Hace mucho quería escribir algo de Corazón de Melón. Primeramente, porque amo a Alexy y tenía un montón de ideas locas para un fanfic de este fandom. Segundo; varias amigas casi me acosan por más de una semana para escribir esto. Entonces, ¡Que venga! Así que a darle a la historia (?)
Los personajes de Corazón de Melón son propiedad de ChinoMiko. Y el juego es de Beemov.
Sin nada más que decir; disfruten la lectura uwu 3
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El indicado
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Capítulo I. Cuidado con Peggy.
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El sol pegaba agradablemente en tu rostro y en el de Sucrette, el olor de las flores y plantas era realmente lindo. ¿Cómo habían terminado en el Jardín del Instituto? Fácil. Tú y Su quierían tener un momento de privacidad de mejores amigos –cofcofSin Armincofcof- y un lugar que no pisaría ni en muerte era el Jardín.
-¿Y? – escuchaste preguntar a la peli-azul, que comía un pan de Curry sentada sobre tu chaqueta, que le ofreciste cortes mente minutos antes.
-¿Y qué? – No comprendías a dónde quería llegar. Sólo seguiste devorando un paquete de galletas dulces.
-No te hagas Alexy. – dijo con diversión y sentiste como te pellizcó el brazo. – Ya pasaron más de dos meses desde que llegaste a Sweet Amoris; ¿A qué chico le has puesto el ojo?
Reíste. No sabías si por el tono o la cara que hizo Su.
-¿Realmente? – dijiste sonriendo y mirando a tu amiga. – ninguno.
Sonreíste más abiertamente al ver como se le deformaba la cara en sorpresa.
-¿Seguro? – Preguntó Sucrette con un tono de incredulidad. - ¿Ninguno? – reiteró, apoyando las palmas de sus mano en tu chaqueta que le servía como cojín.
-Mnh… - Meditaste por un rato antes de dar una respuesta segura. – Pues, admito que los chicos de acá no están nada mal. Pero ninguno se acerca al… ¿Prototipo de príncipe Azul de Alexy? – dijiste sin estar confiado de tus palabras.
-¿Y Kentin? – Preguntó, ella sabía que de alguna manera el soldado de atraía. – Pensé que te gustaba.
-No niego que sea lindo. – cerraste los ojos cruzando tus piernas y soltaste una risita traviesa. – Quizá sea el que de todos más se acerca a mis estándares. Por llamarlos así. – apoyaste tus manos en la hierba fresca, jugando con el pasto. – Pero no estoy seguro.
-¿Falta de chispa? – dijo algo divertida.
-¡Bingo! – alzaste tus brazos al aire dándole más énfasis a las palabras de Su, ella solo rió.
-¡Tonto! – te empujó del hombro levemente. – Y… – se llevó una mano a la barbilla pensativa. – ¿Y Lysandro…?
Bajó levemente la cabeza y notaste su tono angustiado. Inmediatamente le sonreíste amablemente.
-Paso. Te lo dejo en bandejita. – bromeaste, obteniendo un sonrojo y un insulto por parte de la peli-azul. – Además, es demasiado príncipe-shojo para mi gusto.
Sucrette rió.
-¿Castiel? – escuchaste como aguantó la risa al ver tu expresión de incomodidad.
-Intimidante. Y también es un poco cliché. O sea, el típico tipo mala onda que no sigue reglas y es rebelde. – trataste de imitar la cara de Castiel y su voz; obteniendo más risas de parte de tu compañera. – Del resto no sé; Nathaniel también me parece muy sacado de un manga de romance, sin contar la tensión sexual que se siente entre él y Castiel.
-Concuerdo. – dijo Su asintiendo. – He leído muchos de sus casos en mangas e historias yaoi.
-Algún día esas historias te fundirán el cerebro. – le dijiste a modo de regaño pero con una sonrisa en el rostro, como de costumbre, la oji gris solo bufó.
-Mira quién habla. Yo no tengo el móvil lleno del kamasutra gay. – dijo sarcástica pero con un leve tono carmín en sus mejillas.
