Papi, ¿Por qué no has llegado a casa todavía?
Estuve preparando ése café que tanto te gusta, ya sabes, con éste frío no quiero que te enfermes.
Mami llegó llorando a casa, al preguntarle qué tenía me dijo que me callara, que quería estar sola.
Entonces ella se encerró en su habitación, podía ver todavía el rastro de nieve que dejaron sus sandalias antes de que fuera a dormir.
¿Por qué no vuelves, Papi Josef? ¿He hecho algo mal? Perdona por haber roto mi vestido verde, sé que trabajaste mucho en las minas par comprarlo.
¿Fue por eso que te enojaste y no llegaste, Papi?
¡Aprenderé a coser como mamá! Podré parchar el vestido y verás que queda como nuevo.
¡Incluso puedo remendar tus prendas! Sé que la ropa se desgasta, no quiero que tus compañeros se burlen de tí.
Ahora estoy acostada en mi camita, me he cobijado como has dicho: debajo de las sábanas.
Estoy muy cansada, pasan las horas, no hay rastro de ti y eso me preocupa.
Hoy llegó una mujer, Papi Josef, se llamaba María.
¡Tenía un cabello largo y hermoso! Era morado, como el de las flores que hay en los campos.
Ella vió a mi madre quien seguía dolida, todavía tenía sus pijamas del día de ayer.
Te juro que te busqué con esos hombres y la señorita que te llevaron y no tuvieron tiempo de presentarse.
Pero no estabas.
No vendrás... ¿Verdad?
Ya sabía...
Ya... sabía que ése sería nuestro último adiós, Papi.
Le pregunté eso a María, me resigné ante ella y, la señorita afirmó con la cabeza.
Mi mami lloró, se acercó a mí y me abrazó mientras sollozaba.
Yo también lo hice, esos tres sujetos no tenían palabras en la boca, no estaban preparados para ver a una viuda y huérfana... ¿No?
Les pregunté cómo fue que moriste.
Dijeron que lo hiciste como un héroe, que les salvaste la vida a ellos tres y al mismo tiempo a todos nosotros.
Que sin tí no tendríamos un mañana.
María se acercó a mí.
Me dijo que te fuiste a otro lugar, que ahí tu espíritu me observa feliz de haber dejado un semilla al mundo.
Te extraño.
Sé que no volverás.
Que sólo tendré tu recuerdo.
Nosotros ya no nos encontraremos otra vez.
¡Pero descuida!
Seré fuerte como tú.
Mis hijos aprenderán tu historia.
Conocerán quién fue Josef.
