🎀Disclaimer: Todo lo que tenga que ver con esta serie y copyright, junto con todos sus personajes pertenecen a Mitsurou Kubo. Esto es un fanfiction basado en la serie de MAPPA y Sayo Yamamoto, solo con fines de entretenimiento.

🎀Advertencias: Bueno este fic es muy supernatural, toca temas religiosos delicados, aparecen seres celestiales, habrá muchos asesinatos y muertes, blasfemia, [habrá un capitulo especial no Viktuuri, que es de sus padres], algo de misterio, sangre, fumadas varias, etc. Es un AU con ángeles y demonios, hay dos personajes OOC por la temática, creo solo será Mila y Víctor, pero esto esta más que justificado. Si no les gusta pueden dejarlo, hay miles de historias con temáticas menos complejas y para gente de menos edad, tampoco será una historia larga de más de 15 capitulos.

-Aclaraciones: Es dedicado para fans de esta pareja en Yuri! On Ice, 100% Victor x Yuuri. Y bueno saldrán parejas secundarias en las cuales no profundizaré mucho pero sabrán que están juntas.

-Créditos de las imágenes de portada: al dueño del dibujo


Prólogo: Kósmos


Luzbel se mantuvo quieto, observando desde un lugar en el nuevo paraíso lo más hermoso de una escena, ver la manera en que jugaban sus dos nietos de apenas cinco años.

—Yuuri y Viktor tienen dos hijos maravillosos —pronunció Luzbel con una sonrisa en el rostro—. Ellos y mis nietos son lo más preciado que tengo hasta ahora. Doy gracias al universo por dejarme ver que el amor es algo infinito que trasciende más allá de lo que alguien pueda imaginar.

—Amor que nunca faltara porque me tendrás a mí también —interrumpió Metatrón dándole un beso en la mejilla—. Veo que estás escribiendo un libro.

—Así es, amor —se lo mostró—, puedes leer el inicio.

La Tierra tuvo tres apocalipsis; el primero fue por fuego, el segundo por agua y el último por culpa del hombre y su ambición, ellos acabaron con parte de su propia existencia y lo único que quedó de esa guerra son los vestigios de un pasado risueño.

A pesar de que la Tierra había quedado casi desolada, fueron pocos los humanos que lograron sobrevivir al último de los tres grandes cataclismos.

Antes de que todo eso pasara, mas bien antes de que la Tierra existiera, preexiste una leyenda donde de los ángeles y señores del universo creaban vida.

Una historia en particular que todos conocen, es la historia de Luzbel y Metatrón, dos seres luminosos que tuvieron dos hijos en común producto de su enamoramiento, —los ángeles les llamaban a sus hijos "luces"— porque nacían como pequeñas bolas de luz de diversos colores puesto que eran almas puras de la creación.

Lo cierto es que ellos dos tuvieron dos luces que no eran hermanos de sangre, pero si almas gemelas.

—Wow, me parece un libro hermoso y con mucho contenido acerca de la historia de Yuuri y Viktor, pero supongo que también habrá un poquito de nosotros —Metatrón se sentó a su lado para ayudarlo a darle ideas.

—Sí, y es hora de que continué escribiendo, ¿me ayudas? —empuñó una pluma y algo de papel para empezar a contar todo lo sucedido.

—Por supuesto que sí —Metatrón encantado se sentó a su lado para apoyarlo en su escrito.

Entre ambos empezaron a relatar un poco más sobre los textos, de cómo fue el inicio de todo y sobre todo cómo fue su amor al inicio:

Hace miles de billones de años en ese universo ya había luz y oscuridad, ambas eran una de los miles formas de energía de las cuales ya se habían derivado muchas cosas como; las galaxias, estrellas, planetas, agujeros y mucho más que eso.

No fue hasta después de un tiempo que comenzó el desenfreno de la vida como tal, ya saben, las criaturas de todo tipo comenzaron a emanar como retoños de primavera en pleno apogeo y en todas sus formas, de ese modo, también surgieron el resto de las cosas y no era magia, era energía pura, una energía a la que llamamos VIS MOTRIX y que solo se encuentra esparcida en el universo.

Los primeros en surgir fueron los soberanos o líderes de una especie parecida a los humanos; luego querubines, tronos, serafines, finalmente ángeles, arcángeles y toda su especie, pero cuando los mismos no tenían aquellos títulos con que el mundo los conoce ahora.

