Antes que todo; esta es una adaptación de un NanoFate que me pareció muy lindo y quise que fuera un ShizuruxNatsuki… en fin. Les dejo este One-shot

Pingüino.

Shizuru levantó una ceja mirando a su mejor amiga hablar con un chico bastante guapo. Una punzada de celos cruzó su pecho, mordió inconscientemente su labio inferior con cierta inquietud, ¿qué le demoraba tanto? Y… ¿por qué se sonrojaba tanto su Natsuki? Resopló con enfado, esas confesiones eran más frecuentes con el paso de los días.

Y era muy molesto.

¿Por qué ninguno de esos imbéciles entendía que Natsuki Kuga era sólo suya? Tal vez era porque nunca había dicho abiertamente a nadie, ni siquiera a Natsuki, lo que sentía. Tal vez, sólo tal vez era su culpa.

¡Pero Natsuki lo intuía! ¿No?

Después de unos minutos la ojiverde, torpemente, se despidió del muchacho.

"Esta vez demoraste más, Natsuki." Murmuró sin esconder su enfado. La aludida se rascó la mejilla enrojecida con nerviosismo, asustada. Shizuru frunció el ceño aún más y se giró. "¡Vamos!" Ordenó.

"Sí." Cabizbaja la ojiverde la siguió. ¿Por qué Shizuru siempre se comportaba así? Acaso… ¿Se ponía celosa? Una sonrisa divertida adornó el rostro de la chica de ojos esmeralda. "Sólo tengo ojos para ella." Pensó y tuvo el impulso de decírselo, pero guardó silencio creyendo que ese, no era el mejor momento para decirlo. Después de todo Shizuru lo sabía, ¿No?

"Hey… Natsuki." Llamó Shizuru después de unos minutos.

"¿Sí?"

"¿Alguna vez aceptarás a un chico?" La ojiverde le miró con tristeza, parecía muy dolida. "¿Por qué me mira así?" Pensó la chica de ojos escarlata incómoda.

"¿Para qué necesito un chico?" Contestó con una pregunta y Shizuru tenía buenas respuestas para eso, pero Natsuki no la dejó hablar. "Si te tengo a ti Shizuru, contigo soy feliz. No necesito nada más. No quiero nada más." Y como de costumbre ambas se sonrojaron.

Eran una linda pareja…

Si tan sólo una diese el gran paso y formalizara la obvia relación amorosa.

"Natsuki…" Shizuru le miró con decisión. Ese era el momento indicado. Al parecer Shizuru Fujino sería la valiente que daría el gran paso. "Tú… eh… ¿Quieres ser mi…–¿Novia?–… Pingüino?" Pidió llena de nerviosismo. Natsuki parpadeó unos minutos. Guardó silencio por largo rato, ¿Qué tenía que deducir de esa pregunta? ¿Por qué ella iba a querer ser el pingüino de su mejor amiga? ¿Shizuru la quería como mascota? ¡Ni siquiera sabía cómo actuaban los pingüinos!

Todo era tan… confuso.

"¿Ser tu… pingüino?" Repitió insegura.

"Eh… sí." La cara de Shizuru se tornó roja. "¿No pusiste atención en clases cierto?" Natsuki se rio nerviosa, había sido atrapada. No había escuchado nada de lo que el profesor había dicho en clases. ¿El motivo? Era simple, había estado todo el día mirando a su mejor amiga –su amor secreto, no tan secreto– embobada con su belleza… sacudió su cabeza, no era necesario tener esos pensamientos ahora.

Sin embargo… ¿Qué tenía que ver eso con la extraña petición de Shizuru?

"Sigo, sigo sin entender…" Admitió. "¿Por qué de todos los animales quieres que sea… tu pingüino?" La sonrisa de Shizuru se volvió juguetona. La cara de Natsuki confundida era algo que Shizuru Fujino nunca iba a olvidar.

¡Es taaan linda!

"Tendrás que averiguarlo y darme una respuesta." Comenzó a correr y pronto se perdió de vista. La ojiverde se quedó parada sin saber que pensar. Conocía a Nanoha hacía más de cinco años y todavía no comprendía muy bien su forma de actuar.

"¿Pingüinos, eh?" Lentamente ojiverde se dirigió a su hogar.

Saeko Kuga miraba a su hija menor con interés, preguntándose que estaría pasando por la cabeza de la chica de ojos verdes. La peli azul se comportaba extraño, actuaba igual que aquel día en el cual descubrió que estaba enamorada de su mejor amiga, igual de torpe, igual de pensativa, igual de confundida. De seguro era algo relacionado con el demonio escarlata, de no ser así su hija actuaría más… normal. Aunque no podía decir con certeza si alguna vez su hija, había actuado con normalidad alrededor de Shizuru.

Natsuki podía ser tan obvia, que era lindo ver como intentaba ocultar algunas cosas, sin resultados.

"Natsuki ¿Qué sucede?" Se sentó en el sofá, al lado de su hija y está casi salta del susto. Reprimió una risa. "¿Y bien? ¿Qué hizo Shizuru ahora?" Los ojos de la adolescente se abrieron al máximo, como si hubiese ocultado bien su inquietud. Saeko giró los ojos. "No eres buena ocultando cosas, Natsuki. Es una maravilla que Shizuru no sepa cuanto la amas." Y la madre disfruto del sonrojo de la hija.

"Shizuru me pidió algo extraño." Murmuró.

"¿Algo extraño? ¿Qué podría ser eso? ¿Alguna propuesta indecente?" Movió sus cejas de manera sugestiva.

