Disclaimer: South Park y sus personajes son propiedad de Trey Parker y Matt Stone. Este fanfiction fue creado sin ánimo de lucro.

Atención: Este fic no es apto para menores de 17 años ya que puede contener escenas de violencia, lenguaje vulgar y temas adultos implícitos... Está orientado a los fans del género SLASH (Relaciones homosexuales entre varones) y por lo tanto si no es de su agrado le sugiero que abandone la página. Si continúa leyendo a partir de aquí es bajo su responsabilidad. El contenido que será presentado a continuación es totalmente ficticio y cualquier parecido con la realidad y/o con personas vivas o muertas es mera coincidencia.

Capítulo I

No podía creerlo ahí estaba ese desgraciado luciendo su horrenda cara de felicidad por haber destruido a la mayoría de sus competidores...

Vi como lo acosaban los periodistas haciéndole miles de preguntas sobre la fusión entre su empresa y la desafortunada compañía que no pudo resistir por mucho tiempo la competencia desleal a la que fue sometida de parte del gordo culón y sus socios.

El imbécil miraba directamente hacia las cámaras y les aseguraba que sus negocios abarcarían todo el continente americano especialmente lo poco que aún queda de la selva amazónica, ese comentario hizo que me hirviera la sangre de rabia e impotencia.

Apagué el televisor y me dejé caer en mi sofá...

Por culpa de ese maldito fueron incendiadas más de dos millones de hectáreas de bosque tropical en seis meses con la excusa de impulsar el progreso de la humanidad ¡vaya patraña más grande!.

¿Acaso no se da cuenta del daño que le hace al planeta? ¿No pensaba en las especies que desaparecieron de la faz de la tierra para siempre? ¿De la pérdida de los nacientes, la contaminación del agua y la degradación del suelo...?.

¡Obviamente no! Lo único que le importa es enriquecerse cada día más a costa del sufrimiento de los demás.

¿Remordimientos, sentido común, caridad, honestidad, humildad, humanidad...? Para Eric Theodore Cartman sencillamente esas palabras no existen en su diccionario.

- Stan quizás deberías rendirte...

Dijo un joven de cabellera pelirroja sentándose a su lado.

- Entiendo como te sientes y sé que no es fácil ver como destruyen lo que has tratado de proteger durante tanto tiempo. Yo también me siento frustrado por eso pero no hay nada que podamos hacer.

- ¡Ya lo sé Kyle! ¡¿Crees que no me había dado cuenta?!.

Los ojos verdes del judío demostraron su asombro ante la repentina agresividad.

- Madura de una vez por todas amigo, ya no somos los mismos niños de hace quince años.

Broflovski se levantó de su asiento con el ceño fruncido y se dirigió hacia la salida no sin antes girarse y darle un sermón que lo hizo sentirse como una mierda.

- Haz algo productivo con tu vida y deja de comportarte como un puto alcohólico ¿No ves que ya tienes 25 años? ¿Dime realmente haz conseguido algo con toda esta farsa?.

Un tenso silencio se formó en la habitación donde el pelinegro no sabía que decirle a su mejor amigo, mientras tanto Kyle se fue del apartamento dándole un gran golpe a la puerta y él simplemente guardó silencio con su vista fija en el suelo quedándose solo con sus depresivos pensamientos, sacó una botella de ron y bebió su contenido lentamente saboreando con gula el amargo líquido.

- Brindo por ti bastardo hijo de puta...

La ebriedad le llevó a un estado de inconsciencia tan placentero que deseó nunca más salir de ese abismo obscuro.

Una semana después...

Un hombre ligeramente gordo el cual vestía un costoso traje negro de diseñador con corbata roja, se paseaba tranquilamente por los pasillos de uno de los tantos rascacielos que eran de su propiedad mientras era saludado por sus temerosos empleados.

Entró como un rey a su espaciosa oficina la cual tenía una espléndida vista de toda la ciudad. Encendió un habano con la lumbre que le ofreció una secretaria y aspiró profundamente su aromático humo, cuando se acabó tiró la colilla al suelo apagándola con uno de sus lujosos zapatos de cuero negro italiano.

A su mente llegaron los acontecimientos de los últimos meses en especial la cara derrotada del que por mas de cinco años fuera uno de sus mayores rivales en el mercado de los productos derivados del petróleo.

Sonrió complacido.

Nunca le podrían ganar una demanda anti-monopolio... ¿Para qué son los amigos si no se les puede sacar provecho?. Aunque el juez, los miembros del jurado y el fiscal le sacaron un ojo de la cara... Salió bien librado del juicio y no solo le bastó con eso, además le impuso una contra demanda al pobre diablo que le estaba rompiendo las bolas llevándolo a la bancarrota y lo obligó a vender su compañía a un precio ridículamente bajo dejándolo prácticamente en la calle.

