Era la hora de la puesta de sol pero ninguno de esos maravillosos colores se podían ver, ya que las nubes oscurecían toda la ciudad. Una niña aún con el uniforme de la preparatoria corría por los pasajes del parque intentando esconderse de su perseguidor. Pasó lo más rápido que pudo por las canchas de tenis y gracias al cielo no había nadie por ningún lado, no quería que la distinguieran…

¿Dónde esconderse? ¡¿Dónde?! Corría y corría pero no sabía hacia donde, sentía como los pasos de su perseguidor se acercaban. -¡Los baños! –pensó rápidamente y cuando logró llegar hasta ellos e intentó abrirlos nada paso ¿Y ahora qué hará? En eso aparece el ojiambar por un costado y sin mirarla dijo cortante -No lograrás abrirlos-

-Tengo que hacerlo- Contestó Sakuno sin darse cuenta de quién era quién le habló.

Entonces fue cuando el peliverde se volteó a verla; ella luchaba con todas sus fuerzas para poder abrir la puerta de ese asqueroso baño, estaba alterada, algo sudada y en su rostro se veía lo asustada y lo decidida que estaba. Nunca la había visto así, no se la hubiera imaginado así en ningún momento, algo pasaba y no era algo para nada bueno.

-¿Qué te pasa? –Preguntó el peliverde mirándola con algo asombrado.

La chica volteó a verlo. –Ryoma-kun…-Sus ojos cristalizados con lágrimas se abrieron, pareciera que el mundo se detuvo por un instante, era la persona a quién menos quería ver en ese momento, pero ahora puede que sea su única salvación.

-¡Sakuno!- Escuchaba como los gritos de quién la buscaba parecían cada vez más cerca regresándola a la realidad.

-Ryoma-kun, ayúdame ¡Ayúdame a esconderme por favor! –Le suplicó la castaña.

-¡Sakuno! ¡¿Dónde te metiste?! –Se escuchó de nuevo y esta vez mucho más cerca.

El peliverde no sabía que pasaba ni sabía qué pensar, pero esos ojos rubí que lo miraban con terror podían más que él. La tomó del brazo y la jaló hacia el costado del baño.

-Desármate las trenzas y tómate el cabello –Ordenó, mientras, él se sacaba su chaqueta y la colocaba sobre los hombros de su compañera.

-¡Sakuno! –Se escuchó otra vez, la voz de ese hombre estaba más cerca de lo que quisieran.

El chico la acorraló contra la pared del baño y colocó su mano sobre un costado de la falda de la castaña. Ella se asombró ante el acto de Ryoma, pero éste le indicó que no hiciera ruido. –Confía en mí. –Dijo con voz calmada; ella asintió con algo de miedo, con lo que él contestó moviendo su mano por debajo de la falda de la pequeña; Sakuno se colocó roja a más no poder, pero no dijo nada.

-¡Sakuno! –Se escuchó de nuevo, ahora la voz estaba mucho más enojada que antes y venía desde el otro lado del baño.

-Cierra los ojos y hagas lo que hagas no los abras. - La chica hizo lo que su príncipe le ordenaba. Temblaba por dentro y por fuera todo a causa del miedo, estaban a punto de atraparla, no quería pensar en lo que podía llegar a ocurrirle si la atrapaban y en qué estaba pensando Ryoma al tenerla de esa forma ¿Y si no funcionaba su plan? Estaba aterrada.

Tenía los ojos cerrados fuertemente, sentía como la mano de su príncipe subía de a poco por su muslo y si pensaba en eso su cuerpo se tensaba aún más. De pronto sintió una respiración sobre la suya, quería abrir los ojos y ver qué era lo que estaba haciendo Ryoma pero no podía hacerlo, él mismo se lo había dicho y el miedo se lo impedía.

-Tranquila… sólo… déjate llevar. –Susurró el tenista con voz seductora.

Y las palabras se escuchaban como eco en la mente de la castaña. Sintió como unos labios se posaban sobre los suyos y cómo la lengua del tenista pedía entrar en su boca. Se sorprendió, pero por muy sorprendida que estaba y por mucho que quisiera abrir los ojos su mente le repetía: "Déjate llevar…" Entonces dejó que esa lengua entrara, relajó los músculos y afirmó sus manos en el cuerpo del tenista, a la altura de su cintura; él se acercó más a Sakuno intensificando aquel beso. Seguía acariciándole el muslo con suavidad, para que su "compañera de actuación" no se asustara, mientras que su otra mano la sostenía por la cadera y la presionaba un poco más sobre el muro. Por su parte ella ensimismada como estaba ya no tenía control de nada, su cuerpo reaccionaba por sí mismo a las acciones de su príncipe; con las caricias en su pierna ésta se fue levantando lentamente para que el tenista pudiera ir tocando más arriba, levantando su pequeña falda.

