Richard regresaba de Francia a dos semanas de que terminen sus vacaciones pero recibió una carta de su hermano mayor Arthur en la que le pedía que volviera a Londres y lo visitara "para hablar sobre asuntos de suma importancia". No explicaba más, así eran las cartas de Arthur: breves y poco reveladoras. Pero supuso que si se trataba de un asunto importante de seguro sería sobre Hellsing, ¿Qué más importante que eso? Tal vez su sobrina Integra… no, no era tan importante, no para él.
Tal vez lo sea para Arthur que estaba tan endiosado con su pequeña niña que rápidamente olvidó la muerte de su "amada" esposa, con la que se casó por conveniencia; ahora que tenía una hija había cambiado radicalmente: había dejado de embriagarse, de ir a fiestas, de acostarse con cuanta mujer se le pasara delante; algo que ni su padre ni su esposa habían logrado. No es que no apreciara a su sobrina, a decir verdad se alegraba de que fuera una niña porque eso le permitía ser el sucesor de su hermano, pero nunca tuvo gran fascinación por los niños, quizás por su esterilidad, o por que no convive mucho con ella.
Se detuvo frente a una tienda de recuerdos, le llevaría a Integra un regalito, no se preocupó mucho por escoger el mejor regalo para ella, le compró una miniatura de la Torre Eiffel, siempre le daba un souvenir de los lugares que visitaba, era algo fácil de escoger y relativamente barato. Integra nunca se entusiasmó por los regalos de su tío pero los aceptaba de buena gana, era su único tío, su madre no tenía hermanos así que tenía que conformarse.
Así pues, se dirigió al aeropuerto, se moría por saber que era ese asunto importante del que quería hablar su hermano, estaba casi seguro de se trataría de la sucesión de Hellsing, así como estaba seguro que su hermano lo escogería a él, pues no había nadie más: ¿Islands? No él ya tenía el liderazgo de la mesa redonda, ¿Walter? Es sólo un mayordomo, ¿Integra? Es una mujer, no, peor que eso es una niña, sería imposible que le heredara Hellsing.
Mientras tanto, en la mansión Hellsing, Arthur estaba en su recamara hablando con Walter, estaba muy preocupado y por primera vez tenía miedo.
-Walter, ya me dieron los resultados de los análisis, es irreversible, los doctores dicen que no me queda mucho tiempo-. Le extendió un papel a su mayordomo.
-Pero ¿le recetaron medicinas? ¿Algo que ayude a menguar su mal?
-Si, pero no tiene caso, no las compraré, no cambiaran en nada la situación.
-Pero señor…
-No Walter, en realidad no me importa morir, pero me preocupa Integra, ella es muy pequeña aún aunque es muy inteligente y fuerte, sin duda mi papá estaría orgulloso de ella; él siempre decía que mis hijos serían vagos e irresponsables como yo pero me alegro de que se haya equivocado, mi hija es tan perfecta que a veces dudo de que sea mía. ¿Realmente yo pude criar a una niña tan excepcional como ella? ¿Qué he hecho yo para merecer semejante regalo?
-Bueno sin duda ha sido un padre excepcional señor.
-Walter por favor deja los formalismos aun lado, me conoces lo suficiente como para respetarme, nadie nos está viendo así que por favor sé sincero, yo no he sido ni de lejos el mejor padre.
Walter se rió de buena gana. –No ha sido el mejor jefe, ni la mejor persona, ni el mejor líder de Hellsing, pero con Integra es muy diferente, lo he visto como juega con ella, como le enseña las cosas, ella es su adoración y viceversa, usted prácticamente anula todos sus defectos cuando está con ella.
Arthur sonrió con cariño, su hija era lo más valioso que tenía y que estaba seguro que no merecía. -Sí ella es mi adoración… por eso me preocupa… todavía no sé como decírselo. No quiero morir ahora, ella no está lista aún, todavía me falta mucho por enseñarle, todavía no le muestro lo más importante.
-Bueno podría enseñarle ahora ciertas cosas, ella está en su cuarto y me ha estado preguntando si no le pasa nada malo a usted.
-¿En serio? Creí que no había dado a demostrar mi preocupación… pero sin duda la perspicaz Integra lo ha notado. Está bien, iré a verla.
-¿Se puede?-. Tocó Arthur la puerta de la recamara de su hija antes de entrar, él siempre había respetado la privacidad de su hija. Después de todo no tenía por qué desconfiar de su hija, ni tenía motivos para actuar como otros padres que esculcaban en la habitación de sus hijos cuando ellos estaban ausentes para descubrir cigarros, alcohol o drogas.
-Claro papá-. Después de la confirmación entró.
La encontró sentada en el piso leyendo una revista. –Hija quiero que me acompañes a la sala de tiros, te enseñaré a disparar.