Su imagen y semejanza siempre fue idéntica a la de los hombres mortales, solo que más bellos y no tan perfectos, porque carecían de muchas cosas que los humanos tienen, por ejemplo, el saber diferenciar emociones y aprender a manejar su temperamento.

Una de sus características es que eran cambia formas y no tenían sexo alguno, porque podían elegir lo que querían ser, eran y siguen siendo libres de hacerlo. Ellos son luz pura, una que segaría a cualquier humano normal.

Sin embargo, podían tomar forma humana y Luzbel fue uno de los primeros pioneros que decidió hacerlo desafiando la ley de la materia misma.

—¡Auch! Me duele —chilló un hermoso ser de cabellos negros y ojos celestes al pisar aquel piso nuboso en alguna parte del universo—. Qué raro, no debería sentir nada de esto por estos lares del universo.

Al ver que era una espina clavada en su pobre pie, supo que algo iba mal en ese momento ¿Espinas de rosas en el piso de ese lugar?, ¿estaba viendo bien no?...

—¿Estás bien, joven? —preguntó un hombre de cabellos largos color plateado, ojos negros un poco rasgados.

Parece que el acosador había salido finalmente de su escondite, porque Luzbel no era nada tonto, podía sentirlo desde hace unos días atrás, porque sí, hace tiempo que "el joven" de cabellos negros sintió que alguien lo seguía camino a casa.

El menor aminorado por el dolor de la espina, suspiró y observó cómo aquel hombre se acercaba para auxiliarlo. De tal modo que apenas pudo expresar unas cuantas palabras sin salir del asombro por su repentina y descarada "aparición".

—Eso creo, pues, no sé porque hay espinas de rosas en el cielo. ¿No deberían haber no?, ¿y tú quién eres?...

—¿Y cómo sabes que son espinas de rosas? —dudo el mayor.

—Porque me gusta leer y recabo información de otros mundos por los textos... —respondió audaz.

—¡Wow! —se sorprende el hombre de cabellos plateados mirándolo con asombro, eso era peligroso. Menos si la creación no se daba por enterada.

—¿Eh!... ¿Es qué no era obvio? Tampoco soy tonto como crees...

Expresó el chico intrigado sin quitarle los ojos de encima a ese hermoso ser que lo miraba de una forma extraña, una que Luzbel podía percibir con mucha facilidad; lo que era normal porque Luzbel desprendía una belleza ilegal violenta por donde iba, despertando insanos deseos en la mayoría de sus hermanos e incluso alumnos.

Sin más, el menor se sentó sobre unas de las piedras a intentar sacarla sin éxito o más bien quería que ese ser le sacara la espinita.

—Quizá porque alguien enamorado cortó rosas de un bajo mundo para su amado. Luego que te cure te diré mi nombre —dijo el mayor con esa dulce sonrisa ladina.

Ese elogio era como dejar caer un poco de agua a la sedienta espiga en crecimiento, por consiguiente, comenzó deslizando su fina y aterciopelada mano por el pie del menor de forma lenta y atrevida, hasta llegar a la planta de los mismos, donde lo agarró de una forma poco inusual, como una canción conocida por los humanos:

Tú eres la luz,

Tú eres la noche,

Tú eres el color de mi sangre.

Tú eres la cura,

Tú eres el dolor,

Tú eres lo único que quiero acariciar.

Nunca pensé que podría significar tanto, tanto...

El hombre prosiguió con cuidado y sacó la espina de un tajo con un extraño alfiler, haciendo sangrar a Luzbel por la profundidad de la misma. Mágicamente y como si nada hubiese pasado al ver el dolor reflejado en su rostro, se acercó a la herida y succionó sin descansar aquella zona, hasta que finalmente la sanó.

"Oh dios, perdona mi pecado...perdona lo que el pecado hizo sin querer; amar por primera vez lo que pensó que era luz..." recitó en un pensamiento el adorable Luzbel algo alterado por primera vez. Sus hormonas estaban a flor de piel dejando notar un leve rubor en sus mejillas.

Sí, porque fue la primera vez que Luzbel empezó a imaginar cosas y tatarear esa canción en su mente mientras ese hombre lo curaba Luzbel solo gimoteaba profundamente al sentir aquella extraña sensación bombear la sangre de su corazón, hasta que cada parte de su cuerpo temblara de una extraña emoción, aunque todo eso fuese nuevo para él.

