::: El cisne dorado :::

El imponente castillo se alzaba por sobre la periferia en las faldas de un lago al este y un inmenso bosque al oeste. Miles de criaturas se habían aglomerado en sus orillas, puertas y limites colindantes. Los nobles, líderes y guerreros de la luz, se hallaban nerviosos mirándose unos a otros, la mayoría de ellos revestidos con sus trajes de batalla, unos pocos con algunas manchas de sangre en ellos. La tarde caía mientras los alaridos de la señora del reino, su reina, se alzaban por los dolores de parto. Algunas damas de la corte, se hallaban arrodilladlas en los peldaños del gran salón que daban hacia el segundo piso del castillo, rezando a Merlín y deidades por haber, para que la criatura naciera sana, y del sexo correcto. Al reino le urgía un varón. Un niño para el trono Chevalier.

Hacia mas de tres años, el reino enemigo había concebido un heredero varón, Draconius Brian Leclerc. Su reino no podía quedarse atrás. La concepción de una niña era aterradora y desalentadora para el reino entero. Por mucho que adorasen a sus reyes, una niña solo traería incertidumbre. ¿La amarían? Sin duda alguna. Pero el reino entero esperaba un varón. Un guerrero. Un luchador. Un Rey.

La concepción del bebe de sus reyes debía ser un varón costase lo que costase, o el reino se vería en dificultades al ser sus reyes ya muy mayores y su rey reusarse a buscar una madre concubina si su amada reina concibiera una niña. Si el bebe llegase a ser una mujercita, el reino pasaría a manos de unos primos lejanos de su rey. Nadie deseaba al déspota, arrogante y sádico, Arthur McDerly y a su despreciable hijo, Ronald, en el trono.

El aire se retuvo en sus pulmones al haber dejado escuchar los gritos de su reina. El bebe había nacido. Los minutos siguientes fueron cargados con el nerviosismo de todos. La impaciencia se hiso presente en algunos, quienes nerviosos como nunca, habían optado por abrir las botellas de Whisky de fuego de una vez y hallarles el fondo. Minutos después, la hermana menor del rey, Molly, emergió por la abertura al final de la escalera con semblante resignado.

- Mellizos, una niña hermosa. La reina le ha llamado, Hermione Jean Chevalier, y un varón vigoroso, cuyo padre otorgo el nombre de su padre, Harrison James Chevalier. – anuncio la mujer con semblante contrariado antes de desaparecer por donde había venido.

El reino entero estallo en alegría. Un varón. Su amada reina Jean les había dado un varón. La fiesta inició sin impórtales siquiera el nacimiento de la niña, quien curiosamente era la legitima heredera al trono al ser la primera al nacer.