Disclaimer: Inuyasha no me pertenece, yo solo recurro a sus personajes como mero entretenimiento y sin ánimos de lucro.

Notas de autor: reto pedido por Madame Morgan en el foro ¡Siéntate! Que espero que sea de su agrado y de las personas que se animen a leerlo, es mi primer fic de este fandom, así que sean bondadosos (?) xD hice lo mejor que pude para plasmar lo pedido, vean que me resultó difícil, pero nadie dijo que todo sería fácil en esta vida.

Review, crítica y sugerencia bienvenidos.


Ese momento incómodo en el que...


l

Naraku tiene un problema.

A veces ese problema puede más que él.

Ese problema es cuando su lado humano se apodera de él y le hace decir cosas estúpidas, dignas de humanos.

Su corazón le hace sentir, desear y añorar.

Hablar...

También habla, por impulso más que por placer.

No le gusta. Pero lo hace.

Él es grande. Brillante. Astuto y un genio malvado.

Pero, también es un semi-demonio.

Por eso odia esos días, en los que su otra mitad le gana.

Aunque ese no es el verdadero problema.

El problema es con quién está hablando.

Kagura...

La única disponible ese día.

ll

Todo se pudre cuando a Naraku le gana su otra mitad.

Es dolorosamente patético. Tan cruel y sin sentido, que cae en lo absurdo.

Ella, Kagura. —De naturaleza libre como el aire— se encuentra atada, completamente, al odioso de Naraku —del cual solo recibe órdenes—. Y por obligación y para que no estruje cruelmente su corazón, tiene que acatar, a su manera, pero de que las cumple, las cumple.

Su vida hasta ahí; obligada a ser sirvienta —por eso de recibir órdenes—. No le gusta, pero se aguanta, aunque no pierde la esperanza de librarse de Naraku.

¿Su consuelo?

Sus pensamientos.

Si ella no puede volar cuando quiere, porque quiere y hacia donde se le pega la gana, tal y como un ave. Se consuela con poder pensar, porque en su pensamiento ella es libre.

O eso cree ella... Hasta ese día en el que Naraku, el desgraciado, osa en meterse en sus pensamientos.

Y no se refiere a esos pensamientos que tiene cuando busca una forma de traicionarlo para ser libre.

No. No son esos.

Son otra clase de pensamientos.

No le basta con mandarla a todos lados, con presionar su corazón en forma de amenaza. No, ahora también tiene que pasar por ello...

¿Ahora qué?

¿Brindar por ese momento incómodo en el que a Naraku le pega su lado humano y varonil?

¡DESGRACIADO!

lll

La ve.

Tiene esa mirada de fastidio, la misma que pone cuando la manda hacer algo. De seguro cubre su boca para que no pueda leer sus maldiciones.

Da igual. Sabe que lo maldice.

—Kagura.

¿Ahora qué?

—¿Naraku? —pregunta algo burlona.

Y como premio oprime, literalmente su corazón. Es leve, pero el movimiento es lo suficiente para hacerla remover y lamentarse por ello.

Kagura pretende reírse de él, por lo que le contó de Kikyou.

—Es este estúpido corazón de humano.

Porque aún en él hay sentimientos de amor para la sacerdotisa. Esos sentimientos llegaron al punto de controlarlo porque...

Necesitan ser expresados.

Y que alguien los escuche.

Y ese alguien, es Kagura.

Quiera o no. Él la manda.

Está en su jaula. No la dejará volar.

Tiene que escuchar todo lo que tenga que decir. Esas cosas a veces le pasan, no con ella como testigo, pero pasan.

—Podrás volar toda la noche por donde te plazca si escuchas esto.

Es ridículo hacer ese tipos negocios con una extensión suya. A lo que llega su estúpida necesidad.

lV

Es ahí cuando presta más atención y trata de no burlarse tan descaradamente.

Naraku tan susceptible, no es cosa de todos los días. El trato le conviene, por ende tiene que hacer todo de su parte para salir ganando.

¿Qué más puede salir de boca de Naraku? ¡Ya nada le asusta!

Puede con eso... O eso cree.

Oír para volar.

Y reír cuando estuviera lejos.

—¿Y dime Naraku? ¿Qué más con Kikyou?

Finge interés. Entre más rápido hable, más pronto se largará de ahí.

Naraku sonríe con cinismo. Luego niega moviendo la cabeza de un lado a otro.

La conversación se hará a su ritmo. Como él quisiera.

El gran Naraku, siempre tiene que tener el poder de todo lo que girase a su alrededor.

En la palma de su mano reposa el corazón de Kagura. Tamborilea sus dedos en él, vacila en castigarla o no.

Disfruta la cara de angustia de la afectada.

Punto para Naraku.

V

Ni porque él es el verdadero necesitado, muestra piedad o compasión.

Para qué la obliga a oír, sino puede hablar.

Tampoco puede hacerse la loca. Tiene que escucharlo a fuerzas.

Es un maldito.

—Kikyou nunca me quiso.

