Aviso: Este fic, estara basado en el romance de la mitologia clasica: Apolo y Dafne
Los personajes de Candy Candy no me pertenecen
¿Por qué los seres humanos no pueden escapar de la influencia de Dios? ¿Por qué los dioses siempre han tratado de contactar con el ser humano? El mundo de los seres humanos todavía desconoce la verdad de las consecuencias originadas por las acciones de los dioses.
Podemos encontrar cuatro dimensiones. Los dioses que se encuentran en la cuarta, la más elevadas muy raramente contactan son los seres humanos, en el mundo de la vida. Entonces, ¿Cuál es la verdadera identidad de los dioses que han contactado con seres humanos hasta ahora?
En el mundo de los seres humanos, aquel que sea contactado o que reciba en él un dios es de lo más desafortunado y se convierte en el origen que arruinara su futuro.
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo estaban;
los blancos pies en tierra hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Apolo y Dafne. Garcilaso de la Vega, soneto XIII
El campo elíseo, un lugar majestuoso casi artístico, lleno de alegría donde las nubes descansaban y el sol dejaba ver sus rayos dorados. Esa, la cuarta dimensión y hogar de los dioses, aquellos bellos y majestuosos seres inmortales, infinitos, dotados de una gran inteligencia y de vida fácil, puesto que para un dios nada es imposible.
De todos esos seres destacaban de singular manera dos clanes, de estos cada una de las familias estaba dotada por un don en específico:
Los Andrew con la música
Los Grandchester como heraldos, esas habilidades para el habla, la oración, elocuentes generales y oradores públicos en las asambleas.
Aunque estas familias trataban negocios juntos… jamás entablaron buenas relaciones en especial entre los jóvenes, llevados por las emociones, energía y el vigor de aquellas nuevas vidas que recién comenzaban.
Anthony, conocido como "Anton" dios de la belleza, el equilibrio, la razón y la armonía, patrón de la música y la poesía. Temido por los otros dioses, solo su furia podía ser contenida por el patriarca del clan Andrew "Albert" y jefe de las diosas de la inspiración.
Aquel glorioso Dios se encontraba al borde del extremo aburrimiento, sus llamadas "diosas de la inspiración" después de un rato de "jugar" con ellas aburrían… eran… tan planas y simples hechas con la única función de satisfacerlo e intentar que siguiera con su música.
-Tsk… aburrido-
Se encontraba recostado en la verde y fresca hierba del campo elíseo mientras mordisqueaba una pequeña rama, mientras pensaba en encontrar un nuevo juguete para poder divertirse y alejarse de esos momentos de "aburrimiento" a los cuales no estaba acostumbrado.
-¡Anthony! ¡Anthony! ¿qué haces allí acostado? ¡Tienes que ver un nuevo descubrimiento!-
Se trataba de su primo Stear, dios de la inteligencia, justicia y estrategia. A decir verdad él y su primo eran muy diferentes, pero les tenía un cariño muy especial a él y su hermano Archibald. Hacían un trío muy "tentador" para algunas diosas.
-¡Pero si eres tu Stear! ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta prisa? Debe de ser de nuevo alguno de tus tontos inventos que no sirven nada más que para sacarle un ojo a alguien- Contesto el rubio de cuerpo fornido mientras se recargaba en un brazo.
- Jajaja, no mi querido Anthony, nada de eso. Es algo que te va a gustar ¿sabes? Conozco tus gustos y debilidades, primo-
Anton soltó un suspiro de resignación y se levanto de manera muy lenta de la hierba, una sonrisa apareció en su galante rostro y le respondió a su querido primo: -Muy bien, Stear. Si es algo que consideras que llamara mi atención estoy más que puesto, aquí es muy aburrido ¿entiendes?-
El moreno le sonrío a su primo, y recordó que desde hace tiempo, sus "queridas" diosas de la inspiración ya no eran suficiente para entretener a su primo y había estado un poco insoportable.
Juntos caminaron por un par de minutos, pasando por arboles, riachuelos, caminos angostos hasta llegar a donde topaban las nubes y surgían los rayos del dorado sol.
Sentado sobre una piedra se encontraba Archibald, dios del amor y el sexo, bastante impaciente, esperando la llegada de su primo y hermano.
-¿Por qué tardaron tanto? ¡Casi no queda tiempo! Se me puede ir en cualquier momento mi nuevo juguete- Respondió el castaño con una irritación irracional en su voz masculina.
-Perdona, Archie… yo retrase a Stear, pero ya estoy aquí. ¿Qué es eso tan urgente debo ver?-
- Asómense los dos por aquí… al mundo de los sucios humanos-
Los tres dioses se asomaron por aquel acantilado que dejaba ver el mundo de los seres mortales, pequeñas y despreciables criaturas llevadas por el odio, la codicia y envidia.
