Editado para meter los disclaimers que siempre olvido y son obligatorios. No hay nada nuevo.
Disclaimers: OUAT no me pertenece, sólo la locura de imaginación.
Una locura que se me ha ocurrido mientras preparaba la cena.
Au por supuesto, yo no soy menos, fandom total, incapaz de seguir el módelo establecido.
No se si el concepto de la historia os puede agradar mucho, a mi sí, para algo la escribo jeje. Pero por una vez voy a pedir algún review con opinión, sino gusta la idea siempre podéis decirme alguna idea que tengáis pero no os apetezca escribir.
Pd: la otra historia mañana, a más tardar el martes, la subo, estoy terminando el cap. (Edit) Muchisimas gracias por el apyo, no sabía si os gustaría, me agrada que os guste.
Saludo2
Matli
Twitter: matl3s
1-El comienzo. 25 años antes
Erase una vez, en una tierra muy muy lejana, que todo el mundo conoce pero sólo los niños saben que existe, dos dulces niñas con un destino fijado por unos padres desesperados y una bruja ansiosa de poder.
Las dos niñas no podían ser más diferentes entre ellas.
La mayor de tan sólo seis añitos y de nombre Regina, era una niña educada, de modales refinados, pelo y ojos oscuros como la noche, y tenía un don natural con la magia. Había aprendido desde bebé a obedecer las órdenes de su madre, la bruja ansiosa de poder, pero aún así no podía dejar de sentirse abandonada: su papá nunca salía a su favor, y su madre por mucho que hiciese todo, no parecía quererle ni un poquito, por lo que buscó refugio en los dos únicos seres que le apreciaban; el joven mozo de cuadras Daniel, y su también joven potro, de apenas un año de edad al que ella había ayudado a traer al mundo, historia que contaba la niña a todo el mundo que le prestase atención.
La otra niña, Emma, era aún más joven, 3 años solamente, pero ya apuntaba maneras, en cuanto a lo revoltoso al menos. Ella era todo lo contrario a la otra niña, de cabellos rubios, siempre revueltos, por mucho que le pesase a su madre, por pasarse en día corriendo y jugando, ojos azul verdosos, y piel blancas, herencia clara de la Reina Blanca Nieves, su madre. Siempre jugando, siempre riendo, siempre haciendo perder la paciencia a sus padres y tutor. Aún así era el ojito derecho del reino, todos los adultos de la corte de sus padres no podían evitar hacerle mimos al verla, y Emma cada día aprendía a ganarse de nuevas formas el cariño de todo el mundo.
Pero el destino a veces, aunque vivas en TFL, es cruel. Y fue ese destino cruel el que llevo a los desesperados reyes Blanca Nieves y James "Encantador" a hablar con la bruja más conocida como Cora Mills.
La guerra con los ogros había empeorado con el tiempo, y lo que se esperaba sería un pequeño escarceo acerca de la disputa de una de las regiones más alejadas del núcleo del Reino se había convertido en una guerra de proporciones épicas cuando los ogros empezaron a ganar terrero y a atacar de forma misteriosamente organizada.
El ejercito del reino empezó a diezmar en número de forma alarmante, las bajas aumentaban cada día, los desertores también. Y con la caída de las defensas vino la muerte de cientos, incluso miles de civiles. Nada parecía poder hacerle frente a la catástrofe que se avecinaba, pero aún así los reyes seguían manteniendo la esperanza: "El bien siempre gana", era su lema, su única luz al final del túnel. Pero incluso las fuerzas y esperanzas de los llamados buenos a veces flaquean, por lo que los Reyes decidieron visitar a la única persona que les podía ayudar.
-Buenas días sus majestades, ¿Qué les trae a mi humilde morada?- preguntó con falsa modestia Cora sabedora del problema que atañía al reino, mientras abría la puerta principal de su nada humilde morada.-Pasad, pasad, ¿quieren tomar algo?
-Nada, no deseamos nada. Sabes perfectamente a lo que venimos-contestó Blanca Nieves, aún enfadada por tener que hacer tratos con semejante bruja, nunca mejor dicho.
