House sabía que ella no tardaría en aparecer por la puerta de su oficina. Hacía más de media hora que él debería haber acudido a su cita semanal con la mujer pero había preferido quedarse sentado en su sillón, calculando el tiempo que ella tardaría en desesperarse y acudir en su busca.
Cuddy no se hizo esperar. House acababa de conectar el ordenador para entretenerse con una partida de dardos virtual, cuando la mujer empujó la puerta de cristal.
-Es tarde.
-Lo sé.
-¿Por qué no has venido a mi oficina?
-Porno-dijo él señalando la pantalla de su ordenador.
-House, por enésima vez, si no te apetece hacer esto, dilo y no me hagas...
-Dame.
Él se puso en pie y ella le entregó la jeringuilla y el frasco que traía ocultos en la palma de la mano.
-Date la vuelta.
Como tantas otras veces, ella le dio la espalda y, tras subirse la falda, apoyó la mano en el escritorio del hombre para mantener el equilibrio mientras él le desinfectaba la zona que iba a inyectar con un algodón empapado en alcohol.
Cuddy se colocó la ropa, le dio las gracias y salió de su oficina.
Él volvió a sentarse delante de su ordenador. Cuddy llevaba casi siete meses sometiéndose al tratamiento de fertilidad pero parecía no estar obteniendo resultados. Pese a que la mujer no le contaba nada, él había hecho unas cuantas indagaciones y había descubierto que había conseguido quedarse embarazada cuatro meses atrás pero lo había perdido a las pocas semanas. Había intentado la inseminación artificial otras dos veces pero ambas habían fracasado.
Cuando bajó al parking a buscar su moto, ella seguía allí. Aunque sólo estaban encendidas las luces de emergencia, pudo distinguir la silueta de la mujer dentro de su sedán negro.
Pensó en seguir adelante y fingir que no la veía pero lo cierto es que no tenía nada que hacer esa noche y pensó que podría entretenerse un rato.
Cuddy pegó un respingo cuando él abrió la puerta del coche y se sentó a su lado sin pedir permiso.
-¿Qué haces? Ya me iba.
-¿Estás segura? Hace casi media hora que saliste de mi oficina. Llevas aquí un rato.
-No más de cinco minutos. He estado haciendo otras cosas.
-Cinco minutos dentro de un garaje oscuro es sinónimo de pensamientos profundos. Aunque en tu caso puede que pensamientos profundos signifique que le estás dando vueltas al número de tiendas de la ciudad que han dejado de vender tus marcas favoritas.
-¿Se te ha estropeado la moto? ¿Quieres que te lleve?
-Sé por qué estás en modo pensamientos profundos.
-Cómo no.
-Has vuelto a citarte con Wilson.
-¿Cómo lo sabes?
-Le registro el móvil. Todos los días. Varias veces.
-No tiene nada de malo salir a tomar algo con un compañero de trabajo.
-No es tu compañero, es tu subordinado y no salisteis a tomar algo. Fuisteis a cenar al Herzog.
-Sigue sin tener nada de malo.
-Es un restaurante de lujo, privado y romántico. Reservaste una mesa en un rincón, lo más alejada posible del resto.
-¿Fuiste a espiarnos?
-Sí. Y además de eso, comprobé la reserva con el maitre haciéndome pasar por tu cita. Lo único que exigiste fue privacidad.
-House, no sé a qué viene todo esto...
-O bien te estás intentando tirar a Wilson o bien te has vuelto a plantear que sea tu donante. Y puesto que sé a ciencia cierta que no te lo estás tirando...
Cuddy miró al frente y permaneció en silencio apretando los labios. House sabía que era totalmente reacia a hablar de asuntos privados.
-No ha rechazado tu propuesta-continuó House ignorando completamente la reacción de ella.-Y no lo ha hecho porque no le has propuesto absolutamente nada.
-Y sabes que no se lo he propuesto porque durante todos estos días se ha comportado de manera normal. No lo has visto comerse las uñas hasta los nudillos, ni tomarse una sopa de ansiolíticos cada mañana.
-Exacto. Sé que se quedó en una simple cena. Igual que la otra vez.
-No he podido pedírselo. ¿Y qué? ¿Piensas seguir aquí hasta que te describa en qué consistía cada plato del menú?
-No hace falta. Lo sé. La cuestión es por qué no te atreviste a preguntárselo. Es la segunda vez que te citas con Wilson para pedirle que sea tu donante y la segunda que te acobardas.
-Los donantes anónimos siguen siendo la mejor opción.
-Y decidiste eso en mitad de la cena...
-Decidí que no puedo implicarlo. Si accede lo hará por hacerme un favor. Pero conozco a Wilson. Sé que no sería capaz de desvincularse. Y no quiero eso.
-Ya ya ya. Así que persigues al típico buen chico porque sabes que sería sensible y comprensivo durante todo el proceso pero después pretendes que sea capaz de mantenerse al margen y dejarte en paz una vez que consigas lo que quieres.
-Por eso decidí que no era una buena idea. ¿O te vas a burlar de mí porque di marcha atrás a tiempo?
-O te buscas un donante anónimo o te buscas un cabrón.
-Voy a seguir probando con donantes anónimos
-No te está yendo nada bien con ellos. O los tipos que escoges tienen espermatozoides paralíticos o la naturaleza es realmente sabia y te ha proporcionado un cuerpo no apto para la reproducción.
-¿Sabia?
-Seamos sinceros, Cuddy. Lo más probable es que no consigas volver a quedarte embarazada. Y si lo consigues, el embarazo no llegará a término. Y si llega a término, serás una mala madre.
-House...
-¿Qué?
-Eres un cabrón.
-Ya, bueno...nadie es perfecto.
-Sal de mi coche.
-Como quieras, "jefa". Que sueñes con muchos bebés gorditos, egoístas y repelentes.
-Buenas noches House.