-¡Eh! ¿Se puede saber por qué husmeas en el móvil de un pobre chico inocente? – contraatacaste.
-¡Nos desviamos del tema! – gritó, abrazándose a sus piernas y mirando la hierba. – ¿Y qué me dices de Leigh o Dajan y Jade?
-¿Leigh? ¿Ese no es el vendedor de ropa? – recordabas vagamente su cara, varias veces habías ido a su tienda. – ¿Qué no sale con Rosalya?
Inevitablemente, heterosexual. – pensaste. Lo cierto es que era bastante guapo.
-También es hermano de Lysandro. – acotó Su y de tu cara se apoderó la sorpresa.
-Anda, eso no lo sabía. – dijiste al aire. – Pero ahora que lo dices, tienen ciertos aires parecidos. Demasiados. – La peli-azul asintió ante tus palabras. – Y sobre los otros dos. ¿Dajan es el chico que a ratos entrena en el gimnasio no?
-Ese mismo.
-Ni si quiera he hablado con él, pero no es mi tipo para nada. – admitiste echándote sobre el pasto. – Y Jade es el jardinero, por decirlo así... – pensaste sobre tus palabras. – No es que me llame la atención, pero hace muy bonito trabajo en el jardín.
Sucrette solo suspiró derrotada. Ya habían mencionado a todos los chicos que llegaste – al menos – ver alguna vez; sin mencionar al tal Dake, el que alguna vez acosó a Su. Ese ya estaba por sabido que era más hetero que la heterosexualidad misma, y no te caía para nada bien los de su tipo.
-Alexy, ¿Qué clase de palabras son esas? Terminarás solo, viejo y amargado cuidando de Armin cuando estés viejo. – habló la oji-gris desanimada. De verdad quería ver a su amigo con pareja.
Y justo en ese momento tocó el timbre de fin del receso.
-Buueno~ No tengo mucho por hacer entonces. – dijiste parándote y tendiéndole una mano a la chica, que alzó tu chaqueta también y te la dio.
-Alexy, te embarraste la remera…
-¿¡Eh!? – oh mierda.
-Y tampoco tienes tu chaqueta para cubrir la mancha.
-Genial. – soltaste entre dientes.
-Tonto. – se burló Su y te empujó levemente largándose a correr. Ibas a hacer lo mismo pero un sonido llamó tu atención.
Click. Click. Click.
¿Alguien presionada un botón? Bueno, que más daba. Sin darle más importancia corriste hacia el Aula, haciéndote la cabeza de que tendrías que lidiar con esa mancha de barro en tu espalda por lo menos tres horas más de clases.
Cuando Alexy abandonó el Jardín, de los arbustos salió nada más ni nada menos que Peggy, con una grabadora y una cámara en las manos. La peli-lila sonreía triunfante.
Y es que en ese receso había conseguido oro.
Y entonces Peggy rió, saliendo de los arbustos para seguir con la búsqueda de esa bestia peluda, mientras pensaba en el notición que tendría para mañana en el periódico escolar y el blog del Instituto.
Quién hubiera pensado que tener que buscar al dichoso Kiki por todos lados tendría sus frutos.
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Cuando las clases terminaron, quedaste cansadísimo. Las últimas horas del día eran Historia y Física, las cuales se te daban de maravilla, pero tener que lidiar con una mancha de barro en tu chaqueta y remera no era para nada cómodo.
Te sentías sucio y eso era asqueroso.
-Hace mucho que quería preguntarlo, ¿Pero cómo rayos te hiciste esa mancha en la remera? – Armin había desviado su atención de la PSP hacia ti, y solo bufaste.
-Lo de la chaqueta fue porque se la di a Su para que se sentase en el Jardín. Lo de la remera me pasó por idiota. – y era la verdad. Armin solo rió, siguiendo con su juego mientras lo guiabas para que no le atropellara algún camión o se cayera de camino a casa.
Eso ya se había vuelto rutina, y no te molestaba para nada.