-¡Sakuno! –Se escuchó de nuevo a unos pocos metros de ellos dos, pero sumidos en esa otra dimensión donde besarse así era normal ninguno de los dos lo notó y si lo hubieran hecho poco les hubiese importado.

El hombre los observó por unos segundos –"Estos jóvenes de hoy" –pensó para sí irritado y con mirada disgustada, luego siguió su camino buscando a la susodicha.

Un beso… tan apasionado que hasta pude llamarse prohibido. Era el príncipe del tenis con la tímida Sakuno unidos en un beso eterno impulsado por sus hormonas de adolescentes, pero… ¿Ryoma Echizen haciendo eso sólo para esconderla? ¿Qué clase de plan era ese?

Sus respiraciones eran profundas y agitadas al mismo tiempo. Ryoma sacó la mano del muslo de Sakuno y colocó ambas en la pequeña cintura de ésta sin separarse ni un momento de sus labios, Sakuno bajó su pierna haciendo que el beso fuera perdiendo intensidad, ya no era tan apasionado como antes, pero seguía siendo un beso después de todo…

-Creo que ya se fue… -dijo el tenista separándose lo suficiente como para poder hablar.

-Sí…- murmuró ella sin abrir los ojos, diciéndolo casi por inercia.

Ambos con sus respiraciones agitadas separados sólo por un centímetro. El peliverde tomó la mano de la castaña y la colocó detrás de su cuello haciendo que la otra mano de ella hiciera lo mismo. Sakuno entreabrió los ojos pero no quiso mirar a su compañero directamente a los ojos, lo único que podía observar eran sus labios, los que acababa de besar y en cuanto más pensaba en eso más roja se ponía. Ryoma le levantó el mentón con una mano y la observó detenidamente; sus labios, sus ojos que intentaban evitarlo, su cabello medio recogido le daba un aspecto más maduro, pero estando desordenado como estaba seguía siendo esa adolescente que tenía en sus brazos, pero en algo se detuvo su mirada y era en el rubor en sus mejillas, no importaba cuántas veces se haya puesto roja antes, en ese momento junto con todo lo demás ese sonrojo era mucho más provocador que antes y por mucho que lo pensara llegaba a la misma conclusión: ¿Por qué no seguir?... Entonces volvió a besarla, pero esta vez de una manera mucho más tierna por decirlo de alguna manera. Sus respiraciones ya no eran agitadas; sólo se dedicaban a disfrutar ese pequeño beso como si fuera el primero, como si lo anterior nunca hubiera ocurrido.

Inició como un beso tímido, Sakuno acariciaba el cuello del príncipe con suavidad mientras que Ryoma acercaba más el cuerpo de ella al suyo; de a poco sus lenguas comenzaban a jugar su propio juego y sus respiraciones se coordinaban para que sus dueños volvieran a esa otra dimensión; lento, pero lleno de sabor mas esta vez Ryoma se detuvo, era su conciencia ¿Qué estaba haciendo? Se separó por completo de su compañera dándole la espalda al tiempo que tomó su bolso que había dejado en el suelo. La de ojos rubí no sabía qué decir ni mucho menos donde esconderse.

-Vamos te llevaré a casa.-Dijo el ambarino sin voltearse a observarla.

Hubo un momento de silencio. Se volteó a ver porque no había respuesta de Sakuno, no era raro que no le respondiera, pero dada las circunstancias…

Tenía la cabeza baja y su flequillo no dejaba ver sus ojos, sin embargo se podía ver cómo por sus mejillas caían las lágrimas; apretaba sus puños con fuerza y su cuerpo temblaba. Ryoma la miró sorprendido, no sabía qué hacer o qué decir ¿qué le había pasado a la Sakuno torpe y vergonzosa? Después de esos besos ¿Cómo era posible que no estuviera en shock? El silencio comenzó a serle incómodo, si no sabía tratar a las personas en estado normal ¿Cómo iba a tratarla a ella en ese estado? Bajó la cabeza en un intento para no ver como sufría ella e intentar pensar en algo, pero a penas lo hico notó cómo en el suelo empezaban a aparecer puntos más oscuros: comenzaba a llover.

No era una lluvia fuerte ni nada parecido, sólo caían unas pequeñas gotitas desde el cielo. Miró a la castaña nuevamente, esta vez ella tenía la mirada puesta en el cielo, ya no estaba tensa ni estaba llorando, parecía que la lluvia se llevaba toda su pena.

-No quiero ir a casa. –Dijo la Castaña sin dejar de mirar al cielo pero con los ojos cerrados.

-Descuida. –Pronunció el ojiambar al tiempo que se daba la vuelta para empezar a caminar.

Fin 1° Capitulo

Hola! Espero les haya gustado, sé que es cortito pero encontré que si seguía sería demasiado para un capi.

Se aceptan sugerencias, correcciones, opiniones buenas y malas así que comenten ;) quiero saber si voy bien o no :B
Cuídense ! Hasta el próximo capítulooooooo ...Chau Chau