Hermanos…
-Ahhhh, tonta Shura ¿De verdad tengo que hacer esto?- se preguntaba Rin en voz alta mientras iba de una lado a otro de la habitación con los ojos vendados palpando las paredes para no chocar, pues según Shura ese era su entrenamiento para desarrollar sus instintos… si claro, seguro la exorcista solo se estaba burlando de él.
-¡auch!- gritó el adolescente cuando el dedo meñique de su pie chocó con la esquina de su cama. Con unas pequeñas lagrimas saliendo de sus ojos se mordió la lengua para no recitar todas y cada una de las groserías que sabía.
-hermano ¿qué haces?- preguntó Yukio entrando al cuarto y viendo a su hermano cojeando gracias al dolor en su dedito mientras tenía los ojos tapados.
-entrenando- respondió Rin con la voz cortada, Yukio arqueó una ceja, estaba casi seguro de que la idea había sido de Shura.
-mejor ve a dormir ya esta tarde y mañana hay clases- le aconsejó el menor quitándose el pesado abrigo que lo identificaba como exorcista
-¡no! Tengo que poder caminar sin chocar- pero el escritorio se interpuso en su camino –¡maldición!- gritó enfadado cambiando de dirección pero en segundos tropezó con un zapato
-cuidado- le dijo Yukio tomándolo de la mano antes de que su hermano cayera al piso.
-gracias, eso estuvo cerca- agradeció Rin sonriendo, Yukio miró al mayor por un momento y después notó que aun estaba tomando su mano ¿Hace cuanto tiempo que no lo hacía? De niños todo el tiempo tenían las manos entrelazadas.
Casi como un reflejo acercó a Rin a él y lo abrazó
-¿Yukio?- preguntó Rin sintiendo como su gemelo escondía su rostro en su cuello, el cabello del menor le hacía cosquillas en el oído y la respiración tibia de su hermano chocaba en su piel.
Rin iba a quitarse la venda de los ojos pero…
-no te la quites… déjame estar así un momento- le pidió Yukio estrechando el abrazo, para su sorpresa Rin hizo caso y no dijo nada.
Después de muchos años Yukio volvía a sentir que Rin era solo suyo. Últimamente se había sentido algo desplazado, desde que su hermano había comenzado sus estudios como exorcista este siempre estaba rodeado de gente… alejándose con pequeños pasos de él, tan diferente de cuando eran unos chiquillos.
Rin solía ser un desastre, gracias a ello no tenía amigos por eso siempre estaba con Yukio, solo ellos dos… siempre…
Yukio se dio cuenta de lo cruel de aquel pensamiento ¿Acaso quería que su hermano estuviera solo de nuevo? Si, lo deseaba, así nadie se le acercaría, ni lo tocaría ni lo querría como él… ah… eso estaba mal, ese "cariño" estaba mal.
Sin darse cuenta su boca se desvió al cuello de Rin, sus labios rozaron la piel del mayor y sintió como el cuerpo de su consanguíneo se estremecía muy ligeramente entre sus brazos. Sus manos pasaron de la espalda del joven demonio a su cintura tan lentamente que el otro ni siquiera se percató.
Aquello era incorrecto pero al parecer la pierna que se infiltraba entre las de su hermano no pensaba lo mismo.
-Yukio ¿qué haces?- preguntó Rin sintiendo la boca del menor llegando a su oreja y las manos escurridizas colándose bajo su camisa.
-nada- respondió con voz embelesada el de lentes
-¿Cómo que nada?- preguntó molesto Rin quitándose la venda sin embrago justo al instante Yukio le cubrió los ojos, no quería que el mayor viera esa penosa parte de él.
El cuerpo de Rin se tensó por completo cuando de pronto sintió el aliento de Yukio contra sus labios al mismo tiempo en que este pegaba más sus cuerpos.
-Yu… kio- llamó Rin al momento de percibir los dedos de su gemelo acariciar su cola provocándole un escalofrío que le recorrió la columna vertebral.
Pero antes de que aquella extraña y confusa situación continuara el teléfono de Yukio sonó. El menor se separó al instante y salió del cuarto para contestar; sin dar explicaciones dejó a Rin algo confundido y sonrojado.
