona, aquel que le había sido obsequiado por Danzo-sama para cuidar de ella y para que cuide de él. Que su consciencia le dijera lo que habían hecho no hacía que lo sintiera menos, necesitaba de su compañero como él necesitaba de ella.
Él era la pulcritud, el orden, un campo estéril donde las acciones son lo único que cuenta ya que no entendía de emociones. Ella era el conocimiento, la emoción reprimida por la acción, una muñeca sumisa a voluntad del comandante. Había vendido su cuerpo y alma para conseguir poder y ya era demasiado tarde para arrepentirse.
Entraron por un callejón, unas escaleras que iban por las partes más oscuras y profundas de la ciudad, sacando pases mientras caminaban por un interminable pasillo gris austero, una persona enmascarada, que probablemente nunca le habrían visto el rostro y no sabrían su nombre, dando un vistazo mientras ellos se dirigían a las entrañas del lugar donde la modesta habitación que compartían desde ya hacía tres años se encontraba. Estéril como las emociones en el rostro de Sai, era impensable un lugar que tuviera colores allí fuera de blanco, gris y negro, esta habitación no era diferente, lo único que le daba vida eran los dibujos tradicionales que se encontraban pegados en cada rincón, inclusos algunos de ella, como aquel que mostraba su espalda desnuda dejando los sellos dibujados en su columna expuestos, una hilera de kanji que solía eludir mirar para no recordar precisamente como llegaron allí.
Obediente se paró junto a la puerta, dejando que él entre. Apenas un momento para preguntarse que habrán hecho Hatake y Uzumaki...
'No' Se corrigió por dentro, luchando contra el condicionamiento que le indicaba que debía desapegarse de ellos. 'Kakashi-sensei y Naruto. No importa lo que haya pasado, ellos están aquí, ellos son mi constante, no puedo renunciar a ellos si no quiero acabar como los otros o... como Sai.'
Observó como el chico arrojaba ropa sobre la cama, su traje habitual de kimono atado delante que indicaba sutilmente su status, seguido de la ropa interior, incluso el neceser con los artículos de higiene para dedicarle otra mirada impasiva. "Haz crecer el cabello." Sin razones sin argumentos, una orden directa.
Minutos después se encontraban camino a la oficina, su cabello mitad blanco mitad rosa, tardaría unas horas aun en cobrar color por completo tras obligar a las células a reproducirse y morir de forma constante hasta obtener un largo que Sai considerara adecuado, el pigmento era algo diferente, pero pronto se esparciría si mantenía un flujo constante de chakra. Su traje que para muchos se vería inadecuado para la pelea cubriendo su cuerpo en tres capas de seda, sus hombros al descubierto y apenas el inicio de los sellos de la espalda asomándose, era aceptable, y era lo asignado por su compañero, lo único que importaba.
Cerró los ojos un momento al llegar a la puerta, escuchando el anuncio de que se encontraban allí antes de entrar al resinto en penunbras donde el líder y otras personas que no reconocía se encontraban esperando.
"Danzo-sama." Saludó de forma tradicional, arrodillandose en el suelo en postura seiza antes de realizar una inclinación humilde en el suelo, las manos formando un perfecto triángulo mientras a su lado Sai se inclinaba profundamente permaneciendo de pie.
"Sakura, de la división de Infiltración y Asesinato. Ella es nuestra mejor oiran en la actualidad, lo mejor que tenemos de mujeres para seducción y asesinato."
"¿Kakashi-sensei?"
"¿Que ocurre, Naruto?"
Habían terminado la práctica cuando Sakura les dejó acompañada de un ANBU, no que Naruto hubiera sabido de que se trataba o quien era ese sujeto, pero en seguida se había colocado junto a él como si supiera instintivamente que eso no era algo positivo en absoluto. Posteriormente había demandado que fueran por Ramen y como buen sensei, ¿quien era él para negarse? Ya luego vería de dejarle la cuenta a Naruto.
Lo que no sabía era la expresión seria en los ojos celeste del chico que comía a un paso más lento de lo que acostumbraba ver, y por todo lo que estaba seguro Jiraiya le había enseñado, modales en la mesa dudaba que fuera una de esas cosas.
"Sakura-chan hoy estaba diferente..."
"Ah, no deberías preocuparte por esas cosas, han pasado unos años, vaya uno a saber que tipo de entrenamiento estuvo haciendo." Ahora que lo mencionaba, él mismo no sabía nada en absoluto de su única alumna mujer.