¿Acaso este era el sentimiento del que hablaban sus otros 'compañeros' del cielo?, sí ese montón de idiotas que terminarían cayendo junto a él algún día:

Tú eres el miedo, no me importa,

Porque nunca me he sentido tan bien.

Sígueme hacia la oscuridad,

Déjame llevarte, salir de las luces,

Verás el mundo al que diste vida...

Para alguien tan dulce como una espiga sobre el campo, uno que jamás había experimentado el dolor y el amor, se dio cuenta que la eternidad no era sufrimiento y que el universo no era tan cruel.

Luzbel era parecido a las espigas que crecían en el campo de ese mundo distante, que por alguna razón si vemos la apariencia frágil de la espiga sobre una parcela, podemos ver a lo lejos una gran fortaleza y mesura que viene de su condición de flexibilidad ante el azote del viento y la lluvia durante las estaciones más crueles del año.

Siendo capaz de soportar tal abatimiento en épocas difíciles y retomar su camino erguida, con esa postura elegante, ella enseña una hermosa lección de fortaleza y perseverancia hasta que se transforma en algo realmente rico y comestible de eso se trata el mundo y el universo, de evolución y transformación.

Luzbel vio el amor por primera vez y lo sintió, y sin dudar es algo que quisiera vivir como tal junto a ese ser sin nombre todavía.

Tan manso ser como Luzbel no había o sí, pero en el futuro de sus dos hijos con un soberano llegarían a ser algo interesante de ver, sabiendo que sus hijos llevarían un estigma tremendo que ellos mismos deberían romper para dejar atrás el dolor de sus padres.

Esa sonrisa acorazonada y mirada fresca de Luzbel le da un aspecto de vulnerabilidad, que hace que cualquier ser lo ame, lo adore y llegue a ser capaz de hacer muchas cosas por él, sobre todo por su forma de ser, que es lo que más enamora.

Al transcurrir el tiempo y su 'madurar', Luzbel entendió que sacrificio es la clave de obtener mucho en su camino. Por eso ya no le importaba perderse en el camino a su incorruptible templo y siendo sinceros, él estaba aburrido de ese mundo donde todo era casi perfecto, ¿de qué vale ser perfecto si no te puedes divertir?, ¿si no puedes crear o vivir bien?, donde la evolución siempre es perfecta... no, no todo tiene que ser perfecto.

Aunque el mundo no sea del todo diversión, quien hace del cielo un infierno es quien lo desee, lo mismo se aplicaría para el mundo humano y otros mundos y Luzbel lo sabía.

Siempre se ha dicho, que si quieres ver las estrellas solo debes salir y mirarlas, pero ¿Qué pasa si quieres estar allá?, junto a ellas o que ellas vengan a ti.

Claro esas estrellas no vendrán a ti si no vas a ellas primero. ¿Saben cómo llegar a las estrellas?, primero debes hacer brillar todo de ti y convertirte en uno con el universo.

¿Qué pasa si quieres resplandecer ante los ojos del universo, como aquellos luceros del cielo?, lo deseas tanto porque una vez fuiste parte de ellas, porque sabes lo que es estar allí, mas no se te permite porque el destino te maldijo por ser tan bello, tan despierto e inteligente, eres aquel que generará intriga entre los tuyos y crearás cosas que nadie jamás ha visto en la vida, pero no olvidemos que fuerzas ajenas, quisieron que esos eventos fuesen de ese modo, que te fueras lejos de tu camino como querubín de los cielos.

Piensas que algo te maldijo y has de ser tú quién debes conocer la imperfección y convertirte en el pecado, que dará inicio a un absurdo equilibrio sobre un mundo desconocido. Aquel rincón donde habitarían esas criaturas llamadas "humanos" aquellos seres que lo cambiarían todo en el universo.

Pero no, Luzbel no se arrepiente de haber caído de su comodidad, porque allí fue donde conoció el deseo, el amor puro e infinito y se dio cuenta que la eternidad valía la pena por mil razones, donde la muerte tenía más futuro que en las estrellas.

Fue tanta su inquietud que al estar entre mortales el tiempo que estuvo, Luzbel impuso sus propias reglas, algunas paganas, otras extrañas y muchas otras que ni al caso de la calamidad. Al futuro rey del infierno siempre le gustó experimentar con variedad de cosas y circunstancias, no por eso era malo, si no alguien curioso que tuvo que errar demasiado para aprender.

