Gwen entró de golpe en el despacho de Jack para encontrarse a Ianto sentado en su silla.
—Hola Gwen... —saludó vagamente mientras cogía un bolígrafo y daba golpecitos en la mesa con él.
—Hola Ianto, ¿has visto a Jack?
—A Jack pues... Oh... —murmuró y se mordió el labio—. No sé —se apresuró a responder.
—¿Seguro? La última vez que lo vi entraba aquí —dijo ella extrañada.
—Es muy aburrido ser inmortal, seguro que se ha ido a corretear por ahí —se apresuró a decir Ianto nervioso.
Gwen le miró extrañada. Mientras Ianto se ponía más rojo y empezaba a sudar más.
—Oye Ianto, ¿estás bien? ¿Tienes fiebre o algo? –preguntó.
— Estoy perf... —empezó a decir pero se calló. Apretó los labios hasta que se le pusieron blancos. Una gruesa gota de sudor bajó desde su frente hasta la barbilla.
—¿Ianto...? —preguntó Gwen acercándose.
—Ectamente... Estoy perfectamente —dijo de pronto —. Jack seguramente haya ido a por pizzas, le gusta pasearse de vez en cuando para que el pizzero se lo coma con los ojos. Estará por llegar.
—Oh. Vale —dijo Gwen —. Pues nada. Gracias.
—A mandar —dijo Ianto y se quedó observándola como se iba.
Cuando la puerta se cerró miró hacia sus piernas.
—Eres un capullo –exclamó.
Jack salió de debajo de la mesa riéndose.
—Te veía tan concentrado hablando con Gwen que me pareció de mala educación parar —dijo mientras se limpiaba la comisura de los labios.
Ianto le lanzó una mirada asesina y comenzó a bajarle los pantalones.
—Te vas a enterar –masculló.
Jack se rio y se dejó hacer. Aquello era suuperdivertido.