Pero, sin embargo Anthony no esperaba ver aquello…
Una hermosa doncella de piel nívea, cabello rubio como el sol, el cual llegaba hasta su cintura, ojos verdes y una particular sonrisa. Se encontraba desnuda, bañándose en aquel río de aguas claras mientras jugueteaba salpicando agua. La juventud, energía y pureza expedían de aquella rubia, su cuerpo con bien formadas curvas y firmes pechos. El único defecto que le podían encontrar a esa hermosa criatura eran unas graciosas pecas por su nariz y mejillas.
¿Era una ninfa? Ninguno de los tres se explico el porqué tan hermosa criatura era una mortal, una vil y despreciable mortal… pero tan hermosa…, ninguna de las diosas del campo elíseo podía ser comparada con aquella rubia.
-¿No es absolutamente exquisita? Dijo Archie el menor del trío, mientras se lamía un poco los labios.
- Pues debo de decir, hermano que ahora si encontraste una joya- comentó Stear con algo de rubor en su rostro.
-¿Anthony? Estas muy callado… ¡Anda! Dinos que piensas de aquella mortal- Archie estaba perdiendo la paciencia al ver al mayor de ellos estar inmóvil como una piedra.
-Bueno… es que… es absolutamente exquisita, como bien lo dijo Stear, una joya ¡No! Una obra de arte- Dijo el rubio con sus ojos azul cielo clavados en aquella extraña mujer la cual se encontraba muy entretenida con el agua y asustando a uno que otro pececillo.
-¿mmmh? ¿Será acaso que mi querido primo Anthony ha caído rendido a la belleza de mi nuevo juguete?- con un tono bastante irónico Archie soltó esas palabras mientras observaba la reacción de su primo
Anthony se levantó de golpe y con los puños apretados y una furia irracional le grito a su primo: -¡No estés diciendo estupideces, Archie! y escucha una cosa más ¡No quiero que la llames tu juguete y por ningún motivo te atrevas a tocarla y a mancillarla!-
-Pero…- Respondió Archie con un tono casi inaudible
Sus dos primos se encontraron sorprendidos ante la reacción de su primo, en ningún momento esperaron que esa joven lo atrajera y menos que le ocasionara un instinto de sobreprotección
-Nada de "peros" Archie ¡Y dejen de estarla mirando! No es propio de un caballero- Dijo mientras lentamente se retiraba de aquel lugar
-¡Maldita sea, Anthony! Es mi naturaleza verme atraído hacia las mujeres y más a tan hermosas como ella- dijo Archie de manera muy desesperada por la reciente advertencia de su querido primo. Después de unos segundos logro recuperar su calma y vio que su hermano estaba pensativo.
-¿y a ti qué te pasa? No me digas que también te sientes atraído por mi nuevo jugu…. Ejemm… la chica-
- No Archie, no es nada de eso, es verdad que es muy hermosa pero ¿Sabes querido hermano? a pesar de la reacción que acaba de mostrar nuestro querido primo, Anthony es la primera vez que lo veo tan feliz ¿no crees?-
El hombre de pelo castaño solo movió la cabeza en señal de afirmación, mientras siguieron avanzando a paso firme intentado alcanzar a su primo.
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-¡Anthony!- Las voces molestas de las diosas de la inspiración aclamaban la llegada de su jefe.
Él no respondió su saludo, puesto que continuo caminando hasta apartarse un poco y llegar a un pequeño sofá, se sentó con pesadez en él y agarro su arpa comenzando a componer canciones nunca antes escuchadas y mucho menos imaginadas.
-Es muy hermosa esa tonada, querido-
Anthony la miro con cierto recelo y asintió sin dirigirle ninguna palabra.
-Vamos ¿por qué esa cara conmigo? ¿No he sido siempre tu favorita?- protesto la mujer mientras se sentaba en las piernas de él quedando frente a frente. No paso ni un segundo para que ella tomara el arpa de sus manos y la dejara en la mesita que estaba junto a ellos.
-¿No quieres divertirte un rato, querido? Puedo darte lo que te gusta- dijo está mientras se abría un poco más el escote para provocar al rubio.
-No, Elisa hoy no estoy de humor, así que hazme el favor de moverte- Sus ojos de hielo se encontraron con los de Elisa, quien inmediato se bajo de su regazo enojada y restregando sus dientes.
La mujer de perlo rojizo salió de su vista con una furia incontenible ¿Pero qué le pasaba a este? ¿Quién se creía para rechazarla de esa manera? Se apresuro a llegar a donde se encontraban las otras diosas sentadas, pintando y alguna que otra cantando.