-¿De verdad? Creí que me enseñarías cuando cumpliera la mayoría de edad-. Integra siempre le había insistido a su papá para que le enseñara a disparar pero él se había negado rotundamente en cada ocasión, siempre diciéndole que "era muy pequeña para eso".
-Lo sé, pero eres muy madura para tu edad y lo suficientemente responsable como para saber que no es un juguete y en que situaciones puedes usarla.
-¿Cuándo esté en peligro o en una misión?
-Exacto. Ahora ven.
Integra se incorporó de inmediato, y de la mano se fueron a la sala de tiro. Integra estaba feliz de que su padre le enseñara por fin, pero sabía que había algún motivo desconocido para cambiar tan rápido de parecer. –Oye papá ¿Por qué has estado tan ausente últimamente? ¿Pasa algo malo?
Arthur suspiró resignado, sin duda su pequeña hija no se andaría por las ramas. –He tenido muchos problemas con la mesa redonda, ya te he contado que ahora que son tiempos de paz nos han reducido el presupuesto ¿no?, Pues ahora también nos quieren reducir las tropas; siempre desestiman nuestro trabajo, y me desespero porque los enemigos podrían atacar de un momento a otro y nos encontrarán desprevenidos, y encima de todo ellos dirán que es nuestra culpa por no haberlo previsto.
Integra asintió pensando en lo que le había dicho su padre, Arthur respiró tranquilo, la había convencido. Él siempre le contaba todos los asuntos sobre Hellsing y la mesa redonda, la mantenía al tanto de todo lo que se discutiera en las reuniones, debía de informarle todo sobre la administración de la organización porque ella algún día lo lideraría, y eso lo tenía siempre presente. Muy a su pesar tendría que enseñarle a usar el arma más peligrosa de Hellsing.
Al día siguiente Richard estaba en la mansión Hellsing, su hermano y su sobrina estaban en la puerta viéndolo descender de su automóvil, saludó a su hermano con un abrazo y una palmada en la espalda, luego se inclino para abrazar a su sobrina, estaba más alta de lo que recordaba.
-Te traje un regalo-. Decía mientras sacaba una caja pequeña de su saco.
-Gracias tío-. Respondió sin mucho entusiasmo. –Si no es una Torre Eiffel, es una bola de cristal que contiene una-. Pensó deduciendo lo que sería el regalo ya que sabía que había estado en París. Entraron a la casa y un sirviente se llevó las maletas del recién llegado.
-Richard vamos a la biblioteca, Walter.
-Si señor-. Respondió el mayordomo caminando detrás de ellos.
Integra sabía que ese era el momento para irse a su cuarto y acomodar en la repisa, junto con sus otros souvenirs, la Torre Eiffel que estaba segura que le había regalado su tío. Siempre que venía su tío, su papá lo llevaba a conversar a la biblioteca, probablemente platicarían de asuntos irrelevantes de hombres adultos; Walter le decía que hablaban de deportes, de los viajes de su tío, de negocios, en fin, nada interesante.
Walter les sirvió dos tragos de whisky, luego se retiró. –Richard no andaré con rodeos… estoy enfermo, muy enfermo… no me queda mucho tiempo, los doctores dicen que alrededor de seis meses pero yo creo que son muy optimistas.
-¿Estas bromeando? Si es así, no es gracioso-. Se lamentaba por su hermano, esperaba que sólo fuera una broma para probarlo, pero una parte de él estaba ansioso, Hellsing sería suyo al fin.
-Que más quisiera yo. Mira-. Le extendió los resultados del análisis.
-¿Cáncer?
Asintió con la cabeza. –Quiero pedirte algo muy importante, sé que te gusta viajar pero por favor, quédate durante estos seis meses en la casa. Ya le pedí a Walter que te arreglara una habitación, quiero que convivas mucho con Integra porque a mi muerte quiero que te hagas cargo de ella, no tiene a nadie más, y no quiero que quede desamparada, por favor sé un padre para ella.
-Está bien hermano, me quedaré-. Richard sintió una punzada de decepción, al final de cuentas si se trataba sobre su sobrina, pero si él ya estaba por morir ¿entonces quién ocuparía el liderazgo de Hellsing? Sólo él podría hacerlo, Arthur no tenía más opciones. Pensó que tal vez su hermano haría igual que su padre y revelaría en su testamento quien sería el sucesor de Hellsing.
Su papá no dijo nunca en voz alta quien le supliría ni expresó sus motivos en alguna carta póstuma. Pero Richard estaba seguro de que su padre heredo a su hermano no sólo por ser mayor sino porque a pesar de que era irresponsable y vago, él era audaz, fuerte, enérgico, pero sobre todo fértil y tenía mucha suerte con las mujeres; algo que él no era, él nunca fue el orgullo de su padre.