Puede percibir el tono nostálgico en sus palabras.

Ella está fastidiada.

Se dedica a observar a Naraku por un buen rato.

Mueca de hastío y de superioridad. Mirada melancólica y malévola. Rígido siempre está, esa no es diferencia. Antipático es todos los días.

Ni tan diferente es cuando es más humano que otra cosa.

Kikyou esto. Kikyou lo otro. ¿Qué tanto tiene esa mujer que solo era barro y huesos?

—A veces los hombres tenemos necesidades.

Kagura abre por completo sus ojos y siente arder toda su cara.

¿Hay dicho hombres?, ¿Necesidades?

Ahora el que tiene la cara de angustia es Naraku, la de ella era de total espanto.

Subirá el tono.

¿Ahora también quiere dominar sus pensamientos?

Una pregunta se cruza por la mente de Kagura.

—¿Te estás volviendo loco? ¿O de tanto absorber monstruos ya te hizo daño?

Vl

Nota mental: presiona el corazón de Kagura a son de castigo.

Nota mental: ten cuidado porque la única de tus extensiones que está ahí.

—Tú también las debes de tener aunque seas solo una triste extensión que puede morir ahora mismo.

Siempre le gana. La mira desafiante.

Kagura se tiene que callar.

Sonríe triunfal. Es tan bueno tener todo bajo su control.

—Ojalá que así pudieras controlar tus necesidades o tu corazón.

Punto para Kagura.

Si Naraku en realidad pudiese controlar todo, también lo haría con sus 'necesidades'. Sabe que no la matará en esos momentos, por lo mismo; él la necesita. Quiere hablar y para su desgracia ella es la única que está ahí.

—Bien, ¿Vas a seguir hablando? —en automático se arrepiente de cuestionar eso.

¿Desde cuándo la conversación empieza a ser liderada por Kagura?

—Kagura.

La aludida alza su vista para encontrarse con la mirada de Naraku. Se está ahogando con su propio miasma.

—Acariciar... —no fue capaz de completar la frase, espera ser entendido.

Y claro que lo es. La lujuria de Naraku es palpable hasta con el más distraído.

Vll

Primero soporta el lloriqueo por no ser correspondido. En esos momentos el corazón de Onigumo domina a Naraku, por eso tanto amor y tanto deseo carnal para una ordinaria sacerdotisa.

Ahora, avergonzada por lo que oye, y hasta ese punto se imagina, quiere emprender el vuelo y borrar todo.

Se siente corrompida.

'Besar'

'Labios'

'Cuelloooo'

Todo eso había sido pronunciado por Naraku. Son palabras sueltas que ella las liga y las imagina. Peca en pesar. Pero…

El pensamiento es libre, vaya.

'Acariciar'

¿Cuándo se va a terminar todo?

'Cuerpo'

Mucho detalle. Demasiada información.

Cierra con fuerza los ojos y agita su cabeza.

'Necesidad'...

Todo es justificado con eso.

Ajá y ella puede ser libre.

Maldito sea ese momento incómodo en el que a Naraku le da un ataque se sinceridad muuuuy explícito.

Ella no quiere detalles.

—¡Danzas de las cuchillas!

No le tira a Naraku. Su objetivo es otro; quiere romper el hilo de la plática.

Va a ser castigada, pero esos pocos segundos son un respiro.

—Kagura —menciona desafiante y amenazador.

El fin está cerca.

Traga saliva. Naraku no se lo perdonará. Por ella bien, que la mate de una vez, con tal de no seguir oyendo e imaginando cosas de ese tipo.

Tan repugnantes.

—Naraku —lo ve sin miedo alguno.

Después de todo, no tiene nada que perder.

La tensión se puede cortar con un hilo. Ambos se miran sin titubeos. Ella espera su final, él quiere acabarla pero algo lo detiene.

—¡Kikyou!

Otra vez con lo mismo.

Al menos esa mujer le salva la vida.

Vlll

El tema de Kikyou se ha calmado. Se cansó de medio llorar por ella.

Es como una zona de guerra.

Él luchando contra Kagura.

Kagura siendo hostil, sarcástica, burlesca y hasta más hábil que él.

Ella va ganando. Y eso no puede ser. Ella salió de él. Es solo una extensión a su merced.

Es una lucha constante de poder, por fuerza él gana. En lo verbal, ella sale victoriosa.

No permitirá —aún con su estado de mediocre humano— que Kagura salga triunfal. Usa artimañas y amenazas para empatar, todo con tal de no seguir perdiendo.

Es incómodo el momento en el que Kagura, su traicionera extensión, tiene todas las de ganar.

Sabe que no la va a matar, pero sí, torturar. Ella se está desquitando con él, así que lejos del dolor, se le nota satisfacción.

Cierra los ojos. Disfrutando de algo...

Los recuerdos del ladrón Onigumo.

Y rasca una zona de su cuerpo.

—¡¿Qué carajo?! —mueca de asco.

