Respiré hondo y entré en el enorme edificio gris que tenía delante, esperé hasta que llegó el ascensor y entré, seleccionando el número del piso.
Miré al techo y luego al espejo que tenía mi lado para asegurarme de estar presentable, no quería decepcionarle.
El ascensor paró, me quedé un momento en el rellano, tratando de recordar cual era la vivienda correcta. Me encaminé entonces hacia la que tenía a mi derecha, parecía mentira que después de haber pasado horas y horas en aquel lugar no fuera capaz de recordar donde estaba a la primera.
Toqué el timbre y crucé los dedos. Pocos segundos después escuché ruidos al otro lado y supe que él estaba allí. La puerta se abrió, permitiéndome ver la figura del nuevo Ronnie Radke, no pude evitar sonreír pero me puse serio de nuevo al comprobar que él no estaba contento de verme. O al menos, no lo demostraba.
"Max…" susurró, no había ni un solo atisbo de emoción en su voz o en su rostro. No lo culpaba, lo había dejado solo, solo y aterrado durante dos años en aquel horrible lugar. "¿Qué quieres?" Preguntó él con la misma frialdad con la que antes había pronunciado mi nombre.
"Que… quería verte. Te he echado de menos." Dije, sonrojándome sin saber el motivo. "Márchate." Respondió él.
¿Marcharme? ¿Lo estaba diciendo en serio? ¿Tanto me odiaba? Traté de relajarme, no quería que él supiera lo mal que me sentía en ese preciso instante. "Ronnie por favor, déjame pasar."
"¿Por qué iba a hacerlo? Ya no soy nadie para ti, no sé para que te has molestado en venir."
"No vuelvas a decir eso ni en broma, Radke." Dije, utilizando su apellido para que se diera cuenta de que lo decía en serio.
Me miró de nuevo, tratando de decidir si yo era digno de entrar en su casa, después de todo lo que había sucedido. "Pasa." Dijo finalmente.
Entré y una ola de recuerdos sacudió mi mente, Ronnie y yo habíamos compartido allí nuestros mayores miedos y más oscuros secretos. Traté de no emocionarme, tenía que mantenerme fuerte. Al menos de momento.
"Siento muchísimo todo lo que ha pasado, nunca quise que esto sucediera…" "Déjalo Max, lo entiendo. No puedo decir que no siga enfadado. Me habéis echado de mi propia banda, mis compañeros y… mi hermano –dijo refiriéndose a mí- me traicionaron. Dime una cosa ¿ha valido la pena perderme por unos cuantos millones de dólares? ¿Eso es todo lo que yo significaba para ti?" Dijo él, de nuevo, sin emoción. "No. No ha valido la pena, y por eso estoy aquí, para disculparme. Vengo a rogarle al hombre que lo ha significado todo en mi vida que me perdone."
Él estaba ahora dándome la espalda, apoyado en la enorme cristalera del salón, mirando hacia fuera con la cabeza gacha. "¿Y si él no puede perdonarte?" "Me he pasado dos años y medio teniendo pesadillas, preocupado por que no lo hiciera. Pero lo hará, porque ambos sabemos que él también me quería. Y puede que ahora me odie pero… sé que tarde o temprano se dará cuenta, al igual que yo, de que sigue amándome. Y entonces, solo entonces, vendrá a mi y sabré que me ha perdonado."
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, me dirigí a la puerta y me fui sin decir nada más. Eso era todo, lo que había soñado con decirle desde que nos conocimos, nunca me lo había imaginado de esa manera. Pero ¿qué importaba? Ahora él sabía que yo le quería, que lo sigo queriendo.
Me alejé por la calle vacía sabiendo que él me observaba desde su salón, giré la cabeza para verle al menos una vez más.
Pero él ya no estaba allí.