Al llegar a tu casa rápidamente subiste a tu habitación, dejando tus cosas y tu móvil en la sala, y corriste al baño como alma que lleva el diablo. Mientras te duchabas, las palabras de Su resonaron en tu mente.
Terminaras solo, viejo y amargado cuidando de Armin cuando estés viejo.
Sonreíste con melancolía. No te molestaría en absoluto ese final, después de todo, amabas a tu querido hermano. Pero, no negabas que tenías deseos de tener un novio, de amor y recibirlo.
Cursi, sí.
Pero por el momento, esa era tu meta.
Saliste de la ducha yendo a tu habitación, ahí te secaste y te cambiaste. Te pusiste ropa cómoda como para dormir, unos pantalones flojos con rajas y dibujos de color azul, morado y verde; y celeste-agua, con algunas manchas oscuras por su extensión.
Bostezaste acostándote en la cama.
No habían dejado tarea, estabas cansado y no querías chismear con Su por mensaje hasta las tantas de la noche. Que Armin cenara, por primera vez, lo que se le venga en gana. Mañana te arrepentirías de eso – ya que tu hermano no es el más sensato para la salud que digamos – pero hoy estabas destrozado mentalmente por alguna razón.
Lo que te hacen los chicos…
Suspiraste y cerraste los ojos, a los minutos te quedaste dormido.
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Lo que te despertó fue el sol en la cara y el ruido de la puerta principal de la casa cerrándose de un portazo. ¿Qué hora era? Tanteaste por la cama en busca del celular, nada.
Oh, cierto. Lo habías dejado en la sala.
Sin ánimos saliste de la cama caminando a paso lento, bajando las escaleras a paso aún más lento y con la vista revisaste en busca de tu móvil. Lo viste arriba de la mesa de la cocina y enseguida lo agarraste.
¿Qué? ¿25 llamadas perdidas y 57 mensajes? No lo podías creer. ¿Y todos eran de Su?
Preocupado la llamaste, escuchando el tono de marca. Luego de unos segundos – que te parecieron horas – una voz femenina se escuchó del otro lado de la línea.
-¡Alexy!
-¿Qué pasó Su? – hablaste alterado. – Ayer llegué a casa y me dormí, ¡No me di cuenta de las llamadas y mensajes!
-O-Oh, si… eso es lo de menos ahora. – la voz de Sucrette se oía… ¿Angustiada? – No te lo recomiendo, pero creo que es mejor que lo sepas.
-¿Qué sucede? Suéltalo de una vez. – dijiste divertido, tratando de romper ese ambiente de tensión que había.
-Fíjate en el blog del Instituto. Yo ya estoy aquí y, también se encuentra en el periódico escolar pegado por todas partes….
-¿Qué? ¿El qué? – no comprendías lo que estaba pasando.
-¡A-Ah! ¡Tengo que irme Alex, no te tardes o llegarás tarde!
Y colgó.
Justo ahora, ¿Lo que se escuchó en la otra línea era la vos de Lysandro llamando a Sucrette? Vaya, vaya ~.
Con una sonrisa de felicidad por tu amiga, abriste el blog del Instituto desde la computadora de Armin; eran las 6 am y ustedes entraban a las 7 am a clases. Tenías tiempo de sobra porque de tu casa al Instituto solo son diez minutos caminando.
Al abrir el blog; la felicidad que habías sentido minutos antes se había esfumado.
Oh, no. Nonononono.
¿¡Qué rayos hacía tu conversación con Su publicada ahí!? ¡Hasta había fotos y grabaciones!
-¿Y Kentin?
-No digo que no sea lindo. Quizá sea el que más se acerca a mis estándares, por decirlo así.
Oh. Santa. Mierda.
Reproduciste una y otra vez esa breve grabación de voz que estaba como tópico en el blog. Claramente era tú voz, admitiendo que Kentin era lindo y que era básicamente tu tipo.
Oh… esto no podía estar pasando.
En esos momentos, jurarías por la PSP de Armin que desearías que la tierra te tragase por completo…
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Continuará ~
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