Hello fanfiction! Este es el primer fic que subo aquí, así que por favor no me deis demasiados tomatazos -prepara el paraguas para cubrirse-


Decidimos ir de viaje de fin de curso a la casa del bastardo de Antonio. Sus playas, dicen, son de las mejores. Yo no lo creo. Las de mi casa son diez veces mejor que las de ese engulle-tomates.

Fuimos todos los conocidos de la escuela.

Íbamos a pasar una semana todos juntos en la playa. Viajamos desde la escuela en autobús, menos el español que se había ido un día antes para preparar nuestra llegada. Al estar llegar, menos mal, lo tenía todo listo. Yo pensaba que se había ido para vaguear y rascarse Madrid.

El holandés, como siempre, quejándose de España. Maldito drogadicto... ¿cómo se atrevía a hablarle de esa manera al bastardo español?¡Le lanzaré un tomatazo que se le quitarán las ganas de meterse María en el cuerpo! ¡Solo yo puedo hablarle así a Antonio!

El primer día fue como de costumbre: mi estúpido hermano menor con el macho patatas y Japón; Bélgica pegada al Señor Drogas, el suizo con su hermanita; y yo, como no, siendo ignorado por todos; en especial por Antonio, pasando de mí con los idiotas de sus amigos Prusia y Francia. Al menos no estuve completamente solo porque los pollos del francés y el prusiano, Pierre y Gilbird, estuvieron haciéndome compañía.

A la hora de cenar, el engulle-tomates seguía sin hacerme caso. Lo único que me había dicho en todo el día había sido un "¡Hola Lovino!". Más idiota no se podía ser. Y estaba comenzando a hartarme de verdad.

-¡Ne, Lovino! ¿Quieres un tomate? - Se atrevió a decirme Antonio.

-¡Un tomatazo te iba a dar yo a ti, maldito bastardo! - Me fui corriendo a mi habitación y me encerré en ella. Ese maldito español no se molestó en venir a ver qué me pasaba en toda la jodida noche.

A la mañana siguiente no salí de mi cuarto, y no lo haría hasta que el bastardo engulle-tomates se disculpara conmigo. Y de repente el ruido de alguien llamando a la puerta me sacó de mis pensamientos. ¿Quien coño sería?

-¡Niichan! -Ah, mi estúpido hermano pequeño, justamente la persona a la que quería ver en este momento.- ¡Por favor, abre la puerta! ¡No puedes pasarte aquí todas las vacaciones!

-¡Cállate, joder! ¡Saldré cuando me salga de la punta de Roma! -Obviamente, no iba a decir que lo único que quería era que el bastardo de Antonio viniera a disculparse. Por supuesto que no.

-¡Aaaaah! ¡Ya lo entiendo, niichan! ¡Estas enfadado porque España-niichan no te ha hecho caso! - Estúpido hermano pequeño- ¡Voy a decírselo para que venga!

¡MALDICIÓN! ¡Tenía que impedir eso como fuera!

-¡Detente, Feliciano! ¡No lo llames!

-¡No te preocupes, niichan! ¡Déjalo todo en mis manos!

-¡Que no, cojones! -Y abrí la puerta de golpe, encontrándome de morros con el bastardo de España sonriendo como siempre hacía. -¿Que coño haces aquí, bastardo engulle-tomates? ¡Lárgate!

-Lovi, no te pongas así... -Y, sin que yo pudiera decir nada, me abrazó- ¿Puedes perdonarme? No era mi intención pasar de tí... -Malditos sean mis brazos que se aferraron a Antonio con desesperación y las jodidas lágrimas que salían de mis mejillas.

-¡No te creas que voy a perdonarte tan rápido! -Dije entre sollozos- ¡Eres un jefe penoso! ¡Tendrás que compensarme!

-Pues claro, Lovino, lo sé -Y sonrió con esa sonrisa suya que tanto me deslumbraba y amaba con locura.