Todo el Potterverso pertenece a Joanne Rowling
Éste fic participa en el minireto de septiembre para "La Copa de la Casa 2014-15" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
1996
Gregor odiaba estar en Gryffindor. Él quería estar en Slytherin, la casa de sus sueños, la cual significaba pasar al lado oscuro sin interrupciones. A esa casa habían pertenecido los dos magos más grandes de la historia (y, por qué no, sus ídolos desde hacía mucho), Merlín, y el magnífico Lord Voldemort.
Gregor prestaba mucha atención en DCAO, y, sobretodo, cuando tuvo, hacía un año, de profesor a ese loco Moody, el cual le había enseñado todo lo que debía saber. Todas las noches murmuraba alguno de esos hechizos, y una sonrisa se le clavaba en el rostro.
Una de esas mañanas, cuando Gregor se encontraba andando por los pasillos, imaginándose a sí mismo como la mano derecha de Voldemort, un chico de Slyhterin –de quien se había hecho amigo en el Expreso y con el cual compartía su sueño– se le acercó, con la sonrisa más grande que uno había visto.
– ¿Qué pasa? –preguntó Gregor, preocupado. Esa sonrisa le hacía sospechar de su amigo.
–Durante todo éste tiempo fuimos unos reverendos…
–Si, ya entendí, ¿qué pasa?
–Que así nunca vamos a llegar a ser mortífagos –dijo la última palabra en un susurro.
–Yo no voy a poder ser mortífago aunque ruegue. Lo cual no voy a hacer.
–No necesitamos hacer eso. No importa a qué casa vayamos, podemos ser mortífagos igual.
Gregor sonrió. Nunca había pensado en eso. Su amigo tenía razón. Había sido un tonto. Iba a ser mortífago. Pero lo más importante, era que seguía siendo Gryffindor.
1998:
Gregor se encontraba peleando contra algunos de esos brujitos tontos que apoyaban a ese tonto Albus Dumbledore. Muerto hacía un año.
Con un simple ¡Avada Kedavra! Logró matar a ese brujo.
Todavía se preguntaba dónde se encontraba su amigo, y qué estaba haciendo.
Mientras miraba hacia los costados, sintió un hechizo en la espalda.
1999
Gregor sabía que ya no tenía vida. Se hallaba en el otro mundo desde hacía exactamente un año. Pero su amigo nunca había aparecido.
Caminando entre la niebla junto con Dolohov y mirando hacia abajo, hacia la tierra, el lugar de los vivos, vio a un anciano de pelo largo y ojos verdes. Era su amigo. Su -ahora- ex amigo.
– ¿no te enteraste? –le dijo Dolohov–, se escapó mucho antes de que llegásemos a Hogwarts.
Y Gregor se enorgulleció de ser, además de un mortífago, un valiente Gryffindor.