-Bien, bien, entonces pasemos directamente a mi despacho- contestó relamiéndose mentalmente al pensar en el gran trato que podría sacar de esa visita real. Quizás incluso conseguían el título propio que tantos años llevaba ansiando.
Pero oh… en ese momento la bruja apartó la mirada de Blanca Nieves y se encontró mirando al que posiblemente sería el premio "gordo" de la lotería: Emma, la dulce niñita de sonrisa traviesa asomó su cabeza por detrás de la pierna de su padre.
-Hola pequeña. ¿Y quién es está joven tan guapa?- dijo haciendo gala de sus dotes teatrales.
-Zoy Emma, y tengo tes años- contestó la niñita de cabellos rubios sin soltarse de la pierna de su padre.
-Hola Princesa Emma, te apetece jugar con mi hija Regina, mientras hablo con tus papas-volvió a preguntar con una sonrisa de oreja a oreja ya pensando en el trato que sacaría de la visita. La niña lo había cambiado todo, no conseguiría el título, conseguiría la corona si jugaba bien sus cartas.
-¿Puedo mami?, ¡quero jugar!- dijo ya más alegre la niñita.
El viaje no había sido especialmente largo, pero a los ojos de un niño todo viaje parecía largo. Sus padres no habían querido dejarla en palacio, no desconfiaban de nadie, pero preferían no perder de vista a su pequeño terremoto rubio.
-Está bien, cariño, pero sólo un ratito, después de nuestra reunión tenemos que volver al castillo, no quiero enfados, ¿entendido?
-Zi.
-¡Regina cariño, tenemos visita, ven a saludar!
Casi al instante, como por arte de magia, la niña apareció, perfectamente vestida con su pelo negro recogido en una trenza. Iba a saludar a los Reyes como su madre le había enseñado cuando un pequeño terremoto de pelo rubio se abalanzó sobre ella, excitada con la idea de tener con quien jugar.
-¡Zoy Emma, vamoz a jugar!
-Ho...hola-dijo aún recuperándose del susto Regina, sin evitar poder sonreír ante la insistencia de la otra niña que ya le estaba tirando de la mano para ir fuera de la casa.
-¡Emma deja que Regina respiré un poco!- le reprochó la Reina avergonzada del comportamiento de su pequeño demonio de Tasmania.
-Tranquila mujer, son sólo niñas, seguro que Emma está deseando jugar- volvió a decir sonriendo teatralmente Cora, relamiéndose cada vez más.
Las niñas salieron de la casa ante el insistente tirón de la rubia, Regina emocionada de poder jugar por fin con otra niña no sabía ni que hacer; sabía que el terremoto era la princesa, como bien le había insistido su madre tantas veces esa semana. ¿Tenía que saludarle propiamente, o debía hacer caso omiso de todas sus lecciones de etiqueta y jugar como le decía su cerebro?
Sus dudas pronto quedaron disipadas: nada más llegar afuera Emma se paró soltando la mano de la otra niña y se puso a mirarla todo lo seria que podía.
-¿Regina?
-Sí.
-¿Cuántos añoz tienes?
-6, ¿y tú… princesa?- preguntó dubitativa.
-Tez, y no zoy una pincesa, zoy Emma.
-Tres.
-Mamá también quere que hable con prope… propie…
-Con propiedad.
-Eso- dijo contenta de poder estar con esa niña tan lista. -Eres muy lista. Vamos a jugar- Dijo echando a correr mientras le gritaba riéndose a Regina.
-Vuestra hija es… un pequeño terremoto- dijo Cora permitiéndose un pequeño momento de distracción, mientras les enseñaba el camino a su despacho a la pareja real.
-Sí, es una niña muy traviesa- reconoció Blanca Nieves, sin poder dejar de sonreír. La niña le metía en más líos de los que podía contar, pero era innegable que su alegría hacía que todo el mundo la adorase al final.
-Bueno- el tono de Cora cambio drásticamente.- Creo que sus majestades tienen un problema con la guerra contra los ogros.