Sí definitivamente no podía estar más feliz ahora que era el hombre más rico de toda la historia.

Pero... ¿Cómo fue posible que el hijo de una prostituta se convirtiera en un poderoso magnate? Obviamente por medio de amenazas, chantajes, engaños, estafas y manipulaciones.

Cometió muchísimos crímenes atroces: Como cuando hizo que su medio hermano Scott se comiera a sus propios padres...

¡Aún recordaba el delicioso sabor de sus lágrimas!

Ante el recuerdo soltó una carcajada macabra, el cabrón intentó llevar a cabo su venganza contra él pero lo que neciamente se negó a aceptar era que jamás absolutamente nadie que se metiera con Eric Theodore Cartman podría salir ileso...

Una llamada telefónica interrumpió sus pensamientos y le ordenó a la secretaria que cancelara todas sus citas del día ¡Que se fueran al carajo! No le importaba en lo más mínimo los inconvenientes que pudiera causarles, hoy se limitaría a disfrutar de su vida llena de lujos obscenos en paz.

La mujer se veía preocupada intentando resolver el problema en el que la metió su patrón, le dedicó una suplicante mirada para que atendiera una llamada urgente de uno de sus accionistas más importantes pero la ignoró como si no fuese más que una basura insignificante. Finalmente la terquedad de la joven rindió frutos logrando que el neo-nazi contestara de mala gana el teléfono.

- ¡¿Qué carajos quieres ahora Token?!.

Dijo con notable molestia y hostilidad a quién le estaba arruinando su maravilloso día.

- Vaya vaya pero si no es más que su majestad Eric Cartman que al fin se digna en complacer a la plebe con su asombrosa y magnífica atención ¿le estoy incomodando mi amo y señor? ¿como podría compensarle por tan grave ofensa a su grandiosa persona?.

Lo dijo con marcado y despectivo sarcasmo para después reír por lo bajo y aguardar por el típico insulto racista que siempre le conseguía sacar a su bajeza gorda.

- ¡Coño no me hagas perder mi tiempo jodido imbécil!.

Su respiración era irregular y un furioso color carmín se extendió a través de todo su regordete rostro, tenía unas tremendas ganas de estrangular a su ex compañero de escuela si no fuera porque el afroamericano estaba en Roma ya lo hubiera hecho.

- Como verás Cartman te llamaba para que enciendas la televisión y veas lo que está pasando quizás pueda ser de tu interés...

Sus palabras estaban cargadas de misterio lo que puso en guardia al CEO. Inmediatamente sintonizó el canal de las noticias.

Lo que vio en la gigantesca pantalla de plasma era inaudito...

- El día de hoy se han registrado fuertes protestas con actos vandálicos en los alrededores de la sede principal de Cartman Corporation, nuestro corresponsal nos ampliará la información...

Decía una mujer morena de aproximadamente treinta años.

- Así es Emma aquí a las afueras de la empresa se encuentra el líder del grupo ecologista Stanley Marsh que accedió a darnos una entrevista exclusiva que en breve estaremos transmitiendo...

El hombre caminó hacia una multitud de personas que gritaban consignas y agitaban carteles que decían:

"¡YA BASTA DE CONTAMINAR A LA MADRE TIERRA!".

De en medio de la concentración salió un joven que se acercó al reportero y le arrancó el micrófono de las manos...

- ¡Escúchame bien Cartman no pienso detenerme hasta dejes de hacerle daño al planeta aunque tenga movilizar a medio mundo!.

El hippie empezó a cantar una canción que hablaba sobre la importancia de cuidar a la naturaleza y sus acompañantes le hacían coro, aplaudiendo y silbando. El angustiado reportero recuperó el control de la situación y logró entrevistar al chico.

- Señor Marsh ¿Podría decirnos porqué inició esta manifestación?.

- Hoy nos hemos reunido aquí para hacerle saber al bastardo de Eric Cartman que no estamos de acuerdo con la destrucción provocada por sus actividades y que llevaremos nuestra lucha ante todas la instancias nacionales e internacionales si no para esta locura...

- ¿Usted considera que el proyecto de ley que el señor Cartman presentó ante el senado sea anti-ecológico? Y ¿Cuáles cree usted que podrían ser las consecuencias si es aprobado?.

- ¡Por supuesto que lo es! Si esa ley es aprobada él tendrá un acceso ilimitado a los parques nacionales lo que desataría una catástrofe ambiental sin precedentes.

- ¿Por cuánto tiempo piensan mantener bloqueada la entrada del edificio?.

- ¡Seguiremos con esto hasta que nos escuchen en todo el país!.

