Abriste los ojos, y lo viste, delante tuyo. Pensaste que era tu padre, pero había algo en sus ojos que te hizo darte cuenta de que no era él. Había algo oscuro, algo extraño, algo que te atrapaba en su mirada. Viste su varita y escuchaste que decía algo. No lo entendiste, pero creíste, en un segundo, que parecía luces de colores. Una luz verde fue hacia vos. Antes de que te tocara, golpeó contra lo que parecía un escudo azul. Te causo gracia, porque reíste, pero viste cómo él desaparecía en un grito. Te asustaste, pero el dolor que vino después fue lo peor.

Te despertaste en una casa que no conocías, junto a un niño regordete que no sabías quien era.

- Hola, ¿quién está allí?

- ¿Y donde es aquí?¿Dónde están mi mamá y mi papá? - le preguntaste a la voz que te hablaba. Nunca antes habías podido entender del todo la voz de los adultos

- Descuida, te ayudaré a encontrarlos

Pronto descubriste a Pe'nia, quien al parecer era tu tía. Ella era buena, notabas que no te daba el mismo amor que a Dud's, pero aún así era buena contigo.

- Muggles - dijo la voz en tu cabeza

No sabías qué significaba, pero la forma en que lo dijo te hizo darte cuenta de que no era algo tan bueno.

Hablabas mucho con tu amigo, en tu cabeza, aunque no podías comunicarte con Pe'nia o con tío Ve'no. El último te miraba con desprecio, lo sabías. No comprendías cómo, pero lo sabías.

- Son muggles, es obvio que no te tratarán bien - decía tu amigo, que se hacía llamar Tom

- Son mi familia, ellos me quieren, aunque no lo demuestren - respondías, aunque sabías que te mentías - ¿qué son muggles? -

- No importa, algún día lo comprenderás -

Ese día no tardó en llegar. Dud's había tirado su juguete, y lloraba incontrolablemente. Le preguntaste si quería que se lo pasaras. Aunque no te contestó, y siguió llorando

- No lo hagas, te arrepentirás, son muggles

- Dud's es mi familia, él quiere el juguete, yo se lo alcanzaré - respondiste, sin hacer caso a Tom

Miraste el juguete y le pediste que se elevara. Dud's dejó de llorar, y reía mientras le pedías que hiciera las monerías que tu papá solía hacer con tus juguetes. Sabías que eso lo calmaría. Estabas contento, tu hermano estaba riendo, hasta que...

- ¡Fenómeno! - gritó tu tía. Del susto el juguete cayó al suelo

Y así comenzó tu desventura.