Prácticamente Luzbel les enseñó la verdad y les abrió los ojos a los humanos desde su primera luz en la tierra.

¿Por qué llamarle a eso algo diabólico? Si lo malo es bueno para aprender y digno de ser recordado, Luzbel es un ser extra-planetario superior que vino y dejo muchas cosas a su disposición.

Lo que más le gustó a Luzbel de todo, fue el juego de la seducción que les impuso a Adán y a Eva con la puñetera manzana donde se hizo pasar por la puta serpiente. Era irónico y divertido verlos jugar en el Éden, al que ellos llamaron Tierra, porque eso era la Tierra al inicio de sus días.

Luzbel inventó muchas cosas buenas y entre esos su hobbie favorito y secreto, el patinaje invernal sobre hielo, el cual no podía haber nada más sexy y lindo que bailar sobre el frío pensando en el amor y sintiendo como la nieve cae sobre su cuerpo, como esa escarcha brillante te llena y ama sutilmente con su roce.

Sí, aquel enorme lago congelado donde bailó Luzbel por primera vez, donde le enseñó al hombre a usar su cabeza y decirle que el oro, la plata y todos los metales lo podían convertir en algo mucho más valioso.

Sin embargo, ellos decidieron usarlo a su modo y de mala forma al inicio, así que no fue su culpa que ellos aprendieran y lo usaran para crear armas destructivas en el futuro.

¿Antes de eso le enseñarías otros placeres verdad Luzbel?... pensó el mismo, pero eso ya era parte del placer.

—Soy Metatrón, primer soberano inmortal de los futuros humanos que están por germinar —dijo tranquilo aquel bello ser mientras soltaba el pie del menor que claramente no era un menor en años humanos, solo físicamente.

Así como si nada Metatrón había caído perdidamente enamorado en los encantos de Luzbel.

Ya desde hace un tiempo se hablaba en el cielo de él y tenía un montón de ganas de conocerlo, por eso se ofreció a caer a su lado, porque ese era el destino que comprendió y que quería arriesgar por estar a su lado.

—Me llamo Luzbel Arkadiuxs, la luz más bella del cielo —replicó con una sumisa y tímida sonrisa.

—Creo que ya lo sabía —dijo un poco nervioso por la profunda mirada azulina del joven.

—¿Te gusto, no es así? No tengo otra respuesta para que me hayas seguido durante todo el camino y quién sabe por cuánto tiempo más —preguntó Luzbel con esa bella sonrisa.

—No, no solo eso, te amo desde que me hablaron de ti que no es lo mismo y no me preguntes cómo, el amor es algo que nace dentro y viene en cualquier momento y cuando menos los esperas —aseguró él mirándolo a los ojos.

Luzbel no perdió el tiempo, sabía que lo que iba hacer era una de las prohibiciones de ese paraíso, es que ese hombre ya lo había atrapado.

Se agachó quedando frente a ese hermoso ser de cabellos de plata sin poder creer lo que sus oídos habían escuchado, seguramente iba conocer el placer muy pronto, porque en ese momento lo besó y sintió como su cuerpo empezaba a quemarse por el contacto con Metatrón, el beso fue corto e inocente al principio...

—Entonces yo también te amaré y aprenderemos a amarnos y mucho más que eso. Seré tuyo, dejaré que me poseas y tomes mi primera vez —dijo Luzbel.

El mayor sorprendido no dijo nada y aunque eso traería consecuencias para ambos, decidió guiarlo de alguna manera. Metatrón se levantó y lo tomó de la mano llevándoselo a las llanuras llenas de las primeras flores de aquel lugar, entre las mismas tiró con suavidad a Luzbel ese esposo verde y este comenzó a desnudarle con audacia, no podía esperar a sentir aquellas cosas que jamás había experimentado.

Tanto él como Luzbel estaban algo ansiosos.

Luzbel no protestó, le encantaba ver a ese soberano bien posesivo y ambos se tenían ganas de las buenas, tanto que Luzbel se mordió los labios, bastante inquieto, quería saber que iba hacer aquel hombre con su persona.

Así que en silencio se vio desnudo y sin sentir vergüenza alguna se dejó besar y acariciar por Metatrón en todas las partes prohibidas de su cuerpo.

Intensos eran los roces y pequeñas las mordidas de parte del mayor porque estaban muy llenas de fuego y muchos sentimientos nuevos para ambos.

