Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen, son de mi querida Stephenie Meyer (una inspiración para todos y sobre todo para mí), sin embargo la historia sí, es de mi autoría.

Capítulo 1: su boda, mi martirio.

Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con creces cualquiera de tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión.

Bella, Crepúsculo.

Una joven morena atravesaba las flores que bordeaban el camino hacia el garaje, apurada y alborotada. Vestía un precioso vestido color cereza que le llegaba un poco más arriba de la rodilla. Su pelo, al viento, ondeaba dándole un aire de diosa. Se había quedado dormida tras la despedida de soltera de su mejor amiga, y llegaba tarde a la boda de la cual sería una de las damas de honor.

Con el corazón en la boca y los tacones en la mano derecha se metió en su antiguo chevy de los años 60'. No es que no tuviera dinero suficiente como para comprarse un nuevo vehículo, pero es que el viejo trasto había estado con ella desde hacia tanto tiempo que ocupaba una parte importante en su corazón.

Isabella Marie Swan maldecía en vos alta el día en el que se le había ocurrido desafiar a su otra mejor amiga, Rosalie Hale, a una competencia de quien bebía mas sin emborracharse. Fue inminente la pérdida de Bella, tras el cuarto shot de tequila cuando ya estaba fuera de sí, mientras que Rosalie solo se sentía algo mareada. Emborracharse hasta perder el conocimiento y necesitar que la novia se hiciera cargo de ella no era algo que Bella acostumbrara a hacer. La pobre Alice Cullen había tenido que cargarla, junto con la ayuda de Rosalie, hasta su auto para llevarla a su casa.

Eran las 11 am y todavía estaba tratando de llegar a la casa de los Cullen, donde se celebraría la ceremonia. Si tan solo Michael se hubiese quedado con ella esa fin de semana esto no estaría ocurriendo, pero claro, un importante caso en Nueva york le había impedido presenciar la boda.

Bella y Michael se habían conocido en una fiesta que había organizado Rosalie, para su novio Emmet Cullen cuando este se hubo graduado en abogacía. Michael era amigo de Emmet de la universidad y ambos trabajaban para el mismo bufet. Rosalie, en plan Cupido, había presentado a Bella y a Michael, los cuales habían sentido atracción el uno por el otro instantáneamente. Y no era para menos, Michael, con su metro ochenta y cinco y su amplia espalda, imponía su hombría. Pero su rostro era otra cosa, sus bellas facciones y sus tiernos ojos marrones, en contraste con su cabello negro lo hacían ver muy guapo. Luego de esa fiesta comenzaron a verse hasta que unos mese después comenzaron una relación que, hoy dos años después, seguía prosperando.

Ambos vivían en una casa en uno de esos pueblitos en donde todos se conocían entre sí y se sabía todo de todos. Era algo realmente cómodo ya que el trabajo de Bella no le exigía estar presente en una oficina durante ocho horas, si no todo lo contrario. Como escritora de novelas románticas, policiales y hasta eróticas, solo se tenía que presentar con su jefa solo una vez por mes para hacer los arreglos correspondientes y para enviar sus nuevos capítulos de cada historia.

El bufet en el que trabajaban Michael y Emmet estaba ubicado a unos quince minutos del pueblo. Alice, que se había graduado en diseño de interiores al igual que su madre, Esme Cullen, trabaja en la misma agencia familiar. Su futuro marido, Jasper Hale, era un reconocido cirujano. Trabaja en la clínica de su futuro suegro, Carlisle Cullen, otra eminencia de la cirugía.

Rosalie Hale, por otro lado, era editora en jefe de una importante editorial y aparte jefe de Bella, su amiga desde la universidad.

Las tres muchachas se habían conocido en sus años universitarios, habían coincidido en algunas clases y desde ahí no se habían separado, a pesar de que de las tres, Alice era la única que no seguía con la misma carrera, como Bella y Rose su amistad era muy fuerte.

Rose y Emmet se habían conocido por medio de Alice, ya que era su hermano mayor por dos años. Al igual que ellos Alice y Jasper se habían conocido por Rose, la hermana gemela de Jasper.

El único de los Cullen que faltaba era el pequeño Edward, era menor que Alice por tres años. Era el mimado de la familia. Una vez que hubo terminado el instituto le habían ofrecido una beca para ir a estudiar a Londres medicina. Allí había estado hasta graduarse, hacia unos pocos meses. Por las diferencias de edad y de horarios, Edward, nunca coincidía con sus hermanos y cuñados.

Bella había conocido a Edward en una fiesta de cumpleaños de Alice hacia unos cuatro años atrás, cuando el ya vivía en Londres. En esa época Edward era un Casanova y mujeriego, andaba detrás de todas las muchachas y todas las muchachas suspiraban por él. Y no era para menos, su metro noventa, su amplia espalda, su cabello cobrizo, sus ojos color verde hacían un combo matador, y él lo sabía. A pesar de sus malas costumbres, Edward era todo un caballero. Jamás le había faltado el respeto a ninguna dama. Esos eran los valores infundados por Esme y Carlisle.

–Mierda. Mierda. Mierda –maldecía mientras corría hacia la entrada de los Cullen. Antes de entrar trato de moldear su cabello para que no se notara que no lo había cepillado.

