Hola gentecilla y buenos días tardes o noches finalmente después de casi seis meses sin publicar nada aquí os traigo la primera parte de este fic un tanto ñoño de Sinbad y Jafar que se me ocurrió escribir después de la viciada a Magi que me dio el pasado año y que a principios de este como veis aún persiste. El fic tendrá dos capítulos cortitos de tres páginas más o menos cada uno (no tardaré mucho en terminar el segundo lo prometo, Fanfiction de testigo) Un abrazo y disfrutad.

Disclaimer: Magi y sus personajes pertenecen a la señora Shinobu Ohtaka no a mí.

Era una noche cálida, en el exterior nada emitía ni el más leve sonido, en la sala de manuscritos del palacio de Sindria un pequeño candil iluminaba la mesa de trabajo donde estaba sentado el albino. Repasaba uno a uno los rollos de pergamino que estaban cuidadosamente apilados los unos sobre los otros de cuando en cuando corregía algo con un leve movimiento de la mano con la que sujetaba la pluma, volvía a empaparla en tinta y proseguía. Alzó la mirada unos segundos y suspiró frunciendo el ceño. No sabía cómo lo hacía Sinbad pero siempre acababa dejando todo el papeleo sin hacer ¿y quién lo resolvía? Como no, Jafar, siempre tras el rey cual perrito faldero para arreglar sus destrozos y terminar su trabajo, aunque el papeleo no era un trabajo demasiado pesado para él así que lo cumplía sin problemas.

Dejó la pluma en el tintero y recogió el último pergamino en el que había estado trabajando, bajó su intensidad y se llevó el candil con él. Tras cerrar el gran portón de madera tras él avanzó por los solitarios pasillos con la cabeza algo gacha y andando con paso lento. El crepitar de las antorchas y sus pasos era lo único que hacía eco y al escuchar una fuerte risotada Jafar dio un pequeño salto que le hizo alzar la cabeza. Sabía perfectamente a quien pertenecía aquella voz así que tras suspirar con más fuerza que antes y por un motivo muy distinto, marchó con paso rápido hasta que entró al comedor donde cómo no, allí estaba Sin bebiendo solo. Puede que al comienzo de la noche allí hubieran estado Sharrkan o incluso Ali Baba pero Sinbad tenía una jarra bacía en la mano, estaba espatarrado en el suelo y parecía estar murmurando algo para sí.

Jafar se acercó al pelimorado con paso decidido y le dio una patada en el hombro:

-Hey Sin, arriba-le dijo en un tono algo molesto.

-Nm… ¿Jafar? ¿Has terminado ya?-el rey de Sindria tenía la voz algo ronca y cuando hizo un ademan de levantarse calló de nuevo al suelo

-Por si no se ha dado cuenta su Majestad-gruñó el pecoso recogiendo las distintas cosas que había tiradas alrededor de Sinbad-está a punto de amanecer, así que si quiere tener un aspecto algo respetable le recomendaría que se acostara un rato.

-Jo Jafar eres muy aburrido-murmuró el pelimorado girando por el suelo hasta llegar a los pies del peliblanco.- ¿no puedo divertirme un poco más?-una sonrisa pícara afloró en los labios de Sinbad y agarró los bajos de la túnica del pecoso, pero este estaba preparado de sobra y estampó su pies sin ningún miramiento en la cara de su rey.

-Y ahora Sin levántate-exigió Jafar poniendo los brazos en jarras y mirándolo desde arriba.

-Ugh…solo sabes cortarme el rollo-el pelimorado obedeció las ordenes de su consejero y se le quedo mirando unos instantes como si tratará de enfocar la visión-¿desde cuándo hay tres albinos mirándome como si fueran mi madre?

Jafar le agarró de la oreja y tiró del pelimorado hasta el pasillo:

-Venga…-Jafar también tenía prisa por acostarse, llevaba varias noches trabajando sin descanso con la oportunidad de apenas echarse alguna siesta diurna que no había durado más de una hora, oscuras ojeras habían comenzado a hendirse en la pálida piel bajo sus ojos esmeralda. Para cuando llegaron a la habitación de Sinbad tras haber subido varios pisos de escaleras las luces del alba iluminaban los pasillos de palacio. Jafar resopló; vale él era fuerte, pero su rey era varias cabezas más alto y pos supuesto más musculoso con lo cual al finalmente tirar al pelimorado sobre su cama se sentó en una esquina a coger aire. Miró de reojo a Sin y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. El rey de Sindria estaba tumbado en la cama de lado, y estaba agarrando con fuerza uno de los muchos cojines que había sobre ella.

Jafar empujó las piernas del mayor hasta que estuvo completamente tumbado en la cama y cuando finalmente iba a abandonar sus aposentos, este le agarró del tobillo:

-Siempre me ha gustado esa piel tan pálida que tienes, es bonita-murmuró el aun ebrio rey descalzando el pie que había atrapado y después acariciando la pierna que lo precedía-es tan increíblemente suave.

-Sin, detente-le ordenó Jafar con tono autoritario. Dio un tirón de su propia pierna intentando zafarse pero el pelimorado le tenía bien agarrado y calló de bruces sobre el duro suelo de mármol.

-Ugh eso ha tenido que doler-Jafar alzó la cabeza, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Sinbad le arrastrara sobre el mullido colchón junto a él-¿estás bien?

-¿¡Tú que crees!?-gritó el albino alzando su tono de voz unos cuantos decibelios más de lo habitual-ahora déjame en paz Sin si quieres hacer guarradas cásate de una maldita vez y déjame en paz-bufó malhumorado.

-Sigues sin entenderlo ¿verdad?-preguntó Sinbad suspirando y soltando la pierna de su consejero- lo que te dije aquella vez, ¿no lo recuerdas?-si no fuera por el leve enrojecimiento de su cara Jafar podría haber pensado que el pelimorado hablaba en serio, pero después de la de situaciones embarazosas que había pasado con Sinbad borracho, pasaba de que aquella se añadiera a la lista.

-No, no tengo ni idea de que me estás hablando-repuso Jafar arreglando las arrugas que se habían formado en su túnica y poniéndose en pie.

-Mmmm… ¿esto te trae recuerdos?-una vez más el albino reaccionó tarde, antes de poder apartarse de su rey sus labios fueron rozados y presionados con fuerza por los de él mayor.

-¿¡QUE COÑO HACES!?-esto último se le escapó al pecoso no solo gritando, sino también en un tono agudo y un tanto ridículo el cual provocó una sonrisa burlona por parte de Sinbad.

-¿Ahora sí?-volvió a preguntar tirando una vez más del menor hasta la cama-el cansancio te hace débil, manejable y olvidadizo Jafar-canturreó entre diente el pelimorado.

-Te repito que no sé de qué me estás hablando-bufó Jafar tratando de zafarse del agarré del mayor, pero solo consiguió que apretara con algo más de fuerza.-joder Sin para ya.

-Sabes que la respuesta es no-de un suave movimiento, y demasiado preciso para ser el de un borracho, el pelimorado metió sus manos entre las mangas del pecoso para desenrollar los cables rojos del Bararaq Sei y echarlos a un lado-en un país lejano hay una leyenda que dice que las personas que están destinadas a encontrarse y permanecer juntas durante toda su vida están unidas por un hilo rojo invisible, sin importar tiempo lugar o circunstancias este hilo se puede estirar o contraer…

-Pero nunca romper…-murmuró con voz queda Jafar apartando la mirada de los ojos color miel del hombre que ya finalmente había logrado posicionarse sobre él.

Continuará…