MISSING AGAPE.
Capítulo 1.
-¡Domínate Plisetsky!- Las palabras de Lilia le azotaron la espalda como un fuerte latigazo, haciéndole salir del agradable letargo en el que al fin se había sumido. Sus ojos se abrieron desmesuradamente mientras su espalda arqueada violentamente elevaba su tórax en un movimiento instintivo, con el que su delgado cuerpo buscaba salvarle del ahogo. Porque aun sobre la tierra, aun recostado en su cama, Yuri se ahogaba.
Se llevó la mano al pecho, mientras tomaba aire a grandes bocanadas, miro el móvil. Las 3:00am; otra vez.
Le apetecía maldecir bien alto cada vez que ella, en sus sueños, le despertaba. Pero no le serviría de nada, nunca le hacía caso; rodo los ojos hacia arriba, mientras se dejaba caer en la cama, si Lilia estuviera ahí seguramente tendría que iniciar su rutina diaria esa hora, pero ahora... ahora ya no tenía sentido, ella había desaparecido como la nieve en la acera tras la salida del sol, -¿Dónde, Mierda, estas Lilia?-farfullo contra su almohada, frustrado. Le resultaba irritante retrasar su entrenamiento, la próxima competencia seria feroz con Víctor de regreso en las pistas. Además estaba Yuuri, esta vez tendría más experiencia y mayor seguridad estando junto a Víctor. Si bien le emocionaba ver la evolución del japonés no se podía permitir quedarse atrás. Si al menos Yakov siguiera entrenándolo podría distraerse un poco de la ausencia de Lilia, sin embargo el viejo se había atrincherado en la casa de su ex –mujer desde que notara su desaparición y ni todas las revisiones policiales, ni las sospechas lo habían podido sacar de ahí, se pasaba el día mirando las fotografías, los libros, los discos. Buscaba algo, algo que le diera una pista del paradero de la prima ballerina por excelencia, algo que no podía ver, nadie podía, lo más probable era que ni siquiera existiera, Mila y Georgi se habían ofrecido a acompañar a Yakov e incluso él mismo se había quedado el primer día, cuando la policía había registrado el lugar, tomando huellas y fotografías de todo cuanto había, cuando los investigadores les habían cuestionado, como si ellos fueran los criminales. Acorralándolos mientras les hacían las mismas preguntas una y otra vez, trataban de hacerlo enloquecer, acosándolo en una especie de perverso juego que casi estaba seguro que era Ilegal.
El Aire se le había escapado de los pulmones mientras sus gritos le laceraban la garganta, aun le dolía y ya había pasado más de una semana; habían hecho falta 3 detectives para someterlo y después de eso Yakov no le había permitido quedarse ahí.
Había llorado por Lilia, cuando las fotografías de los álbumes que su entrenador miraba con devoción le recordaban las miradas altivas y llenas de orgullo que le dirigía durante sus interpretaciones. Cuando, sin querer, su mente rememoraba sus palabras, esas que le rompían el corazón, esas que no le dejaban dormir.
Soltó un sonido gutural al incorporarse de nuevo en la cama y pasarse la mano por el cabello, una mueca de repugnancia invadió su agraciado rostro, y recordó que el día anterior había olvidado su baño nocturno. Mila criticaba sus hábitos higiénicos calificándolos como exagerados; sin embargo era algo que no podía evitar, el olor de su propio cuerpo, y habitualmente el de los otros le generaba nauseas el 90% del tiempo, había descubierto que su sentido del olfato se había vuelto más agudo desde su victoria, era una locura, como todo en el mundo desde que su equipo se había disuelto en apenas un abrir y cerrar de ojos. Aunque los últimos días, posteriores a su expulsión de la casa de Lilia; no le invadían aquellas nauseas que resultaban del olor corporal ajeno y propio. Tal vez su cuerpo estaba regresando a la normalidad, o quizás estaba enfermo, sentía frio todo el tiempo, y los accesos de tos le asaltaban al punto de hacerle vomitar en más de una ocasión. Se sentía débil y hambriento, pero tampoco tenía ánimos para comer, solo quería descansar, lo necesitaba, pero nunca lograba dormir más de tres horas, la angustia, la maldita desazón que amenazaba con romperle los huesos desde adentro.
Tras un débil suspiro que apenas consiguió mover el pelo de su rostro le quedaba claro que no podría volver a quedarse dormido; era lo natural, llevaba un mes despertando a esa hora para poder iniciar su día. Los entrenamientos con Lilia iniciaban a las 4:00am y si quería tiempo de calentar, tenía que correr desde su departamento hasta el estudio, de extremo a extremo de la ciudad.
Quería que su abuelo le preparara la cena y lo dejara dormir hasta recuperarse; sin embargo su amado abuelo había salido de la ciudad a arreglar un asunto del que no le había contado nada a excepción de su urgencia.
Bien podía levantase e ir a entrenar con Víctor y Yuuri; pero no le apetecía interrumpirlos.
Tomo el móvil y comenzó a revisar las redes sociales, las noticias, el clima; pero no había nada que llamaran su atención en aquel mar de banalidades egoístas. No entendía, como era posible que el mundo continuara su mismo frenético ritmo sin ella allí. No parecía correcto, aunque lo sabía necesario. Sin embargo…
-Beka está conectado- murmuró, aunque no hacía falta callar, ni hablar, pues estaba nuevamente solo.
Miró las notificaciones de su mensajería instantánea. -57 mensajes recibidos-se marcaban en rojo pues aún no habían sido vistos. Hizo un mohín al verificar que solo había 3 remitentes en los mensajes, 3 de Beka, 4 de Yuuri, y 50 de JJ; Tenia que reconocer la tenacidad férrea del Canadiense. Sin embargo esperaba que a esas alturas del día ya se hubiese dado cuenta de lo inútil de su ejercicio. Se acomodó entre sus mantas preparándose para leer al menos los 7 mensajes que le interesaban cuando su móvil comenzó a vibrar en anticipación al sonido que marcaba una llamada entrante…era JJ.
Su mente no tenía intención alguna de responder, sin embargo su cuerpo no le obedeció, y su dedo se deslizo por la pantalla aceptando el llamado en altavoz.
-¡Yuri, gracias a Dios al fin respondes!, ¡NO CUELGUES PORFAVOR!-La voz de Jaques sonaba alterada, y el ruso pudo percibir el tenue sonido del Theme of King JJ, eso solo podía significar que el canadiense necesitaba darse valor para hacer algo, probablemente hablar con él, y no le extrañaba que requiriese darse a sí mismo ese tipo de apoyo, después de cómo habían terminado las cosas entre ellos. Hacía casi un mes que no hablaban.
Continuara…