—Lo que haré más adelante —hablo el mayor con una seguridad aplastante en el rostro sin dejar de darle caricias y besos por toda su suave piel—. Te va doler mucho, pero no te asustes porque todo estará bien ¿Sí?, solo confía en mí.

Luzbel no estaba acostumbrado al dolor, ni siquiera lo conocía bien, tampoco le importaba, siempre podía gritar y llorar si se sentía mal. ¿Por qué era libre, no? Eso, hasta que se sintiera mejor, así que le dedicó una bella y silenciosa sonrisa a su Metatrón, dejándose llevar por ese extraño placer.

—No tengo miedo a lo que vayas hacerme, pero si temo a que dañe mi alma y mi corazón para toda la eternidad con tu partida, solo te pido eso, no te separes de mi por nada y si eso pasase por favor no dejes de buscarme.

Luzbel era todo lo que le contaron a Metatrón, dulce, abierto, suave y sobre todo muy listo.

A pesar de su bella apariencia de niño de quince años, sabía que Luzbel fue la primera luz del mundo, la más bella entre todas las luces y para nada tenía quince años, tenía millones y lo sabía.

Por eso, fue enviado a terminar con esa inocencia para que la verdadera oscuridad y placer llegara a todos lados, aunque en el proceso las cosas pasaran de otro modo.

—Jamás te dañaría mi cielo, ni siquiera con alguna mentira por eso antes de hacerte el amor quiero confesarte la verdad —dijo el mayor muy seguro.

—¿Cuál verdad? —preguntó Luzbel intrigado sin dejar de verlo a los ojos.

—Me enviaron a ti con una misión —respondió Metatrón temeroso.

Luzbel abrió las piernas abrazándolo con las mismas, atrapando a su Tarón en un beso más largo y profundo, haciendo que sus lenguas se sumergieran en una humedad inmortal y sus cuerpos no quisieran despegarse jamás.

—¿No me quieren aquí, no verdad? Sé que algo sucede no soy tonto —se referían a los otros arcángeles y ángeles envidiosos.

Mejor dicho, a sus hermanos menores.

Metatrón rio por unos segundos y luego lo abrazó por la cintura sin dejar de besar su cuello le respondió:

—Has sido elegido para caer y convertirte en un guía para las personas. Sin embargo, estas personas te verán como un demonio, te llamarán de muchas formas por todo lo que les enseñes, dejarás de ser luz para todos en el cielo y en la tierra serás un demonio mentiroso, te convertirás en oscuridad.

—Entonces que me llamen Lucifer, el diablo, como ellos quieran, yo mismo me encargaré de ser lo que soy, yo mismo tendré que hacer cosas terribles para poder que abran los ojos.

O sea que estaba en lo cierto, sus hermanos solo se encargaban de apoyar a nuestro universo por tal decisión. ¿Por qué no eligieron a nadie más?, Luzbel se sintió incómodo porque no se lo dijeron a tiempo, prefirieron hacerlo de la peor forma y a veces, era eso lo que más molestaba a alguien.

Pero eso no quitaba que Luzbel sintiese amor por Metatrón tras decirle la verdad, por alguna razón el amor iba surgiendo de forma natural con él a cada minuto que hablaba, uno que no parecía tener fin.

Además de que con el amor no se juega, por eso castigaría a los infieles del mundo con dolor, pena, traición y más intranquilidad.

—¿Y tú? —dijo Luzbel con lágrimas en los ojos sin darse cuenta que lloraba—. ¿Qué pasara contigo?

El mayor se preocupó al ver que de los ojos de Luzbel brotaban unas cálidas lágrimas y sin pensarlo procedió a limpiar aquellos hermosos sollozos llenos de tristeza con sus besos.

—Caeré contigo y estaré a tu lado a partir de ahora, algunos me odiaran por diversas razones, pasaran muchas cosas, pero yo acabaré con esas razones solo para estar contigo. Luzbel, lo único que te pido es que pase lo que pase, mantente fuerte.

—Ya veo, si es así quédate conmigo para siempre —entonces estaba predicho desde un inicio. Iban a ser lo que debían hacer y Luzbel no sabía si eso le entristecía realmente o no.

—No llores yo estaré a tu lado, no te dejaré solo porque no me lo perdonaría jamás y si vamos a caer, caeremos juntos, mi amor.