"¿No estuvo con Tsunade-baachan?" Preguntó el desconcertado rubio que recordaba palabras de Jiraiya, siendo que los sannin probablemente entrenarían a la siguiente generación del Dai Nana Han para heredar su combo de combate. Entonces, Tsunade-baachan debía ser la maestra de Sakura-chan, ¿verdad?
"Tsunade-sama enseña sus técnicas de sanación en el hospital y tiene una chica, creo que la conoces, Tenten, que hace de asistente junto a su aprendiz Shizune, en ningún momento me ha expresado conocer a Sakura, según sé tampoco ha tomado misiones." Admitió observando su plato vacío, el cual había aprovechado a devorar mientras el chico se encontraba distraído. "Para lo que importa, Sakura-chan ahora es una civil."
"¿EH? ¡¿POR QUE?!"
"Baja la voz, Naruto." Ordenó, apoyando los codos en la barra de forma pensativa. "¿No lo has notado? Sus movimientos eran apenas más fluidos que antes a pesar de ser más rápida, su cuerpo no parecía responder completamente, como si se pusiera deliberadamente frente a cada uno de mis ataques." Lo último lo dijo para si mismo, recordando a alguien que había hecho lo mismo pero en una situación mucho más crítica, solo que esta vez era como si Sakura estuviera convirtiendo esta práctica en un juego mortal.
"Haruno no es civil." Dijo la voz firme al costado de ambos, las cabezas girando para ver a un hombre con el Hitai-ate cubriendo su cabeza como una bandana, el rostro cicatrizado haciéndolo reconocible en cualquier lugar que fuera. Su rostro poseía un ligero sonrojo evidencia del sake que había estado consumiendo, lo único que evidenciaba el alcohol, ya que su enorme cuerpo no parecía estar sufriendo ningún efecto. "Eso es todo lo que deben saber." Agregó antes de que arrojara el dinero para que Teuchi lo tomara cuando se acercara, parándose sin dirigir otra mirada.
"¿Que fue eso?"
"No lo sé, Naruto... pero no deberías preocuparte, es bueno saber que Sakura-chan no se ha rendido a medio camino, ¿verdad?"
Esto igual le daba mal presentimiento... Morino Ibiki interviniendo en defensa de Sakura definitivamente era algo nuevo, quizá la chica estaba trabajando en Interrogación, pero como ANBU debería haberla cruzado antes. Aparentemente solo había conseguido más dudas.
Suspiró sin moverse, su cuerpo desnudo en una cruz perfecta en el centro de la habitación y los ojos verdes muertos fijos al frente. Conocía a la perfección todo el proceso, lo había pasado una y otra, y otra vez. Estaba aquí para ser usada y no iba a negar las necesidades de prepararla que tenía Sai, el cual con un pincel estiraba la tinta con un suave cosquilleo por su piel.
El sello de su cuello, un sello que Danzo-sama había colocado allí, debía ser repasado con cierta frecuencia. El sello suicida era semi-permanente, pero debía ser adornado para que las personas que la vieran desnuda no se preguntaran de que se trataba. Sai habitualmente dibujaba unas flores en tinta que desaparecían tras lavarlo con un aceite especial, usar siempre el mismo dibujo le podría hacer reconocible.
Sus glúteos también eran dibujados, su bajo vientre tenía sellos temporales activos para evitar los riesgos de embarazos durante las misiones, un método poco común por la incomodidad y el desconocimiento de otras kunoichi. Sus muslos tenían almacenamientos, eso era más incómodo que los otros sellos por la molestia que causaba activarlos, pero no podía negar su utilidad y bajo su piel...
El chico separó sus piernas, sin preocuparse por su pudor, podía ver toda su intimidad desde la posición en la que se encontraba, arrodillado entre sus rodillas, pero sus ojos no se desviaban del trabajo entre manos sellos de almacenamiento en el interior de su muslo eran adornados con cuidadosas y detalladas flores.
Era interesante la indiferencia con que él la trataba a pesar de que no podían vivir el uno sin el otro. Era lo único con lo que podía contar en este lugar, él cuidaría su espalda así la odiara porque ese era su trabajo, eran un equipo, aunque pudiera ver el desdén en su mirada, no existía Sakura si no estaba Sai, y no había Sai sin Sakura... ellos eran la célula de asesinato silencioso de Raíz.
