¡Hola!

He resucitado, sí señores, y ha sido para abrir este hilo de historias cortas. Algunas son viñetas basadas en una palabra de 30vicios, que escribí hace ya tiempo (como por ejemplo este primero) y otras son nuevas, fruto de algo de tiempo libre o una clase muy aburrida. No tengo límite de viñetas ni un plazo de tiempo así que, take it easy. Por lo demás, espero que os guste, y que me lo hagáis saber o me digáis que es un asco y estaría mejor por ahí, comiendo patatas fritas con chocolate (esta es la parte en la que le echo morro, por si no lo habíais notado xD).

Gracias.

Kira


1 - Lily/James

- Dios, esto es insoportable – se quejó Lily, tirándose en el césped junto al lago – Y todavía tenemos que hacer el examen de Historia de la Magia. ¡Esa aula es un asadero!

Remus la miró y esbozó una sonrisa divertida. A Lily le daban neuras por etapas en época de exámenes. Ese día, tocaba el calor, que, aunque hacía mucho, tampoco era para ponerse así de tensa. El chico se aflojó la corbata del uniforme y desperdigó todos sus apuntes por el césped.

A su alrededor, un montón de grupos de estudiantes, todos más pequeños, disfrutaban de unos minutos de paz tras la comida, justo antes de tener que marcharse a seguir estudiando. Ellos dos, en cambio, habían decidido que ese día no pasarían ni un minuto más dentro del castillo y se habían llevado el trabajo a los terrenos. Pensaban pasarse toda la tarde estudiando allí.

Lily se quitó la túnica y se abanicó con una mano. Era el primer día del curso que ya no llevaba medias con el uniforme, y eso que ella solía ser bastante friolera con ese tema en particular, pero es que hacía un calor fuera de lo normal. Se tumbó sobre la túnica y cerró los ojos durante unos segundos.

- ¿Podemos descansar un poco? – pidió ella con voz débil.

- Claro, como quieras. No me apetece lo más mínimo ponerme a memorizar cosas ahora.

Remus se echó hacia atrás y se apoyó sobre los codos. Miró por unos momentos a Lily sin molestarse en disimular, ya que ella no podía verle. Había cambiado mucho en los últimos años. Lo que dos años atrás, a esas alturas, habrían sido las piernas de una niña de coletas pelirrojas, ahora eran las piernas de una jovencita de melena pelirroja. Unas piernas finas y atractivas.

No es que a Remus le gustase Lily, ni la viese como una posible conquista, como le pasaba con otras chicas, pero no podía negar que era tremendamente atractiva. No lo hacía aposta, pero era algo tan natural en ella como sus ojos verdes.

También estaban sus pecas. Hasta ellas habían dejado de ser motivo de queja por parte de la pelirroja para pasar a ser algo más. Si Lily supiera cuántas noches había pasado James pensando en qué sitios tendría más pecas…

Y hablando del rey de Roma.

- Hola amor mío. Hola Moony – saludó una voz familiar, y un chico de gafas y pelo revuelto se dejó caer al lado de Remus.

- Preciosa – se les unió otro chico, moreno y de ojos grises, tremendamente guapo y que hizo suspirar a un grupito de niñas de tercero con tan solo una sonrisa – Bonitas piernas – halagó.

Lily abrió los ojos y se enderezó un poco sobre sus codos, mirando a James Potter y Sirius Black como si acabase de despertar.

- ¿No hace un calor horrible? – fue todo lo que dijo, resoplando un poco.

Sirius sonrió de medio.

- ¿Sabes? Tienes razón – dijo, y empezó a quitarse la corbata. Después, se desabrochó la camisa, se quitó zapatos y calcetines y metió los pies al lago.

Se giró hacia sus amigos:

Remus negaba con la cabeza, como si toda esperanza acerca de él le hubiese abandonado.

James había puesto los ojos en blanco y ahora miraba a Lily.

La pelirroja tenía una sonrisa inevitable en el rostro.

- Eres un exhibicionista – fue todo lo que dijo, divertida.

Sirius le guiñó un ojo y se giró para sonreír a otro grupo de ravenclaws que prácticamente iban a resbalarse en su propia baba si seguían mirándole cinco minutos más. Lily se giró hacia James. Últimamente estaban logrando evitar las discusiones y los gritos, lo que viniendo de ellos era un gran avance.