La verdad es que Luzbel nunca estaría solo porque Metatrón estaría a su lado, aunque sea en espíritu y no en cuerpo. Había algo que no le había dicho Metatrón a Luzbel, algo que sucedería más adelante, pero no tendría sentido hablar de eso durante un acto de enamoramiento.

Las manos de Metatrón se deslizaron por la fina tez de Luzbel, explorando cada centímetro de ese delicioso y virgen cuerpo, primero recorrió su espalda, acariciando sus muslos con ímpetu y agarrar sus bellas nalgas de durazno.

Y el joven cerró los ojos al sentir como este empezaba inundar de una pasión desmedida su cuerpo, las manos y caricias de ese hombre eran como un ágape sobre su perfecta piel, haciendo que Luzbel temblara aún más por la emoción y el placer que recibía.

El mayor jugó con su lengua en aquellas peligrosas y vírgenes zonas de los brazos, el ombligo y la ingle, haciendo que Luzbel gimoteara debes en cuando con aquellos toques. Luzbel era muy sensible ante esos nuevos roces.

Luego de un rato, cuando llegaron al estado del éxtasis con sus cuerpos sudorosos, el mayor decidió ponerle fin a su imperante deseo de hacerlo suyo.

—¿Ya estás listo?, relájate un poco, mi luz.

Luzbel tomó una bocanada de aire, una que duro varios minutos y luego besó a Metatrón en señal de aprobación.

El mayor dispuesto a poner fin a su lenta tortura de amor con el chico, ya no podía contenerse.

Metatrón tomó su erguido miembro y lo puso en ese lugar redondo y suave donde lo penetró de una estocada, haciendo que Luzbel gritara y se retorciera del dolor bajo su regazo, al principio fue muy horrible oírlo gritar desesperado.

—Ya está dentro, amor cálmate —le besa los labios y lo acaricia sin moverse—. Entre más rápido y al punto, el dolor pasará más pronto cariño, shhhh, ya mi luz, ya pasó.

El muchacho dio varias respiraciones agitadas algo asustado, pero era tal como había dicho su amado, le iba doler mucho. Luzbel seguía sin saber porque era tan terrible esa sensación al inicio.

No era lo que había leído en esos libros, ni lo que le habían dicho, estaban obviando algo.

¡Duele! ...maldición.

Gritó Luzbel muy fuerte con la mirada perdida al cielo y los ojos acristalados por las lágrimas que no cesaban de caer, ¿porque diablos dolía tanto? Aquello de entre las piernas de su amado era tan grande que lo partía en dos. Tanto que provocó leves calambres desde su coxis hasta su espalda aún estando quieto, pero se fue calmando por no conocía esas sensaciones nuevas...

—Tranquilo mi príncipe es normal, relájate, suéltate, siénteme con amor, no sabes cuánto te amo por favor cálmate sí, ya pasara solo aguanta un poco más.

Metatrón trataba de calmarlo mientras depositaba un suave beso en sus ahogados labios, intentando apaciguarle un poco con un abrazo fuerte. Luego el mayor hizo algo mágicamente con sus suaves caricias desde las entrañas de Luzbel, llegando hasta su espalda donde las intensificó más, haciendo que el dolor se fuera un poco.

La sangre comenzó a deslizarse entre las piernas de Luzbel y era mucha, mientras que este finalmente lo embestía suavemente. Luzbel soportó en silencio durante varios minutos clavando sus uñas sobre la fina piel del mayor, haciéndole el mismo daño que éste le hacía.

No lo soltó hasta que vio toda su piel casi destrozada y sintió apenado por su señor.

—L-lo siento no quise yo, ah...

—No pasa nada, sé que esto es difícil y te duele mucho, pero todo estarás bien en unos minutos, te amo, no te estoy haciendo daño, es que esto es así.

—E-entiendo, es normal, se pasará —Luzbel se calmó un poco más y sonrió—. ¿Por qué esto duele mucho? No debería...

—Fue por las telas de energía pura, que son como hímenes... se rompieron de una estocada, fue eso, lo tienen todos los seres puros desde la creación, ya te explicaré después bien porque sucede, es algo que pasa con todas las jerarquías de ángeles cuando caen... —sonrió acariciándole los mojados cabellos de Luzbel.

Y como el universo era caprichoso. Todo había pasado tan rápido que no supo cuándo comenzó a sentir placer, devoción y locura en sus embestidas que ahora eran más fuertes. Tanta saciedad por tenerlo no era normal, fue entonces que Luzbel cayó en sus más oscuros abecedarios del placer, siendo aquello el primer comienzo a su descenso.