"¡Okaa-san!" Y como siempre, Natsuki se sonrojó. Y ladeó su cara con enojo. ¿Por qué no la tomaba en serio?

"Lo siento, lo siento. No pude evitarlo, te ves tan linda cuando pones esas caras ofendidas." Se burló la mujer mayor acariciando la cabeza de su hija que refunfuñaba cosas incomprensibles.

"Mou, eres igual que Mai." Se quejó cruzándose de brazos.

"No te enfades, te saldrán arrugas." Aconsejó con falso tono de preocupación. "Y… ¿Qué te pidió Shizuru?"

"Ella quiere… quiere que sea… su pingüino, ¿No es extraño?" Cuestionó mirando a su madre, la cual se había tapado la boca para ocultar su risa. Sin ningún efecto. "¡Okaa-san, no te rías!" Reclamó.

"Lo siento." Se disculpó limpiándose las lágrimas. "¿Qué sabes de los pingüinos, Natsuki?"

"Que son aves marinas… ponen huevos… y eso. ¿Qué tienen de especial?" Levantó una ceja Saeko sonrió. No era nada raro que Natsuki no supiera mucho de los pingüinos dado que en Tokio no existían.

"Los pingüinos, hija, se tardan, prácticamente, toda una vida para encontrar a su pareja con la cual reproducirse. Se profesan un amor incondicional y prácticamente eterno. Tienen una pareja en toda su vida." La cara de la ojiverde se tornó tan roja como los ojos de su ser amado. "Cielos debe ser malo que alguien se sonroje tanto." Pensó la madre preocupada.

"Entonces… Shizuru…"

"Te pidió que fueras su pingüino para toda la vida." Decirlo era divertido, sonaba gracioso y la madre se rió entre dientes. "Bastante original nos salió Shizuru, ¿No?" Miró a la ojiverde que estaba ya lista para salir. "¡Natsuki! ¿A dónde vas?" Pero la chica ya había salido prácticamente volando.

Shizuru estaba acostada en su cama mirando el techo. Lamentándose el haberle pedido eso a su amiga, de todas las cosas que pudo decir, tuvo que escoger la más ridícula. ¡Pedirle ser su pingüino! Ja, ¿Cómo podía ser tan tonta? Gimió frustrada y maldijo a su profesor de biología, por hablarles más de tres horas seguidas sobre esos animales infernales, ¿Qué haría Natsuki cuando entendiese el significado verdadero de su extravagante petición? De seguro se reiría y no la culpaba.

"Tontos pingüinos…" Siseó escondiendo su cara en la almohada. Se quedó así un buen rato, hasta que su celular sonó con insistencia. "Mou, ¿Quién será a estas horas?" Abrió el teléfono y su corazón comenzó a latir velozmente. "¡Natsuki!" Chilló con alegría olvidando a los pingüinos.

Era un mensaje simple de la ojiverde.

'Sal al jardín.'

Rápidamente la muchacha siguió la petición de su amiga. Bajó al jardín y la vio ahí, imponente bajo la tenue luz de la luna. Con aquella visión Shizuru sintió que frente suyo tenía a una diosa y se sintió muy afortunada de que esa muchacha fuese su amiga, aunque deseaba algo más.

"Shizuru." Murmuró Natsuki con su voz suave.

"Nat-natsuki." Tartamudeó sintiendo como su cara enrojecía. "¿Por qué viniste tan tarde? ¿Sucede algo?" Al ver que su amiga negaba con la cabeza, suspiró aliviada.

"Vine a darte una respuesta."

"¿Respuesta…?" Y Shizuru recordó a los odiosos pingüinos. "Oh, no."

"Shizuru, yo…" Hubo un momento de silencio. "Quiero ser tu pingüino."

Shizuru Fujino parpadeó un par de veces, procesó las palabras de su amiga…

"¡¿Lo dices en serio?!" Chilló entusiasmada, sintiendo que las piernas le temblaban de la emoción. Natsuki se acercó a ella y la abrazó pasando sus brazos por la cintura de la chica de cabellos cobrizos.

Estaban muy cerca.

"Sí…" Afirmó y luego una sonrisa traviesa adornó su hermoso rostro. "Aunque prefiero el término novia." Shizuru soltó una débil risa. Natsuki tomó el mentón de su pingüino-novia y miró con anhelo aquellos apetecible labios. "¿Puedo?" Antes de poder formular su respuesta, Shizuru fue silenciada por los labios de Natsuki, en un beso tierno y cargado de amor, la lengua de la ojiverde recorría la boca de Shizuru, saboreando cada rincón, memorizando cada parte de aquella dulce boca.

Ambas sentían que estaban en el cielo.

"Te amo, Shizuru." Susurró la ojiverde. "Cielos, es un alivio decirlo." Se rió con suavidad, abrazando a su novia con más fuerza.

"¡Yo también!" Chilló Shizuru emocionada. Ese era sin duda alguna el mejor día de su vida. "Te amo, Natsuki." Iban a besarse de nuevo, pero un ruido les llamó la atención…

"¡Hey, par de pingüinos! . ¿Por qué no entran a charlar?" Sugirió el señor fujino quién recién llegaba del trabajo, junto él estaba Viola Fujino la cual no podía ocultar su diversión.

Shizuru y Natsuki se sonrojaron.

"¡Trágame tierra!" Rogaron al mismo tiempo, mientras escuchaban la risa de los padres fujino.

FIN

¿Qué tal? Cabe decir que la historia no me pertenece, la verdadera autora es Outofchaos…

Gracias por pasar por aquí n.n