GinTama, y el fanart que usé como foto son propiedad de sus respectivos autores, yo solo estoy haciendo un préstamo literario y de cover image, la historia es totalmente mía alguna similitud con alguna mera coincidencia, más abajo explicaré algunas cosas. Por favor leer con la canción Brothers del Soundtrack de Fullmetal Alchemist, preferible la versión en ruso (original)
A aquellos dos Yatos le había llegado la información de que a ella le estaba sucediendo el cambio, algo que ella por tanto tiempo había tratado de evitar.
Con solo dieciséis años la fuerte Kagura había cedido completamente a los instintos salvajes de su sangre guerrera, con mucho miedo todos a su alrededor la habían dejado con la persona más fuerte que encontraron. Gintoki. Ella estaba restringida a la libertad, esta medida había sido tomada por parte del Shinsengumi quienes temían por la seguridad de los ciudadanos de Edo.
¿¡A quién mierda le importaba la seguridad de esos inútiles!? Gritaba con angustia el ex – Joushishi, él era el único que entendía a la extraterrestre, sabía que era llevar esa impotencia y angustia en sus hombros.
Kagura no quería ser como ellos, no quería depender de la sangre de los demás para poder llevar a cabo una vida "tranquila" con su sangre; ella hasta hace un tiempo tenía todas las de ganar contra aquella bestia que yacía en lo más profundo de su cabeza, no iba a ceder ante aquella cosa. Pero era inevitable… todo el mundo se lo dijo. Su padre, él, incluso su mami antes de morir.
Una mujer estaba en su lecho de muerte mientras miraba a su pequeña hija de cinco años llorar asiendo su mano contra su mejilla. A esta mujer le resultaba lo peor de la vida abandonar a su pequeña hijita sola en ese mundo tan horrendo para ellos, pero eso era lo que conllevaba ser mujer y tener la sangre Yato; morir a una edad temprana.
-Kagura…
-No, mami, no te voy a dejar y tú tampoco a mí, así que quédate escuchándome un poco más.-Suplicaba la pequeña mientras seguía tarareando una canción que le cantaba Kamui cuando no podía dormir.
-Hermosa… lo siento, deberé dejarte sola en esta horrible vida... pero tengo que pedirte algo sumamente difícil…-La voz débil de la mujer pelirosa estaba cada vez más apagada.-No quiero que te dejes llevar por nuestro instinto, tú eres mejor que eso, podrás vivir una vida tranquila y feliz por un tiempo. Conocerás la verdadera felicidad sin tener que dejar llevarte por toda tu fuerza.
-Lo haré mami, no seré como Kamui-nii.
-Te lo ruego mi princesa, aunque tendrás que caer en algún momento pero vuela lo más alto que puedas mientras puedas.
Cuando estaba cansada ella podía disfrutar unos minutos de cordura, en los cuales conversaba con su padre adoptivo quien le había dicho que ya se había comunicado con el calvo para que la viniera a buscar. Aunque con ni con súplicas pudo decirle que ella iba a estar mejor para estar con todos nuevamente, que iba a volver a la Yorozuya con su típica sonrisa, pero él le informó que no caería, que ella tenía que pasar todo esto para volver con él. No por la seguridad de Gintoki, sino por la de ella.
Okita Sougo era el único uniformado que se le quiso acercar para sacarla de su trance por unas horas bastante duras, ellos discutían como siempre y se dejaban llevar por los insultos, con él era como si perdiera la noción de que estaba encerrada en una cárcel amarrada de sus extremidades con cadenas de doble refuerzo. Agradecía tener un rival tan digno como era aquel sádico.
Los días pasaban y la condición empeoraba, cada día Gintoki debía tranquilizarla con mayores cosas y Sougo no tenía el permiso para poder verla producto de que la otra noche casi perdió su vida tratando de hablarle. Que deplorante era ver en las peores condiciones a aquella Amanto, todos le tenían miedo a ella y a su "perro guardián" que siempre estaba allí protegiendo de que no pasara nada malo.