Ese perfecto ser llenó al Luzbel por completo, era caliente y rico sentir toda aquella miel por dentro de sus entrañas, dejándolo hecho un desastre total al terminar.

Toda energía era parecida al semen de los futuros hombres, pero era casi invisible y parecía un fluido brillante y delicioso que calentaba sus entrañas.

Una vez terminó, ambos durmieron sobre aquel hermoso campo donde yacían abrazados y desnudos durante nueve largas horas y luego despertaron.

En ese lapso, estaban mirándose el uno al otro con una sonrisa horas antes habían hablado del dolor de la primera vez y Luzbel comprendió el por qué:

—No te alejes nunca de mí —dijo Luzbel en modo de súplica besando sus labios.

—Claro que no lo haré, yo te necesito amor —contestó Metatrón dándole comiéndoselo en ese único beso.

—¿Crees que nuestros hijos serán así de necios?

—¡Jajaja! Apenas empezamos y ya quieres tener hijos conmigo —carcajeó a más no poder el mayor—. Claro, eso tenlo por seguro, dime ¿Serán tan conejos como nosotros? Ya sabes.

—Pues, es un deseo instintivo el quererlos supongo y, ¡claro harán el amor muy duro! y tendrán hijos como nosotros los tuvimos a ellos, solo que no sé de qué manera lo harán —explicó de forma divertida Lu-chan...

Metatrón ocultó su rostro de la risa que no soportaba, era divertido hablar de eso como si nada pasara.

Pero Luzbel todavía no conocía mucho de los soberanos, los líderes fueron los primeros, luego vinieron los seres bellos como él y él fue el primero. Se mordió los labios terminando de preguntar sus dudas.

—¿Qué edad tienes realmente? —preguntó Luzbel mientras pensaba en un apodo para él.

—Uhm —pensó Metatrón—. Unos años más grande que tú, un millón o poco más quizá.

Ahora el turno de Luzbel de echarse a reír, pero fue por un momento porque luego sintió un extrañó cólico recorrer su bajo vientre, pero uno que le dolía demasiado, tanto que lo hizo hincarse del dolor.

—Qu- ¿Qué es esto?...

Luzbel volvió a sangrar, pero esta vez por una apertura desde su viente bajo que se abrió como si nada y miró al mayor aterrado, el olor a óxido puro comenzaba a marearse un poco. ¿Era normal?, lo cierto era que tenía mucho miedo.

Metatrón se arrodilló frente a Luzbel más calmado que el chico, a la vez que emocionado y preocupado por él, así que lo alzó un poco sujetándolo con fuerza de sus las caderas.

—Son nuestros hijos, ya vienen en camino...cálmate, esto también te va doler, valdrá la pena no temas por nada, todo va estar bien.

Metatrón lo besó en los labios intentando apaciguar el dolor con masajes suaves sobre su cintura.

¿Cómo? ¡Aguántate ahí loco!, los azules ojos de Luzbel se abrieron como platos y sus labios ni hablar, estaba atónito porque sinceramente no tenía palabras para lo que ocurría, pero ¿Cómo pasó?, ¿por qué ahora?, ¿no deberían tardar en nacer?...

—N-No lo entiendo mi Tarón me duele, esto me duele mucho —lloraba mientras una luz dorada, mediana y en forma de bola salía de su vientre, abriéndolo en dos y haciendo que Luzbel sangrara mucho más y se retorciera como nunca lo había hecho—. ¡Ayúdame! ¡Me quema! AHHHHHHHHG

Gritó todo lo que pudo mientras lloraba aferrándose muy fuerte a Tarón, su cuerpo no dejo temblar, aunque el mayor hacia lo posible para que no se moviese demasiado y se sintiese mejor.

—¡Tranquilo Lu-chan ya se pasará mi cielo! Inhala y exhala profundo —lo agarró con más fuerza.

El mayor escuchó el apodo de cariño que le puso Luzbel y sonrió así que sin soltarlo le mimaba con besos para que se calmara.

El pobre joven estaba horrorizado con la escena, era espantoso sí, porque podía sentir a la muerte cerca con el olor a sangre. Si bien se sabe es que en ese momento el universo tenía a prueba a los seres de ese entonces, el tiempo de dar vida a otro ser era irregular, sin contar que lo peligroso que podía ser.