"Tocado y hundido, directa al tema" pensó James, mientras colocaba una mano tranquilizadora en el hombro de su mujer.
-¿Y qué puede hacer por vosotros está simple bruja?- dijo con ese tono de falsa modestia que nunca se cansaba de utilizar, y que tan buenos resultados traía.
-Queremos tu ayuda en la guerra contra los ogros, menciona tu precio- Blanca Nieves se estaba cansando de esa falsa amabilidad de la bruja que tanto se le notaba.
-Directa, así me gusta, lo que quiero es simple. A vuestra hija.
-¿Cómo?
-¡Ni hablar!
El enfado de los reyes era notable, esa bruja osaba pedirles a su única hija, y encima seguía sonriendo sin inmutarse.
-Oh, no queridos, no os equivoquéis, no deseo al pequeño terremoto para mí, deseo su mano. Cuando cumpla 18 años se casará con mi hija, y por supuesto Henry y yo recibiremos el título nobiliario que merecen los padres de la nueva esposa de la princesa. Pensadlo queridos, voy a preparar un té.
Y sin dejarles tiempo a reaccionar Cora salió de la habitación. Era cuestión de tiempo, si los reyes estaban lo suficientemente desesperados aceptarían el trato, y lo estaban. Al fin y al cabo, ellos eran los buenos, seguro que antepondrían la vida de miles de inocentes a su felicidad personal.
En el despacho James no sabía que decir. Por lo que decidió esperar a que su mujer dijese la primera palabra.
-James… ¿qué hacemos?- Blanca estaba sin palabras, no quería decidir el futuro de su nena, cuando todavía ni siquiera sabía hablar propiamente.
-Necesitamos su ayuda Blanca.
-Sí, pero, casarla… Regina parece una buena niña, pero su madre…
-Seguro que podemos poner algunas condiciones.
-Habla, James.
-Bueno, podemos hacer que se conozcan, hacer que las niñas se relacionen, ya sabes, si conseguimos que se enamoren no tendremos que obligarlas. Y Regina parece una buena influencia, quizás haga que Emma deje de ser tan terremoto. Podemos ofrecerles el castillo del acantilado, está más cerca que este lugar, pero seguirán viviendo por su cuenta, a la bruja no le gustaría estar en el castillo dónde le podamos controlar. Y será un castillo, Cora estará encantada de conocerse.
-Oh James, eres muy listo- Blanca Nieves miró al príncipe Encantador encantada de ver como su marido era capaz de pensar en algo tan rápido, sí seguro que Emma estaría encantada de tener otra niña con la que jugar, y de mayor podrían hacer que pasasen tiempo juntas y que la chispa surgiese.
Estuvieron un rato más discutiendo el tema; más condiciones, algunas ideas para que las niñas empezasen a estar juntas nada más aceptar Cora el trato.
Tan entretenidos estaban que no escucharon a Cora entrar a la habitación con un juego de té y una tetera humeante.
-Bueno queridos, ¿qué habéis decidido?- preguntó sin poder ocultar la sonrisa.
-Aceptamos, pero con algunas condiciones, seguro que las encuentras razonables.
-Prosigue, querida- dijo Cora casi saltando de felicidad; su familia por fin ocuparía la posición que se merecían.
-Bien en primer lugar queremos que ofrezcas tus servicios hasta que nuestras hijas contraigan matrimonio. Después como es lógico podrás descansar, Regina seguirá tu labor.
-Al finalizar tus tareas tu marido y tú disfrutareis el título de Duque y Duquesa.
-Bien, bien.
-Además para facilitar tus labores deseamos ofreceros nuestro castillo de los Acantilados de Riverter, además así nuestras hijas podrán relacionarse un poco más, y seguro que una señorita como Regina puede influenciar positivamente a nuestra Emma- un castillo y un pequeño alago nunca estaban de más a la hora de negociar con Cora Mills.
-¿Algo más, querida?
-Nada más.
-Entonces tenemos trato. Dejemos que las niñas jueguen un poco más mientras celebramos está nueva etapa con una taza de té.