Pero. Como todo cuento de hadas se soluciona llega el príncipe para rescatar a la princesa, o más bien llega la monstruo para domar a la bestia. Una noche fría de cerezos en flor en los árboles se le apareció el mismísimo diablo frente a sus ojos, ella sin querer ayuda de esta persona le escupió en la cara.
-¿Así es como tratas a la persona que te va a salvar de tu sufrimiento?-Preguntó él con una cara seria.
Cualquiera que pensara en esa situación se lo imaginaría feliz, cual niño caprichoso había conseguido el helado más caro de la tienda, pero no era así. Él no estaba ahí por compromiso ni por diversión, estaba porque imaginaba que iba a perder a otra mujer por culpa de la sangre.
-¿Qué vas a hacer, matarme?
-Sería la mejor opción, pero no, te llevaré conmigo. Conocerás el placer que se obtiene cuando haces que tu bestia se sienta mejor, ya no serás tú y el instinto. Serás una Yato.
-No me volveré lo que más odio, no seré quien tú crees que debo ser, seré quien quiero ser. ¿¡Me entiendes!?-Gritó con tanta ímpetu que sus cuerdas vocales se desgarraron un poco por hacerlo consiente.
-Shh… no grites, no queremos despertar a tus amados samuráis.
Él sabiendo como provocarla se acercó al cuerpo del samurái más pequeño para poner su mano de forma recta, lista para sacarle el corazón a alguien, los ojos de ella se ensancharon tanto que podían salir a conocer nuevas órbitas, quería apartarlo de Shinpachi pero no podía por aquellas estúpidas cadenas.
-¡Aléjate de ellos, bestia!-Gritó y sintió el mismo dolor punzante en su garganta pero no le dio importancia.
-Mira quién habla de bestias, la que no puede domarse ella misma, la que es tan débil que no puede proteger ni a su nueva familia. Mira las situaciones en las que nos encontramos, hermana.-Se alejó de ellos para acercarse más a ella y tomar su rostro obligándola a que lo mire.
-Cállate, cállate, cállate, vete y déjame sola como lo haces siempre.
-No quieres que me vaya.-Susurró a lo bajo.-Lo que tú quieres es que me quede, que seamos tan felices como lo éramos, que reconstruyamos nuestra vida de pequeños.-Soltó una pequeña risa.-Te propongo algo… hagamos como si nada entre nosotros sucedió, tú te vas conmigo y somos los felices hermanos que éramos, los hijos de Umibozu. Y todos somos felices, te ayudo a llevar contigo a tu bestia y tú me prestas tu fuerza para encontrar enemigos fuertes.
-Prometes que no te acercaras a este planeta.
-Lo prometo.
Lo pensó por unos momentos, era obvio que él no volvería a ser el mismo que antes, pero lo otro estaba segura que la podía ayudar. La oferta sonaba una mierda pero a la vez tentadora, sabía que él no iba a soportar que alguien le hiciera daño a ella por experiencias anteriores y cosas que él obviamente ocultaba.
-Trato.
-Buena chica.
Solo un poco de fuerza basto para que los barrotes se doblaran como si fueran de goma, con gracia le sacó las esposas de sus muñecas y tobillos. Ella cayó directamente al piso para que Kamui la tomara en brazos y saliera de ahí con ella prácticamente rota.
Hey! Aquí yo nuevamente con un nuevo One-Shot de mi fandom favorito. Eh... no es un fluff en todo su esplendor ni menos mi intención fue sacar risas, solo quiero decirles que con lo extraña que soy disfruto haciendo este tipo de fanfics. Éste esta inspirado en un fanfic muuuy antiguo de mis años de principiante en esta página que se llama 'Vínculos Rotos', igualmente es de Kamui con Kagura solo que un poco más duro que este. Bueno, espero que les haya gustado y si no, pues díganmelo para tomar su opinión.
Y no se acostumbren tanto a tenerme por aquí tan seguido, porque de un día a otro podré subir de otro anime o incluso desaparecer místicamente.
Nos leemos en un próximo fic que espero que sea un Two-Shot.
