A Blair en ocasiones le gustaba evadirse en un pequeño mundo de porcelana donde todo estaba igual, no crecía, no cambiaba, simplemente era como ella siempre lo había visto, bonito, limpio, todo estaba en su lugar siempre que acudía, el paso del tiempo nunca afectaba a nada, pero Blair sabe que eso solo pasa en su maravilloso mundo blanco, porque realmente sabe que en la vida real todo cambia.

Hay veces que esos cambios poco le afectan, es más, apenas los nota, pero otras veces, ese cambio te golpea tan fuerte como una bala, rápida, eficaz, sin tiempo para hacerte la idea o reaccionar. Y por eso Blair muchas noches vuelve a su mundo de porcelana porque es el único sitio donde se siente segura de esos cambios tan peligrosos.

Los sentimientos un arma de doble filo, piensa ella mientras se toma un zumo de naranja esperándolo a él. Siempre había conseguido superar todos los cambios que se la habían hechado encima, las peleas de sus padres, su divorcio, las criticas de la gente, la desaparición de su mejor amiga... Había salido de todos y cada uno de esos golpes, pero la vez que se encontró enfrente de sus sentimientos fue totalmente diferente.

Le ve llegar con su sonrisa arrogante, sus pasos decididos y le acude a la memoria su primer encuentro, la limusina, un lugar apartado del mundo, dos almas que se sienten solas y se arropan una a la otra. En un primer momento no supo identificar todo lo que sentía, simplemente lo confundió con pasión y deseo.

Chuck llega hasta su mesa, se sienta y le hace una pequeña caricia, le dedica una de esas sonrisas, que Blair aprendió que existían hace poco y que la dejan sin respiración y recuerda el miedo que sintió cuando se dio cuenta de lo que de verdad significaban sus sentimientos. El primer cambio grande que tuvo que afrontar, aceptar que estaba enamorada del estúpido de Chuck y en esos momentos se sentía tan confusa, una parte de ella quería estar con él, sabía de alguna manera que ese extraño sentimiento era mutuo, pero por otra parte le conocía desde siempre, sabía como de capullo podía ser, y no quería ser la única que saliese herida.

Chuck la mira, tomándose su tiempo, ha descubierto que cada día descubre alguna cosa nueva de ella, y le gusta, porque eso la hace más especial, la ve en su mundo otra vez, sabe que le pasa a menudo, y nunca la dice nada porque sabe que allí ella se siente única y perfecta, algún día le gustaría saber que también se siente así en el mundo real que ya no necesita irse a algún lugar en su mente para poder seguir adelante.

Blair por fin sale de su ensimismamiento, lentamente dándose cuenta de donde está y ve esos preciosos ojos color castaño mirándola, y sonríe, porque aunque sabe que en un momento sufrió mucho, y el cambio que estaba sufriendo su vida la asustaba demasiado, al final todo había salido bien, no por eso olvidaba, que todos los cambios no son buenos pero tampoco malos solo hay que saberlos afrontar y seguir adelante sin temer a lo que venga.

Y cuando se levanta de la mesa y Chuck la sigue, colocando un brazo por su cintura, por fin se siente en su casa, en su propio mundo. En este nuevo, las cosas siguen cambiando, no son de exquisita porcelana, pero al menos tiene algo en lo que apoyarse, y caminando por el Central Park, susurra algo que ya todo el mundo sabe, pero que a ella la gusta recordar.

- Te quiero Chuck.



Un pequeño homenaje a la frase más caracterista de esta loca pareja.
ThreeWordsEightLetters.

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