Regina después de cansarse de correr, y ajenas al trato de su madre, decidió enseñarle al bicho rubio su mayor tesoro.
-Vamos Emma- dijo cogiendo de la mano a la otra niña.
-¿Dónde?
-Te voy a enseñar mi tesoro.
-¡Vale!
Agarradas de la mano las dos niñas se dirigieron al establo, donde el tesoro de Regina aguardaba: su potro favorito, ese al que todavía no le había puesto nombre, pero que adoraba con todas sus fuerzas.
Era un gran caballo, un pura sangre de color negro que Regina con ayuda del mozo de cuadras Daniel, había ayudado a traer al mundo casi un año atrás. Su madre no aceptaba que la niña pasase tanto tiempo con los caballos, y menos viendo como uno nacía, pero no podía evitarlo: era el único tema donde Henry se ponía de lado de su pequeña.
-¡Daniel!-llamó Regina emocionada de poder enseñarle el caballo a su amiga.
-Regina, vaya tienes una amiga-contestó el joven Daniel limpiándose las manos mientras salía de una caballeriza y se arrodillaba para poder mirar a las niñas a los ojos. -¿Y cómo se llama esta niña tan buena?
-¡Emma! Regina me va a enseñar su tesoro, tú no parezes un tesoro.
-Ja jaja, no yo no soy su tesoro pequeña, pero creo que lo vas a ver dentro de nada- terminó Daniel dirigiéndose a buscar al tesoro de Regina.
El potro ansioso fue al encuentro de su dueña, sabía que la niña le daría una golosina si era bueno, y la niña le gustaba, por lo que siempre era bueno.
-¡Hala! Que caballo más pequeño, el de mi papa, es como así de gandeeeee- dijo Emma abriendo mucho los brazos mientras miraba como su amiga acariciaba el cuello del caballo.
-Va a cumplir un año en un mes, y yo le ayude a nacer, ¿a qué sí Daniel?- dijo Regina intentando impresionar, por algún motivo que desconocía, a su nueva amiga.
-Ez muy bonito, ¿puedo tocarlo Regina?
-Claro ven, le gusta que le toquen el cuello, ven- contestó Regina emocionada de que a la otra niña le gustase.
-Hola bonito, erez muy bonito, ¿cómo te llamaz?
-Todavía no le he puesto nombre.
-Oh, pues... es negro, y… y… ¡cuando sea gande será tan gande como el de mi papá! ¡Se llamará Big Black! ¿Te gusta el nombre Regina?
Regina no pudo dejar de sonreír, sí, seguro que su caballo sería grande, el nombre no le pareció feo, por lo que sonriendo movió la cabeza afirmativamente.
-Y cuando zea mayor, nos llevará a donde queramos jugar… y… ¡y seremos amigas para siempre!- terminó emocionada Emma, al ver que a su amiga le gustaba el nombre que había elegido.
Pero el rato divertido de las niñas se vio cortado cuando los padres de Emma le llamaron anunciando que volvían al castillo.
-Despídete de tu amiga cariño.
-¿No pode venir Regina? Es mi amiga- contestó la niña rubia cogiendo la amiga de nueva amiga, sin intención de soltarla.
-No cariño, pero vendrá pronto a vernos, ya lo veras-dijo Blanca Nieves pensativa. "Y tanto que vendrá, su madre no perderá ni un día, esperemos que Regina siga siendo tan buena como ahora, y puedan tener su final feliz."
-Adiós Regina, ¡te esperaré, ven pronto!
-Adiós Emma- contestó Regina sin saber que efectivamente vería muy pronto a la otra niña, es más en unos años la vería mucho.
¿Qué tal? jeje
Veamos, big black es en honor a big Red-Secretariat el mejor caballo de la historia, ganador de la triple corona, hay una película con ese nombre, Secretaria en español que podéis ver en honor a él, es muy bonita.
Regina, Emma de niñas, la diferencia de edad la he puesto en tres añitos, más era exagerado. Matrimonio concertado entre el terremoto y la sobriedad.
Decidme que pensáis porfa,
nos leemos ;D