—No te importa —le dice —y ni se te ocurra poner a danzar tus cuchillas.

Kagura muerde un extremo de su abanico. Frustrada.

—Han venido a mí recuerdos de Onigumo...

Rueda los ojos.

Él no pierde.

En ese punto Kagura es más —mucho más— mordaz con sus comentarios. Pero él tiene algo a su favor.

Porque esto, no se puede quedar así.

—¿Más de Kikyou? —sonríe socarronamente.

—No.

Mucho mejor que eso.

Se cansó de hacerle presión al corazón de su acompañante y sirvienta. Ahora, tiene un plan mucho mejor que eso.

Afectar el libre pensamiento de Kagura.

Pura maldad.

Ahí es cuando le gusta tener un lado humano.

lX

Una palabra para definir ese momento: grotesco.

¿Y a ella? Infelicidad. Trauma.

No sabe cuál era la correcta.

Naraku está frente a ella, parlando viejas historias. Cada una es repugnante y todas están enfocadas a una sola cosa.

Mujeres.

Y eso lleva a una cosa: sexo.

Por qué diantres se tiene que quedar ahí a oír cada una de sus detalladas descripciones.

Ah, todo por ser libre una sola noche.

'Pechos'

'Frotar'

'Trasero'

Parece que tiene delante a ella al monje Miroku.

Está completamente roja, sintiéndose abochornada por la plática, para nada pura, que Naraku entabla.

Achica un poco los ojos. ¿Eso es apropósito?

Ya en su mirada no tiene ese peculiar mensaje en ella y ni su sonrisa torcida.

Naraku está jugando con ella.

Como siempre. Tal y como lo hace con todos.

Su ataque no es sincero. Pero sí ruin y bajo.

Resopla rendida.

Termina su discurso sobre el cuerpo de la mujer y el deseo que despierta en él o en Onigumo. No importa quién de los dos es.

Es repulsivo tanto detalle. Y que mueva sus manos conforme describe y al ritmo que platica sus hazañas... es peor aún.

Es deprimente tener una imagen —visual—, de lo que Naraku relata. Las imágenes están impresas en su mente.

Mujeres por aquí. Mujeres por allá. Ajá. Bailando. Atendiendo a los ladrones tras el asalto a las aldeas. Y lo que viene después de esa ceremonia.

Con los tragos de alcohol...

Se siente acalorada. Apenada. Es como si ella hubiese sido una de esas mujeres.

Qué asco.

Y como nada es suficiente empieza a hablar de sus gustos.

Caderas anchas.

De cintura pequeña.

Volar. Volar. Volar.

Eso quiere.

—Es por eso que los hombres tenemos necesidades.

X

Ve la mala cara que tiene Kagura. Ríe con maldad.

—Puedes irte.

Ladea su cabeza. ¿Cómo?

—Que te vayas. Ya terminé desde hace mucho —sigue riendo —ya se te fue gran parte de la noche.

Abre los ojos. Es verdad. ¿Cuánto tiempo pasó oyendo esa estúpida plática sin sentido?

—Maldito seas.

Eso solo le causa más gracia.

—No se te olvide quien manda.

Y como de costumbre, se aleja flotando por los aires y desapareciendo en la oscuridad.

Kagura suspira.

Si pudiera ser libre.

Si pudiera borrar todo lo que Naraku le dijo.

Esa plática tan insana que tuvo con ella.

Niego. Eso no pasará.

Quita la pluma de su cabeza para salir volando de ahí.

Para gozar de las pocas horas que tiene para hacer lo que ella quiera.

Porque el muy maldito aparte de todo, le quitó su tiempo en:

En ese momento incómodo en el que Naraku, termina haciendo lo que se le pega la gana, por venganza, con ella.

En ese momento incómodo en el que se da cuenta de sus gustos para elegir mujeres —o los gustos de Onigumo, como sea—.

En ese momento incómodo en el que te empieza a detallar la salvaje vida pasional de ese ladrón. Lo que hizo, lo que tocó, lo que no hizo. Lo que quería hacer.

A lo mejor él quiere repetirlo. Volver a sentirlo y por eso comenzó con su charla.

Pero el mejor de todos los momentos incómodos es en el que no le gusta, pero se aguanta hasta el final.

Todo para ser libre.


Oh well fue bastante difícil. Sobre todo porque no me imagino a Naraku hablando de eso xDD trate de cuidar mucho el IC de los personajes, tanto que no podía forzar el humor.

Pues, qué les diré. Para mí estos dos era puro odio. Por eso la maldad de Naraku de contar viejas historias de su mitad humana. Es muy malo, encima de que la trauma, pues le quita tiempo de su libertad. XD

Espero que sea de cierto modo aceptado. Que no sea el primero y ni el único fic de Inuyasha. C:

Gracias por su tiempo.

Aquí tiene la dirección del foro, donde están los retos. Ojalá se animen a participar: : / www . fanfiction topic / 84265/84042900 /1 / Retos-a-Pedido-II (quiten los espacios para poder entrar)