- Estas fueron las declaraciones de Stanley Marsh quién nos acaba de confirmar que continuarán protestando hasta que la propuesta de Eric Cartman sea rechazada por el público y que el capitolio reconsidere discutir su aprobación...

Eric arrojó con excesiva fuerza el control remoto contra la pantalla del televisor la cual se hizo pedazos. Su rostro tenía una expresión iracunda y psicópata, giró sobre sus talones y caminó hasta la salida.

La secretaria estaba aterrorizada por el arrebato de su jefe, intentó decirle algo pero el odio en los lúgubres ojos marrones del fascista la tenían paralizada.

El empresario salió del edificio por uno de los estacionamientos que se encontraban por detrás de éste para evitar a los "hippies de mierda" como el los llamaba. Cinco minutos después ya se encontraba al frente de una limusina negra que lo esperaba.

"¿Así que no dejaras de meterte en mis asuntos aunque arriesgues tu insignificante vida...?"

Se metió en el automóvil mientras pensaba en mil formas lentas y dolorosas de asesinar al pobre chico.

Seis horas después en el departamento de Stan...

Entró en la humilde vivienda que compartía con su amigo y buscó en la despensa una bolsa de papas fritas pero cuando estaba a punto de morder la primera escuchó el tintineo de unas llaves y como alguien abría la puerta, se asomó para saludar al judío que lo miraba con desaprobación.

- ¿Tienes alguna idea de lo peligroso que puede llegar a ser Cartman cuando lo provocan?.

Le inquirió tratando de sonar lo más serio posible.

- Por tu bien espero que reacciones a tiempo, créeme aún no has visto lo peor del gordo.

- Lo sé, pero no me voy detener hasta que por lo menos pueda evitar que aprueben esa cosa.

La firmeza con la que lo dijo hizo que el pelirrojo le sonriera un poco pero la preocupación era evidente en su cristalina mirada.

- ¡Stan tú estás luchando por una causa perdida! ¡Él no se olvidará de esto y podría matarte o algo peor!.

Lágrimas descendían por las pecosas mejillas de Broflovski el cual le dio la espalda a un atónito pelinegro que al ver su estado lo abrazó y apoyó su barbilla en el hombro del sollozante jovencito.

- Tranquilo Kyle te prometo que no permitiré que nos pase nada y si es necesario me sacrificaría por ti.

Tomó con su mano derecha una de las sonrojadas mejillas de su mejor amigo y plantó un delicado beso en la comisura de sus labios haciendo que el otro temblara un poco y le apartara con algo de rudeza.

- Si algo te llegara a pasar me moriría Stan, porque yo no podría vivir sin ti porque...

"Te amo pedazo de estúpido"

No tuvo el suficiente valor para confesarle sus sentimientos a pesar de tener sospechas de ser correspondido.

Ambos se quedaron así por un rato mientras el muchacho de ojos verdes recuperaba la compostura y para romper el hielo lo invitó a beber unas cervezas...

Ingresaron al establecimiento que solían frecuentar y se sentaron en los asientos que estaban al frente de la barra, el lugar tenía un ambiente acogedor los muebles de madera y las paredes de ladrillo le otorgaban un acabado rústico y a la vez cálido, en todo el bar se podían oír los gritos emocionados de los aficionados al fútbol que compartían la estancia con ellos. Fueron atendidos por un hombre calvo el cual rozaba los cincuenta años.

- ¿Qué van a tomar?.

Preguntó amablemente el señor que se encontraba preparando unos tragos para las chicas que acompañaban a los jóvenes que ocupaban toda su atención en el excitante partido.

- Sírvanos un par de cervezas.

Dijo el pelinegro que estaba feliz por tener cerca a su mejor amigo, porque aunque no lo quisiera admitir se había enamorado perdidamente de él desde la secundaria. Cada momento que compartían era único y los atesoraba para siempre en su corazón.

- Stan te lo suplico, no sigas con esto...

El pecoso tenía la cabeza agachada y su tono de voz indicaba que en cualquier momento se quebraría su máscara de fortaleza.

- No cambiaré de opinión Kyle. Cálmate ese puto no puede hacerme nada, ya verás como todo saldrá bien.

Por unos instantes su expresión alegre fue reemplazada por una seria pero esto no duró mucho ya que el dueño del bar regresó con sus pedidos provocando que se olvidara del asunto.

- Tengo un mal presentimiento...

Le insistió pero fue ignorado por el joven que también estaba concentrado en el partido.

La noche transcurrió lentamente para ambos. Entre bromas y rondas de cervezas se quedaron hasta la madrugada, no fue sino hasta que el nivel de alcohol en sus torrentes sanguíneos estuvo lo suficientemente elevado como para hacerle perder el conocimiento al judío, que Marsh decidió marcharse cargándolo al estilo nupcial.