-¡Señorita Elisa! ¿Anthony le pudo decir por qué se encuentra mal el día de hoy?- comento una de las chicas acercándose a hablar con ella "la favorita"
-¡Silencio, estúpida! Si algo le aqueja, no es de nuestra incumbencia así que ponte a pensar en algo que lo pueda inspirar ¿escuchaste?-
-…. Sí señorita, disculpe-
Elisa estaba desesperada, hace ya tiempo que Anthony no la volteaba a ver. Había hecho todo lo posible para atraerlo nuevamente, pero nada había funcionado y se negaba a creer que el ya se había aburrido de ella… pues era nada más lo que eso ¿no? Casi un objeto para inspirarlo.
-¡no! no me puede pasar esto, el será mío, siempre mío… no puede… ¡no!- Elisa jamás lo permitiría, nadie en su vida la había rechazado ni una maldita vez y esta no sería la primera
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Anthony por su parte se había retirado a su habitación y se dejo caer en su suave y mullida cama con sabanas blancas de seda.
No sabía qué hacer, toda la tarde había estado pensando en esa mujer, si esa… la de ojos esmeraldas, largos y hermosos cabellos dorados, suave sonrisa y… ¡que curvas! Era un ejemplar, como para pintarla en lienzo.
Un leve sonrojo se apodero de la cara del dios rubio -¡caray! En verdad era perfecta-
Al pensar en sus curvas, sensaciones comenzaban a erizar su piel, sí las conocía bastante bien… partes de su cuerpo que deseaban ser atendidas, el estuvo a punto de caer en la tentación, de hacerse feliz el mismo, pero se detuvo.-Ella es muy pura, no merece que piense en ella de esta forma tan pasional-
Reflexionando un poco el joven y apuesto dios se calmo, pero una cosa si no pudo olvidar o… sus ojos esmeraldas, tan bellos como los de su madre…jamás los olvidaría, los había visto una vez y ahora deseaba observarlos para toda la eternidad.
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El patriarca del clan William Albert Andrew, dios protector de muchas ciudades conocido especialmente por su benevolencia, acostumbraba a escuchar y ver como hacían las plegarias los mortales en su templo … y a veces cuando no se enterara nadie los ayudaba, pero había una razón en especifico de por qué todos los días a la misma hora escuchaba esos rezos.
Esa chiquilla que desde la primera vez que la vio le había robado su corazón de dios. Una rubia no muy alta de estatura, pecosa y de ojos verdes le iba a rezar con devoción día tras día a la misma hora.
¿Por quién rezaba? Siempre por la protección de sus padres adoptivos, su hermano Tom, a veces personas que no gozaban de buena salud, preocupaciones personales y pedía perdón por una que otra travesurilla que realizaba muy de vez en cuando.
Albert sonría complacido por las suplicas de la chica, debía decir que entre todos los mortales ella era su favorita.
-Muy bien, pequeña. Tus plegarias son escuchadas y concedidas como siempre-
Observo desde el campo de elíseo como la rubia una vez terminadas su oraciones se retiraba de templo fuera de la vista de él, dejando al patriarca un tanto triste siempre que se marchaba.
-¡Tío! Así que aquí estas-
-Anthony ¿qué pasa? ¿Hay algo urgente de lo que quieras tratar conmigo?- Pregunto el patriarca mirando atentamente a su sobrino.
-Emm pues… tengo una duda sobre los mortales- Dijo el chico mientras mil colores se le subían al rostro.
-¿Por qué me haces esa pregunta, Anthony? ¿Acaso te has encaprichado de una mortal? Jajaja- el patriarca del plan estaba muy divertido por las reacciones que estaba teniendo Anthony ante su pregunta.
-¡No! ¿por qué lo dices? Stear y Archie te comentaron algo?
-Tranquilo, tranquilo… yo mismo llegue a esa conclusión. Lo único que quiero saber es ¿Quién es la afortunada que ha hecho que mi sobrino suspire?-
Los ojos de Anthony se abrieron de la sorpresa -¿Por qué su tío siempre tenía que ser tan acertado?- Respiro un poco de aire para contestarle…
-Pues verás tío, aún no la conozco…, pero deseo poder acercarme a ella ¿sabes?-
William Albert entendía a la perfección la reacción de su sobrino, pues el también tenía una mortal la cual no se podía sacar de la cabeza. Se quedo pensativo un momento y le contestó.
-Tienes permiso para acercarte a ella, Anthony… pero escúchame bien solo la podrás ver una vez al mes y sin revelarle tu verdadera identidad… ¿trato hecho?- dijo el patriarca mientras la extendía la mano a su sobrino.
Anthony de inmediato tomo la mano de su tío cerrando el trato, le sonrío como nunca antes y respondió: -Hecho, querido tío-
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Candy candy fans!
les traigo a ustedes una nueva historia, espero que sea de su agrado.
Cualquier critica o queja serán tomadas en cuenta
(Nota adicional: No se deben preocupar por nuestro querido Terry, este ya aperecera en los proximos episodios y no es un villano, solo un poco egoista e impulsivo. )
Un beso a todas mis queridas lectoras.
DanielleCatBall
