Hacía tres años que había transformado a Edward pero tras ver que no era capaz de seguir mi dieta, decidió irse y hacer su propia vida. No me preocupé y le dejé ir pues me imaginaba que él volvería
ya que no sería capaz de ir como un nómada por el planeta.
A pesar de ser un vampiro, siempre quise poder ejercer de doctor para ayudar a las personas, por lo que una vez pude saber controlar mis instintos depredadores, empecé a ejercer la profesión.
Me pasaba los días y las horas en el hospital, excepto por las noches, que iba a casa para descansar. No es que los vampiros durmamos, pero sí nos solemos cansar mentalmente, o al menos, a mí me pasaba por pasarme el día conteniendo mi sed.
Vivía en un pueblo donde todo era muy tranquilo. No solían haber accidentes graves ni nada por el estilo. Me encontraba en Columbus, Ohio, donde el tiempo no era muy soleado y me permitía una libre
convivencia con los humanos. La caza no era tampoco complicada ya que el pueblo estaba rodeado de bosques.
Esa noche me hallaba en el hospital ya que uno de los doctores de noche se había puesto enfermo y me habian solicitado para que hiciese su turno. No me importó en absoluto por lo que empecé a hacer mi ronda por el hospital, haciendo visitas a los pacientes
y así comprobando su estado. No obstante, y algo poco habitual en ese lugar, entró una camilla que contenía un cuerpo tapado del todo. Supuse que esa persona estaba muerta, pero algo me distrajo.
El aroma que desprendía el cuerpo me resultaba muy familiar, un aroma que había sentido antes. Mis nervios empezaron a brotar sin yo saber el porqué. Decidí acercarme a los médicos que se ocupaban del cuerpo con una leve sonrisa.

-Yo me ocuparé. El doctor Grase está enfermo y yo me ocupo de su turno

Tras que lo meditasen unos segundos me dieron a firmar los documentos conforme me ocuparía yo de la paciente. La llevé hasta el depósito donde en ese momento no había nadie. Sentía curiosidad de porqué me estaba sintiendo de ese modo.
Destapé el cuerpo con suavidad. Lo que me encontré después me dejó en un estado de shock por unos momentos. Era ella, mi diosa. Su cara con forma de corazón, su cabello color caramelo, sus labios ni muy marcados ni poco. Eran tan hermosa... ¿Qué le habría sucedido?
Sentí como una presión se acumulaba en mi pecho. La simple idea de que alguien pudiese hacerle daño me estaba llenando de ira. Tomé su mano entre las mías. Eran cálidas y suaves. Podía sentir como su corazón iba bajando su ritmo de un modo rápido.
Me debatí en como salvarla, que hacer para que mi diosa saliese de esta, pero tras meditar las soluciones médicas y no hallar solución, solo me quedaba una opción: Tranformarla.

-Perdóname por lo que te voy a hacer.. -susurré cerca de su oído- pero no puedo dejarte morir...

Me acerqué a su cuello lo suficiente para sentir como su olor me daba como una ola sobre mi rostro. Apreté con suavidad la mano de mi amada y le mordí en el cuello. No solo olía bien, sinó, que también sabía de mismo modo.
Mes esforcé por parar y así lo hice. Me aparté de su cuello justoa tiempo de ver como su cuerpo empezó a convulsuionar. Miré hacía la entrada de la sala y cogí en brazos a Esme. No podía quedarme allí los tres días que durara la transformación ya que seguramente nos descubrirían.
Salí a velocidad vampiro hacía la pequeña casa que tenía en el pueblo. No se encontraba muy lejos del hospital, pero lo suficiente como para estar alejada de los humanos.
Al llegar la subí directamente a mi habitación y de ahí la tumbé en mi cama. Aparté con suavidad el mechón de pelo que se le había colocado en su rostro y lo posicioné detrás de su oreja.
La contemplé, no sé el tiempo que estuve de ese modo, solo sé que cuando me percaté de todo, ya era medio día.
Tenía que poner alguna escusa del porqué no iba al hospital por lo que llamé y comuniqué que estaba enfermo con la gripe que había esos días.

-Hospital oHio -escuché decir a la recepcionista-

-Buenos días, llama el doctor Cullen para avisar de que estoy enfermo y no podré asistir estos días, ¿Podría comunicárselo al director? -Fingí toser para sonar más creible que estaba enfermo mientras esperaba respuesta de la recepcionista.

-Doctor Cullen, muy buenos días. Por supuesto, avisaré al director de su ausencia. Descanse y recupérese pronto

-Muchas gracias

Seguidamente colgué y me acerqué a la cama donde Esme estaba aún retorciendose de dolor. Ya quedaba menos y estaba deseando que despertase y poder volverla a mirar a los ojos. No había pensado en como iba a reaccionar tras haberle impedido su suicidio, pero en ese momento me dio absolutamente igual.
Solo tenía claro una cosa: Aquella mujer que me cautivó hacía 10 años, ahora estaba sobre mi cama e iba a hacer todo lo posible para salvarla sin importarme nada más.

Tres días más tarde

Ya habían pasado tres días. Esme ya estaba más pálida. Su cabello había cogido más volumen y sus heridas y hematomas habían desaparecido. Su corazón estaba luchando por sobrevivir, pero iba a ser imposible. Ya solo faltaban varios minutos para que Esme despertase y eso aún me ponía más nervioso y me impacientaba más.

Habían sido varias las ocasiones que había querido besar sus delicados labios mientras iba transformándose, pero eso era poco caballeroso y no digno de mí y de mi forma de ser. Cogí su mano entre las mías una vez más y solo pude hablar de una manera tranquilizadora.