Durante el transcurso Stanley escuchó algo que lo dejó impactado:

- Te amo...

Pero creyó que la borrachera le había hecho imaginar aquello y decidió no darle importancia, a los pocos minutos llegó a su hogar, abrió torpemente la puerta y se apoyó en la pared tratando de evitar tropezar con todo lo que se encontraba a su paso, pero en ningún momento pudo mantenerse firme. Estaba seguro que la resaca que tendría cuando se despertara sería inolvidable.

Depositó con cuidado el cuerpo del pelirrojo en la cama y se detuvo para admirar su rostro iluminado por la luz azulada de la luna, la cual ingresaba por la ventana otorgándole un toque místico y erótico. Sus preciosos ojos ahora estaban ocultos detrás de sus parpados ¡Como los extrañaba! Su rostro lucía apacible e inocente: Ignorante del morbo que sentía el pelinegro al tenerlo así...

Se dejó llevar como si un ángel caído le estuviera invitando a cometer el pecado más grave...

Apartó un mechón rebelde de la frente del joven, besó sus labios los cuales estaban entreabiertos y se aventuró un poco más en la húmeda cavidad deleitándose con el exquisito sabor ¡Adictivo! No había otra manera de llamar a ese sentimiento que le embargaba. Un pequeño gemido hizo que se alejara rápidamente con la esperanza de no ser descubierto.

No sabía porqué pero sentía que esta podría ser la última vez que los probaría...

Al día siguiente...

Me desperté con dolor de cabeza y unas terribles ganas de vomitar, todo me daba vueltas por la maldita resaca...

Me encaminé hacia el baño, una vez allí lavé mi cara con agua del grifo, tomé unas pastillas del botiquín y me bañé.

Até una toalla a mi cintura y salí de allí pero al hacerlo me tropecé con Kyle. Me quedé sin palabras al darme cuenta que estaba sobre él prácticamente desnudo pude ver como se sonrojaba y apartaba su vista de mí, traté de levantarme sin embargo el piso estaba resbaloso consiguiendo que la situación se volviera más embarazosa al no poder recuperar el equilibrio con facilidad aún así lo logré y le tendí la mano para ayudarlo a ponerse de pie.

- Lo siento Kyle no te vi...

Dijo con un ligero rubor en las mejillas y una expresión apenada.

- No te preocupes yo tuve la culpa, quería decirte que el desayuno ya está listo.

Ya habiéndose recuperado le restó importancia a lo anterior.

Los chicos entraron en la cocina y desayunaron tranquilamente sin hablar de nada de lo que pasó en el pasillo, se mantuvieron dispersos en sus pensamientos uno pensando en cual podría ser la siguiente jugada sucia que haría el gordo y él otro se preguntaba si el pendejo que tenía al frente recordaba algo de lo que le dijo en la noche. Terminaron de comer y se despidieron, ambos tenían cosas muy importantes que hacer, por su parte el judío se fue a trabajar y Stan tenía que llevar a cabo su plan para detener a Cartman.

Una hora después en la oficina de Eric...

No durmió en toda la noche pensando en cual sería la mejor forma de torturar al hippie y hacerle pagar por entrometerse en sus asuntos, cada imagen que surcaba su mente era más perversa que la anterior, no pudo evitar que se le hiciera agua la boca al imaginar el sabor de su sangre mezclado con el de sus lágrimas.

Al final decidió que matarlo no valía la pena primeramente porque Stan no era más que una basura así que no le daría el gusto de acabar con su patética vida sin mandarlo al infierno primero, luego tendría que lidiar con sus asquerosos amigos haciéndole la vida imposible y además quería complacer su sádica necesidad de hacerlo sufrir hasta tal punto que le suplicara que acabara con él de una puta vez por todas. Definitivamente esta vez no se detendría cuando lo tuviera en sus manos; jugaría con él hasta romperlo como si fuera un muñeco de trapo y se encargaría de destruir su espíritu lentamente...

El timbre del celular lo sacó de su fantasía depravada, sabía perfectamente de quién se trataba y con una retorcida sonrisa plasmada en su faz le interrogó al detective privado que información tenía sobre su paradero.

- ¿En dónde vive ese hijo de perra?.

Preguntó sin rodeos.

- Tengo buenas noticias para ti Eric; El chico vive aquí en Nueva York, en un departamento cerca de Central Park con otro joven llamado Kyle Broflovski.

Eso sí que no se lo esperaba, creía que desde la muerte definitiva de Kenny el grupo se había separado por completo, aún incrédulo por lo anteriormente dicho indagó más acerca de lo que el investigador había recopilado sobre Stan y su sonrisa se volvió aún más siniestra. Ahora sí sabía como joderlo...

- Muy bien eso es todo lo que quería saber Schmidt.

Continuará...