Sin embargo, si el deseo y amor de crear una vida era demasiado fuerte y grande, solo se tardaba unas horas para dar a luz a sus hijos.

Metatrón lo abrazó más fuerte y ayudó a la luz a salir rápido pronunciando unos conjuros, la misma flotó de inmediato y no se movió hasta que salió su otro hermano; una bola de luz plateada algo más pequeña y graciosa.

Finalmente habían nacido dos hermosas almas, producto del amor de ambos.

El vientre de Luzbel se cerró lentamente y la sangre dejó de brotar de su quemada entraña, sin dejar cicatriz alguna. El dolor fue un instante y ya había terminado.

—¿Míralos no son hermosos? —dijo Metatrón realmente extasiado de la emoción, con esos hermosos ojos brillosos como los de un niño.

Luzbel quedó débil y mareado en brazos de su amado, apenas podía abrir los ojos para ver a sus hijos.

—Sí —respondió Luzbel, aunque notó que no tenían forma.

Sin embargo, desprendían una esencia dulce y divina, sentía que los amaba demasiado y eso que apenas los conocía. Quería abrazar a sus bolas de luz.

—¿Les quieres poner nombre? —preguntó el mayor mientras cogía ambas bolas flotantes y las acercaba hacia ambos.

Eran dos almas nuevas recién nacidas de ellos, ahora entendían que así se podían crear almas, era una manera de crear almas.

—Sí, pero primero —las tocó y usó una extraña magia divina para separar su sangre—: que uno sea luz y la otra oscuridad, serán nuestras esencias, por eso no serán hermanos de sangre, sino de almas gemelas para que puedan juntarse al igual que nosotros.

Metatrón sorprendido ante aquel bello acto, le pareció lo más acertado, realmente no podía existir ser más tierno que su Luzbel.

Así que no quería que muriese su esencia, endulzado el mayor añadió algo más.

—Y no solo eso —el soberano que tenía más poder que Luzbel en ese momento también les dio una forma cuando encontraran un cuerpo—. Uno será como tú, tendrá esos ojos azules, esa sonrisa acorazonada, pero con mis cabellos de plata.

—Y el otro será como tú, con tus ojos achinados, tu seriedad y ternura, pero no quiero que tenga los ojos negros —irrumpió Luzbel con una sonrisa.

Metatrón asintió sin decir mucho—. Serán como el color fuego del otoño, pero no tan oscuros, unos ojos que si se noten.

Luzbel estaba agotado y sonrió al final de todo aquel dolor que sintió. Todavía no podía creer semejante locura a la que el universo exponía a sus pobres criaturas, de ese modo los miró ambos.

—Él se llamará Viktor —señaló aquella luz dorada inquieta que no de despegaba de su otra bola plateada.

—Y el otro pequeño y tierno se llamará Yuuri —terminó Tarón de añadir.

Luzbel sonrió y no pudo soportarlo por mucho tiempo más, vio como Metatrón sacó unos anillos brillantes que eran realmente hermosos, tenían una extraña y delicada forma.

—Te parecerá extraño —dijo el mayor llorando porque sabía lo que vendría después que todo pasara—. No nos llegaremos a casar y forjé esto para ellos, anillos de Luz y oscuridad, en ellos están muchos secretos del universo, están los poderes que los salvaran de todos sus enemigos.

Luzbel se quedó asombrado, algo en su corazón se apagaba y le decía que tenía que ser fuerte para vivir lo que se venía, él también lo acompañó en su llanto mientras veía como el cielo se oscurecía, no porque su amor se vaya ir... si no porque su frágil cuerpo se desmayó sin más pronunciando unas cortas palabras, durmiéndose con miedo a lo que fuese a pasar después de eso.

—Ahora me he dado cuenta que el amor pega duro —sonrió mirando a su Tarón—. Te amaré hasta el fin de mis días, hasta que muera o yo que sé, mi amor tienes que aguantar, se vienen momentos difíciles.

Luzbel durmió en los brazos de su amado, mientras este miraba el cielo volverse oscuro con muchas estrellas a su alrededor, entonces supo que había descendido a la tierra y que ellos vendrían en cualquier momento.

—Mi juicio y el tuyo ha empezado, también te amo con todas mis fuerzas y nunca dejaré de hacerlo por eso cree estos anillos y en nuestros hijos, que estarán a salvo de ellos —imploró Metatrón mientras observaba a Luzbel dormir.


Gracias por leer~