Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.
Quizá ha sido el destino (cruel, muy cruel, pero siempre certero) el que le ha llevado hasta ahí. Lleva días vagando por las calles llenas de gente como él ("Raros, enfermos, deshechos" se repite "Nada bueno") sin importarle adónde ir, y finalmente ha acabado llegando a un cementerio.
Es patético, al igual que todo en aquella maldita ciudad, al igual que sus habitantes. Hasta la burda imitación de un cementerio que tenían en el Claro era mejor que eso, pero poco importa. Su realidad es esa, no el Claro.
Se deja caer frente a una tumba cualquiera, está sucia y parte de la lápida está rota ¿Es una tumba o un espejo? Dice una vocecilla en su mente, cada día más enredada, más incongruente ¿En qué se diferencia el cadáver que está ahí debajo de ti? Un súbito rayo de lucidez atraviesa su mente "En que ese cadáver, aun estando muerto, vive mejor que yo"
Alby no te reconocería. Y si lo hiciese, no querría tener nada que ver contigo, no querría haberte conocido.
Pero Alby ya no está. Alby fue un cobarde demasiado listo que no dejó que las falsas esperanzas le consumiesen. Alby no estaba hecho para morir como un edificio horripilante que se descompone en escombros, él nunca se habría convertido en un monstruo, por el simple hecho de que siempre había sido más fuerte que él.
Le darías pena. Si esa fuese su tumba, querría que te alejases de ella.
Y lo hace, no sin antes darle una patada a la desgastada lápida. Se aleja del cementerio, se aleja de todo lo que conoce. Desea alejarse de sí mismo, pero no puede.
"¿Qué dirías si me vieras así?"
Se siente estúpido porque Alby está muerto, joder, porque la única respuesta que puede obtener es la de su mente, y a la vez es la única que no quiere oír.
Qué más da, Alby no puede verle, no tiene derecho a juzgarle. Dentro de poco podrá hacerlo.
Lo único que teme de la muerte es reunirse de nuevo con él.