-Todo irá bien...solo un poco más y todo ese infierno pasará... -dije en tono delicado. No sabía si me escucharía o no, pero de se modo me sentía mejor conmigo mismo. Era la segunda vez que hacía algo así y temía que Esme, al igual que Edward, se marchase. No sabía si iba a poder soportar eso pero tampoco iba a poder retenerla en contra de su voluntad.

Pocos minutos después, Esme despertó. Sus ojos eran de un color rojo carmesí y a pesar de que daban un tanto de miedo, se veía hermosa. Observé sus gestos cuando se incorporó y empezó a observar la sala. Supongo que estaría desorientada.

-Esme... -Logré decir en un pequeño susurro a pesar de que sabía que me oiría por nuestro desenvolupado oido.

Ella dirijió la mirada hacía mí y se quedó sorprendida. Miró nuestras manos que aún sostenía y agachó la mirada. No sabía que significaba ese gesto por lo que solté su mano para no incomodarla.

-Doctor Cullen...

Así que se acordaba de mí. ¿Cómo era posible que eso pasase? Habían pasado 10 años y solo nos vimos una vez a causa de que se rompió la pierna al trepar un árbol y caer de él. Sonreí ante el recuerdo, aquél recuerdo que había traido a mi ser un poco de felicidad.

-Sí, así es... -Intenté que mi voz sonase lo más casual posible y que no me temblase. Esbocé una pequeña sonrisa con tal de que cogiera confianza.

-¿Qué ha pasado...? Yo...me tiré por el acantilado...no debería estar...aquí...

¿Por qué había intentado suicidarse una mujer tan hermosa como ella? Tenía unas ganas tremendas de preguntarle, pero no quería presionarla. Si ella quería contarme algo estaba en su derecho, además, ella no era nada para mí... por desgracia.

-Eso no es lo que importa ahora... Debo contarte algo...debo contarte el porqué estás aquí..

Esme alzó la mirada y la fijó en mis ojos. No fui capaz de articular palabra. Me perdí en ellos sumiendome de recuerdos, de sensaciones y sentimientos. ¿Cómo podía amar tanto a esa mujer? Mi diosa, mi hermosa dama, aquella que me robó el corazón y la que, después de tanto tiempo, sigue robándomelo. Conseguí apartar la mirada cuando vi que ella ya no me la sostenía. Evité dar un suspiro y preseguí, ya que ella no había hecho ningún comentario sobre el asunto.

-Verás... puede sonar un tanto subrealista.. pero yo no soy lo que parece... Mi piel pálida, mis ojos dorados, mi baja temperatura... Todo eso son pruebas de lo que soy... Señorita Platt...yo soy un vampiro... -Conseguí decir después de soltar un suspiro. Cogí su mano entre las mías. Ahora ya no tenía esa temperatura de antes, pero seguía teniendo esa suavidad que tanto me gustaba.

-¿Un vampiro...?

-Sí..así es... Yo no podía dejarte morir, Esme.. no podía... y, espero que me perdones por esto... pero..tuve que transformarte... -Agaché la mirada. No sentía arrepentimiento pero tampoco me sentía bien conmigo mismo. Había sido un egoista por segunda vez. Yo no había escogido tener esta vida y yo ya se la había dado a dos. Debería darme asco, odiarme...

Se hizo el silencio durante un buen rato. Ni ella ni yo dijimos nada más. Yo estaba a la espectativa esperando que ella dijese o algo o hiciese algo. Yo si hubiese sido ella, seguramente, hubiese salido corriendo.

-Vaya...un..vampiro... Dr Cullen.. yo... -no le salían las palabras al parecer. Estaba nervioso. ¿Qué iba a decirme? Ahora empezaba a sentir una especie de miedo, si así podía llamarlo- Le agradezco que me haya salvado... no sabe... cuanto me alegra verle de nuevo...

¿Qué? ¿Había oido bien? Estaba empezando a sentir una especie de mareo. ¿Qué quería decir con eso? Si mi corazón latiese, ahora mismo iría a cien por ahora. La emoción inundó todo mi cuerpo. Cada vena congelada de mi cuerpo había sentido una corriente eléctrica. Su voz, sus palabras... habían sido tan hermosas...

-Sé que esto puede sonar muy atrevido por mi parte... pero he de añadir que yo no cazo humanos. Me alimento de la sangre animal y yo podría ayudarte a llevar la misma dieta... Si quieres... bueno, si tú quieres puedes quedarte en mi casa hasta entonces.. Luego ya podrás marcharte si así lo deseas...

Se hizo el silencio. Ahora se me estaba haciendo eterna la espera de una respuesta por su parte. De poder le arrancaría las palabras. Quería escuchar como me decía que quería quedarse... aunque por otra parte, prefería el silencio, ¿Y si se negaba?

-Dr. Cullen... será un placer vivir con usted mientras me enseña a seguir su dieta...

Y no pude decir más. No pude contenerme. Quizá fue un gran error por mi parte, pero me lancé a sus brazos y la abracé con mucha delicadeza. Sé que no le haría daño si la abrazase fuerte, pero para mí era tan delicada, tan jodidamente hermosa que era imposible controlarme. Era la única persona que me hacía sentirme vivo...

Sentí como sus brazos me rodeaban el cuello. Sentí como mi piel se estremecia a su contacto. Podía sentir ese placer de tenerla cerca, junto a mí, algo que había soñado durante tanto tiempo y ahora, se estaba haciendo realidad.

Permanecimos abrazados no sé cuanto tiempo más. No quería abusar de todo eso por lo que me obligué a mí mismo a deshacer el abrazo y así, levantarme de la cama. Había sido una suerte el llamar al hospital y decir que estaba enfermo porqué ahora podría pasar mis días unicamente dedicados a ella.

Espero que les haya gustado. Es mi primer fic pero este solo es el principio. Próximo capítulo entre bien pronto!