- ¿Cómo te ha ido con Encantamientos¿Sirvieron de algo las cosas que te dije ayer por la noche?

James sonrió. No le gustaba nada ver lo bien que se llevaban Sirius y Lily. De hecho, Lily siempre se había llevado mejor con sus otros tres amigos Merodeadores (Peter en esos momentos estaba revisando un trabajo con McGonagall) que con él, y el pobre chico no acababa de entenderlo. Por eso fue feliz cuando recuperó la atención perdida.

- De mucho. Gracias, Lily – dijo, mirándola fijamente.

La pelirroja le devolvió la sonrisa y apartó la mirada. Ahora hacía todavía más calor. Se sentó del todo y se desabrochó los primeros botones de la camisa. Luego se arremangó las mangas también.

No se dio cuenta de que lo que James había empezado como un mírala a los ojos ahora había pasado a se un "cuidado, no la mires a los…". Bueno, se capta la idea. A él también le dio más calor y acabó por hacer como Sirius, sólo que en vez de quedarse sentado en la orilla, se tumbó hacia atrás. Que su cabeza quedase justo encima del regazo de Lily no tuvo nada que ver en que lo encontrase mucho más cómodo.

Por su parte, Sirius y Remus cruzaron una mirada. El primero había cogido un pergamino del montón de su amigo licántropo y, a una señal de éste, lo dejó caer sin querer en el agua.

- ¡Padfoot, eres un desastre! – exclamó Remus, enfadado.

- ¡Ha sido sin querer! – se defendió el aludido, frunciendo el entrecejo – Si quieres, coges mis apuntes y punto. Yo no los necesito – añadió, con arrogancia.

- Pues sí los quiero, vamos a buscarlos. Tengo que repasar.

- ¿Ahora?

- Ahora.

Refunfuñando, Sirius se levantó, recogió sus zapatos y corbata y siguió al Merodeador castaño de vuelta al castillo. James contuvo una sonrisa. Esos dos tenían menos futuro como actores que Snape anunciando champú.

Menos mal que con el estrés y el calor, su pelirroja preferida no parecía muy centrada. Sobre todo porque llevaba ya unos minutos acariciándole el despeinado pelo sin darse cuenta.

- Tienes pecas ahí – señaló el moreno, con una sonrisa.

- ¿Eh?

Por toda respuesta, James apuntó con su dedo índice a la piel del pecho de la chica. Lily levantó una ceja y él se atrevió a posar la punta sobre una de las pecas. Ella continuó mirándolo, sin decir nada más; tenía las mejillas sonrojadas y los grados iban subiendo.

James deslizó el dedo de peca en peca por toda la piel de su escote, sonriendo levemente. Hasta que ella no le pegase una torta, o como mínimo le soltase uno de sus gritos supersónicos, no pensaba detenerse. Ahora empezaba a arrepentirse de no haberse quitado la camisa antes, o haber aprendido a hacer aquel hechizo del aire frío con la varita. Y es que, mientras sus manos actuaban con vida propia, en su mente se iban apareciendo escenas en las que no se detenían donde la camisa cortaba su paso.

Lily continuaba jugueteando con su pelo, enredando sus dedos con mechones negros, aunque ahora el movimiento de había hecho más nervioso e inquieto. La mano de James subió por su pecho, recorrió su clavícula y bajó por su brazo hasta anclarse sobre la de ella.

- Me apetece mucho besarte – murmuró.

Lily se inclinó un poco más sobre él y sus labios se rozaron. Y, después de esa, otra vez. Y ya iban a por la tercera cuando una voz alegre les interrumpió.

- ¡He conseguido que McGonagall me suba las dos décimas que me faltaban! – dijo Peter Pettigrew, justo frente a ellos.

James gruñó algo y Lily sonrió, condescendiente. Se abrochó los tres botones de la camisa que le faltaban y se levantó con cuidado de no hacerle daño a James, que sacó los pies del agua y se enderezó en el suelo. La pelirroja recogió su túnica de la hierba.

- Tengo que irme. Le prometí a Remus que repasaríamos juntos y ya se ha ido sin mí. No quiero que se enfade. Nos vemos por la noche.

Y echó a andar de regreso al castillo, donde esperaba que estuviese un poco más fresco el ambiente y se le bajase el rojo de las mejillas.

Peter miró a James.

- ¿Te encuentras bien? Estás colorado. ¡Hace un calor horrible!

Que se lo dijesen a él…