–Al fin llegas. Me tenias preocupada –decía Alice mientras la abrazaba.

–Lo lamento. He tenido algunos problemas–mientras decía esto se dirigían hacia la habitación de la novia.

Una vez dentro del mini salón de belleza –la habitación de Alice– terminó de ayudar a la joven.

Parada en el centro de la habitación para una revisión general Alice lucia un increíble vestido de novia de Vera Wang que se le adhería a su hermosa figura con una gran cola. Su peinado había sido simple, ya que siempre lo llevaba corto; lo que habían hecho era peinárselo todo de costado dándole un aire muy sofisticado. Su maquillaje daba el toque final a todo el atuendo. Unos colores champean para los ojos y un sexy y provocativo rojo para los labios la dejaban como la diosa que era.

Una vez que todas la damas se hubieran retirado de la habitación, solo quedaron Bella, Alice y Rosalie.

–Creo que lo único que te falta es algo Azul –mientras decía esto le entrego una pequeña cajita en la cual había una liga muy delicada y hermosa, de un color azul eléctrico.

–¡Oh Bella! Esto es muy dulce de tu parte –volvió a abrazar a su amiga y beso levemente su mejilla–. A Jasper le encantara –dijo mientras le guiñaba un ojo.

–No creas que yo no me he acodado de ti –decía Rose mientras se acercaba a sus amigas–. También necesitas algo viejo. La gargantilla de mi abuela te quedara fabulosa.

–Rose, yo no puedo aceptarla. Era de tu abuela –conmovida Alice observaba a sus amigas.

–Alice, deja de decir tonterías y acepta mi regalo. Eres la persona indicada para llevarlo.

–Me van a hacer llorar. Las quiero.

–Niñas, dejen de jugar que ya es el momento de bajar –Carlisle siempre con su tono paternal hacia las tres mujeres.

La primera en salir fue Rosalie, vestida con el mismo vestido ciruela y con un hermoso peinado y su pequeño ramo rojo. Fue seguida por una nerviosa Bella, el miedo de caer y arruinar la boda no la dejaba caminar con naturalidad. También con el ramo rojo en sus manos, llevaba el cabello suelto con sus ondas muy marcadas y los labios de color rojo, los hacía ver muy apetecible. Y unos pasos más atrás venia Alice tomada del brazo de su orgulloso padre.

Una vez ubicadas en sus lugares Bella pudo observar a Alice y a Carlisle, un dejo de celos paso por Bella. Lo que ella daría porque su padre todavía estuviera vivo y algún día pudiera llevarla al altar. Rápidamente borró ese triste pensamiento de su cabeza y trato de concentrarse en la boda, pero unas orbes esmeraldas la observaban con intensidad. Bella centro su mirada en Edward, que no paraba de mirarla, para luego desviarla cohibidamente.

La ceremonia transcurrió tranquilamente, con unas lagrimas por aquí, otras por allá. Unos gritos de júbilo cuando los declararon marido y mujer. Y muchas sonrisas. Tras unas horas de fiesta, Bella estaba parada junto al bar con una copa de champean en sus manos.

–Estas muy hermosa. Hacía tiempo que no te veía –dijo Edward desde atrás de Bella.

Sobresaltada por el susto, Bella contesto:

–Gracias. Tú también te ves bien.

–Has venido sin el blandengue de tu novio.

–¿Disculpa?

–¿Qué? ¿He dicho algo inadecuado?

–Ambos sabemos que has dicho algo inadecuado. ¿Qué te hace creer que Michael es un blandengue? –dijo esto último haciendo unas comillas al aire.

–Tengo muchos motivos para decir que Michael es un blandengue –el nombre de su novio sonó a un insulto en los labios de Edward.

–No sé cuál es tu problema y tampoco me interesa. Pero creo que deberías cuidar tus palabras.

Acto seguido se dio la vuelta para retirarse, pasando a un lado de Edward, y antes de que pudiera alejarse más, él tomo su antebrazo y acerco sus labios hasta la oreja de Bella.

eres mi problema. Desde hace años que tu eres mi problema. La otra noche de la cena de ensayo estabas muy hermosa, pero estabas acompañada de ese blandengue que no sabe como apreciarte adecuadamente. Pase toda la noche observándote.

–¿Y tú crees que puedes apreciarme adecuadamente? Por favor dejar de hablar incoherencias –soltó su brazo bruscamente y trato de alejarse nuevamente.

–Solo quiero que sepas que he vuelto para quedarme y ese blandengue tuyo tendrá que cuidarse las espaldas, porque tú estarás conmigo.

Edward se alejo rápidamente del lugar dejando a una Bella muy desconcertada.

No entendía de lo que estaba hablando, ¿Qué se cuidara las espaldas? ¿A qué se refería con eso? ¿Por qué Edward estaba actuando de esa forma tan galante con ella? Lo único que sabía es que esta vez Edward estaba más empecinado con ella que la última vez.

Hola a todo el mundo. Esta es mi nueva historia, es la primera que hago sobre ellos, a pesar de que son mi pareja favorita en el mundo. Espero que les guste y lo disfruten, como yo lo disfruto escribiéndolo.

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